[9] Lecciones y enseñanzas

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—¡Levántate! —una corriente de aire frío recorrió el cuerpo del mortal al sentir como la manta era jalada, descubriendo su cuerpo y perturbando su sueño—. ¿¡Crees que tengo tu tiempo?! ¡Llevo minutos hablándote!

La molestia del Kaioshin era evidente, el mortal tenía el sueño pesado, apenas y abrió sus ojos con desinterés.

—Aún es muy temprano —volteó al otro lado de la cama para dormir nuevamente. Zamasu le roció con agua en el rostro hasta hacerlo reincorporarse de golpe—. !OYE! —se quejó, poniéndose de pie en un movimiento rápido y acercándose peligrosamente al kaioshin se detuvo justo frente a él, quien no retrocedió ni se mostró intimidado aún sintiéndose en peligro. Mantuvo el contacto visual en todo momento—. ¿¡Quién demonios te has creído, insecto insignificante?!

Se quedó quieto, frunciendo el ceño ante tal insolente y explosivo carácter. Tomó aire.

"Paciencia, Zamasu, paciencia".

—En este horario empiezan tus labores —reafirmó con un leve pero fuerte tono en su voz— y como tu superior, harás lo que te asigne. Cumple con tu parte y yo cumpliré con hacer de tu estancia en este templo una experiencia que valdrá la pena.

Hubo un largo silencio, tras unos segundos bastante pesados y tensos, el semidiós simplemente bufó, apartándose con fastidio y cruzándose de brazos, el contrario le miró con cierta molestia, para luego entregarle las prendas que llevaba bajo su brazo.

—Ve a darte un baño, este será tu uniforme a partir de hoy. Te veré en la sala cuando estés listo.

Apenas terminó de hablar le dedicó una última mirada para luego salir de la habitación, cerrando la puerta con fuerza. Se alejó lo suficiente de aquel cuarto para llevar una mano a su rostro con frustración, frotando su entrecejo y deteniéndose a mitad del pasillo para tranquilizarse un poco.

"¡Ese idiota...!"

—¡Aún después de que me tomé la molestia de conseguir un traje apropiado para él...! —se quejaba entre dientes. Sacó una pequeña libreta de su cinturón, la abrió en la primera página donde se hallaba una pequeña lista con todo lo que debía cubrir como maestro del semidiós—. Será más complicado de lo que esperaba.

Buscó un bolígrafo y se dispuso a terminar la agenda que había planeado la noche anterior, distribuiría tareas, actividades y valores para instruir al saiyajin hasta cumplir todos los puntos anotados.

—Me tomará bastante tiempo enseñarle todo lo que quiero que aprenda, pero no importa —subrayó aquello con lo que comenzaría primero, cerró aquel cuaderno y al escuchar el suficiente ruido en el cuarto de al lado supuso que el mortal ya estaría listo.

En la sala, lo vio de pie en el centro de descanso. El uniforme le había quedado bien, sin hombreras y con una camisa pantalones holgados, tendría más libertad de movimiento, lo único que arruinaba su apariencia era esa marca en su rostro. Entró a la habitación y le indicó que se acercara para tomar asiento y ayudarle con eso. El chico obedeció casi de inmediato, como la primera vez, se sentó frente a él para que Zamasu se hiciera cargo.

Era extraño como podían pasar de tratos buenos a malos y viceversa en sólo cuestión de minutos. El más joven era inestable, al igual que el temperamento del kaioshin en cuanto a los de su clase, pero el hecho de que Zaiko no era del todo un humano le hacía pasar por alto los defectos de esa naturaleza aunque fuera por un momento.

Zamasu sentía que era una burla para el semidiós, pero bastaba una mirada para imponer el respeto que exigía merecer. No sabía cómo de alguna manera, parecía que el chico veía en él una figura autoritaria a la cual debía obedecer genuinamente. Justo ahora le notaba atento a su persona, tan tranquilo que no parecía que las cosas fueron agresivas entre ellos en algun momento. Eso era lo que creía, de esa manera intentaba explicarse la razón por la cual solía variar tanto el modo en que el saiyajin se dirigía a él y no recurría a asesinarle a la más mínima oportunidad, de otra forma, no había razón por la cual retenerse en aquel templo cuando ninguno de ellos, ni él ni su maestro, representaban algún impedimento para que Zaiko hiciera lo que quisiese.

"Debe ser por simple instinto, los mortales suelen apegarse a sus similares o a quienes llaman familia. Tal vez por haber estado ahí cuando despertó, nos considere como parte de la suya".

No evitó guardar una sonrisa ante aquel pensamiento, después de todo, él era sólo un usurpador.

