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-Agente Lev, Aka. As Supremo del Nekoma, se aproxima al objetivo...-.Dijo el medio ruso mientras andaba agachado por la escuela.

-Lev...¡TE HE DICHO QUE DEJES DE LLAMARME PARA TONTERÍAS! ¡CÉNTRATE EN KENMA!-. Gritó Yaku, esta era la quinta vez que el peli plateado llamaba al antiguo liberio para "informar" de la situación.

-¡Lo siento, Yaku-San!-.

-Más te vale, ahora concéntrate en Kenma y llámame solo al final de las clases, ¿Entendido?-. Suspiró Yaku.

-Entendido...¡Adiós, Yaku-San!-.

-Adiós Lev-....-.

-¡TE AMO, YAKU!-. Dicho esto finalizó la llamada.

-¿¡Q-qué!? Ugh...este idiota...-. Murmuró avergonzado mientras caminaba de vuelta a su clase.

Entró al aula y se sentó en su sitio al lado de Kuroo. Él se dio cuenta de que entró y se volteó para hablar con él.

-¿Qué te ha dicho Lev? ¿Algo importante o otra vez ha necesitado tu ayuda para diferenciar entre el zapato izquiero y el derecho?-. Preguntó Kuroo con una sonrisa.

-Nada importante, está siguiendo a Kenma pero de momento no ha pasado nada. Le he pedido que me llame al final de las clases para decirme todo lo que haya visto.-.

-Bien, esperemos que encuentre algo. Llevo escribiendole a Kenma desde la última vez que quedamos, pero él solo ha leído los mensajes y no responde...-.

Yaku suspiró y miró a la pizarra, esperaba que Lev descubriera algo relevante para ayudar al pequeño armador. Observó el rostro de Kuroo a su lado, él miraba a un punto fijo sobre su mesa, pensando en algo que Yaku podía imaginar de lo que se trataba.

[•••]


-¡Gatito~!-. Llamó Kuroo al menor de pelo largo y oscuro. Kenma estaba sentado sobre el suelo del gimnasio después de haber pasado por un exhaustivo entrenamiento. Él no tenía una buena condición física, sólo llevaba unos pocos meses en el equipo y, a pesar de que muchos ya se habían adaptado a la nueva rutina, él no pudo conseguirlo. Pero tenía un motivo por el que seguir intentándolo, tenía a Kuroo.

Todo el dolor de su cuerpo disminuía, casi a cero, cuándo el rostro feliz y orgulloso de Kuroo le miraba para regalarle una de sus sonrisas. Kuroo no dejaba de repetir lo talentoso que era, lo inteligente y observador, su increíble astucia para engañar al enemigo y su capacidad para crear nuevas y exitosas estrategias en cuestión de meros segundos.

Por eso nunca abandonó, nunca dijo nada sobre lo que sufría a diario.

Kenma sonrió al ver a Kuroo acercarse a él, pero un fuerte agarre en su brazo lo levantó del suelo.

-¿Qué crees que estás haciendo? ¿Es que no ves que aún hay que limpiar el gimnasio y recoger todo el equipamiento? Deja de ser un vago, aún tienes mucho que hacer.-. Le dijo uno de los jugadores de tercer año.

-H-hoy no es mi turno...Todos lo hacen en grupos y yo siempre me quedo solo para hacerlo...-. Kenma susurró.

-Deja de quejarte, idiota, sólo cierra la boca y comienza a limpiar.-. Gruñó el alumno de tercero. La respiración de Kenma se aceleró y huyó de la situación hacia el cuarto de la limpieza. Hechó una mirada atrás y pudo ver cómo Kuroo hablaba con el otro chico, parecía enfadado, juró haberlo oído gritar.

Siempre hacían lo mismo, lo reprendían cuando hacía algo mal, lo obligaban a dar vueltas de castigo durante horas, se reían de él cuando caía al suelo debido al sobre esfuerzo, no le dejaron ir a la enfermería el día que casi le arrancan una uña por completo, se quejaron cuando lloró la vez que el capitán del equipo lo empujó para hacerle caer delante de todos, le insultan por su falta de interés, esfuerzo, por su aspecto, por estar siempre callado... Él siempre lo había intentado, simpre intentaba hacer lo mejor que pueda, pero comenzó a darse cuenta de que tanto esfuerzo no era recompensado y mucho menos apreciado, por ello dejó de poner dedicación, nunca era suficiente para nadie, ¿Por qué seguiría intentándolo cuando sabe que sus actitudes hacia él no cambiarían? Simplemente aplicaría la ley del mínimo esfuerzo con tal de que no le echaran del equipo.

