Capítulo 2.

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La misión de conseguir un novio falso se puso en marcha y el centro comercial de Chicago era el lugar perfecto para nuestro objetivo.

—Bien, ¿por dónde empezamos? —Di un vistazo alrededor alzándome de puntillas.

El lugar estaba atestado de adolescentes, la mayoría andaba con sus amigos o parejas. Encontrar a un chico lindo y solitario no sería sencillo. Eros, por favor sé bueno conmigo y prepara tus flechas desde ahora.

Mi novio falso tenía que ser agradable, guapo y universitario. Pero, sobre todo, un chico que superara a Liam en todo sentido.

—¿Qué tal ese chico? —Pagan señaló a un adorable chico en un banco usando su celular. El chico era guapo del tipo: "Puedo que parezca adorable, pero es todo lo contrario".

—Es lindo.

—¿Recuerdas las reglas? —Asentí—. Estaré observando de manera disimulada, jálate la oreja si necesitas ayuda. Tenemos un poco de tiempo para esto antes de que tengas que ir a trabajar y que yo tenga que ir a mis clases de chelo.

—No te preocupes, tendremos esto resuelto más pronto de lo que puedas decir supercalifragilisticoespialidoso —Sonreí con confianza—. Solo mira a este encanto conquistar corazones. —Agité mi cabello antes de irme.

Mientras caminaba hasta el chico maquiné mi plan de coqueteo. No quería verme desesperada, aunque lo estaba. Y con este chico, jugaría a la damisela en apuros. ¿Cómo? Aún no tenía idea, pero ya se me ocurriría.

Aclaré mi garganta.

—¿Disculpa? —El chico levantó su mirada y encontré que sus hermosos ojos eran de diferentes colores. Heterocromía. Esto solo lo hacía más guapo y adorable al mismo tiempo—. ¿Puedo tomar asiento a tu lado?

Sonrió mostrando sus hoyuelos asintiendo. Agrega los hoyuelos a la lista de chico adorable que es como lo llamaba ahora en mi cabeza.

Me retorcí los dedos planeando qué era lo que debía decir. ¿Cuál debería ser mi siguiente paso? Esto de lanzarse a un chico era demasiado nuevo para mí, creo que por esa pareció imposible el hecho de que tuviera novio. Un vistazo a Pagan observándonos sin nada de disimulación como prometió me dio una idea.

—Escucha, sé que lo siguiente va a sonar algo raro, pero necesito tu ayuda.

—¿Qué pasa? —La voz del chico adorable era tan suave que tuve que resistirme antes de apretar sus mejillas.

—¿Ves esa chica de allí? —Señalé a Pagan con mi pulgar y él asintió en cuanto la vio sobre mi hombro—. Ha estado acechándome desde que llegué, en una incluso se me acercó y me pidió una cita, le dije que no me interesa, pero no lo entiende. Así que le he dicho que ando con mi novio y, bueno, eras el chico más cercano así que le dije que eras tú. —Pude ver la cara de miedo del chico por la manera en que sus ojos azul y marrón se abrieron, no tenía ni cinco minutos junto a él y ya lo estaba asustando. Decidí arreglarlo un poco—. No tienes que fingir que realmente eres mi novio, solo necesito que me acompañes hasta la tienda donde trabaja mi mamá.

Él rascó su nariz, nervioso.

—Yo... Lo siento, pero...

—¿Estás listo para irte? —Frente a nosotros un chico nos observaba sus brazos cruzados y sus cejas alzadas expectantes.

—Sí. —Se levantó del asiento y me dio una mirada de disculpa—. Lo siento... —Él hizo una mueca recordando que no sabía mi nombre.

—Kathleen.

Él asintió.

—Kathleen, me temo que no soy el chico correcto para ayudarte. —Estuve confundida hasta que él sostuvo la mano del chico que esperaba por él. Fue cuando caí en cuenta. Oh, Zeus, ¿puedes partirme con un rayo en este momento? ¡Te lo ruego!

El chico adorable sonrió avergonzado y se fue con su cita. Oh Zeus, oh mi Zeus. No puedo creer lo que acaba de pasar. No solo le dije al chico que mi mejor amiga era lesbiana y que yo era totalmente heterosexual, sino que también estuve al punto de coquetear con un chico que no me miraría con los ojos de la atracción.

Quería perseguirlo y gritarle cuanto lo sentía y darle un largo discurso sobre como el amor siempre gana. Simplemente la cagué. Intento número uno: fallido. Debí imaginármelo, el chico nunca me examinó. Ni un solo vistazo a mis pechos o trasero, aunque no hubiera mucho que ver allí.