—Parece que no tendrás problemas con tu vestuario ¿Cierto? —le preguntó mientras desinfectaba la herida—. Me encargué de que remover la cola del traje, solamente cuentas con la parte superior de la túnica.

A pesar de cualquier diferencia, su propósito era hacerlo sentir cómodo viviendo bajo el mismo techo. Conversar más a menudo podría funcionar.

—El cuello es incómodo —opinó mientras estiraba ligeramente el borde de éste con la punta de su dedo, cuidando de no moverse demasiado—, aprieta.

—Fue una adición necesaria ya que tu uniforme no puede ser idéntico al nuestro —colocó el vendaje lo mejor posible—. Eres un servidor en este templo, mientras que yo soy el aprendiz del Supremo Kaiosama, no estamos en el mismo rango y por lo tanto, no vestimos igual. Sin embargo, al ser también un dios, se te reconoce como tal al portar esta túnica.

Se hizo hacia atrás para admirar nuevamente al chico con detalle.

—Revisaré que vistas adecuadamente todos los días. La imagen es muy importante si quieres dar una buena impresión —musitó de forma que fuese audible para su compañero—. resulta bastante útil.

Día uno, el primer paso. 

Su rol como maestro empezaba esa mañana y desde entonces llevaría una rutina.

Le tomó meses, los primeros días fueron complicados, eran aquellos momentos memorables, anécdotas de todo tipo, que pueden rescatarse y de las cuales poco a poco fueron surgiendo avances:

 Imagen 

¿Qué tan difícil pudo ser? No tenía problemas en hacerlo ponerse el uniforme. De vez en cuando tenía observaciones: Mal fajado, la tela del cinturón enrollada...

Visualmente, podía decirse que estaba bien. El vendaje en su rostro podía camuflarse en el color de su tez y cabello. Sería temporal.  

—Mantén la mirada al frente —le corregía mientras caminaba a la par, indicándole con el movimiento de sus manos alzar un poco más la cabeza—. El punto es que demuestres seguridad, ¡Camina erguido! ¡firme!

Cada expresión venía con gestos que acompañaban a sus palabras, indicaba imitar su postura, un andar sereno, siguiendo un compás imaginario que resaltara una imponente figura, con gracia y clase.

—Puedes descansar los brazos detrás de tu espalda —comentó—. En una deidad, el lenguaje corporal es muy importante, hablará de ti y mostrará tu formación.

Siguiendo las instrucciones del kaioshin, el híbrido no veía la razón para tomarle mucha importancia a un aspecto tan trivial, había permanecido en silencio viéndole con extrañeza.

—¿Tengo que caminar así? —cuestionó mientras hacía lo que se le pedía—. ¿Todos los días?

—Siempre. Así es —estableció—. Eres un dios, exprésalo en cada movimiento y en cada gesto.

Porque si bien seguía siendo un mortal, él compensaría ese lado primitivo con una doctrina digna de un supremo, lo haría un dios completo.

Terminó volviéndose un hábito. Sólo le pedía ocultar la cola distintiva de su raza entre la tela de su cinturón. Verla meciéndose como si de un animal se tratara, no le gustaba en absoluto.

  Vocabulario 

"¿De qué te sirve lucir bien, si no te expresas como te vez?"

Aquel día dejó sobre la mesa varias hojas escritas en perfecta caligrafía, Zaiko sintió la pesada mirada del kaioshin, esperando a que hiciera algo con ellas.

—¿Qué es esto? —tomando aquella página, notó que se trataban de palabras con su definición correspondiente.

—No tuve la necesidad de enseñarte lenguaje, pero sí enriqueceré tu vocabulario —estando ya a un lado, señaló la esquina superior izquierda de cada una de las páginas—. Están organizadas en dos grupos: Expresiones y términos —explicó—. Las expresiones que te escribí sirven para saber cómo decir o pedir algo de manera formal y educada. Los términos en cambio, son palabras complicadas o sinónimos, es decir, otras formas de expresar algo, para conozcas su significado y... —la risa de su acompañante interrumpieron de pronto— ¿Qué es tan gracioso?

—¿A esto te referías con "Hacer de mi estancia una experiencia que valga la pena"? —se burló, dejando la hoja nuevamente en la mesa con brusquedad—. Esperaba algo más interesante.

—Ésto —enfatizó— es importante para tu preparación y más te vale que comiences a dirigirte a mi con respeto, soy tu maestro —alzó la voz—. Escucha, todo lo que hagas y digas tendrá consecuencias... cuyo significado se encuentra en la página 4, por cierto —dijo con más rapidez para continuar más seriamente—. De ti dependerá lo que obtengas o pierdas por tu comportamiento.

