Lo que los ojos del pequeño veían era algo increíble. Una gran mansión de color blanco estaba delante de él. Esta era custodiada por numerosos guardias y uno que otro tenía varios perros de raza que podrían arrancarte una mano si así se les ordenaba.

— ¿Usted vive aquí, señor? — Preguntó el pequeño mirando todo a su alrededor.

— Esta es una de mis mansiones. –—Comienza a caminar hacia la gran casa delante de ellos siendo seguido por Jimin.

El rubio no preguntó nada más al respecto y simplemente siguió al hombre hasta que entraron a la casa. Todos a su alrededor se le quedaban viendo asombrados. Era raro ver al jefe con un niño.

Entraron a la gran mansión. Era mucho más grande a como se veía por dentro. Tenía una gran sala de estar acompañada por unas anchas escaleras y un balcón interno.

—Yuna. — Llamó el hombre y a los minutos llegó una mujer de unos cuarenta años o más.

—¿Desea algo señor? — Preguntó después de haber echo una reverencia como muestra de respeto a su superior.

— Llévalo a que se dé un baño. — Sacó su teléfono. — Yo ahora tengo unas cosas que hacer. — Mira la pantalla con varias notificaciones de llamadas y mensajes. — Cuando regrese no lo quiero ver así.

— Entendido, señor.

La mujer fue con el niño al piso de arriba y caminaron por un ancho pasillo hasta llegar a una gran habitación.

— Esta va a ser tu nueva habitación, cariño.

— Es muy grande para una sola persona. — Mira todo a su alrededor. — Hace el doble o el triple de mi antiguo hogar... Si es que a eso se le puede llamar así. — Susurra.

Jimin no notó en que momento la sirvienta se fue, pero la vió salir de una habitación.

—Vamos a darte un baño. — Sonríe cálida. —Ven. —Lo llama y espera a que el joven esté a su lado para entrar.

La bañera ya estaba llena con agua caliente y unas sales con aroma a rosas. Jimin se quitó prenda por prenda un poco cohibido. Al terminar entró a la gran bañera y suspiró al sentir el agua tibia chocar contra su piel.

Hace como tres o más días que el rubio no se bañaba. Heechul no lo dejaba usar el baño de su casa porque según él gastaría mucha electricidad y agua. Además de que según sus argumentos no lo merecía.

De vez en cuando su amable vecina lo dejaba darse un baño en su casa al ver el estado en el que estaba.

Después de que Jimin estuviera bañando y con un embriagante aroma a rosas volvió a su habitación envuelto en una toalla.

Tuvo que esperar unos minutos hasta que Yuna terminó de recoger la ropa que se pondría.

— Prueba haber si esto te sirve, pequeño. — Le entrega un traje de su talla de color negro.

La mujer le dice al niño que se cambie en el armario y ella lo estaría esperando afuera. La verdad es que Jimin estaba un poco sumiso. Las órdenes que le habían dado las había cumplido al pie de la letra. No quería tener problemas con el hombre de traje, además de que hasta ese momento no le han dado motivos para ser rebelde.

Se demoró un poco en ponerse el traje y al salir la pelinegra delante de él sonrió satisfecha. El joven se sentó delante de un gran tocador y fue peinado delicadamente por la pelinegra.

🃏

Un niño perfectamente peinado y perfumado bajaba las escaleras siendo acompañado por su nueva sirvienta personal. El hombre que ahí se encontraba resolviendo el problema que hubo en un cargamento sonrió satisfecho al ver como quedó Jimin.

— Sabía que había algo de pontencial en ti. — Habló orgulloso.

— Señor...

— Me llamo Park Chanyeol.

— ¿Señor Chanyeol, por qué me compró?

— Te ví robándole a mis hombres una vez. — Sonríe al recordar. — Y vi pontencial en tí.

— ¿Eso quiere decir que yo ahora soy su...? — Dejó la frase inconclusa para que el mayor la terminara.

— Eres mi hijo.

Los que pasaban por ahí se quedaron asombrados al escuchar las palabras dichas por su jefe.

— ¡Escuchen todos! — Habló alto para que los empleados oyeran. — ¡Park Jimin es mi hijo ahora y el que se atreva a faltarle al respeto no vivirá para contarlo!

Ese día la vida de Jimin cambiaría de forma drástica. Pero nadie sabe si lo haría para bien o para mal.

🃏

🧁Seong🍭