Capítulo 2

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Bien, la manera en la que aquella misión estaba terminando no era ninguna de las opciones que yo había planeado: La primera y mejor manera era que yo regresaría al refugio con la memoria y la información necesaria; la segunda no tan buena era que los robots asesinos me atrapaban antes de lograr llegar, de esa opción se desdoblaba en dos vertientes, o me mataban en cuanto me atraparan o lo hacían lento para intentar obtener alguna información de mí.

Pero no, ninguna de aquellas opciones se había vuelto realidad, en su lugar me acercaba a nuestro refugio con un bello cyborg castaño caminando detrás de mi, sujeto fuertemente a mi playera. No estábamos muy lejos y yo aún no sabía cómo diablos iba a explicar su presencia, aun así no podía dejarlo solo.

Me detuve de pronto al pensarlo, estaba llevando a una máquina a nuestro refugio, refugio que ocupamos justamente para ocultarnos de ella. ¿Y sí era mentira? ¿Y si él realmente quería conocer su ubicación para decírselo al resto?

Volteé a verlo con un suspiro frustrado, él sólo inclinó la cabeza hacia un lado, sin contestarme ni despegar su mirada de la mía.

—¿Por qué nunca hablas? —le pregunté con cierta molestia, solo negó con la cabeza—. ¿Al menos entiendes lo que te digo?

Esta vez asintió, bueno eso ya era un avance, sabiendo que podía entenderme intenté explicarme.

—De acuerdo, Leo, escucha entonces: eres un cyborg, eres una máquina como aquellas que intentaron matarme y que matarían a mis amigos si supieran donde se esconden. Siendo así ¿Cómo puedo llevarte conmigo?

Se encogió de hombros y levantó las manos, tampoco lo sabía. Toda la situación me arrancó un suspiro frustrado, me rasque la nuca mientras intentaba pensar en alguna solución.

—Lo más sencillo sería solamente dejarte aquí y seguir mi camino... —había comenzado a susurrar para mí mismo.

En cuanto escuchó esas palabras Leo se sujetó con excesiva fuerza a mi brazo, entre eso y la electricidad que transmitía mi primer impulso fue apartarlo, pero sus ojos suplicantes me detuvieron.

—Solo digo que sería lo más fácil, no que lo vaya a hacer así que tranquilízate, por favor.

Aparté su mano con suavidad hasta que me soltó, aunque no se alejó demasiado; sus grandes ojos seguían sin despegarse de los míos, incluso pude percatarme de los brillos azulados que iluminaban el iris.

«¡Claro, el problema son sus ojos! Sí se los cubro podremos llegar sin que los chicos corran mayor peligro.» Con esa idea en mente me quité la playera que de por sí ya estaba algo rota.

Leo despegó por fin sus ojos de los míos sólo para posarlos sobre mi pecho ahora desnudo, acercó su mano de nuevo, como había hecho cuando lo encontré, pero antes que de pudiera tocarme le puse mi playera de manera que cubriera toda su cabeza.

Su cuerpo se tensó, incluso sus manos se crisparon y creo que, de poder hacerlo, hubiera soltado un grito aterrado. Me sentí un poco mal por él, debería haberle avisado o algo pero actué en cuanto me llegó la idea, suelo ser así.

—Tranquilo, aquí estoy. Lo siento pero es la única forma de llevarte.

Sus manos temblorosas se extendieron solo un poco hacia mí, pero parecía no saber qué hacer, una imagen de completa indefensión totalmente diferente a la de aquellas máquinas asesinas que no dudaban en matar a todo ser humano que se encontraban.

Na fue hasta que tomé una de sus manos que se relajó un poco, aunque parecía que me agarraba con desesperación y la electricidad que ese contacto me transmitía era más intensa que en las ocasiones anteriores.

—No te asustes, no te dejaré, te prometí algo y pienso cumplir mi palabra.

Comencé a caminar entonces sin soltar su mano, volteando hacia todos lado para corroborar que nadie nos siguiera. Poco a poco Leo se fue calmando, disminuyeron sus temblores así como la electricidad que daba, aunque esta última no se detuvo por completo.

Avanzamos así lo poco que nos restaba de camino hasta llegar justo a los límites de lo que en su momento había sido una gran ciudad habitada por humanos. A las faldas de varias montañas y cerros, las laberínticas cuevas de estas eran escondites perfectos para los sobrevivientes.

Tuve que sujetar varias veces a Leo para que no fuera a tropezar y caer al vacío, él se aferraba a mí aunque en ningún momento intentó quitarse la tela que impedía su vista, ni siquiera cuando nos adentramos en la oscuridad de una de las cuevas hasta salir del otro lado.

Allí estaba nuestro pequeño oasis, acuartelado de manera natural por las montañas que lo rodeaban y oculto en lo alto por los árboles, era inaccesible a menos que supieras por qué cuevas entrar.

