[1] Son Goku

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Otro día cualquiera en el templo Kai, el joven aprendiz se encontraba preparando el té como todas las mañanas. Recién había amanecido, el sol golpeaba su piel suavemente apenas asomándose por el horizonte, acompañado de un cálido ambiente.

Vertió el agua recién hervida en la pequeña tetera para que esta adquiriera el sabor de las hojas que él mismo había cortado. Incluso sentía que había perdido mucho tiempo en una simple tarea, puesto que aún no terminaba de poner la mesa en el jardín.

Dio un bostezo ahogado. No había dormido bien esa noche pues no podía conciliar correctamente el sueño desde aquella discusión.

Especialmente el día anterior, que ante el insomnio decidió salir del templo con el debido cuidado de no despertar a su mentor y sentarse en el césped del jardín, admirando el cielo, embellecido por las estrellas que iluminaban la infinita oscuridad sobre él.

Cada vez que divagaba en sus pensamientos, sólo podía quedarse completamente en silencio, sin hacer ningún movimiento.

Todas las noches le daba vueltas a la misma pregunta:

"¿Cómo lo haré?"

Analizó cada pequeña posibilidad, cada opción, pero siempre se veía perdiendo ante los obstáculos que se le presentarían en caso de llevar a cabo su plan.

Sintió la brisa del amanecer trayéndole de vuelta a la realidad; sacudió suavemente su cabeza para quitar un poco el cansancio.

—¡Zamasu, no te olvides de preparar el té! —gritó el mayor desde el interior del templo.

—Claro su excelencia, ya casi está listo, ahora mismo terminaré para atenderle —le respondió calmado, procurando que su maestro le escuchase sin ningún problema.

Acomodó elegantemente las tazas sobre el mantel, se reincorporó y llamó a Gowasu indicándole que ya estaba todo listo. Así pasaron la gran parte de la mañana, hablando sobre las actividades que realizarían el presente día y otras cosas triviales.

Alrededor del medio día, ya se encontraba haciendo sus labores en el templo cuando divisó a su maestro sentado en la sala principal, viendo la televisión. Le dio curiosidad así que se acercó para ver que lo mantenía tan entretenido.

Una batalla entre mortales. No identificó las razas a los que éstos pertenecían, pero la manera tan peculiar de luchar por parte de uno de los participantes le impresionó bastante. Las técnicas y estrategias que usaba le hacían resaltar mucho, o al menos para él. Miró de reojo a su maestro, quien continuaba atento a lo que pasaba en la televisión, entonces creyó que no sería una mala idea preguntar.

—Su excelencia Gowasu, ¿Está viendo Kamitube? —una pizca de diversión se hizo presente en su voz, mientras dejaba la taza de té que preparó para su maestro frente a él, en la pequeña mesa.

—De hecho, estaba pensando en convertirme en un Kamituber —blofeó, soltando una pequeña risilla al ver como Zamasu se mostraba sorprendido y confundido ante su respuesta—, ¡Es broma! en realidad estaba viendo esta batalla. Fue un torneo realizado por los dioses destructores del sexto y séptimo universo, para decidir quien se quedaría con las Súper esferas del dragón.

—¿Las Súper esferas del dragón? —Jamás había escuchado sobre dichos objetos, por lo tanto, no sabía de qué se trataba, le daba la impresión de que debían ser bastante valiosas como para que los dioses de la destrucción compitieran por ellas.

—Honestamente, es la primera vez que las veo —respondió Gowasu, dando un vistazo al televisor, el cual mostraba las orbes mágicas del tamaño de un planeta promedio—. Son un total de 7, se dice que esos objetos son capaces de cumplirte cualquier deseo al juntarlas todas.

El menor abrió los ojos con sorpresa.

"Cualquier deseo..." ¿Acaso sería la solución que estaba buscando?

Si no existía límite o restricción dentro de las posibilidades que tenían esas esferas para cumplir cualquier deseo, eso significaba que tenía una oportunidad, ¿Era eso lo que quería?

"No, no, no es eso..." pensó.

No sería interesante pedir que su plan se cumpla, ¿Acaso podría pedir estar por encima de los dioses? Sería una buena opción, pero no le terminaba de convencer, sólo lo haría más aburrido. Aunque eso no significaba que esas orbes mágicas no fuesen a ayudarle en determinado momento.

Ya pensaría en algo más y de no encontrar nada reconsideraría sus opciones.

Un estruendo provocado por uno de los luchadores en la televisión lo sacó de sus pensamientos, haciéndole voltear al instante.

"¿Ese es el Ki divino?" estaba estupefacto, ¿Desde cuándo un simple mortal tenía acceso a un poder sólo alcanzado por los dioses de rango superior?

—Vaya, no me lo esperaba, al parecer ese individuo se trata de Son Goku —comentó Gowasu, como si de alguna forma hubiese leído la mente de su aprendiz quien, desconcertado, volteó rápidamente para ver a su maestro.

—¿Son Goku? Pero se trata de un simple mortal, ¿Cómo es que puede tener el poder de un dios?

—A palabras del mismo ángel del Séptimo Universo, Son Goku es su aprendiz, un mortal de raza Saiyajin, quien incluso a luchado con el destructor del Séptimo Universo, el señor Bills. Todo indica que es muy fuerte, y sobre todo superior a cualquier Supremo Kaiosama que existe.