Giré a ver a Pagan que se retorcía de la risa como una hiena. Su cabeza hacia atrás, su cabello revuelto y su boca abierta dejando salir su musical risa. Mientras que yo quería que me partiera un rayo por la vergüenza. Dos tipos de personas en el mundo, dos tipos. Ella no estaba en mis zapatos para saber cómo se sentía y por eso lo dejé pasar.

Ella caminó hacia mí aun riendo. Se sentó a mi lado y cuando vio mi cara apenada y mejillas sonrojadas, volvió a la carcajada loca.

—Ay, Cat. —Limpió lágrimas de sus ojos y acarició su estómago—. Este tipo de cosas solo te pasan a ti.

Arrugué mi nariz. Eso es cierto, si contara cada experiencia loca por la que he pasado no me creerían. Mi vida no era nada normal y me gustaba eso de ella. Tendría grandiosas historias para mis hijos y nietos.

—¿Ya tuviste suficiente? —preguntó.

—¡¿Qué?! No. —Sacudí la cabeza—. No voy a rendirme tan fácilmente.

—Bien, entonces, nuestra siguiente caza será en Starbucks. —Señaló el local en la esquina.

Tomé una respiración y me levanté del banco junto a Piggy. Juntas caminamos hacia el local. El hermoso olor de café nos rodeó de inmediato. Pagan señaló al cajero diciendo que es allí donde estaría y yo me senté en el primer taburete que vi.

Chequeé mi celular, aún teníamos tiempo y con suerte conseguiríamos al chico perfecto para el final de la hora. ¡Debía al menos conseguir un número de teléfono!

Alcé la mirada para encontrarme con un chico observándome en la esquina del local. Llevaba una chaqueta de cuero, su cabello rubio estaba peinado hacia atrás e incluso cuando lo atrapé continuó observándome con una sonrisa socarrona. Así que sonreí devuelta hacia él y lo tomó como una invitación. Era alto, fuerte y su forma de caminar gritaba seguridad. Y no había nada más caliente que un chico seguro.

Jugué con un mechón de mi peluca y luego él con toda la seguridad del mundo se sentó en el taburete frente a mí. Por favor, Eros, sé bueno y flecha a este chico conmigo. Porque, santos bebés alienígenas este chico era toda una pieza de arte.

—Hola. —Le di una sonrisa tímida.

Él solo se inclinó sobre la mesa y dijo: —Es imposible que una chica tan hermosa como tú ande sola por ahí.

Debí asustarme del hecho de que fue justo al grano, nada de rodeos, pero la palabra hermosa acaparó toda mi atención. En su mayoría los chicos me encontraban como un fenómeno solo por la manera que vestía, pero chico americano debía amar los desastres porque yo gritaba eso en todas partes.

—Muy considerado de tu parte al hacerme compañía.

Chico americano sonrió apreciando el coqueteo.

—Entonces, ¿Me permites invitarte...?

—¡Me voy al baño por cinco minutos y tú coqueteas con otra! —El chico y yo giramos a ver a la alta chica de perfecto cabello negro con traje de animadora. Sus manos estaban en sus cinturas y sus cejas estaban juntas. Ella iba a patear mi trasero o el de su novio con sus pompones.

¡Alerta roja!

La cara de chico americano se llenó de terror y de inmediato empezó a sacudir la cabeza.

—Becca, no es lo que parece. ¡Ni siquiera conozco a la chica! Ella vino a mí.

Eso me enojó. Quiero decir, chico americano, ahora chico patán fue quien vino con sonrisitas hacia mí, ¡Mientras estaba en una cita! Debí imaginármelo, chicos como él no salían con chicas como yo. Pero si yo me hundía en este barco él definitivamente se venía conmigo. Lo siento Jack, pero no hay más salvavidas.

—¿Quién es ella? —Señalé a la porrista con cara de asco.

—Más bien, ¿quién eres tú? —La chica agitó sus pompones. Ojalá tuviera una idea de lo ridícula que lucía ahora mismo.

—Te juro que no sé quién es ella. —Volvió a decir el chico aumentando mi enojo.

—¿Disculpa? Vas a negarme luego de la buena noche que tuvimos el viernes pasado. Bailaste junto a mí, besaste mi cuello. —Cerré mis ojos y acaricié mi cuello—. Y nunca dejaste de susurrar en mi oído lo grandiosa que era.

Rogué para tener la suerte de que el chico no hubiese pasado la noche con la chica el viernes.

—¿El viernes pasado? —repitió Becca y yo asentí en respuesta. Por favor, suerte ven a mí—. ¿Es por eso que no quisiste ver películas conmigo en casa? ¡Juraste que tenías cosas que hacer y que eso no incluía la fiesta de Jake!

¡Eureka!

—La mejor fiesta de mi vida —aseguré—. Es una pena que te la perdieras.