Una vez dentro me animé a quitarle la playera de la cabeza y volver a ponérmela, Leo se quedó inmóvil, solamente observándome hasta que un ruido nos hizo voltear a ambos. Hyuk corría hacia nosotros, para recibirme con su habitual energía.

—¡Hyung, regresaste! —exclamó emocionado, lanzándose a abrazarme.

—¿Qué acaso lo dudabas? —pregunté divertido.

—No, pero no esperaba que vinieras acompañado, mucho gusto... —se había volteado para saludar a Leo, pero en conforme se fue dando cuenta de los detalles su voz fue disminuyendo—. ¿Qué diablos es eso?

Leo solamente lo miraba con la cabeza ligeramente ladeada y la mirada inocente que parecía nunca abandonar su rostro.

—Yo... ehm... lo encontré, él me salvó de los rastreadores... —me rasque la nuca, intentando pensar en alguna manera de justificarme.

—¡Estás loco! ¿A qué te refieres con que "lo encontraste"? Es un robot ¡Y tú lo has traído aquí! —Hyuk comenzaba a alterarse, intenté calmarlo pero me empujó con rudeza.

Iba a volver a hacerlo cuando Leo se interpuso, para mi sorpresa y la de Hyuk lo tomó del brazo antes de que alcanzara a tocarme; de inmediato mi amigo se alejó de su agarre, sabía bien que había sentido la electricidad que Leo podía transmitir.

Hyuk se quedó viéndolo entre sorprendido y alerta, quizá esperando que lo atacara, pero Leo solamente se mantuvo entre él y yo. Sujeté su hombro esperando que no se hiciera mayor alboroto que pudiera llamar la atención, él no se movió.

—Ya, ya, tranquilos. No es lo que parece Hyuk, él no es un robot, al menos no del todo... —él me miró sin terminar de creerme—, Ya te lo dije, él me salvó, no es como los otros, es un cyborg.

—¿Un cyborg? —por fin la incredulidad de Hyuk estaba dando paso a la curiosidad, podía verlo en sus ojos.

—Así es. Leo ¿Podrías mostrarle la foto que me enseñaste a mí? —el susodicho no hizo ningún movimiento—, por favor. No la tocará, sólo quiero que la vea, Hyuk es mi amigo, por favor.

Por fin Leo se movió y sacó de nuevo el recorte de periódico, lo sujetó con una mano en cada esquina y lo levantó hasta la altura del rostro de Hyuk. Esperaba realmente que Hyuk no lo tocara, no sabía cómo reaccionaría el cyborg si lo hacía, parecía ser un objeto muy preciado para él.

Hyuk se acercó para poder leer las borrosas letras, aunque entendió lo que había dicho y no tocó el papel. Al terminar sus ojos viajaron varias veces de la foto al rostro de Leo, comparándolos supongo.

—¡No puedo creerlo! Lee JaeHwan fue unos de los pioneros en cuanto a robótica se refiere, ¡Lo he estudiado varias veces en los libros! No sabía que tuviera una pareja. Además, JaeHwan murió hace ya varios años, justo al inicio del caos de los robots.

Leo guardó cuidadosamente el papel, se colocó a mi lado y volvió a sujetar mi playera, por primera vez me pareció ver algo de tristeza en su mirada inocente, como si a un niño se le hubiera quitado un dulce o su juguete favorito.

Al parecer también Hyuk se dio cuenta porque añadió.

—Huy, lo siento ¿Tema sensible?

—Eso parece, pero no puede hablar.De hecho, esperaba que pudieras revisarlo para ver si puedes ayudarlo.

Hyuk lo miró por algunos instantes, analizándolo.

—¿Seguro que no quieres entregarnos a los rastreadores? ¿ No quieres aniquilarnos a todos?

Leo negó varias veces con la cabeza, logrando que Hyuk sonriera.

—Parece un cachorrito, —Leo frunció el ceño ante esa expresión.

—Que no puede hablar no significa que no pueda entenderte Hyuk. —Su única respuesta fue una carcajada.

—De acuerdo, de acuerdo. Lo revisaré, en realidad estoy bastante curioso con respecto a él. —Comenzamos a caminar hacia las viviendas, donde se encontraba el resto de supervivientes—. ¿Me contarás qué fue lo que pasó? ¿Cómo lo encontraste?

—Esperemos hasta estar con N, también querrá que le explique y no quiero estar repitiendo la historia a cada rato.

—¡Huy, N! Te espera un buen sermón, cuando menos.

—Tranquilo, tengo la manera de defenderme, o en todo caso de desviar a la atención. —Rebusque en mi bolsillo hasta sacar la pequeña memoria que había robado de la central de los robots en la ciudad.

—¡La conseguiste! Eres el mejor. —Aplaudió emocionado, iba a abrazarme de nuevo pero al ver a Leo aún detrás de mí se contuvo.

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