—Eso es imposible ¡Ningún humano puede sobrepasar la fuerza de los dioses!

Inmediatamente se dio cuenta de su error, Gowasu le observó molesto nuevamente por su reacción, no podía seguir metiéndose en problemas por expresarse tan libremente. Retomó su compostura y se disculpó por ser tan descuidado con sus palabras.

—No le tomes tanta importancia, yo también he sido algo irrespetuoso contigo. Te pido una disculpa por lo que pasó la última vez, pero me gustaría que observaras más a los humanos y aprendas a valorarlos como seres vivos, ya hablaremos de esto más tarde.

Justo en ese momento, recibieron una llamada desde la esfera de cristal, que se encontraba junto a ellos. Se acercaron rápidamente y Gowasu respondió.

—Gowasu, Supremo Kaiosama del Universo 10, ¿Qué sucede?

En el objeto de cristal se mostró entonces el rostro de Anato, kaioshin del universo 1.

—Señor Gowasu, lamentamos la interrupción pero he de informarle que tenemos problemas, necesitamos que todos los supremos kaiosamas de los 12 universos se reúnan en el Planeta Sagrado. Se trata de un asunto de suma importancia así que solicitamos su presencia, la gran mayoría ya se encuentra aquí. Lo esperamos para dar comienzo. —La transmisión se terminó, dejando nuevamente vacío el interior de la esfera de cristal.

Gowasu se levantó aún tratando de procesar lo que había escuchado.

—Debe ser urgente para haberlos llamado a todos ¿No es así, su Excelencia? —preguntó Zamasu sin despegar la mirada de su maestro.

—Tienes razón, por desgracia no podré llevarte. A estas reuniones sólo puede asistir el Supremo Kaiosama de cada universo y tú al ser mi aprendiz aún no eres admitido como tal, te pido que te quedes, volveré mas tarde —finalizó, cuando Kai, kaioshin perteneciente al Onceavo Universo, apareció para teletransportar a su mentor al punto de reunión; tan pronto como llegó, se fue.

Le dolía aceptarlo, pero su maestro tenía razón, él no era un Supremo Kaiosama, no aún.

Echó un último vistazo a la televisión, en ella se mostraba el rostro de aquel mortal.

—Son Goku... —susurró, enfocando toda su atención en él.

Jamás imaginó que un mortal fuese capaz de superar la fuerza de una deidad.

"¿Serás incluso más fuerte que un Dios Destructor?"

No permitiría que un humano tan peligroso siguiera existiendo.

Mientras tanto, en el Planeta Sagrado del Universo 11 todos los supremos kaiosamas se encontraban listos para dar comienzo.

Se saludaron cordialmente luego de reencontrarse tras un largo tiempo. Rou fue el último en llegar, como siempre irritado por haber sido llamado sin una explicación previa.

—¡¿Pero qué es esto?! —preguntó con molestia—, siempre hablamos sobre temas importantes mediante nuestras esferas de cristal, ¿¡Cuál es la necesidad de juntarnos en esta ocasión?!

—Lo mismo me pregunto yo —le apoyó Ea, kaioshin del Universo 3.

—Creo que todos necesitamos una explicación, ¿No lo creen? —comentó Fuwa, del Sexto Universo.

Gowasu se mantuvo callado, buscó con la mirada a Shin, el Supremo Kaiosama del Séptimo Universo, a quien no encontró en ninguna parte.

—Disculpen, dijeron que el aviso se les dio a todos, pero puedo ver que el kaioshin del Universo 7 no se encuentra aquí —se decidió a hablar, esperando una explicación por parte de los demás.

—Eso es porque decidí no invitarlo a esta reunión —respondió Kai—. De hecho estamos aquí para tratar un asunto de ese universo, así que su presencia no es deseada este día, sería incómodo.

—¿Entonces esta reunión tratará sobre el Séptimo Universo?

—Así es. Durante éstos últimos días Anato y yo nos hemos encargado de vigilar los 12 universos y garantizar que todo se encuentre en perfecta armonía. Sin embargo nos percatamos de un asunto serio que está ocurriendo en dicho universo, tal parece que Shin no se ha dado cuenta del problema. Nuestra principal intención de juntarlos es que afrontemos esa problemática ahora que aún está a tiempo de detenerse y no pase a mayores.

—¡Oooh~ No! —canturreó Rou— Lo que le pueda suceder al Universo 7 es problema del Supremo Kaiosama de ese universo, nosotros no tenemos la responsabilidad de resolver nada.

Se armó una pequeña discusión entre los dioses de la creación, en donde sólo se podían escuchar un mar de comentarios de disgusto, ya que les parecía absurdo haber sido llamados e interrumpidos de sus responsabilidades por algo tan insignificante.

—Ese es otro punto que quiero abarcar, si lo dejamos pasar es muy probable que no sólo ese universo esté en peligro, sino que todos los demás también.

Al escuchar eso todos guardaron silencio. No creían que algo así fuese posible.

—¿A qué te refieres? —el temblor en las palabras de Fuwa era ligeramente notorio.

Kai observó a todos con seriedad.

—Lo que quiero decir es que si no acabamos con esos sujetos en este momento, los 12 universos estarán en un inminente peligro.





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