El amor es muy complicado

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El tiempo que pasé en Argentina con Kyd fue demasiado grandioso, pero sabía que eventualmente tendría que regresar a Estados Unidos. Mientras hacía mis maletas, sentía una mezcla de tristeza y temor. La incertidumbre de no saber si volvería a ver a Kyd me carcomía por dentro.

Kyd entró en la habitación y se detuvo al ver mi expresión abatida.

—¿Rosanelda, estás bien? —preguntó, acercándose a mí mientras sollozaba.

Lo miré, intentando contener mis lágrimas.

—Tigre, ni siquiera puedo coordinar mis palabras, tengo que regresar a casa en Estados Unidos. No puedo dejar todo allá, mi vida, mi hija, mi hogar. Pero tengo miedo que al irme, esto solo se convierta en un hermoso sueño muerto —confesé, sintiendo un nudo en mi garganta.

Él suspiró y se sentó junto a mí al pie de la cama.

—Lo sé, Rosanelda. Este tiempo ha sido increíble, pero también sé que no podemos ignorar nuestras responsabilidades y vidas en nuestros respectivos hogares —dijo, tomando mis manos entre las suyas.

—Me duele tener que irme y lo de nosotros vuelva a ser una relación virtual —le expliqué.

—Aunque no lo creas, yo soy muy inseguro y supongo que todo se reduce a que tengo miedo de no poder volver verte nunca más. Pero esto no tiene que ser un adiós definitivo. Podemos hacer que funcione, de alguna manera, hasta que te canses de mí o hasta que el depredador de Jaime aparezca en tu puerta —dijo Kyd.

—Jaime está en el pasado, no hay ningún sentimiento que me una a él como persona. En cuanto a esta estúpida incertidumbre que tenemos, no podemos hacer nada, pero recuerda que cada año que pasa yo me hago más vieja y no quisiera que te frustres al ver llegar las arrugas en mi rostro —le dije sin pelos en la lengua.

Él me miró a los ojos y lanzó una carcajada.

—¿De verdad crees que sos vieja para mí? ¿No ves que tu piel es tersa como la seda? ¿Cómo es que no te das cuenta de que sos una dama hermosa e increíble?

Lo que dijo me dió un ápice de esperanza.

—Gracias por tus elogios, eres muy amable cuando quieres —dije y le sonreí.

—¿Vamos a hacer que funcione? ¿No perderemos lo que tenemos ahora? — preguntó, necesitando escuchar mi seguridad.

—El destino es incierto y la distancia es una porquería —le dije sin vacilación ni temor.

Kyd me miró y me abrazó con fuerza entre sus fornidos brazos hasta que me conmovió profundamente.

—Nena, tenés razón. Y haré todo lo posible para mantener lo que tenemos. No quiero perderte, Rosanelda. Encontraremos una manera, lo prometo —dijo mientras lloraba.

Respiré hondo, tratando de aferrarme al optimismo.

—Tigre, voy a extrañarte tanto —susurré en su oído apretando sus manos con fuerza.

—Y yo a ti, mi reina —respondió Kyd, acercándose para besarme suavemente en los labios—. Pero esto no es el fin. Es solo una pausa.

La mañana de mi partida llegó demasiado rápido. Kyd me acompañó al aeropuerto, y mientras esperábamos, sentía cómo el tiempo se iba segundo a segundo. Finalmente, el momento de despedirnos llegó.

—Te amo, Rosanelda —dijo Kyd, mientras cargaba mis maletas con los ojos llenos de lágrimas.

—Eres un chico con un gran corazón, te amo mucho más de lo que puedes imaginar —respondí tratando de mantener la compostura.

Nos abrazamos fuertemente, como si eso pudiera prolongar nuestro tiempo juntos. Finalmente, tuve que soltarlo y dirigirme a la puerta de embarque. En ese momento me dió un sobre y me dijo que era un poema.

El vuelo de regreso a Estados Unidos fue largo y solitario. Miraba por la ventana del avión, recordando cada momento que había pasado con Kyd. El temor de que nuestra relación no sobreviviera a la distancia me atormentaba. No quería pensar en nada.

