Todos los días te veo pasar riendo con ella, recuerdo cuando hacías eso conmigo, cuando caminabamos de la mano.
Mi otro yo me dice que no fue mi culpa, él trata de consolarme, pero estóy demasiado perdido para tomarle en cuenta.
Los chicos dicen que devería olvidarte, que no fuiste bueno para mí.
Ahora que ya todos saben mi verdad, no dudaron en protejerme.
Aún recuerdo cuando rompiste conmigo, Fred quería salir y romperte la cara. No lo dejé, no podía.

La primera vez que te conté sobre él, tú sólo me sonreíste, besaste mis labios y susurraste un “Lo entiendo”.
Te entregué mi alma, mi cuerpo, mi amor.
Íronico, pues, aún después de decirme que me amabas, y que nunca nadie nos iba a separar, tu abuelo hizo lo posible para que estuvieras con una chica.
Supongo que es la maldición de las apariencias.

Aún recuerdo cuando me lo dijiste, me besaste como nunca antes, las lágrimas caían por tus mejillas, sabiendo que ese era nuestro último beso.
Me siento olvidado...

Esta tarde, sentado en la cafetería donde solíamos hablar sobre la banda, pasaste por ahí y, me saludaste.
Fue un momento demasiado especial...para mí.
Pero después, llegó ella, saludando a todos también.
Chica trató de evitar que yo me sintiera mal.
Pero tú sólo te sentaste con ella en nuestra mesa, era obvio, ella y todos los demás se habían hecho muy amigos.
Aún así, los chicos querían protegerme.
Fred me lo gritó...él quería salir y partirte la cara... No lo dejé.
Me levanté de la mesa sonriendo, una sonrisa más falsa que tu amor con ella, y me dirigí al baño...

¿Dónde estás ahora?¿Ahora que te necesito?
Normalmente cuando pasaba eso de Fred, tu me acompañabas, pues eras el único que lo sabía.
Acariciabas mi mejilla, me sonreías, y Fred desaparecía por unos momentos.

Eran los únicos momentos que me sentía especial en el buen sentido. Me sentía amado.
Las imágenes subían a mi cabeza...no sabes cuanto extraño tus labios...tus suspiros...extraño todo, te extraño a tí.