Capítulo 5.

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Bien. Esto era. Mi vida entera me ha llevado solo a este momento. Todo el entrenamiento, horas de trabajo y pura dedicación. Estaba lista. Lista para salir de este baño y fingir ser la pareja más feliz del mundo con Nathan. Lista para darlo todo o nada. ¡Y no había tal pensamiento como rendirse en mi cabeza! No, no, no. Rendirse era para mundanos cobardes. Y yo no soy cualquier mundano, yo soy... ¡Super Kitty y estoy lista!

Ajusté la peluca color rosa y pinté una vez más mis labios. Di un último vistazo a mi reflejo en el espejo asegurándome de que aún me veía asombrosa antes de escribirle un mensaje a Nathan. No pude evitar rodar los ojos por el nombre con el que guardó su número.

Para: Chico perfecto.

¿Llegaste?

Ayer nos encargamos de todo lo que faltaba para poner la misión novio falso en marcha. Compramos ropa para Nathan, un celular, conseguimos que el vecino de Pagan creara la cuenta en Friends y por ultimo nos fotografiamos.

La sesión de foto me hizo sentir como toda una modelo de revista, cambiando de ropa y lugar cada tanto tiempo. Nathan aprovechó ese tiempo para dejar salir su claro atractivo y luego de cada foto le decía a Pagan: "Quedé genial, se queda". Él era más superficial que yo en este tipo de cosas.

De: Chico perfecto.

Estoy aquí. ¿Cuánto tiempo debo seguir esperando?

Impaciente como siempre. Algo más que me desesperaba de Nathan era su impaciencia. Ayer tuve que enseñarle a usar todo lo tecnológico pues el chico ni sabía cómo encender un televisor. En su tiempo las televisiones eran cajas con antenas, así que no lo culpo. Pero ponerlo al tanto de lo tecnológico fue como enseñarle a un bebé hablar.

Justo cuando le tecleaba una respuesta el timbre anunció el final de la jornada escolar. Final de la escuela. El inicio de una mentira. ¡Que empiece el espectáculo!

Salí del baño encontrándome con todos los estudiantes saliendo de sus aulas. Algunas veces me sentaba en casa a imaginarme como sería el apocalipsis y si pudiera ponerle una escena a eso sería esta. La de todos los estudiantes corriendo hacia la salida como si fueran animales en un zoológico. Aunque más o menos eso era la escuela. Un zoológico.

Encontré a Pagan en su casillero guardando sus libros. Toqué su hombro llamando su atención.

—Estamos listos, Piggy —anuncié.

Ella cerró el casillero y me sonrió. Colocó su bolso sobre el hombro y tomó mi mano dirigiéndonos a la salida.

—¿Nathan ya está aquí? —preguntó.

—Sip, está esperando allá fuera justo como practicamos.

Luego de nuestra estupenda sesión de fotos planeamos mi encuentro público con Nathan. Mi manera de mostrar que era cierto. Así que decidimos formar la escena donde el novio sorprendía a su chica recogiéndola al instituto. Gritaría y saltaría sobre él, daríamos vueltas por el estacionamiento y yo exclamaría: ¡Estás aquí! Sí, teníamos todo planeado. Tal vez debería considerar abrir un negocio donde formaba parejas falsas para el beneficio de las personas desesperadas como yo.

—Bien, pues es hora del espectáculo. Nuestros principales espectadores están a punto de salir. —Pagan señaló a los chicos de oro caminando por el pasillo con todo su esplendor.

Me enfoqué en Ginger y Liam quienes caminaban uno del lado del otro riendo y codeándose. Fue mi recuerdo del porqué hacía esto. Y la cosa ya no solo se trataba de darle celos a Liam sino de mostrar que podía, ya que al parecer para todos que tuviera novio era algo poco creíble sentí la necesidad de hacerme valer.

Agarré a Pagan del codo y la hice caminar con prisa junto a mí. Ella quitó la mano que la sostenía y me miró severa.

—Cat, relájate. Todo esto tiene que parecer casual.

Tomé una respiración profunda y asentí.

—Tienes razón, Piggy.

Esto va a funcionar. Todo va a salir bien, se convirtió en mi mantra.