Al llegar a casa, Lavanda me recibió con un abrazo

—¡Mamita, te extrañé tanto! —gritó apretándome con fuerza.

—Yo también, hija —respondí sintiéndome aliviada por mi larga ausencia.

Esa noche, mientras desempacaba mis cosas de mis valijas, mi mente seguía en Argentina. ¿Cómo sería volver a la rutina sin Kyd? ¿Podríamos realmente mantener viva nuestra relación a través de llamadas y mensajes? Tomé el baby doll que me regaló y lo apreté con fuerza tratando de inhalar su perfume.

Durante las semanas siguientes, Kyd y yo nos comunicábamos a diario. Cada llamada, cada mensaje, mantenía viva nuestra conexión, pero también subrayaba la dolorosa realidad de nuestra separación.

Una noche, mientras hablaba con Kyd por videollamada, le expresé mis miedos.

—Kyd, tengo miedo de que esto no funcione. Que la distancia y el tiempo nos separen inevitablemente —confesé, con la voz quebrada.

—¿Por qué dices eso? —respondió asustado.

—No lo sé, necesito tu cuerpo y tu calor, y ahora no lo tengo —le dije, mientras me servía un vaso de cerveza.

Él me miró con los ojos abiertos como dos naranjas a través de la pantalla.

—Rosanelda, entiendo tu miedo. Pero creo en nosotros. Esta situación no es ideal, pero si seguimos esforzándonos, podemos superar esto. Te amo y estoy dispuesto a luchar por nosotros —aseguró con firmeza.

Sabía que sería difícil, pero también sabía que Kyd valía la pena. Nos propusimos hacer planes para vernos lo más pronto posible, y eso me dio algo por lo que esperar.

Unos días después, Lavanda y yo estábamos cenando asado cuando le hablé sobre mi conversación con Kyd.

—Kyd quiere que intentemos mantener nuestra relación a distancia. Sé que es difícil, pero creo que podemos hacerlo —le dije.

Lavanda suspiró, mirándome con preocupación.

—Mamá, yo solo quiero que seas feliz, pero también quiero que seas realista. Es una situación complicada, y no quiero verte sufrir —dijo, mientras trozaba la carne.

—Lo sé, Lavanda. Pero él significa mucho para mí. Estoy dispuesta a intentarlo, aunque sea difícil —respondí, intentando transmitirle un poco de paz.

Lavanda asintió lentamente.

—Para mí es una idea muy tonta, pero te apoyaré en lo que decidas. Pero por favor, ten cuidado. No quiero que salgas herida —me dijo y volvió a resoplar.

Le sonreí con gratitud.

—Gracias, hija. Apesta que sea tan díficil la situación. Pero lo que me dices significa mucho para mí .

Con el apoyo de Lavanda y la promesa de Kyd de mantenernos fuertes, sentí que podía seguir intentando. Sabía que el camino por delante sería arduo, pero también sabía que el amor que compartíamos era lo suficientemente fuerte como para resistir la prueba del tiempo y la distancia.

Cada día era una lucha para mantener viva la esperanza, pero cada conversación con Kyd me recordaba por qué valía la pena. Y así, con la determinación de ambos y el apoyo de mi hija, nos embarcamos en esta nueva etapa de nuestra relación, dispuestos a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.

Fui a mi habitación y abrí el sobre:

"Aquí tienes una poesía de amor para que me recuerdes.

Bajo la luna, Rosanelda,
con tu corazón en la mano,
tus labios de miel murmuran,
y yo, en un viaje lejano,
te pienso en cada despedida,
en un sueño invisible y vano.

Desde mi ventana contemplo
el vuelo de una linda mariposa,
y el amor se siente eterno,
aunque la distancia sea peligrosa.

El mar susurra tu nombre,
y el viento marítimo trae tu aroma,
Rosanelda, siempre eres,
la dueña de mi idioma.

Espero que te guste, Kyd"

La vida en Estados Unidos continuaba, pero mi corazón estaba dividido entre dos países. Y aunque el futuro era incierto, la promesa de Kyd de luchar por nosotros me daba la fuerza necesaria para seguir adelante. Tendré que volver a Argentina en un mes o dos, y veré que más se puede hacer para mantener este amor tan complicado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro