Tocando fondo

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Siempre me dió risa la palabra tocar fondo, ¿Cómo sabes que es el fondo? Que tan mal debes estar para tocarlo... cuando se fue mi mamá pensé que estaba tocando fondo.

Hace un par de semanas después de la crisis pensé que había tocado fondo de verdad... pero ahora si creía haber tocado fondo y el casco en mi cabeza me lo decía todo ese estupido casco azul que protege mi cabeza.

Lo que más odiaba de las crisis era cuando eran tan fuertes que terminaba vomitando, sin duda esas eran las peores, despertarte con ese olor, un dolor terrible de estómago y si cierta vergüenza con miedo.

—Tranquilo ya está, ya está —dijo papá limpiándome.

Era la madrugada supongo pues todo estaba oscuro aún.

—Ya no llores mi niño ya paso —trató de consolarme sacando una pijama nueva, llevábamos un rato así.

—Me quiero bañar —pedi agotado.

—Son las dos de la mañana Jack —me levantó.

—Por favor —rogué a nada de volver a llorar.

Papá asintió para preparar la ducha, me ayudó a bañarme y limpiarme los dientes, aunque estaba cansado ya me sentía mejor.

—Puedo dormir en tu cama —pedí.

—Claro que si —besó mi frente— mañana arreglamos tu colchón de acuerdo.

Asentí triste para verle.

—Puede dormir Kalel...

—Ni lo creas —sentenció.

Bufé para acomodarme en su cama y abrazarle.

—Buenas noches papá —susurré.

—Buenas noches campeón —besó mi frente.

Me quedé dormido de inmediato pues estaba realmente agotado, desperté por los besitos de Kalel pero estaba muy cansado para salir a jugar con él.

—Duerme Kal —dije apretando su patita.

El perrito chilló para acostarse a mi lado, me encantaba que recargara su cabeza en mi cuello aunque después se pondría a roncar.

Empezaba a quedarme dormido cuando escuché el clic de la foto.

—Papá —dije mirándole.

—No me arrepiento —sonrió guardando su teléfono— anda que tienes cita en el doctor.

—No, estoy cansado —gruñi acomodándome en la cama.

—Lo sé, pero tenemos que ir y cuando regresemos te prometo que dormirás todo lo que quieras —me calmo.

—No, ahora —dije cerrando los ojos.

Pero no le importo y me aventó la ropa para que me cambiara.

—Te llevaré en tu pijama de Superman de ser necesario —amenazó.

Me tuvo que ayudar pues desperté más cansado de lo que pensé, y mi mano más estupida que de costumbre.

—Listo —me dijo poniéndome mi casco.

—No me gusta —gruñi— me despeina.

—Mejor a otro golpe en la cabeza —aseguró— baja para que desayunes.

—Bájame tu estoy cansado —bufé.

—Jack...

Le extendí los brazos y no le quedó de otra más que hacerlo, mis hermanos ya estaban desayunando.

—Ah el rey despertó —se burló mi hermano.

Sonreí cansado, me obligaron a desayunar y es que se aliaban muy bien contra mi, mi tío llegó para llevarse a mi hermana y hermano a la escuela.

—Príncipe —dijo besando mi frente.

—Ayuda me quieren engordar para comerme —susurre.

—Por favor he comido pollos con más carne —bufo James.

Mi papá negó divertido para abrazarme.

—Hora de irnos —anunció.

—Puede ir Kalel —pedí cansado.

—Imposible lo llevaré a bañar —dijo mi tío cargándolo.

—No lo necesita —negué.

—Si recuerdas que era color dorado verdad —se burló.

—Negrito se ve hermoso —sonreí.

Cabía la posibilidad de que hubiera dejado la puerta del patio abierta, que hubiera llovido y bueno sabemos que un buen charco de lodo le encanta a los perritos.

—Le gustará el baño ya verás —animo papá.

—Lo dudo pero ya que —bufé.