Busqué con la mirada a Nathan por el estacionamiento, lo cual era un poco difícil por la multitud de estudiantes, pero finalmente encontré a Nathan viéndose muy guapo con una camiseta roja, chaqueta de cuero y pantalones negros. Él estaba apoyado en el convertible negro que una vez mi padre compró para mostrar que no era gobernado por mi madre pero, luego de una hora de silencio por parte de ella, el auto terminó siendo cubierto en el garaje. Cada vez que quería ser rebelde con ella lo dejaba justamente en la entrada y cuando las cosas se calmaban era cubierto en el garaje otra vez.

Los ojos de Nathan estaban cubiertos con gafas y en su cara estaba esa sonrisa arrogante que lo caracterizaba, como el rey del mundo que él se creía, ya que tenía la atención de muchas chicas. Incluso la mía.

Pagan empujó mi hombro trayéndome de vuelta a la realidad y cumplir con esta escena. Grité de emoción como tanto había practicado y luego corrí empujando a todos de mi camino con mis brazos extendidos hacia Nathan. Él había lanzado las gafas al auto y extendió sus brazos hacia mí. Si pudiera poner el efecto de cámara lenta a esta escena, lo haría, solo para hacerla más romántica y dramática.

Salté sobre Nathan y él no tuvo ni un solo problema con mi peso gracias a sus muy formados músculos. Mis brazos rodearon su cuello mientras los suyos rodearon mi cintura manteniéndome cerca y asegurándome para que no cayera. Giró alrededor conmigo en sus brazos justo como ensayamos millones de veces.

—¡Estás aquí! —exclamé con emoción.

—¡Aquí estoy, Kitty! —gritó en respuesta riendo al final. El chico era bueno en esto, incluso yo pensaría que estaba loco por verme.

—Ponme abajo —demandé en un susurro—. Me estoy mareando.

Él de inmediato hizo caso a mi orden soltando mi cintura y dejándome con cuidado en el suelo. Todo daba vueltas a mí alrededor así que perdí un poco de equilibrio y antes de que cayera Nathan rodeó una vez más mi cintura.

—Cuidado.

—El planeta tierra da vueltas. —Me apoyé del auto y parpadeé varias veces para acostumbrarme.

—Dime algo que no sepa.

Golpeé su pecho y miré sobre su hombro para ver a Ginger señalándonos, Pagan asintiendo y el ceño fruncido de Liam. Todo iba bien, pero teníamos que hacerlo más real.

—Bésame —pedí.

—Si tú lo pides. —Él se inclinó y antes de que sus labios tocaran los míos lo frené con un dedo.

—¡No mis labios! Besa mi nariz o mi barbilla, desde lejos parecerá como si en verdad me besas.

Nathan rodó los ojos.

—¿Por qué no simplemente beso tus labios?

—¡Porque no!

Para mí cuando besabas a alguien no había vuelta atrás. Si tal vez es solo beso, algo tonto y sencillo para muchos, pero para mí un beso podía significar muchas cosas. Muchos sentimientos. Y algo que no podía implicar en esta falsa relación eran los sentimientos. Si lo hacía, sería mi fin y ya tenía suficiente con las cosquillas que corrían con un simple roce.

Él sacudió la cabeza, sonriendo.

—Eres tan rara. —Sin más recuento volvió a inclinarse, pensé que volvería a intentar besar mis labios y yo estaba lista para golpearlo si lo hacía. Sin embargo, besó mi barbilla. Fue rápido, pero eso no impidió que las estúpidas cosquillas corrieran por mi cuerpo como cada vez que me tocaba.

Eros, ya hablamos de esto, con éste no.

Volví a mirar sobre sus hombros y vi a Pagan, Ginger y Liam caminar hacia nosotros. La sonrisa tranquila de Pagan era una señal de que todo salía bien.

—Ahí vienen. Compórtate.

—Siempre me comporto, Kitty.

Un segundo después se colocó a mi lado ahora pasando su brazo sobre mis hombros acercándome a él, mi cabeza apoyada en su pecho. Ahí me di cuenta de que Nathan estaba usando las colonias de mi futuro cuñado y yo solo cruzaba los dedos porque Max no se diera cuenta.

