Capítulo XVII : "Algo diferente"

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"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor"

Séneca

La tarde está oscura, con vista a que no se van a ver las estrellas a causa de la espesa lluvia que se aproxima.

El silencio no es acogedor, como siempre ha sido, es un silencio cortante y gélido. La fría brisa, con su típico aroma húmedo, entra por las ventanas, causando escalofríos a la muerte.

Debo notificar que la muerte no debería sentir escalofríos.

De camino a cerrar su ventana observa por la misma a un hombre. A pesar de estar un tanto oscuro a su alrededor se diferencia su físico lleno de cicatrices, heridas y moretones, pero con un físico fornido y una cabellera azabache abundante.

Dicho joven, se acerca caminando lentamente, precavido y analizando su alrededor, pero sin ningún atisbo de preocupación o miedo.

Alza la mirada, mostrando unos hermosos ojos grises y una mirada tan helada como un iceberg. Sus ojos coinciden con los ojos sangre de la muerte. Sin apartar la mirada se acerca, esta vez con un paso más acelerado, hacia la ventana por la cual observa a la parca.

Sin vacilación inquiere-¿Qué eres? ¿Acaso eres ese famoso dios de la muerte?-frunce ligeramente el ceño, a su vez, achicando los ojos.

-¿Acaso puedes ver mi verdadera forma?-extrañado responde en tono de pregunta aquella voz tan horrenda, acercándose un poco más al humano frente a ella.

-¿No debería?-ladea la cabeza y Shin niega levemente-Entonces ¿Qué debería ver?-se muestra indeciso ante dicha incógnita mientras frunce el ceño.

-A tu ser más querido o a alguien muy simbólico para tí-estira la mano en dirección al rostro de aquel extraño hombre pero éste retrocede-No te voy a hacer daño, si estás aquí, estás muerto, por lo cual no hay como seguir torturándote-termina de extenderla y esta vez sí llega a tocarlo, logrando explorar en sus recuerdos.

Un olor metálico.
Rojo.

Es todo lo que veo alrededor de los cuerpos de mis padres. Me acerco a ellos y al tocar sus manos, solo puedo sentir lo frío que están.

Muertos.

Es todo lo que pasa por mi mente.-

-Hola pequeño. A partir de hoy serás de nuestra propiedad-esa sonrisa perversa y macabra fue la primera sonrisa a la que le tuve miedo y asco.

Látigos.
Cadenas.
Cuchillos.
Pinzas de metal ardiendo.

Lágrimas.
Mis lágrimas.

Sangre.
Mi sangre.

Es lo que logro observar a mi alcance. El único ruido que logro escuchar son mis quejidos y mis súplicas de que se detengan.

Llorar.

Sólo eso puedo hacer mientras mi comprador, mi amo, frota su miembro en mi trasero y lo penetra sin piedad.

Ya han pasado años desde la primera vez que lo hizo.

Ya no me quedan súplicas ni quejidos, pero aún no dejo de llorar.

Sangre mancha todo mi pecho y mis bóxers.
Una sangre sucia y depravada.
La sangre de mi amo.

Todo está listo, mi venganza apenas comienza.

Una pequeña sonrisa triunfadora se alza en mi rostro.

Misión cumplida.

Esos gilipollas han muerto.

Los he matado yo, con mis propias manos.

-¡Ah! ¡Qué bien se siente!-exclamo elevando las manos en alto como me ordenó el policía frente a mí.

Antes de soltar el cuchillos solo hago una cosa.

-No me van a tener encerrado más nunca en la vida-de manera rápida y eficiente me corto el cuello, decapitándome sin eliminar mi sonrisa ganadora. Teniendo como último vistazo, mi cuerpo sin cabeza.

Os he matado hijos de p*ta.

Aparta rápidamente su mano de su rostro y observa que sigue sin expresión ninguna a pesar de que sabe que ha chismeado en sus recuerdos.

-Ya viste lo que pasé, quién soy y qué hice. ¿Ahora qué? ¿Me mandas al infierno?-eleva la comisura de sus labios en una pequeña sonrisa, pero una sonrisa sin sentimiento alguno.

-No sé qué hacer contigo-responde honestamente mientras camina hacia la puerta y al atravesarla se posiciona a su lado-Por eso lo voy a dejar en manos de la palanca. Pero quiero saber algo antes.

-Adelante, pregunta-contesta con un aire de superioridad que al parecer no le molestó a la muerte, al revés, le parece divertido ya que veo una pequeña curva en sus labios.

-¿Cómo te llamas?-sacando a la luz su agenda y listo para tacharlo.

-Luxray-responde con simpleza.

-¿Luxray qué?

-Sólo Luxray, nunca me aprendí mi apellido-se encoge de hombros y no le toma nada de importancia.

-Eres extraño-negando repetitivamente guarda su libreta y entra en su hogar, haciéndole una seña a Luxray de que lo siga, lo cual obedece sin rechistar.

-Mira quién habla, la que no sé si es un hombre o una mujer-señalándome, se empieza a reír de forma burlona.

-En cuerpo no soy ni humano. En alma-agarrándose el mentón se acomoda en su asiento junto a la palanca-Ya no me acuerdo si era hombre o mujer, han pasado casi mil años.

-¿Cómo?-haciendo una mueca extraña, que al parecer el shinigami la toma como una mueca de duda.

-Pues eso, cada mil años se escoge a un humano que no debió haber nacido en ese momento y se le convierte en la muerte. Aunque no sé si se convierte solo o lo convierte alguien-esa voz tan tenebrosa, intenta recordar pero al darse cuenta de que no puede, se da por vencida y se encoge de hombros-Pero dudo que te importe mucho ya que ahora te irás.

Jala la palanca y cuando piensa que Luxray ya no estaría frente a él, se lo encuentra en el mismo lugar.

Intenta imitar la acción anteriormente hecha y observa el mismo resultado así que lo sigue intentando hasta que escucha la voz glacial, ronca y perversa de Luxray.

-¿Qué haces?-se le acerca pero extendiendo el brazo la muerte lo detiene.

-¡Atrás!-se calla un momento y volviendo al silencio cortante del principio-¿Qué eres? ¿Por qué cuando jalo la palanca no te vas, no desapareces?-se levanta suavemente y rodea el sofá, logrando que quede en medio de ambos.

-Pues ya viste que soy un humano y no sé ni para que mierda sirve esa palanca.

Pensando aún que hacer, se dirige a sacar su libreta en donde aparecen las visitas y se percata de que ha desaparecido. Piensa un momento hasta que cae en cuenta.

-Ya veo-asiente leve y lentamente con los ojos cerrados.

-¿Qué está ocurriendo?

-Ya deben haber pasado mil años, ya casi debe ser mi turno de cambiar. Me temo que vivirás aquí hasta que este mundo paralelo te saca a la fuerza.

-Vale, total, no tenía nada más que hacer-se encoge de hombros quitándose la camisa, mostrando su entrenado pecho lleno de cicatrices y heridas, y acostándose en la cama de la parca, como si nada de esto le importara o preocupara.

No saben lo que les espera-pienso, riéndome internamente.

He visto que me estás leyendo y votando. A pesar de que no has comentado, me has animado mucho, así que decidí subir este capítulo por ti, para que sigas leyendo. LeaBlake1242 gracias <3

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