—¿Estás amenazándome? —inquirió, apoyándose de la mesa y acusándole con la mirada.

—No, claro que no, solo te digo que si te comportaras, obtendrías algo bueno de esto.

EL híbrido negó con una sonrisa ante los intentos del kaioshin por convencerlo, cuando lo único que había querido era provocar a ese sujeto tan estricto y aburridamente correcto. Enderezó su cuerpo, aún con la altanería y la burla en su expresión.

—Muy bien, seguiré tu juego.

—Gracias —respondió con amargura—. Como decía, vas a repasar estas hojas, una por día. Necesito que lo hagas pues pediré que emplees lo que aprendas a partir de hoy.

Preguntas, aclaraciones, a eso se dedicó, todos los días, porque siempre tenía algo que corregir, ya fuesen entre pláticas o comentarios aparte.

—Oye...

—"Disculpe"—corrigió—. ¿Qué sucede?
...

—Maestro Zamasu, ¿Podría...?

—"Perdone la interrupción, maestro". Primero discúlpate, estoy haciendo algo importante.

No evitaba sentir como el "humano" le aborrecía a través de su mirada, era tan obvio que prefería ignorarlo y sonreír de vuelta. 

¿Qué tal con las labores?

Oh si, su mayor sufrimiento como mentor. Su compostura tambaleó en algún momento. 

¡Por favor! ¿¡Por qué se quejaba tanto?! Sólo tenía que ordenar, limpiar, barrer, trapear. No importaba qué tanto se esforzara, por más que le diera el ejemplo primero y estuviera ahí hasta que lograra hacerlo bien por su cuenta, el chico era un desastre total que no obedecía o acababa por hacer lo que le pedía a regañadientes.

—El trapeador se sujeta así —colocando sus manos, una más arriba de la otra, hacía una demostración para después entregarlo al saiyajin —. Esto se hace luego de barrer, cuando acabes trapea y vuelve a enjuagarlo para exprimirlo y dar una segunda pas- ¡NO! ¡ESPERA! Lo sujetas al revés!

Creyó que tenía paciencia, y llegó a dudarlo en cuestión de minutos. 

En una ocasión Gowasu veía al final del pasillo como Zamasu explicaba paso a paso la forma correcta de lavar los trastes mientras Zaiko le veía tallar una sartén con mucho aburrimiento, esperando a que el aprendiz acabara de hablar para terminar lo más pronto posible.

"Los primeros días son los más tediosos" pensaba el anciano, con algo de gracia, "Se acostumbrará".

—Bien, tu turno.

De mala gana, separó los utensilios y los lavó todos bajo observación del ahora, aprendiz-maestro, quien al verlo secar el último de los platos para acomodarlo en el trastero, pasó su dedo índice sobre la porcelana de una vasija, que por sentir rastros de grasa al frotar la yemas de sus dedos, tomó para volverla a hundir en el agua del lavaplatos. 

—Esto está sucio, vuelve a lavarlo.

El sonido de vidrio rompiéndose llamó la atención del Supremo Kaiosama, quien apenas hace unos minutos había revisado que todo se encontrara en orden. Suspiró con fastidio y a paso apresurado se dirigió a la cocina, oyendo con más claridad la discusión entre aquel par.

—¡¿Cuál es tu maldito problema?! —escuchó de la boca del saiyajin, un golpe hueco sobre una superficie seguido de más objetos cayendo al suelo, comenzaba a alarmarse— ¡¿Por qué decirme hasta ahora?! ¡Ya había terminado!

—¡Modera tu tono, jovencito!

El pobre viejo les daría a ambos un jalón de orejas por el alboroto, ya estaba a unos pasos de llegar.

 Gastronomía 

Los días en que el sujeto no era un total cretino, le ayudaba a preparar los alimentos. 

Zamasu cortaba vegetales, preparaba la pasta y las bebidas mientras el saiyajin imitaba sus acciones. No era tan malo. Si algo había notado el aspirante a Supremo, era que el semidiós, por más distraído que pareciera, memorizaba muy bien los procedimientos cuando quería. 

—No hagas el corte tan profundo, recuerda que sólo queremos quitar la cáscara.

El peliblanco deslizaba bajo la piel de la papa la hoja de un cuchillo. Para ese entonces sabía poco sobre cómo hacer combinaciones y condimentar los alimentos. Siempre que iban a comer, le hacían anotar las cantidades e ingredientes. 

Porque cocinar también sería parte de sus responsabilidades. 

El más experimentado de ambos le pedía de vez en cuando preparar algún platillo siguiendo una receta que él mismo le entregaba, y a veces intentar hacer algo por su cuenta, claro, bajo supervisión.