—¡Nathan! —exclamó Pagan—. Pero qué linda sorpresa.

Los labios de Nathan formaron una sonrisa despreocupada. Envidiaba su calma.

—Tenía que hacerlo. Estaba volviéndome loco sin mi chica. —Besó mi frente y otra vez sentí las cosquillas correr. Tomó mi barbilla con su mano derecha—. ¿Tienes idea de lo mucho que te he extrañado, Kitty? Odio como las clases me alejan de ti.

Ginger soltó un suspiro enternecido. Incluso yo me estaba comiendo el cuento del novio desesperado sin su chica. Alguien tosió y un vistazo de Ginger pegándole a Liam lo delató. Y los celos atacan. ¡Funcionaba!

—Oh, chicos no les he presentado a mi novio. Ginger y Liam este es Nathan mi novio. —Señalé a Nathan que extendió su mano para sacudir la de Liam que no paraba de fruncir el ceño y luego Nathan besó el dorso de la mano de Ginger, como todo un caballero. Ginger era todo sonrojo y pestañeos, que ni se atreviera a quitarme también a mi falso novio.

—Un placer conocerlos.

Liam cruzado de brazos inspeccionaba a Nathan con cuidado. Finalmente habló con un tono acusatorio:

—Nunca mencionaste que él era británico.

Incluso yo no tenía presente ese detalle cuando hablé de él. Pero no era mi culpa, en mi mente nunca pasó el hecho de que encontraría a un chico en mi habitación ofreciéndose para mis servicios.

—No pareció un detalle importante —respondí indiferente.

—Ella quiere sacarme de mis raíces —bromeó Nathan a lo que Ginger y Pagan rieron.

—¡No es cierto! —exclamé.

—Oh, ustedes hacen tan linda pareja —dijo Ginger y Nathan aprovechó el momento para acercarme a él aún más y besar mi mejilla—. Me encantaría escuchar más sobre ti Nathan y escuchar la historia de cómo se conocieron.

Toda la información que ya habíamos preparado, estábamos de suerte.

—¿Podríamos salir a comer? —sugerí.

—Yo invito —ofreció Nathan con una sonrisa.

Mas como yo invitaba, mi falso novio era mantenido por mí y ahora se ofrecía pagar por otros... ¡Con mi dinero!

—Eso suena bien —dijo Liam.

—No saben lo mucho que me encantaría, pero ya he quedado con ayudar a mi abuela en la floristería. —Ginger se excusó—. ¿Qué tal si mejor salimos el viernes?

—Me parece bien —dije.

Podríamos salir juntos luego de que fuera a mi prueba de vestido y a partir de ahí realmente empezaría mi plan de celos.

—¡Grandioso! Pues coordinamos los detalles mañana. No puedo esperar. —Ginger sonrió complacida y sacudió su mano como despedida para así dirigirse a su auto con Liam siguiendo sus pasos como siempre, pero no sin antes darle una mirada asesina a Nathan.

—Eso fue bien —comentó Nathan una vez que estaban demasiado lejos para escucharnos o vernos. Aproveché el momento para golpearlo en la parte trasera de la cabeza—. Aú, ¿y por qué fue esa?

—¡Idiota! No puedes ir por ahí invitando a comer con mi dinero.

—No lo decía en serio, solo para ser cortés, ellos no iban a realmente aceptar eso.

—¡Sí lo iban hacer! —exclamamos Pagan y yo al mismo tiempo.

—Estamos en otros tiempos —continúe—. Si ofreces comida gratis a las personas, lo aceptaran. ¡No es la época medieval!

—Dieciséis años, Kitty, solo dieciséis.

Lo ignoré.

—Como sea, solo no seas cortés cuando no tienes ni un solo centavo en tus bolsillos.

—Entendido capitana. —Hizo un saludo militar—. ¿Ahora qué sigue?

—Nuestro próximo encuentro será en mi lugar de trabajo. —Sonreí ansiosa—. No puedo esperar para restregar esto en la cara de Mandy.

