Parte 2

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R18/ Hard


Después de que las presentaciones de los programas cortos finalizaran, el equipo de Rusia fue al hotel donde se habían hospedado, Yuri con la incógnita en la cabeza trato de disuadir a Lilia para que lo deje salir a pasear por las calles de Canadá. Ella aceptó con la condición de que no volviera muy tarde porque esto podría afectar en su rendimiento el día siguiente.

Yuri salió notando un leve frío para él y caminó sin rumbo alguno hasta llegar a un barrio llamativo e iluminado, escuchaba la fuerte música que venía de distintos locales hasta que reconoció la tonada que ese día recién había oído. Se acercó hacia donde la música sonaba y entró al lugar sin más, viendo como una gran cantidad de personas llenaba el lugar.

Vio el escenario y pudo ver de nuevo a aquel canadiense cantando fuertemente aquel tema de su rutina. Tanto la banda como el público coreaban la pegajosa canción y hasta Yuri se sorprendió de al darse cuenta que la estaba tarareando.

- Tsk. –quiso irse pero cuando vio la puerta, esta estaba cerrada. Intentó abrirla por el mismo, pero no servía.

Suspiró y se acercó a la barra, se sentó ahí aun sabiendo que como menor no tomaría alcohol, pero solo quería esperar cómodamente hasta que volvieran a abrir la puerta.

La música acabó y Jean saludó al público que gritó al oírlo, se sentía bien después de haber conseguido un buen puntaje que lo llevaría al podio el día de mañana.

- Bueno chicos, espero seguir recibiendo su apoyo el día de mañana. –dijo y bajó del escenario para que la banda siguiera con lo suyo.

Caminó a la barra a beber agua, no optaría por el alcohol esta noche, lo haría después de ganar el Skate Canadá.

Cuando llegó pudo ver muchas personas amontonadas y se acercó sin más a ver qué era lo que aglomeraba a la gente. Pudo distinguir una cabellera rubia, recordando al instante a aquel ruso que había conocido hoy, pero negó rápidamente sabiendo que el rubio era menor de edad y no debía estar en lugares así.

Pasó entre la gente y al darse cuenta que en realidad esos blondos cabellos eran de Yuri quien estaba siendo casi obligado a probar alcohol, se apresuró a llegar hacia él alejando el alcohol de sus labios y dispersando a las personas amablemente.

- Jean. –el menor distinguió al canadiense y lo abrazó. – Me salvaste. –el pelinegro se sobresaltó y volteó a ver al rubio.

Se acercó y pudo oler el leve aliento a alcohol en el rubio, se culpó por el hecho y salió sin más del lugar cargando a Yuri.

En el camino el ruso le comentó que ni bien llegó a la barra un hombre le había ofrecido una bebida, pero no la aceptó y alguien que pasaba insistió a que probara aunque se siguiera negando y así más bebidas llegaron a él, hasta el bartman se había sumado a que Yuri probara alguna bebida que por la sed aceptó la que oliera menos a alcohol.

- Yuri, ¿qué hacías en un lugar como este? –preguntó preocupado mirando al rubio.

- Yo solo paseaba por aquí. –explicó vagamente el menor mientras se acunaba en los brazos del mayor que se sonrojó al instante.

- ¿En qué hotel se están hospedando? –desvió la mirada del menor.

- No lo sé, caminé sin saber a dónde iría. –rio sin sentido alguno, al parecer el mínimo alcohol consumido ya le estaba afectando.

- Yuri. –suspiró el canadiense. – Te llevaré a mi casa. –decidió al instante.

Jean pidió un taxi, cuando este llegó subió primero al menor y luego él se sentó a su lado, le dio la dirección al chofer y partieron.

Yuri se acomodó abrazando el brazo de Jean y este solo atinó a acariciar su cabeza, le parecía muy tierno en verdad.

- Quizás si lo hubiera conocido antes...

- ¿Dijiste algo? –preguntó el rubio mirándolo algo adormilado.

- Nada, Yuri. –observó como aquellos ojos verdes, que le resultaban tan similares a los de la reina, se cerraban. – Descansa mi reina. –susurró más bajo.

El camino se les hizo corto y cuando llegaron fueron recibidos por la mamá de Jean, ella al ver al pequeño rubio en aquel estado se ofreció a preparar el café mientras Jean lo llevaba a su habitación para que descansase.