Le enseñó a preparar té, era lo esencial pues a partir de ahora Zaiko sería quien lo serviría.

—Deja que pigmente el agua caliente, el sabor no debe ser tan concentrado.

el saiyajin dejó caer el puñado de hojas y esperó. Endulzó la bebida y la coló para servirla en una pequeña taza, la dejó frente a su mentor. Era su primer intento, y aunque había visto cómo hacerlo a diario, el mayor no esperaba mucho.

Sus delgados dedos abrazaron la porcelana y levantando su bebida, vio su reflejo en ella. El aroma llegó a su nariz, suave y dulce mientras el mortal veía expectante sus gestos aparentemente confundidos.

Zamasu mantenía fruncido levemente su entrecejo, dio un sorbo y para su sorpresa, el sabor era tan agradable como el aspecto indicaba. 

—Sabe muy bien... —susurró con la taza a unos centímetros de su boca, en la cual había posado su mirada, pensativo— el balance es casi perfecto.

—¿De verdad lo cree? —una sonrisa adornó su rostro, aunque con cierta duda.

...Algo estaba mal.

Era ese mismo sabor, el té que su excelencia y él llevaban preparando desde siempre, ¿Por qué se sentía tan diferente? Los mismos ingredientes, cantidades. Incluso contaron el tiempo.

¿Por qué ese té sabía tan distinto al suyo?

Desde hace tiempo Gowasu había señalado un cambio de sabor en el té que Zamasu preparaba. No tenía el mismo toque armónico y dulce que antes. La bebida que ahora sostenía, era equilibrada, podía compararla al sabor que solía tener su té en el pasado, pero con algo distintivo, algo que no sabía qué era con exactitud.

Pero que definitivamente lo hacía mucho mejor al suyo actualmente.

Recordó las lecciones que su maestro impartía, una de ellas, afirmaba que el sabor del té reflejaba el alma, la pureza de un corazón. Mientras más delicioso sea, más equilibrio hay en quien lo prepara. Y aunque el kaioshin también notó como su té perdía esa característica, no le dio importancia,  pues al haber ocurrido después de su primera discusión sobre los humanos, creyó que solo era una manipulación.

¿Se suponía que el híbrido es más puro que él? Imposible, era absurdo.

—Sírveme de nuevo, por favor.

Si querían hacerle creer que se equivocaba con su concepto de justicia, perdían el tiempo. Una bebida no significaba nada. 

Quizás el acontecimiento más significativo que pasó por alto. Tuvo mejores cosas en las que trabajar todavía.

Modales y disciplina 

Esos valores que no podían faltar, impartirlos durante otras actividades hacía los avances más rápidos y no tenía que dedicarles un horario específico. Nada memorables, pero sí importantes.

—Quita los codos de la mesa. —le recordó, el regañado dejó de apoyarse en la madera soltando un resoplido de molestia. 

Volteaba a hacer otra cosa, y el muchacho ya tenía los pies sobre los muebles, ¿No podía sentarse como una persona decente? 

Cuando el dios creador le veía estresado, le ofrecía quitarle un poco de la carga, ayudándole con las lecciones. Aunque el aprendiz quisiera evitar que se involucrara, acababa por aceptar. El anciano Kaioshin impartía las clases a ambos todos los días, y en algunas ocasiones se centraba más en el nuevo, mínimo tenía más paciencia con el híbrido, y le pedía a su aprendiz comprenderlo. El viejo le había comentado que ese tipo de comportamiento era normal y que no tenía que presionarse por cambiarlo, ya que conforme pasara el tiempo, Zaiko dejaría de ser tan rebelde.

¿Entonces así se suponía que eran las crías humanas? maleducadas, desvergonzadas...

Si los mortales eran escoria en su plena madurez, no se imaginaba a qué nivel podían llegar en sus primeros años de vida donde son completamente ajenos a la moral que dicen tener. Una naturaleza repugnante.

Con más razón debía evitar que el semidiós se comportara de esa manera. No era uno de ellos, ni tampoco un infante.

—Cada vez que pidas algo debes dirigirte con respeto, recuerda agradecer haciendo una reverencia, tu inclinación dependerá de a quién te dirijas.

Se aseguró de conversar con él sobre la privacidad, las normas que debía seguir, los valores sobre los cuales debía actuar, autorregulación, discreción, obediencia, entre otros.

—Hay cosas que es mejor dejar entre quienes lo hablan. Ya sea por evitar malos entendidos o problemas a futuro. 

Solo una prevención temprana.

Educación 

Una tarde, el semidiós entregó a su mentor el cuadernillo ya resuelto, dejándolo en el escritorio donde Zamasu solía organizar unos papeles todos los días.