—Bien, pues envíame un mensaje con la localización pasaré por ahí esta tarde, antes tengo algunas cosas que hacer. —Sorprendentemente se inclinó a besar mi mejilla.

Me tomó un tiempo recuperarme de la sorpresa, para cuando lo hice él ya había encendido el motor y sus manos jugaban con la radio.

—Cuidado con el auto de mi padre —advertí.

—Lo tendré, seré muy cuidadoso con este bebé. —Me guiñó el ojo antes de irse. En su camino hacia la salida del estacionamiento muchos estudiantes giraban a verlo, en su mayoría chicas.

Miré a Pagan que sonreía y sacudí la cabeza: —De seguro irá a coquetearle a chicas por ahí. Espero que no meta la pata.

—Y tú celosa.

—¿Yo? ¿Celosa? —Resoplé girando para encaminarme hacia mi auto estacionado en la parte trasera del campus—. Para nada.

Escuché el sonido de las zapatillas de Pagan, estaba siguiéndome. Iba a seguir insistiendo en el tema.

—Admite que él te atrae.

Suspiré. Ella no iba dejarlo ir.

—Admito que él es guapo, solo eso, guapo. Y el problema es que él lo sabe, demasiado para su propio bien.

—Oh, vamos, Cat. —Ella empujó su hombro con el mío—. Sabes que te gusta un poco. —Juntó su dedo índice con el pulgar.

—No me gusta ni me puede gustar. —Pagan alzó una ceja—. Algo con Nathan nunca ocurriría. No soy el tipo de chica que le gusta. Tú conoces su fama de mujeriego.

—No se trata del tipo de chica que le guste sino la que necesite.

Tomé las manos de Pagan y la zarandeé como una muñeca.

—El punto, Piggy, es que cuando una relación nace solo por la necesidad no hay manera de que termine bien. Me conformo con que finja ser mi novio por este tiempo. Él volverá a su vieja vida y yo seguiré adelante con una nueva. —Me encogí de hombros como si no fuera nada—. Así que por favor no confundas la necesidad con el amor.

We built this city

We built this city on rock n roll

We built this city

We built this city on rock n roll.

Corrí por la cocina bailando junto a la canción de fondo. En mi camino abracé a algunos cocineros quienes me permitieron probar un poco de todo lo que cocinaban. Todo era súper delicioso.

Localicé a Lucy repartiendo órdenes a los cocineros, ella sonrió con sus ojos arrugándose en cuanto me vio. Extendió sus brazos hacia mí y me introdujo en unos de sus abrazos osos.

—Estaba esperándote.

—Aquí estoy. —Extendí mis brazos—. Lista para el trabajo, ¿qué me toca?

Ella rascó su nariz leyendo la agenda laboral.

—¿Te importa trabajar en caja esta tarde? Joe despidió a la cajera esta mañana acusándola de robar cuando apuesto a que él solo contó mal.

—Aunque se me da mal las matemáticas, lo haré por el día de hoy. —Besé la frente de Lucy—. Solo procura conseguir otro empleado pronto y hablar con tu sobrino para que deje de espantarlos como si de moscas se tratasen.

Por el resto de la tarde me enfoqué en mi trabajo. Estar en caja era aburrido y estresante, cuando no me estaban llenando de cuentas con muchos números yo jugaba Angry Birds en mi celular o empezaba a escribirle mensajes que nunca enviaba a Nathan. Estaba nerviosa y ansiosa. Había pasado un par de horas desde que le envié la localización y él todavía no daba señales de vida. No estaba preocupada por él, solo por el auto de mi padre, y tal vez un poco por Nathan. Solo un poquito.

—Ufff. —Mandy tomó asiento frente a mí secándose la frente con una servilleta y con la otra mano abanicándose—. Al fin se calman las cosas por aquí.

—Dímelo a mí. He sentido el tiempo ir tan lento. Detesto estar en caja.

Una malteada de chocolate fue situada a mi lado y unos segundos después Lucy se sentaba a mi lado. Era nuestro ritual. Cuando el negocio estaba calmado, Lucy me daba una de sus malteadas y empezaba su interrogatorio. Preguntaba por la escuela, mis padres, mi hermana, amigos y, últimamente, por mi relación con mi novio.