- Sabes Yuri... –soltó una pequeña risa sabiendo que el ruso no lo escucharía porque seguía dormido. – Me hubiera encantado ser tu rey y que tú fueras mi reina. –acarició suavemente el rostro del menor. – Seríamos tan felices como los reyes de mis sueños. –jugó delicadamente con los rubios cabellos. – Quitándole el triste final, tú seguirías conmigo en nuestro castillo. –dejó sus cabellos y acarició los delgados brazos de Yuri. – Tú estarías a mi lado y también nuestro príncipe. –llegó hasta el vientre y pasó las yemas de sus dedos. – Sería tan feliz si eso fuera real. –suspiró y oyó como su madre tocaba la puerta para ingresar y dejar el café.

Cuando su madre se retiró, caminó de vuelta a la cocina a beber un poco de agua. Había oído a su hijo y aquel lamentó la había hecho sentir mal como madre. Recordó cuando Jean le había comentado sobre el compromiso con Isabella, ella le había dicho que si había amor no importaba el tiempo que llevaran juntos, pero ahora comprendía mucho más el consejo que aquella vez le había dado a su hijo. Hoy escuchó como Jean hablaba con tanto amor que ni el que le tenía a Isabella se le podía comparar, hoy había nacido y muerto el más grande amor de su hijo.

Yuri por su parte era despertado por Jean, o eso quería hacerle creer él, pues de algún modo desde lejos las palabras de Jean habían resonado en su cabeza trayendo el recuerdo del sueño hacia él. Aceptó el café ofrecido por Jean, agradeciéndolo mientras se volteaba para no verlo, estaba demasiado avergonzado y no quería que el pelinegro se enterase, pero esto falló cuando Jean por propia curiosidad se paró frente a él notando su sonrojo. Yuri dejó la taza a un lado, evitando que se le cayese de la vergüenza o peor, tirársela a Jean para huir.

Esto fue aprovechado por el canadiense, que al notar la situación solo atinó a ponerse encima de Yuri, asombrando al menor.

- J-Jean. –enrojeció más cuando sintió como el mayor acariciaba su rostro.

- Yuri, por favor déjame hacerlo. –se apoyó de vuelta en la cama y acercó su rostro al del ruso. – Hágamoslo esta noche. –lentamente dejó un corto beso en el menor que abochornado cubrió su boca.

- M-Mi primer beso. –esto hizo sonreír a Jean que comenzó a repartir más besos por el cuello de rubio. – Jean. –el pelinegro lo miró expectante. – Hay que hacerlo. –ante esto el canadiense volvió a los labios de rubio, besándolo nuevamente.

La boca inexperta de Yuri le pareció tierna a Jean que aprovechaba de probar bien sus labios. En un suspiró que daba el rubio por la falta de aire, el pelinegro aprovechó para meter su lengua provocando que el rubio gimiera. Aquella pureza prendió más a Jean, que acariciaba el plano vientre de Yuri alzando un poco más cada vez aquel polo. Pasó su mano debajo de ella y tanteó la suave piel del menor al que seguía besando apasionadamente, subió más rozando uno de los pezones que estremecieron al menor, Jean lo tomó y comenzó a jugar con él, logrando que Yuri soltara pequeños gemidos que eran callados con los besos que se daban.

Yuri llevó sus brazos al cuello de Jean y los entrelazó uniendo así más sus labios con los suyos que lo embriagaban más que el propio alcohol. Jean siguió explorando el cuerpo del menor, bajando hacia su pantalón, los desabrochó y metió sus manos dentro de su ropa interior sintiendo como el pequeño miembro despertaba. Lo masturbó haciendo que el rubio soltara más gemidos, así que se separó de sus labios para oírlos claramente, eran bajos para evitar ser descubiertos, pero sí lo suficientemente calientes como para que Jean siguiera masturbándolo. Se alejó de su rostro y bajó su pantalón junto con su ropa interior notando la blanca piel que tenía enfrente, acarició sus piernas y subió de vuelta a su ya duro miembro, acercó su boca a él y soltando un cálido aliento vio como este soltaba un poco de líquido pre-seminal, así que sin pensarlo lo metió a su boca.