Después de más de dos horas limpiando y recogiendo todo el equipamiento, se dirigía al cuarto del club para coger su mochila e ir con Kuroo, quién siempre le esperaba fuera. Él sabía que Kuroo se pasaba esas horas hablando con el entrenador y el capitán del equipo, ya le había dado su opinión sobre lo que le hacían, simpre reclamaba el mal trato que Kenma recibía, pero nunca le escuchaban, los de tercero se agrupaban para desmentir todas las verdades que Kuroo soltaba.

Cargaba las toallas sucias y las botellas de agua vacías de todos mientras subía las escaleras cuando, por culpa de ir mirando al suelo, chocó con fuerza contra alguien. Todo lo que cargaba cayó al suelo, miró a quiénes estaban justo detrás haciéndo que sus ojos de agrandaran atemorizados.

No tardó en agacharse para recoger todo y salir corriendo antes de que le dijeran algo, pero lo sujetaron del cuello de su camiseta para arrastralo hacia el cuarto del club mientras la tela le asfixiaba. La puerta del oscuro cuarto se abrió de una patada, para posteriormente lanzar el cuerpo del armador dentro.

Kenma intentó ponerse en pie rápidamente, pero una de sus manos fue aprisionada por culpa del pisotón que pegó uno de los individuos sobre ella.

-Déjame aclarar las cosas...Te has tirado más de dos horas para limpiar un patético gimnasio, has tirado todo lo que llevabas, has golpeado con tu ridículo cuerpo a un estudiante de tercero y... ¿¡Ni siquiera pides perdón, trozo de mierda!?-. Gritó el capitán del equipo mientras pisaba con más fuerza su mano.

-¡L-lo siento...!-. Se disculpó Kenma mientras inconscientemente intentaba apartar la pierna del alumno.

-No sé que puto problema mental tienes, pero no deberían dejarte ni salir de casa, total para lo que haces aquí... Eres un desperdicio, un lastre para el equipo...-. Dijo el vice capitán.

-¡Hablemos de ello! ¿Por qué no?-. Se carcajeó otro alumno diferente, caminó hasta el cuerpo del armador que yacía en el suelo y tiró de su pelo para que le mirase a los ojos.-¿Qué hiciste para entrar al equipo, eh?-.

-S-solo la prueba inicial...-. Sollozó Kenma al recibir un fuerte tirón en su pelo.

-¡No me jodas! ¿Es que acaso no te has visto jugar? Das pena, es de risa el verte jugar, es imposible que hayas llegado a entrar sin haber hecho nada...Hasta los de segundo y primero han venido a quejarse a nosotros. También pensamos que es injusto, habían muchísimos más alumnos que se merecían este puesto más que tu.-. Escupió el capitán mientras le miraba con desprecio.

-N-no he hecho nada...-. Su cuerpo no dejaba de temblar y estremecerse, estaba aterrado, quería salir de ahí, pero sabía que eso no sucedería tan pronto.

-¿Qué pasa? ¿Le chupaste la polla al entrenador o qué?-. Rieron los alumnos.

-¡N-no! Kuro quería que entrara al equipo...y-yo solo...-.

-¿Al pelos de mierda ese también le comes la polla? Te la pasas detrás de él todo el puto día. Entiende que él no es como tú, él tiene mejores cosas que hacer y mejores personas con las que estar. Ese chaval es idiota, parece que le gusta desperdiciar su tiempo con imbéciles cómo tú...En serio pensaba que era más listo...-. Todos comenzaron a comentar sobre él y Kuroo. Kenma no supo cómo, pero ,con su mano libre que antes utilizaba para intentar alejar la pierna de uno de los alumnos, pegó un puñetazo a su estómago. Kenma no tenía suficiente fuerza como para causar un gran daño.

-¡KUROO NO ES UN IDIOTA!-. Gritó Kenma. Su puñetazo hizo que el alumno retrocediera unos pasos, dejando su mano libre, él aprovechó para levantarse e intentar empujar a quién sujetaba su pelo.

Pero todo le estaba saliendo demasiado bien.