—Así que, Kath, ¿Cómo van los planes de la boda?

Tomé un sorbo de la malteada. El líquido frio y delicioso acariciando mi garganta.

—Va genial, eso creo. No conozco muchos los detalles importantes, pero Kim no ha enloquecido al completo así que me imagino que va bien.

—Me alegra escuchar eso.

—Tu loca hermana se casa —comentó Mandy—. Algo que tú nunca harás, ¿cómo te hace sentir eso?

Rodé los ojos. Mandy amaba fastidiarme, lo ha hecho desde el momento en que conseguí un empleo en Rock n Roll. Y ahora le gustaba molestarme con el tema de mi novio. Algo que ella aún no creía, ni lo haría si Nathan no traía su estúpido trasero aquí.

—¡Amanda! Deja de ser tan desagradable. La que no verá boda ni siquiera por invitación eres tú —reprochó Lucy—. Pero ya que estamos en el tema del amor, ¿cómo van las cosas con tu chico?

—Genial. —Jugué con la pajilla haciendo un remolino en el vaso—. Las cosas están realmente funcionando entre nosotros. Es como si estuviéramos hechos el uno para el otro.

—Me alegra escuchar eso, ¿cuándo podré conocerlo?

—No lo sé, pero espero que pronto porque le he hablado tanto de ti. —Esto al menos no era mentira, le hablaba a Nathan sobre Lucy a cada rato.

Lucy apretó mis mejillas.

—Tan encantadora como siempre, ¿qué le has dicho sobre mí?

Todo, quise decir, pero lo resumí a lo más importante.

—Pues que eres como mi segunda madre y...

—Una mujer maravillosa —completó una voz grave con ese acento que tanto me hacía querer golpearme.

Nathan estaba todo reluciente frente al mostrador. Sus manos en sus bolsillos, se había cambiado de ropa y ahora vestía una camisa azul la cual hacía juego con sus ojos. Mi corazón no solo latía por lo guapo que lucía sino también por la sorpresa de tenerle aquí. Ya hace un tiempo que me hice la idea de que no vendría, pero aquí estaba sorprendiendo a su chica y esta vez de verdad.

—¡Nate! —Salté del taburete y le di la vuelta al mostrador para abrazarlo justo como lo hice en el estacionamiento de la escuela. Esto tipos de abrazos parecían hacerse ya parte de nosotros—. Pensé que no vendrías —susurré en su oído.

—Como dije, me estaba haciendo cargo de algunas cosas —respondió dejándome una vez más pisando el suelo.

Quería cuestionarle qué tipo de cosas hacía mientras no estaba conmigo. Era curiosa, pero tenía razones para hacerme esas preguntas. Nathan era nuevo aquí, no conocía a nadie así que, ¿qué podía mantenerlo ocupado tanto tiempo?

—Lucy y Mandy, este es Nathan, mi novio.

—Es un gusto finalmente conocerlas.

La cara de Mandy era épica. Deseaba fotografiarla para así tatuármela en alguna parte visible de mi cuerpo. Por otro lado, Lucy examinaba a Nathan de pies a cabeza.

—Así que tú eres el famoso novio de Kathleen. —Mandy nos observó dudosa

—En vivo y en persona. —Nathan besó mi mejilla.

—Tú nunca mencionaste que él era británico —Señaló Mandy. Este comentario estaba comenzando a ser popular. Tendría que llevar un cartel conmigo a todas partes con un: "Mi novio es británico". Tampoco era la gran cosa.

Lucy finalmente terminó con su inspección y reaccionó:

—¡Eres la media naranja de mi chiquilla! —Lucy cruzó y abrazó a Nathan como si fuera su hijo perdido, y Nathan sorprendentemente disfrutaba de este cariño—. Es bueno finalmente conocerte. Son ambos tan lindos. —Ella juntó nuestras caras y suspiró alegre.

—También es bueno conocerla, no tiene idea de cuánto habla Kitty sobre usted.

—Con apodo y todo, muero de ternura.

En ese justo momento alguien en la cocina decidió llamar a Lucy que se volvió a mirar hacia atrás enojada de ser interrumpida en esta presentación.