Jean lo chupaba y pasando su lengua por toda su longitud, mientras que mantenía una mano ocupada jugando con los testículos del menor que solo gemía de placer. Con su mano libre subió por su abdomen hasta llegar a su pezón y lo apretó causando que el rubio tapará su boca para no gritar, estaba consumado por el éxtasis que Jean le daba. Yuri llevó ambas manos a la cabeza de Jean apretando sus cabellos ante el clímax que se le avecinaba, el pelinegro por su parte lamía la punta del miembro del rubio sintiendo como brotaba más líquido de él, lo sacudió a su antojo provocando espasmos en el menor que reprimía sus gemidos cada vez que la punta de su pene chocaba con la húmeda lengua de Jean.

El rubio sentía como cada vez estaba cerca del orgasmo, mientras que Jean seguía lamiendo decidió dejar de jugar con los testículos del ruso y bajar un poco más su mano atravesando el espacio entre sus nalgas, rozó la entrada causando que Yuri se sobresaltar y se corriera en los labios de Jean.

- J-Jean, disculpa. –Yuri reaccionó al instante y trató absurdamente de buscar algo para limpiarle.

- Tranquilo Yuri. –habló Jean mientras se relamía los labios y pasaba su pulgar por donde quedase alguna gota para luego llevarlo a su boca y lamerlo. – Ya está limpio. –sonrió al ver como el rubio se sonrojaba.

- Esto es injusto. –el pelinegro lo vio confundido. – Tú aun llevas tu ropa. –señaló con la mirada al cuerpo de Jean, a lo que este se acercó a su oído.

- Entonces muéstrame como te terminas de quitar la tuya. –el rubio tembló al sentir aun con ropa el duro miembro de Jean rozar con el suyo.

Jean se alejó del cuerpo de Yuri y este se sentó, primero se quitó la chaqueta que llevaba ya que estaba abierta, luego agarró su polo y lo fue alzando de a poco, mientras solo se deleitaba del espectáculo de descubrir más de esa nívea piel. Cuando la prenda ya no cubría más su cuerpo, Jean se acercó a él y lo tomó de la cintura dejando besos en su cuello para bajar a su torso, en tanto Yuri quitaba su pantalón y ropa interior empujándolo con sus pies ya descalzos. Jean bajó y con sus labios probó uno de sus pezones, lamiéndolo descaradamente causando que el menor gimiera un poco alto, esto encendió más a Jean quien llevó una mano al otro pezón y lo apretó, la respiración de Yuri se agitaba sintiendo como su miembro se ponía duro de nuevo.

Cuando Jean sintió el miembro de Yuri rozar con su pierna, se alejó del menor y ante la atenta mirada de este, comenzó a descubrir su cuerpo. Quitándose aquella polera que llevaba, su musculosa anatomía quedó en vista del rubio que se excitaba más al notar cuan marcado era Jean. Se llevó la mano al pantalón y lo desabrochó, metió su mano dentro y liberó su duro miembro que Yuri no demoró en hacer ademán de querer tocarlo, Jean se acercó a su boca y el ruso se acomodó para, sin pensarlo, metérselo todo lo que pueda, causando un leve dolor en su garganta. Tosió un poco, había resultado más grande de lo que pensaba y se acarició un poco la mandíbula a lo que Jean le despeinó los cabellos más de lo que estaban y le indicó que fuera de a pocos hasta que se sienta cómodo al meterlo todo.

Yuri volvió a tener cerca el gran miembro de Jean y decidió lamerle lentamente la punta, el canadiense se estremeció en un espasmo que le dio confianza al ruso para seguir lamiendo el gran pene que tanto le había gustado. Lo tomó con ambas manos mientras metía todo lo que llenaba su boca y con su lengua lamía todo lo que podía, frotaba con sus manos lo que su boca no llegaba a cubrir mientras que Jean respiraba más agitado sabiendo que estaba cerca del orgasmo, así que alejó el rostro del menor absteniendo a correrse al ver como Yuri tenía sus labios cubiertos de líquido pre-seminal sujetando aun su pene.