Durante el camino tuve una pequeña crisis pero ya entendía la importancia del casco pues mi cabeza fue a dar contra la puerta, al llegar nos quedamos un momento en el coche para que me recuperara.

—Ya estás mejor —dijo papá que jugaba con mi pulsera mientras estaba recargado en él.

—Un helado lo mejoraría —sonreí débil.

—Si te portas bien claro que si —chantajeó.

—Pero si mi niño se porta bien —llegó Mer.

—Hazle caso a tu mujer —me burle.

Ella besó mi mejilla para sonreír, y luego besar los labios de papá.

—Ya los espera el doctor —me sonrió.

—Gracias Mer —asintió papá— Vamos Jack.

—Tu llévame —dije agotado.

Pero el malvado me obligó a caminar, gracias a Mer que se compadeció de mi me llevaron en silla hasta el consultorio, esperaba no encontrarme a Kelly si no seguro me regañaba.

Ahí estaba el doctor ya esperándome, con una sonrisa y esperanza en sus ojos.

Me hicieron mi chequeo como siempre incluido un par de exámenes de sangre pues los medicamentos pueden generar ciertas repercusiones y al tomar tantos era importante ver como mi cuerpo respondía.

—¿Cómo has estado campeón? —preguntó leyendo mi diario de crisis— ¿Qué tal vas con tu chica?

—Con mi chica perfecto —asegure— pero su medicamento no me está ayudando y estoy peor.

—Apenas llevas un par de semanas con el Jack —trató de calmarme.

—Así es y tengo la mitad del cuerpo inmóvil y volví a usar el estupido casco —me quejé.

—Jack debes entender...

—No usted entienda que estoy cansado y tengo miedo —solté, papá tomo mi mano para que me calmara— estoy agotado.

—Lo sé Jack pero debemos esperar a que funcione el tratamiento, ya estás en dieta y tratamiento esto te debe ayudar...

—Quiero la cirugía, córteme medio cerebro de ser necesario pero haga que pare por favor —rogué.

—La hemisferectomia es el último método Jack y desgraciadamente no eres candidato —explicó.

—Y cuanto más mal tengo que estar para que hagan algo, cuando sea un vegetal —le grité molesto.

—¡Jack! —exclamó papá.

Respire para calmarme y verle.

—Ya no estoy viviendo solo sobrevivo, así que por favor, por favor haga algo —rogué.

Papá me abrazó, creo que para cualquiera escuchar hablar así a su hijo no es fácil.

—Hay una opción —soltó mirándome— es un dispositivo, como una placa en su cerebro que detecta la alteración eléctrica cuando lo hace emite un estímulo que contrarresta las convulsión, no es una cura y aún está en prueba pero es lo mejor que veo en estos momentos.

—Lo quiero —asegure.

—¿Por qué ahora y no antes? —preguntó papá inseguro.

—Jack tiene algo de razón —explicó— ya es momento de tomar otras vías porque vamos contra reloj, aún tomaría sus medicamentos y como dije aún se están haciendo pruebas.

—Por mi esta bien ser el ratón de laboratorio —asentí— ¿Cuándo lo hacemos? Tengo la tarde libre.

—Cual es el riesgo —se adelantó papá no muy seguro.

—Sigue siendo una cirugía cerebral —explicó— y dado a la condición de Jack es un poco riesgoso.

—Lo pensaremos —afirmó papá.

—No hay nada que pensar, es mi cuerpo yo decido y lo quiero —asegure.

—Yo soy tu padre y el que toma las decisiones, así que lo pensaremos —sentenció.

—Es lo mejor, le mandaré toda la información por correo —calmó la situación— es un riesgo benéfico el que se debe tomar John.

Papá asintió y así de simple ganó la discusión, salí molesto con él y evidentemente Mer lo noto.

—¿Todo bien? —preguntó ella.

—No, papá quiere que me muera —dije abrazándola.

—¡Nunca he querido eso me oíste! —me grito— y aún así prefiero que sea después que ahora por una cirugía que no sabemos si funcione.

