Capítulo 15: extra JaeBin

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Nota de la autora: No leer si eres menor de edad o sensible a estos temas (No quisiera volver todo el fanfic con restricción de edad sólo por estos dos capítulos).

*****

Hacía ya varias horas que los humanos se habían marchado, Ken observaba por uno de los grandes ventanales la ciudad derruida que se extendía debajo de él. Los movimientos de los centinelas eran apenas perceptibles, como pequeñas hormigas en un gran terreno, la noche estaba terminando ya y un brillo rosáceo comenzaba a asomar por el horizonte.

De pronto unas manos lo rodearon por la espalda a la par que una barbilla se recargaba en su hombro.

—¿Admirando el paisaje? —preguntó Hongbin casi en su oído.

—Algo así, en realidad sólo pensaba.

Hongbin desvió la mirada para seguir la dirección de la Ken, al notar que se dirigía hacia el almacén donde se habían topado con los humanos y con su antiguo amante, infló las mejillas en un tierno puchero y se colocó frente a él, rodeándolo por la cintura.

—¿Estabas pensando en TaekWoon?

Su gesto hizo sonreír a Ken, no era común que Hongbin se pusiera celoso, mucho menos desde que sólo vivían ellos dos juntos, pero cuando lo hacía era realmente tierno.

—Sí y no, en realidad pensaba en todos ellos

—¡En todos! —Su gesto enfurruñado incrementó un poco antes de ser usurpado por una sonrisa malévola—. Bueno, creo poder hacer que dejes de pensar en ninguno de ellos.

Lo pegó más a su cuerpo y se relamió los labios como un gato ante su presa para después posarlos en los contrarios.

Ken respondió gustoso a aquel beso, suave en un inicio pero que poco a poco se fue tornando más y más demandante. Sus paso se movieron hasta la gran cama de aquella habitación, ciertamente ninguno de los dos necesitaba dormir tal cual pero sabían darle un buen uso a aquel mueble.

Cuando llegaron hasta él Ken terminó cayendo de espaldas con Hongbin sobre él sin destrabar en ningún momento su beso intenso, en cuanto estuvieron así acostados Hongbin comenzó a desgarrar la tela que cubría a su amado; hacía solo unos instantes que se habían cambiado los harapos resultado de su anterior pelea pero poco importó, en esos momentos lo único que le importaba eran el uno al otro.

En cuanto quedaron libres, los besos de Hongbin comenzaron a moverse a todo alrededor de su cuerpo, la piel de ambos era fría, dura al ser solo un recubrimiento para sus componente metálicos, sin embargo era igual o más sensible que la de cualquier humano y ambos disfrutaban sobremanera aquellos contactos.

Mientras los labios de Hongbin bajaban peligrosamente Ken enredó sus dedos en su cabello sedoso, alegrándose de haber conseguido resguardar aquel rasgo tan característico y bello de su Hongbin, eso junto a su sonrisa eran lo que más le gustaba de su físico.

De pronto cualquier pensamiento racional fue borrado de su mente cuando el aliento frío de Hongbin chocó directamente con su miembro, todo su cuerpo se arqueó cuando por fin lo introdujo en su boca.

¡Oh sí! Había logrado mantener todas las terminaciones nerviosas de las zonas más erógenas y cada vez que retozaba así con Hongbin se felicitaba a sí mismo por hacerlo. Para aquel momento solo podía retorcerse mientras su Hongbin lo estimulaba no solo con la boca, pues había añadido ahora un par de dedos para explorar la zona en la que se adentraría un poco más adelante, sólo un poco pues ya estaba ansioso. No podía resistir más y justo cuando estaba a punto de rogarle Hongbin se enderezó.

Y es que Hongbin lo conocía muy bien y sabía cuáles eran sus límites; se quitó rápidamente la ropa con el mismo cuidado que había utilizado con la de él.

Volvió entonces a cernirse sobre su tierno amante, disfrutando de cómo se abría para poder recibirlo. Volvió a besarlo con intensidad mientras iba introduciéndose en su interior, la presión casi volviéndolo loco. Su Ken gemía sin mayor tapujo, siendo los únicos dos en aquel enorme edificio no había razón para contenerse.

Comenzó a moverse, al inicio lentamente para alimentar el fuego que los iba consumiendo, pero este mismo fuego les instaba a ir más y más rápido cada vez. La mayor parte del trabajo la llevaba Hongbin, entrando y saliendo con fuerza para satisfacción de ambos.

El placer subía y bajaba en deliciosas oleadas que recorrían sus cuerpos por completo. En algún punto Hongbin había volteado a Ken para ponerlo sobre sus manos y rodillas, de es forma podía alcanzar puntos mucho más deliciosos para ambos.

Continuaron así por un tiempo que ninguno de los dos podrían calcular, inmersos cada uno en los deliciosos movimientos del otro. Al final, cuando ambos estaban a punto de estallar, Hongbin volvió a levantar un poco a Ken hasta que terminó sentado y con él sobre su cadera, de esta forma pudo ver su rostro extático cuando el placer explotó en ambos.

Gimiendo el nombre de su amado ambos se entregaron al éxtasis del orgasmo. Dada la naturaleza robótica de ambos, no hubo mayor derrame más allá de la lubricación que se necesitaba para toda la faena, así que solo se centraron en disfrutar de aquel arrebato antes de arrebujarse juntos en la cama para entonces totalmente destendida.

Pasaron algunos minutos así, con Ken recostado cómodamente sobre el pecho de Hongbin mientras este le acariciaba el cabello con gesto perezoso.

—No sé qué haría sin ti, —susurró de pronto Ken sin levantar la vista.

—Tranquilo, no necesitas hacerlo, somos inmortales ¿recuerdas? No envejecemos ni nos enfermamos.

—Es mentira, no somos inmortales... hoy pensé que te perdería, —su voz sonaba triste en ese momento.

—Lo lamento, no quería asustarte así, —se estiró para depositar un beso sobre el cabello castaño de Ken—. ¿Era eso en lo que pensabas hace rato?

—Por ahí comencé, pero mi línea de pensamiento se movió luego hacia ellos. Creo que TaekWoon sintió algo parecido a lo que yo sentí cuando vió que el humano aquel se desmayó.

—Ravi —recordó Hongbin—, era el nombre del humano. Y sí, también noté su dolor, TaekWoon nunca dejó de lado su humanidad, ese fue su principal defecto...

—No, fue lo que pensamos en su momento pero ahora creo que no es así. A fin de cuentas sus sentimientos no son muy diferentes de los nuestros ¿no crees?

Por un momento Hongbin bufó, no le agradaba la idea de ser "igual" a Leo, él quería ser lo máximo para su amado, ser lo único. Pero sabía que de decirlo así sólo quedaría como un celoso y se ganaría sus burlas.

—Sí, quizá tengas razón —dijo en su lugar.

—Y si no somos tan diferentes, no veo razón para cazarlo, ¿por qué erradicar algo que es tan similar?

Por algunos momentos Hongbin no contestó, no estaba del todo seguro pues, desde que se completó su transformación en androide sentía que era superior a cualquier humano a su alrededor, pues era un regalo que su Ken le había dado, sólo en él había sido tan perfecto como en él mismo.

—Así además —continuó Ken—, ya no tendría que preocuparme por ellos y podría dedicar toda mi atención a algo mejor, como a ti.

Y aquello terminó de convencer a Hongbin, eso y un intenso beso de su parte.

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