- Yuri, vuelve a echarte. –indicó a duras penas con el dolor en su miembro. Yuri obedeció dejando sus piernas abiertas sin querer, esto fue aprovechado por el mayor que observaba con lujuria al menor. – Ahora haré algo que quizás te duela un poco, pero se sentirá mejor después de un rato. –el rubio no entendía lo que Jean haría y este mucho menos, ya que solo lo había visto en películas porno.

- Sé cuidadoso. –Jean se acercó a sus labios dejando un tierno beso y luego se dirigió a la parte baja de Yuri.

Tocó suavemente esas pálidas piernas que tenía enfrente, moviendo sus manos de arriba abajo y viceversa hasta que solo las dejó reposando en el miembro del menor causándole un pequeño gemido, Jean se acercó y lo besó en la punta bajando hasta sus testículos, entonces con sus manos llevó las pálidas piernas a sus hombros dejándole más comodidad a sus besos. Siguió bajando y llegó a aquella entrada que antes había rozado, entonces la lamió por encima haciendo que el menor gimiera más alto, así que lo repitió acelerando además la respiración de Yuri. Movió sus manos hasta las nalgas de Yuri separándola para tener mejor acceso mientras lamía haciendo círculos e ingresando de a pocos, en tanto en el cuerpo del rubio temblada por la excitación.

- J-Jean... –gemía bajo sintiendo como nuevamente goteaba líquido pre-seminal de su pene.

- Entiendo. –dijo Jean separando su boca de su entrada y bajando su cuerpo. – Ahora lámelos. –extendió tres dedos hacia el ruso que sin más los metió a su boca moviendo su lengua alrededor de ellos empapándolos de saliva. – Así está bien. –los sacó de su boca notando como un hilo de saliva caía por sus labios.

Se abstuvo de ir a por ellos y fijó su concentración en la pequeña entrada pasando sus dedos y hundiendo uno en él, Yuri se quejó por el dolor mientras Jean seguía metiendo el dedo lentamente esperando que el dolor se disipara del menor. Cuando Yuri le avisó que ya no dolía tanto, él comenzó a mover lentamente su dedo metiéndolo y sacándolo, sintiendo como su miembro palpitaba por la estrechez del ruso, mientras este comenzaba a sentir el placer desbordante de tener algo dentro de él. Gemía bajo evitando que de él saliera algún grito, a lo que Jean aprovechó para meter un segundo dedo haciendo que el cuerpo de Yuri se sobresaltara y se tapara la boca otra vez para no hacer mucho ruido. Jean movía ambos dedos cruzándolos como si de tijeras se tratasen así dilatando más el ano de Yuri.

Metió el tercer dedo, notando como ante la suma de este Yuri no se quejó y solo movía sus caderas reaccionando a la penetración que le daban sus dedos, el sudor escurría por sus pieles denotando así la acalorada situación en la que se encontraban. Jean no soportaba más, su erección dolía y más al ver como el pequeño cuerpo que tenía en frente respondía con movimientos y gemidos, por lo que al ver lo dilatado que estaba el ano que había profanado, sacó sus dedos y acercó su erección rozando con líquido pre-seminal la entrada. Yuri miraba sin entender la situación, presto de la excitación y solo atinó a volver a cubrirse la boca tratando de callar su propio gemido cuando sintió como el miembro de Jean, mucho más grande que los dedos que antes tenía dentro, entraba en él.

Jean al ver como los ojos de Yuri se aguaban, se detuvo y acercó su mano al rostro del rubio acariciándolo esperando que este se calme. Yuri al sentir las caricias de Jean, tomó su mano y la llevó a su boca lamiéndola así como si fuera un dulce, esto tomó por sorpresa a Jean que casi se corría al ver la lasciva imagen. Alejó su mano de aquellos suaves labios y la bajó hacia los rosados pezones con los que antes había jugado, tomó uno de ellos y lo apretó sintiendo como el rubio se retorcía y a su vez estrechaba su erección. Lo apretaba una y otra vez, obteniendo así más gemidos por parte de Yuri, aprovechó aquello y volvió a intentar meter lo que quedaba de su erección, teniendo así un buen resultado. Cuando Yuri se dio cuenta de esto, atrajo a Jean a sus labios para besarlo de nuevo mientras con leves movimientos el canadiense disfrutaba del interior del ruso que se aferraba con sus piernas a él.

- ¿Cómo se siente, Yuri? –preguntó Jean entre besos.