—Terminé —anunció para llamar su atención, leía un libro en el momento en que el joven llegó a interrumpirle.

—¿Respondiste todo? —dejando su lectura a un lado, hojeó las páginas de la libreta— Me sorprende que hayas avanzado tan rápido con los cálculos —casi sentía que había sido ayer cuando apenas le explicó las operaciones matemáticas básicas, le avergonzaba recordarse a si mismo con una pequeña pizarra resolviendo los procedimientos. Ya estaban viendo problemas más complejos—, en caso de que haya algo que corregir, te avisaré.

Más que prepararlo académicamente, el fuerte llegó después, ya que debía comenzar desde las bases, solo fue cuestión de tiempo para que se concentraran en otros temas.

Adoraba esos momentos. Sentía la libertad de expresar toda opinión sin reprimenda por sus palabras. Solo las dejaba fluir. 

Cuando lo consideró apto para empezar, buscaba dedicarle más tiempo a sus lecciones y enseñanzas. Apoyándose por medio de la esfera de cristal, podía explicarse sin tanto embrollo. Respecto al nuevo y supuesto rol que el chico llevaría, no quedaron de lado. 

Comenzó a llevarlo a conocer, observar.

Se encontraban sobrevolando una reciente civilización, ya habían visitado varias las últimas semanas, pero siempre acababan por encontrar defectos en ellas, independientemente de qué tan avanzada fuera a comparación de otras. 

Disputas, conflictos internos, muerte. Aspectos negativos que acababan dominando sobre los pocos buenos actos que llegaban a ver durante sus visitas, en las cuales jamás se mezclaban entre estas formas de vida, sino que mantenían su distancia. 

Cuando todo parecía marchar bien, ellos mismos arruinaban su propia armonía. 

Si no se trataba de supervivencia, era por envidia, venganza, o el simple deseo de sacar provecho de otros con tal de ganar algo. Así se regían las sociedades creadas por los mortales.

El de cabellos alborotados analizaba el panorama completo con una mueca ladina. Hace meses que el Supremo Kaiosama le había mostrado y enseñado una perspectiva totalmente opuesta a lo que él estaba viendo ahora. Hablaba maravillas de tan deficientes criaturas, que solo le habían dado una visión más aburrida de ellos. 

Aunque verlas haciendo el mal era más entretenido que imaginarlas en la utopía ideal que Gowasu solía pintarle.

—Por la forma en la que su excelencia los hace ver, esperaba otra cosa. Son más destructivos de lo que parecen —engruesó su voz— y aún así, no veo qué tienen de especial. No habría diferencia si permanecen o no. 

—Son innecesarios. Si desaparecieran, esta árida zona volvería a recuperar la belleza que tenía antes de que fuese poblada.

—Sinceramente, no veo una buena excusa para dejarlos prolongar su existencia, ¿Cómo es que quieren mantener con vida a tan defectuosas formas de vida? No valen la pena. Un reinicio desde cero parece ser la única solución.

El joven kaioshin le miró fijamente.

—¿Crees que merecen morir?

No tuvo una palabra, solo una sonrisa presunciosa que respondía por sí misma. El aprendiz a supremo se complació por eso.

—Regresemos al templo.

Quién lo diría. Meses preocupándose sobre el concepto que Zaiko tuviera sobre los mortales, temeroso de que las sesiones con su maestro, le hicieran apreciarlos aunque fuera un poco, cuando en realidad, el muchacho no sentía el más mínimo apego a estos. Fue un alivio. 

Volvió a retomar la plática que tuvieron en el valle el primer día. Universos, divinidades, jerarquías, la creación del cosmos, y como todo formaba una cadena. 

Una que tenía eslabones débiles, y podía romperse.

—Entonces, ¿Los Supremos Kaiosamas son los opuestos a los Hakaishins?

—Correcto. La vida del dios creador está unida a la del destructor. Si uno perece, el otro compartirá el mismo destino. 

—Ya veo. Debe ser intrigante saber que siendo un pilar tan importante en el universo, tengas un punto débil tan simple —jugueteó con la punta de uno de los mechones que caían sobre su rostro, frente a la cuidadosa mirada de su mentor, quien estudiaba cada aspecto en él, como si buscara algo—. Solo es cuestión de tirar de un extremo para derribar a quien sostiene el otro lado del hilo.

Y comenzaba a encontrarlo.

Dentro, veía la faceta que esperaba sacar a flote, esa que siempre amenazaba con salir de la peor manera, el instinto que guardó desde el momento en que se dispuso a matarlo junto a su maestro y que, ahora, solo se limitaba a formar parte de su versátil personalidad. 