—¡Eres un total cretino! —gritó ella ahora llamando la atención de todos en el local.

—¡Becca, te juro que no sé quién es ella y que no fui a esa fiesta!

—Y aún sigues con negarme. —Negué la cabeza decepcionada—. Si no me crees puedes llamar a Jake, aunque... No sé si se alegre al saber que estuvimos divirtiéndonos en su habitación. —Guiñé un ojo.

Estuve algo sorprendida por mi actitud descarada en el día de hoy, pero estaba tan desesperada y determinada en esta misión que cualquier recurso sería bienvenido. ¿Debo actuar como toda una lolita? Lo haré ¿Actuar como chica de clase? Lo tienes ¿Actuar como un ángel? Aquí voy, entonces.

Becca jadeó.

—No puedo creer que tuviste las agallas para engañarme.

—Tranquila, apuesto a que lo hace todo el tiempo y con todas. Incluso con tu mejor amiga —comenté

Chico patán se levantó dándome una mirada asesina y se acercó a Becca. Pero cuando estuvo cerca, ella levantó su rodilla golpeándolo justo donde no le daba la luz del día. Becca se ganaba un punto conmigo por eso. Tal vez podríamos ser amigas.

—¡Eso es por jugar conmigo!

La chica agitó una vez más sus pompones y se fue empujando a quien se metiera en su camino. La mirada de asco que me dio antes de irse me dijo que olvidará el ser amigas.

¿Intento número dos? Fallido también.

Yo salté del taburete frustrada por como las cosas estaban tornando. No se suponía que sería así, debía ser más sencillo. Decidí pagar mi frustración con chico americano que gemía en el suelo de dolor pateándolo en el mismo lugar que lo hizo Becca.

—¡Eso es por patán!

Y no tenía pompones para agitar y con ellos hacer una salida dramática como ella, pero seguía teniendo mi lujosa peluca color verde menta para agitar. Algo como: "Pudiste tener esto, pero jugaste conmigo".

Pagan cubrió sus labios conteniéndose de reírse esta vez. Ella sabía que si se burlaba de mí una vez más yo me enojaría. Tomé el frappé de caramelo de su mano y bebí feliz de obtener algo de azúcar para hacerme feliz.

—Oh, Cat, eso fue tan entretenido.

—Estoy tan frustrada en este momento, Piggy.

Ella suspiró.

—Entiendo eso. —Pasó una mano por mis hombros y salimos juntas del local—. Tal vez sería más sencillo si tuviéramos una idea de lo que buscamos. Así podemos descartar de lejos. ¿Qué es lo que buscas?

Nunca en mi vida me había puesto a pensar en qué tipo de chico quería. Mi corazón solo pertenecía por completo a Liam. Luego estaban mis grandes amores platónicos de libros torturándome para que los traiga a la vida y estar casada con todos ellos al mismo tiempo.

Decidiendo jugar un poco con Pagan pellizqué su brazo.

Im searching for something that i can't reach. —Pagan gruñó sabiendo lo que venía a continuación y que no sería capaz de detenerme—. I don't like them innocent. I don't want no face fresh. Want them wearing leather. Begging let me be your taste test. I like the sad eyes, bad guys. Mouth full of white lies. Kiss me in the corridor but be quick to tell me goodbye.

—¿En serio harás esto en público?

You say that...

—Bien, ya, fuera dramatismo. —Pagan chasqueó sus dedos—. Enfoquémonos. ¿quién es nuestra siguiente víctima?

Sonreí aún determinada.

Por el resto de la hora acosamos a diferentes chicos e intervine con cuatro. Uno fue descartado en el momento que abrió su boca. No quería reírme en su cara, pero el chico hablaba como campanitas. El segundo hablaba demasiado. El tercero me bautizó con su saliva y el cuarto tuvo el descaro de darme su número de teléfono, pero no para mí sino para mi amiga.

Seis chicos en total y con ninguno tuve suerte. ¿Era esto por mí o el universo me detestaba?

Con el ceño fruncido le entregué el número a Pagan: —Deberías llamarlo.

Una sonrisa triste se formó en sus labios.

—Oye, no puedes estar enojada conmigo por esto.

—No lo estoy, pero hemos ya intentado y... —Me detuve a verla e hice que mirara directamente a los ojos—. Sé sincera conmigo, ¿soy así de fea?

—¿Qué? —Ella sacudió la cabeza—. No. Eres hermosa y esto no lo digo por ser tu mejor amiga.

Sonreí un poco.

—Creo que tuve suficiente humillación por un día —declaré.

—Entiendo. Pero anímate, ¿sí? —Pagan apretó mi hombro y lo sacudió un poco —. Ya lo resolveremos.