- M-Muy bien. –Yuri intentaba controlar el sonido de su voz que se perdía en gemidos. – Puedes moverte más. –respiró hondo y acarició el rostro de Jean. – Hazlo más fuerte. –habló sobre los labios del mayor, quien respondió con una fuerte estocada haciendo gemir fuerte a Yuri por lo que volvió a unir sus labios.

Besándose apasionadamente, mientras las estocadas de Jean aumentaban tanto en cantidad como en fuerza haciendo que Yuri respondiera moviendo sus caderas y abrazara su espalda que arañaba de vez en cuando esta. Estaban dispersos del mundo, solo enfocándose en la pasión que ocurría en aquella habitación y a su vez compartiendo el amor que ya sentían el uno por el otro.

- Jean, Jean... –llamaba el agitado rubio en los labios del pelinegro.

- ¿Qué pasa, Yuri? –preguntaba el nombrado expectante.

- Jean... –repitió una vez más. – Yo... –ahogó un gemido que incentivó a más penetraciones. – Yo siento que te amo. –terminó de decir, a lo que Jean solo pudo sonreír.

- Yo también siento lo mismo, Yuri. –respondió para volver a besar aquellos labios que ya extrañaba. – Es como si...

- Nos hubiéramos amado desde otra vida. –Yuri finalizó la frase alegrando más a Jean, que repartía besos por el rostro del rubio.

Entre beso y beso, sus bocas volvieron a unirse al igual que sus lenguas jugando entre ellas nuevamente al ritmo de sus cuerpos unidos moviéndose continuamente en un cálido vaivén que los llevaba al placer máximo para así culminar su acto de amor.

Esa noche, el amor de hace más de cientos de años atrás volvía a sentirse en aquellos amantes de ahora, que dormían abrazados tan solo cubiertos por una sábana. No hubo más sueños de los reyes para ninguno, durmiendo así tranquilamente juntos compartiendo el amor que sentían.

Las horas pasaron y la luz del sol en la mañana se coló por la ventana de la habitación de Jean despertándolo, así a su vez notando lo que había ocurrido la noche anterior. Suspiró y agradeció tanto haber dado los votos de castidad hasta el matrimonio, pues la experiencia que sintió había sido maravillosa y con amor desbordante. Miró a Yuri descansar tranquilamente a su lado acarició suavemente su rostro recibiendo como respuesta que el menor se acurrucara más en él, le pareció lo más lindo del mundo y se sentía tan afortunado, pero sabía que por más que el amor existiera entre ambos, esta vida no había sido hecha para que ellos se amaran.

Cuando Yuri despertó lo primero que distinguió fue a Jean sentado en el borde de la cama, recordó como la noche anterior se había entregado a él haciendo estremecer su cuerpo, le había gustado esa noche y estaba dispuesto a repetirla, entonces trató de sentarse pero un dolor en sus caderas lo detuvo, bufó y a gatas fue hacia el canadiense que volteó a verlo al oír el crujir de la cama, se miraron y se sonrieron, aunque detrás de una sonrisa se escondiera una mala noticia.

- Buenos días, Jean. –Yuri extrañamente se encontraba de buen humor esa mañana.

- Buenos días, Yuri. –Jean se acercó dejando un corto beso en los labios del menor que lo recibió gustoso. – ¿Cómo te sientes? –preguntó al ver la posición en la que el ruso se encontraba.

- Duele un poco, pero lo puedo soportar. –respondió recordando que hoy tenían el programa libre.

- Eso es bueno. –Jean sonrió levemente. – Ven aquí. –extendió sus brazos y el rubio se acomodó entre ellos. – Espero que alguno de los dos gané esta noche. –besó tiernamente su cabeza.

- Yo igual. –el rubio se sentía extremadamente feliz, pero lo que no sabía es que el pelinegro al ver esa sonrisa no tenía el valor suficiente para decirle lo que ya tenía pensado.

Escucharon como tocaban la puerta, la madre de Jean se encontraba tras de ella, había procurado levantarse antes que el resto de su familia para así poder ayudar a Yuri a salir de la casa sin que nadie lo notase, ella también estaba pensando lo mismo que su hijo y le dolía de igual manera que este abandonara el gran amor por el cual había cometido tal locura.


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Segunda parte de tres

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