La mentalidad de su posición y poder por encima del resto, deidades y mortales.

"Sí, sigue ahí".

Jamás buscó erradicarla, solo controlarla, hacerlo dejar su bestialidad para volverlo bien adiestrado, eran los resultados de su adoctrinamiento. La necesitaría para llevar a cabo su cometido, pues con ese pensamiento, no existiría problema alguno con estar del mismo lado.

Podía revelar sus verdaderas intenciones y su verdadero pensar. Uno que su acompañante comprendía sin tener que hacérselo saber. 

Porque estaban de acuerdo. En algún momento harían la limpia que el multiverso necesitaba.

Zamasu no se preocupaba por pensar en que él también podría acabar formando parte de los perjudicados, porque era quien movía las piezas.

Y el jugador jamás corre peligro.

Actualidad

—¡Muchacho malcriado! ¡Bájate de ahí!

Los gritos del anciano resonaron en todo el templo, su aprendiz acudió casi de inmediato para ver la causa del alboroto. 

Gowasu se encontraba a los pies del árbol más alto, mirando hacia arriba, hasta la copa. Se colocó a un lado para alcanzar a ver solo la cola blanca, similar a la de los primates, meneándose, juguetona. 

Parece que alguien estaba teniendo problemas.

"El que predicaba paciencia." guardó una risilla, pues ahora era su maestro quien estaba siendo poco tolerante.

Ascendió hasta allá, encarando al semidiós, quien yacía recostado entre las ramas y le sonrió al ver que ya habían subido por él.

—Baja. Te he dicho que este árbol no es tu sala de descanso.

—La vista es buena —respondió con diversión—, y ni se diga de la brisa. Deberías quedarte, tal vez así comprenderías por qué me gusta pasar el tiempo aquí.

Alzó su cabeza para ver lo que tenía en frente. El sol ya estaba por llegar a su punto más alto, podía ver hasta las fronteras del valle. 

—El maestro está enojado contigo. Lleva mucho tiempo pidiéndote que bajes, sabes que no le gusta que estés aquí.

Rechistó, fastidiado.

—Ustedes dos son muy aburridos. 

—¡Te escuché! —gritaron desde allá abajo, resultando gracioso para los dos. Zamasu le hizo una seña de que bajara, y así lo hizo. 

El peliblanco saltó para caer de pie hasta el suelo, levantando una pequeña nube de polvo, para dirigirse al templo como si nada, pasando de largo al anciano, quien lo veía con molestia.

—¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso? —le regañó— no eres un animal para estar trepado en los árboles.

—Lo sé, Excelencia —respondió entre risas, mientras peinaba con sus dedos su cabello hacia atrás, descubriendo un poco la cicatriz en su ojo izquierdo —, me lo recuerda todos los días.

Mala idea, su maestro tenía otro problema con eso.

—Ya habíamos hablado sobre ese cabello, Zaiko. —señaló con la mirada entrecerrada, recordándolo por esa pequeña acción.

—Maestro Gowasu, no tiene nada de malo —interrumpió con gracia en su tono—, sí, podrá estar algo largo, pero no me molesta, sólo a usted. —rió, haciendo enojar más al mayor.

—Te has vuelto muy contestón, jovencito —señaló con indignación, aunque era consciente de que se debía a que ya había tomado la suficiente confianza para hablarle de esa manera—. Si sigues así, te voy a cortar esa melena, ¡¿Me escuchaste?!

El menor carcajeó como nunca, era el mejor chiste que había escuchado. Le dio la espalda para seguir su camino, dejando a ambos hombres atrás.

—Excelencia —le llamó el más joven de los dos—, Yo no creo que un corte sea necesario. 

—Más que estética, es reglamentario, Zamasu —reafirmó, sin quitar su vista del mortal, quien ya iba bastante lejos—, Todos los supremos kaiosamas deben usar el cabello corto. 

—Pero él no es realmente uno, maestro.

—Convive con nosotros, y se apegará a las normas. —dio como sentencia final. La seriedad en sus palabras era poco usual. Algo le preocupaba, y se relacionaba con lo que acababa de pasar.

—Disculpe si sueno atrevido, pero, ¿Cuál es la verdadera razón por la que no le gusta que Zaiko se suba a ese árbol?

Su mentor le observó de reojo, sin girarse. Con ambas manos en la espalda, le indicó seguirle, caminando en dirección al templo sin ninguna prisa.

—Siento que va ahí para alejarse un rato de nosotros —admitió, sorprendiendo un poco a su acompañante, a pesar de obviar el hecho de que lo hacía para estar solo—. Siempre lo hace cuando está por empezar sus tareas en los días que suelen ser más pesados. Sé que necesita distracciones, pero últimamente está haciéndolo más seguido, como si quisiera evitarnos.  O mejor dicho, a mi.