—¿Qué? —preguntó bruscamente.

—La máquina de helados se averió otra vez, está haciendo un total desastre en la cocina.

Lucy maldijo entre dientes.

—Dame un momento. —Volvió a verme—. Kath, olvídate de trabajar, tu novio y tú pueden tomar asientos y pidan lo que quieran. Volveré junto a ustedes en unos minutos, tenemos mucho que hablar. —Giró a ver a Mandy y la empujó del taburete animándola a levantarse—. Y tú deja de holgazanear y ponte a trabajar.

Lucy fue a la cocina y Mandy aprovechó el momento para decirme:

—Maldito favoritismo, perra afortunada. —Amarró el delantal a su cintura y antes de que se fuera le saqué la lengua.

Agarrada de la mano con Nathan lo dirigí hacia la primera mesa disponible junto a la ventana. Nos sentamos uno al lado del otro. Él tomó el menú buscando algo de su interés y yo elegí el momento para hacer que confesara.

—¿Dónde has estado?

Nathan alzó una ceja.

—¿Debo darte cuentas a ti?

—Tomando en cuenta que estás algo así como bajo a mi responsabilidad y andas con el auto de mi padre, pues sí, debes darme cuentas a mí.

Él ignoró mi argumento y continuó revisando el menú.

—¿Qué tan buenas son las hamburguesas de aquí?

—¡No me cambies el tema! —grité.

Él rodó sus ojos y masajeó el puente de su nariz.

—No es de mucha importancia, de cualquier manera.

Iba a seguir insistiendo por una respuesta justo cuando Lucy se presentó a nuestra mesa junto a un mesero. Ella tomó asiento al otro lado, llevaba esa sonrisa en su cara y solo por esa sonrisa me sentí mal. Mal de mentirle, mal de que todo esto fuera falso.

—¿Listos para ordenar?

Nathan terminó escogiendo una hamburguesa de tocinetas y pidió acompañarlas con papas fritas y una batida. Yo me conformé con obtener papas fritas con queso y una soda.

—Así que... —Lucy tamborileó sus dedos sobre la mesa—. Nathan, iré directa al grano, ¿cuáles son tus intenciones con mi chiquilla?

Nathan relajó sus hombros. Su mano serpenteó a mi cintura y su pulgar, atrevidamente, paseaba por debajo de mi camiseta. Parte de mí quería quitar esa mano y darle una buena cachetada a Nathan por atrevido, la otra parte disfrutaba de las estúpidas cosquillas y quería que sus dedos estuvieran por todas partes. Al final, la segunda parte ganó la batalla, yo era débil, muy débil.

—Solo quiero amarla y hacerla feliz todo el tiempo. Ayudarla, apoyarla, así de simple.

Lucy no se dejó enternecer por sus palabras como lo hacía mi corazón y cerebro que casi lo creían. Como dije, era demasiado débil.

—¿Qué esperas ganar con ello? —Lucy no caía tan fácil como yo.

—¿Aparte del hecho de hacerla feliz? Pues mantenerla a mi lado.

Esa respuesta pareció satisfacer a Lucy que dejó de ver a Nathan como una amenaza y procedió hacerle preguntas más casuales, cosas como su vida en Inglaterra y las razones del cambio de aire, que, si le gustaba el país, que como iba la universidad y ese tipo de cosas.

Mientras que Nathan parecía súper tranquilo en su interrogatorio, yo por mi parte estaba ahí y al mismo tiempo no. Ya no era su pulgar el único que paseaba por ahí, ahora estaba siendo acompañado por los demás y yo estaba al punto de tener un ataque de risas o morir. Tal vez ambas. Yo estaba siendo torturada. Todo esto era una deliciosa tortura. Él debía de estar entreteniéndose con algo en mi cara porque de vez en cuando echaba un vistazo y sonreía entretenido. Tal vez una mancha, una espinilla o mi sonrojo.

Él era tan idiota.

—¿Y trabajas? —preguntó Lucy casualmente.