Raro le parecía el poder pelear contra tres alumnos de tercer año, altos y fuertes comparados a él. Supo que su dolorosa derrota comenzaba cuando el capitán del equipo lo tomó del cuello y lo lanzó con fuerza contra el suelo. Su cabeza golpeó las baldosas grises, nublando su vista y aturdir sus sentidos. Quiso levantarse de nuevo pero una patada cayó sobre su mandíbula, derribandolo otra vez.

-¡Qué ni se te ocurra ponerte a llorar, esto es tu culpa, escoria!-.

Ya sentía la sangre brotar de sus labios rotos, reaccionó inconscientemente al intentar cubrir su rostro haciéndose una bola en el suelo. Mala fue su suerte al ser demasiado lento como para detenar el puñetazo que se dirigía sin pausa alguna a su garganta.

Sintió que moría, el golpe le dejó sin poder respirar, cómo si su garganta se hubiese bloqueado de repente. La falta de oxígeno sumada al inmenso dolor provocaron que se retorciera en el suelo. Ya no intentaba proteger su cuerpo de los golpes y patadas que no dejaban de impactar sobre su ya magullado cuerpo.

Las patadas, puñetazos y pisotones no cesaron, aún que él quería convencerse de que estos lo hicieron cuando terminó por asfixiarse, después de unos minutos llenos de golpes, sangre y lágrimas que se le hicieron eternos.

Los tres alumnos no parecían tener pensado el detenerse, excepto cuando la puerta del cuarto se abrió, revelando al entrenador Nekomata y ,los dos alumnos de segundo año, Kuroo Tetsurō y Yaku Morisuke.

El entrenador Nekomata fue el primero en entrar, junto al segundo entrenador que llegó corriendo segundos después junto a Kai Nobuyuki. Ellos consiguieron separar a los alumnos del armador y se los llevaron lejos mientras llamaban a una ambulancia para socorrer al menor y una patrulla de policía para que se encargara de los tres alumnos de tercero.

Yaku no podía mover un solo músculo, la imagen que tenía delante se quedó grabada en su mente por siempre.

Sobre las, ahora rojizas, baldosas del oscuro cuarto del club, yacía el cuerpo inmóvil de Kenma. Su cuerpo estaba lleno de heridas, su ropa manchada de su propia sangre, su boca estaba abierta al igual que sus ojos que estaban en blanco, el gran y horrible hematoma negro en su garganta no alivió el dolor de la imagen, mucho menos el poder notar como el pequeño chico no respiraba.

-K-kuroo...-. Susurró Yaku en un hilo de voz. Vio como el peli negro corría hacía el armador, gritando sin parar, pidiendo ayuda, rogándole despertar entre lágrimas y lamentos a la persona más importante para él, disculpándose incontables veces mientras abrazaba entre sus brazos el ensangrentado cuerpo de su Kenma.

Las luces azules y rojas iluminaron momentáneamente el cuarto del club, escucharon la sirena de una ambulancia. Kuroo bajó la mirada hacia Kenma y salió corriendo, con él en sus brazos, hacia la entrada del oscuro instituto, necesitaba ayuda.

Odiaba saber que no estuvo ahí con Kenma, odiaba saber que el menor estuvo solo en todo momento, odiaba saber que llegó demasiado tarde, odiaba saber que él fue quién le insistió a Kenma el entrar al club, odiaba saber que ahora mismo no podía ayudar al menor, odiaba saber que no podía aliviar su dolor, odiaba saber que Kenma no se merecía esto. Odiaba saber que ,aún que desease con todas sus fuerzas haber recibido todos los insultos y golpes que Kenma recibio en su vida, estos nunca llegaron a él en su lugar.

Esa noche acaba con Kuroo corriendo desesperado, entre la noche, siendo iluminado su camino por las luces de la ambulancia que trasladaría el cuerpo que cargaba con fuerza entre sus brazos hacia el hospital más cercano, sin saber si Kozume Kenma volvería a llamarle "Kuro", con su dulce voz y tiernos ojos a la mañana siguiente.

[•••]

-Toma, aquí tienes tu móvil.-. Le dijo Nivav a Kenma. Le entregó su móvil, después de cerrar el chat de Kuroo y siguió caminando hacia la escuela.

-Gracias...¿Pero para qué lo querías?-. Preguntó Kenma caminando detrás de él.

-Nada, no te preocupes,solo quería saber qué hora era.-. Le sonrió al menor.

[♧♧♧♧]

Ehm...bueno...¿Qué os ha parecido? :)

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