—Pues prefiero morir a seguir viviendo así —ataque.

—Muy bien vamos a parar ahora antes de que digan algo que no quieren —nos calmó a los dos— tengo descanso si, me lo voy a llevar a comer un helado en lo que ambos se relajan.

—Será lo mejor —dijo papá dejándome con ella.

Mer me llevó por un helado en su coche, no dijimos mucho durante el camino.

—Sabes que lo que le dijiste a tu padre está mal, por nada del mundo quiere que te mueras —me recordó— solo quiere lo mejor para ti.

—Es mi última opción Mer, no quiero esperar a que esto se ponga peor —conté— ya estoy muy cansado y no sé si resista más.

Mer me abrazó para besar mi frente y revolver mi cabello.

—Aún me falta mucho por vivir y no quiero morir, pero estoy dispuesto arriesgarme pero papá...

—Debes confiar en tu padre de acuerdo, sé que en estos momentos sientes que es la mejor opción pero permitele asegurarse, tu padre nunca hará algo que te ponga en riesgo si —explicó besando mi mejilla.

—Está bien acepté, pero puedes hablar con él para que no se cierre como siempre —pedí.

—Si mi niño —me calmó— yo hablo con él.

—Gracias mamá —sonreí.

—De nada hijo —contestó sonriendo.

De regreso tuve una crisis mala y al despertar me sentí triste porque no estaba mi papá, aunque Mer lo supo tratar bien.

Cuando llegamos ya me esperaba papá, no dude en abrazarlo, el hombre besó mi frente para calmarme.

Nos fuimos a casa, dormí casi toda la tarde pues me había dejado mal la última crisis, al despertar ahí estaba papá leyendo en su computadora y Kalel a mi lado acostado.

—Si le hacía falta el baño —sonreí acariciando su cabeza.

Papá sonrió acariciando mis risos.

—Quieres comer algo —preguntó apagando su computadora.

Asentí pues si tenía algo de hambre, bajamos para ver qué me preparaba, mi hermana estaba ahí haciendo su tarea.

—Ya despertó el bello durmiente —se burló.

—Si —dije abrazándola.

—Ya vas a empezar de empalagoso —gruñó.

—Deja que te abracé —regañó papá.

Mi hermana sonrió maliciosa para besar mi cachete mordiéndolo.

—Grosera —me queje.

Papá me sirvió algo de macarrón especial que me acabe pues estaba realmente hambriento.

Después de la cena me quedé viendo una película con mis hermanos y Kalel, decidí dormir con mi papá pues no quería estar solito.

Cuando nos acostamos por fin me atreví a preguntarle.

—Papá... ya lo pensaste —susurré.

Mi papá me jaló para abrazarme.

—Jack lo estuve considerando y...

—Espera antes de que digas algo sólo considera el hecho de que estoy cansado y no creo resistir otro estado —me adelanté.

—Jacki...

—Y no lo digo para lastimarte es la verdad, estoy cansado y no quiero que sigas sufriendo por verme así y yo...

—Lo haremos Jack —me calmó— pero quiero que estés muy consciente de que no es una cura, que puede bien no funcionar y ayuda reduciendo la fuerza de la crisis de acuerdo.

—Gracias —le abracé con fuerza.

—Y seguirás en tratamiento con medicamentos y la dieta —me recordó.

—Si, con suerte y así puedo volver a la escuela —sonreí.

Mi papá suspiró abrazándome con fuerza.

—Esperaremos que si cariño, mereces lo mejor —aseguró.

—Estaría bien mañana, es un buen día para una cirugía —mencione.

—Alto ahí campeón —negó riendo— primero te deben hacer unos exámenes, hablar con los del seguro y si todo sale bien se hace la cirugía.

—De acuerdo —me tiré en él.

Mi padre besó mi frente para acomodarse.

—Puede...

—No dormirá el perro aquí —sentenció.

Suspiré tenía que intentarlo pero estaba feliz, por fin volvía a tener esperanza.

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