—No en el momento, pero he estado buscando en varios lugares. —La mano que hace unos segundos exploraba mi estómago y espalda ahora se encontraba en mi cabeza peinando mi peluca. Por primera vez deseé no usarla y así disfrutar de su toque como un gatito—. Quiero algo en el pueblo así puedo visitar a Kitty mas seguido.

—Eso es lindo. ¿Te interesaría trabajar aquí? Esta mañana perdimos un empleado y hay un puesto libre por si te interesa. Te acomodaríamos tus horas de trabajo según tu horario universitario.

Nathan sonrió, mostrando todos los dientes.

—Por mí, lo tomo. Ahora, ¿qué piensa mi chica de esto?

La atención estaba ahora en mí. ¿Qué que pensaba de esto? Que era una buena idea y al mismo tiempo no lo era. Él dejaría de depender de mi dinero porque aquí la paga era buena y las propinas mucho más, pero sería torturada porque pasaría tiempo con él más seguido. Aunque no era como si me quedaba otra opción, debía aceptar sino Lucy lo encontraría raro de mi parte.

—Me parece perfecto —respondí con una falsa sonrisa en mi cara.

Una perfecta tortura.

Lucy aplaudió con emoción. Sus pulseras sacudiéndose.

—¿Te parece bien empezar mañana?

—Hasta hoy empiezo si usted lo pide.

El resto de la cena siguió excelente. Lucy amaba a Nathan. Sería su siguiente chico mimado cuando empezara a trabajar.

Se hizo tarde y yo debía irme para llegar a casa primero que mi hermana y esconder a Nathan. Así que nos despedimos de Lucy que antes de nos marcháramos me mostró su pulgar levantado. Ella aprobaba a Nathan y una vez más me sentí mal que todo este fuera de mentira.

Sin yo siquiera pedirlo, Nathan me acompañó hasta mi auto en silencio. Lo primero que pensé en cuanto vi mi auto fue que ya pronto iría a casa para ver películas junto a mis chiquillos y... pues claro, Nathan. Lo segundo que vino a mi mente es que mi auto necesitaba ser lavado en cuanto antes. No solo porque era evidente, sino que alguien decidió escribir sobre el polvo sucio del cristal un: Lávame. Qué gracioso y original.

Abrí la puerta de conductor lanzando mi bolso al asiento trasero. Estaba a punto de ponerme el cinturón de seguridad cuando Nathan decidió acabar con el silencio.

—No estuve haciendo nada malo —dijo de la nada lo que provocó que me sobresaltara y soltara el cinturón de repente. Este golpeó mi frente—. Al contrario, estuve haciendo caridad. Ayudé a ancianos a cruzar las calles, a madres con sus compras, niños en el parque y nada.

Entendí de inmediato lo que quería decir. Nathan buscaba cumplir con su acto de bondad, porque ese acto de bondad le daría todo lo que le pertenecía. La noche pasada le pregunté si sabía que sus padres estaban muertos, él solo dijo: Sí, un accidente automovilístico. No pareció verse triste ni nada por el estilo a eso solo le añadió: Necesito volver a casa.

Suspiré.

—Entiendo, pero...

—No, no entiendes. He estado estancado por dieciséis años, no quiero volver a lo mismo, fue horrible. Ver como la vida de todos pasaba frente a mis ojos. Como disfrutaban de ella y yo que ni siquiera podía mover mis brazos.

Tragué saliva.

—No puedo imaginar lo impotente que eso te hizo sentir, y más después de la gran vida que solías tener, pero creo que estás esforzándote demasiado cuando eso es algo que debe nacer de ti. Algo natural. —Él asintió apretando los labios—. Prometí ayudarte, voy ayudarte, quiero hacerlo; pero por favor no me dejes fuera. Haremos esto juntos, ¿entendido?

—Entendido.

Había algo en Nathan, la manera en la que él actuaba como si no hubiera una sola preocupación en su cabeza cuando por dentro él era un completo desastre. Me recordaba a mí. Por esa razón necesitaba que confiara en mí porque no importaba que tan diferentes o iguales podíamos ser en algunos aspectos, alcanzaríamos nuestros objetivos si nos manteníamos positivos y sobre todo trabajábamos juntos. Un equipo. Nate y Kitty contra el mundo.

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