—No hay nada que me anime —murmuré con mis hombros bajos. Ahora yo era tristeza de la película Intesa-mente.

—¿Ni siquiera un poco de compras antes del trabajo?

Mis ojos se iluminaron al momento en que señaló a la tienda Express.

—Mi corazón bombea más sangre cuando escucha compras y ropa en la misma oración.

Pagan sonrió triunfante.

—¿Qué esperamos?

Entramos a la tienda y de inmediato atacamos con todo. Amo la moda, es lo que me define. Justo como Blair Waldorf decía: "La moda es el arte más poderoso que existe. Es movimiento, diseño y arquitectura todo en uno. Muestra al mundo quiénes somos y quienes nos gustaría ser". Y es cierto, algunas personas creen que la ropa que vistes no te define, pero lo hace, y más si no te das cuenta. Entiendo que no se puede juzgar un libro por su portada, pero seamos realistas, en este mundo todo se trataba sobre la portada.

Pero yo no vestía para nadie que no fuera para mí misma. Nadie en este mundo podía señalarme lo que era correcto para vestir y qué no. ¿Me gusta, me sirve y me hace sentir confiada? Pues lo uso. Yo diseñaba mi propia ropa y al mismo tiempo personalizaba las que compraba. Esto último enojaba a mi hermana mayor, ella decía que yo arruinaba la buena ropa de diseñador.

Saqué varios pantalones de mi talla, porque en mi opinión Express tenía los mejores pantalones para una mujer. Era una lástima que rompería algunos y que a otros les agregaría flores, brillos y muchos colores.

Girando con la montaña de pantalones en mis manos encontré a Pagan examinado un maniquí de hombres. Negué la cabeza. Y ella decía que yo era la amiga rara.

—Dudo que sea tu talla —susurré detrás de ella.

Ella se sobresaltó y puso una mano en su pecho.

—¡Por Dios, Kathleen! —Reímos juntas—. Tengo la solución a tu problema.

—Escucha, si encontraste a otro chico para acosar, ya te digo que terminé con eso por hoy.

—No, no es otro chico. Bueno, es un chico, pero no es un chico.

Fruncí el ceño.

—Explícate, porque lo que entiendo es que quieres que le hable a un transexual.

—No, es al maniquí. —Ella señaló con el pulgar al maniquí que observaba hace un rato.

¡Y yo sigo siendo la amiga rara!

—Piggy, ¿desde cuándo consumes drogas?

—¡No son drogas! Es la leyenda. La que nos contó tu mamá, la que utilicé para la clase de hoy. Tienes que intentarlo.

—¿Aún sigues con eso? —pregunté sin poder creerlo. Cuando a Pagan se le metía algo a la cabeza, nunca lo dejaba ir. Nunca.

—Vamos, Cat. Hazlo por mí.

Suspiré resignada.

—Sostén esto. —Le entregué los pantalones y limpié el sudor de mis manos con mi falda—. ¿Qué es lo que tengo que hacer?

—Es súper sencillo. —Pagan alzó su barbilla indicando la mano del maniquí—. Debes sostener su mano, repetir su nombre tres veces y luego decir que necesitas su ayuda.

—Asegúrate que nadie nos mire. —Tomé la mano de madera—. Nathaniel, Nathaniel, Nathaniel, necesito tu ayuda. —Bien, tal vez esta suplica sonó más dramática de lo esperada. Solté su mano y me quedé mirando esperando que el maniquí se volviera un chico, pero nada ocurrió. Rodé los ojos. Lo único que ocurrió es que me veía como una total idiota al frente del maniquí—. ¿Ves? No funciona, es una mentira.

Pagan frunció el ceño y sus labios formaron ese adorable puchero que hacía cuando las cosas no sucedían como ella quería.

—Tal vez este no es él. Intenta con el siguiente.

—No. Ya tuve suficiente, si para mañana no consigo al chico perfecto, iré al baile sola y diré que terminamos por razones de distancia.

Odiaba rendirme, pero por todo lo que pasé en solo una hora, rendirse era lo inteligente. Apestaba cuando se refería a chicos. ¡No! Los chicos apestaban.

—Vamos a encontrarlo —dijo Pagan optimista.

Esperaba que ese optimismo fuera real. Le di una última mirada al maniquí y juro que la cosa me guiñó el ojo.

—¿Viste eso? —Indiqué al maniquí.

—¿Qué? —Pagan me entregó de vuelta la montaña de pantalones.

—La cosa esa me guiñó el ojo.

—Bien, ahora soy la que cree que su amiga juega con drogas. Cat, has tenido un día duro, solo es tu imaginación. —Haló la manga de mi camiseta—. Ven, ya tenemos que irnos.


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