Rápidamente hizo un repaso. Era cierto, cuando ocurría, era porque Gowasu tenía programada alguna lección para esa tarde. Avanzó a su lado meditando esa reflexión en silencio.

Ahora tenía sentido que su maestro se sintiera hecho de menos, pero lo que el saiyajin hacía no era para evitarlo, Zamasu ya estaba completamente seguro de que su maestro se había encariñado demasiado con el híbrido, y de algún modo, Zaiko también le guardaba respeto. 

—¿Por qué piensa eso? —centró su atención en el semblante del mayor, vio melancolía en su mirada— Comprenda que necesita despejarse, maestro. No piense que se ha cansado de nosotros ni nada por el estilo. Solo quiere un respiro a solas antes de sus responsabilidades, sabe que es aburrido para él, y por eso lo hace, es todo. —le aseguró.

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del viejo, a sabiendas de que Zamasu y Zaiko tenían una relación más estrecha, si su aprendiz le decía eso con tanta seguridad, lo creería, pues él lo conocía mejor que nadie.

—Tienes razón, es egoísta de mi parte esperar que no se hartara de la rutina. Es muy distinto a nosotros. Quizá deberías ir con él a conocer los universos más seguido. Estoy seguro de que si se lo piden a la señorita Cus, con mucho gusto los llevará a donde quieran. 

La sugerencia le tomó por sorpresa. No habían tenido visitas desde hace tiempo, la última había sido por parte del Séptimo Universo, hace casi medio año. Ni siquiera su destructor se presentó desde entonces. 

—Nadie sabe que Zaiko ya está despierto, ¿O si?

—No he tenido la oportunidad de comunicarme con el señor Ramush para informarle. Lo haré este mismo día, ten por seguro que cuando se entere, los demás dioses no tardarán en saberlo. 

Sí, lo esperaba, la noticia correría hasta los rincones de los 12 universos. Pronto los verían en el templo. Sólo le intrigaba uno que no se había presentado la primera ocasión. 

...

—¿Crees que el maestro Gowasu siga molesto contigo para mañana? —preguntó el de tez verde, recordando la amenaza sobre cortarle el cabello.

—Nah —le respondió con simpleza, recogiendo la basura para tirarla al cesto —. El único rencoroso aquí eres tú. Ya se le olvidará.

Su rostro esbozó una mueca divertida. El joven era desesperante, pero una que otra vez era entretenido conversar con él más allá de un sentido profesional, siendo sólo ellos.

—Zaiko, ¿Terminaste de barrer? —Gowasu entró a la habitación, notando a su aprendiz al otro lado bastante ocupado haciendo nada.

—Así es, su excelencia —respondió. Ya había puesto en orden la casa y sentía que cierta persona merecía encargarse del resto, sugiriéndole tal idea al de mayor rango con socarronería—. ¿No cree que el "Honorable maestro Zamasu" debería hacer la limpieza del exterior?

—Muy gracioso Zai...—el aprendiz quiso responder sarcásticamente al atrevimiento, pero Gowasu ya había puesto en sus manos la escoba, interrumpiéndole a media oración— Espere, ¿!Qué?! ¡Excelencia!

—Es lo justo —el kaioshin se sintió traicionado por su propio maestro al obedecer al humano—, él ya terminó con sus responsabilidades, tú no has hecho nada hoy así que te encargarás de las labores del jardín. El joven Zaiko no es nuestro criado, Zamasu, ¿Recuerdas?

Frunció el ceño mientras su maestro le miraba firmemente y el jovenzuelo se carcajeaba en sus narices.

—No pongas esa cara. Anda, de paso podrás enseñarle cómo arreglarlo.

...

Luego de un Tour por los valles, dejaron todas las herramientas junto a ellos ya encontrándose frente al campo de pasto y flores. El chico respiró el suave aroma de las plantas con una sonrisa, le era relajante, pero al parecer Zamasu no estaba del mismo humor.

—En el jardín principal las plantas crecen bastante rápido, por lo que se requiere podarlas cada cierto tiempo a una altura pareja y uniforme. —Zamasu se dio la vuelta buscando las tijeras de jardín entre el montón que habían cargado y de pronto escuchó el sonido de una ráfaga alejándose velozmente a sus espaldas.

Volteó en seco solo para ver a Zaiko con una mano en dirección al jardín, cuyas plantas habían sido cortadas por la energía.

—¿!QUÉ HAS HECHO!? —gritó con furia, sólo le había dado la espalda un segundo — ¡TE DIJE QUE LAS PODARÍAMOS!

—Eso hice, las corté al ras del suelo.

—¡IDIOTA! ¡ES EL JARDÍN DE SU EXCELENCIA! —alarmado veía el humo salir de la tierra sin ningún rastro de planta alguna hasta los límites del cercado. Era como si todo ese pedazo hubiese sido arrancado de su lugar, a los alrededores seguía el pasto verde— !Debías cortar solamente un par de centímetros! ¡CENTÍMETROS!

—Sin jardín, no hay trabajo. —se mofó, encogiéndose de hombros con total despreocupación ante la crisis nerviosa del kaioshin, quien estaba por matarlo en ese mismo instante.

—¡ZAMASU! —Gowasu alertó a los dos jóvenes con un fuerte y molesto grito desde el templo, seguramente sintió la energía y ahora iba a ver lo sucedido.

El aprendiz hacía sus plegarias, casi temblando por la ira y las represalias que esperaban por él y también al chico, quien se divertía viendo sufrir al pobre hombre.

Bajo un cielo rojizo, la luz comenzaba a asomarse por las montañas, anunciando que un nuevo día había llegado. Ambos dioses, Kaioshin y Hakaishin, se encontraban reunidos en el planeta del destructor, esperando por sus otros dos acompañantes.

—¡Señor Vermouth!

La bella asistente del destructor se presentó con entusiasmo frente a su amo, acompañada por un encapuchado hombre y el miembro más fuerte de las tropas que defendían el Onceavo Universo, ambos en completa seriedad, listos para partir. 

—Pude hacer que los dos nos acompañaran, ¿No es fabuloso?

El de apariencia robusta se reverenció, mientras que el otro se mostraba indiferente, acto que no sorprendió al Hakaishin, pues ya conocía la forma de ser tan reservada del guerrero gris.

—Muchas gracias por invitarnos, Señor Vermouth —agradeció el líder de las Tropas del Orgullo—, la señorita Marcarita nos ha informado de la situación. 

—No tienes por qué darme las gracias, tú eres el candidato a Destructor, a fin de cuentas, tienes el derecho a saber de esto —le indicó reincorporarse—. Recuerden que solo será un combate amistoso, una prueba para demostrar la capacidad de nuestros mejores guerreros —recalcó con una sonrisa burlona, mientras dirigía su mirada a su otro acompañante, quien mantenía su distancia—. Lo lamento, Jiren, sé que no te gusta entrometerte en esta clase de asuntos, pero Kai no estaría tranquilo si no venías. Yo tengo la seguridad de que Toppo será más que suficiente, aunque es mejor que nos acompañes también. No para luchar, sino porque quiero escuchar tu opinión una vez lo conozcas, hay muchos rumores sobre ese mortal, y dicen que puede ser muy peligroso, así que requiero de tu punto de vista.

—Debe ser muy fuerte si tienen la urgencia de demostrar que pueden abatir a un guerrero de tal magnitud —comentó el de ojos oscuros, dirigiéndose a ellos—. Suena interesante.  

Kai se acercó al pequeño grupo, quienes ya habían decidido hacer una visita al universo 10 esa misma mañana con la intención de conocer al mortal en persona, despierto y activo.

—¿Cómo te sientes Kai? ¿ahora sí estás seguro de ganar?

—Con ellos de nuestro lado, señor, no tengo duda alguna.

—Voy a pedirles, caballeros, que no salgan del transporte en ningún momento —la mujer les abrió paso hacia el cubo que les permitiría viajar a su universo vecino—, nuestra visita será corta pero nuestro viaje es largo, por favor, pónganse cómodos y si gustan llevar algo consigo pueden hacerlo.

Cada quien tomó su lugar dentro del cubo, mientras el kaioshin se encontraba feliz, finalmente podría recuperar su dignidad cuando haya herido el ego y la seguridad de Zamasu, ¡Como odiaba a ese sujeto! Creyéndose indestructible y superior a todos gracias a esa mísera adquisición : El híbrido.

Ya quería ver su cara de humillación cuando rete a su arma en combate, avergonzarlo cuando lo vea derrotado, para burlarse al demostrar que siempre fue más astuto que él: Un don nadie, un simple sirviente con aspiraciones de grandeza.

—Pobre Zamasu, ansío verte ahogándote en tu propia rabia, tragándote tus maldiciones.

¡Nueva edición de éste capítulo!

Lamento los inconvenientes, pero ya se han agregado escenas y clarificado algunos puntos que no se abarcaron en su publicación. Además ¡Ya hay nueva ilustración para el capítulo!

Espero que tanto la multimedia y el capítulo les haya gustado, ¡Hasta la próxima!

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