🐉Parte única🐉

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Katsuki escucho el sonido de alguna de las tantas trampas que habían colocado en el bosque, su madre preparaba un ungüento para sanar la herida que se había hecho su padre después de pelear con un demonio, su madre lo vio y lo mandó a ver el origen del sonido, se fue refurfuñando entre dientes, solo esperaba que fuese algo bueno que cazar. Llegó donde estaba la dichosa trampa, no esperaba encontrarse con tal calamidad, un dragón, los descendientes de los demonios, no era tan grande como de los hablaban los mitos, pero era de un tamaño considerable, podía ver solo la espalda de la creatura, tenía las escamas de un color rojo muy brillante, podía ver el final de la cola, se acerco con cautela y pudo notar los cuernos que no eran muy grandes venir del ser, evitaba no hacer ruido la acercarse, si lo mataba sería uno de los mejores guerreros por matar a un dragón, esas creaturas eran difíciles de encontrar y el tenía una frente a sus narices, llenaría de honor el apellido Bakugou, el mejor guerrero a la joven edad de 11 años. Piso un rama sin notarlo, la gran creatura se volteo y se encontraron. Rojo con rojo. Katsuki se paralizó. Pudo observar la poca sangre que salía de una herida sobre el ojo derecho de la creatura. Busco con nervios la daga que se encontraba en su bota, la saco con algo de nervios y apunto al dragón.

—Te mataré. Seré el mejor guerrero cuando lleve tu cabeza a nuestro clan. Seré respetado—Se acercaba cada vez más con la daga entre sus manos, el dragón lo miraba atento con esos ojos rojos brillante, estaba a pocos centímetros, el dragón bajo la cabeza y dejó a su suerte—Te mataré—murmuró bajo y le acercó la daga al cuello, solo tendría que enterrarla y acabaría con la vida de la bestia, solo poner presión. Su mano temblaba. Y dejó caer el arma, dió un pequeño salto por el sonido del metal al rebotar en el suelo, la recogió con rapidez—Lo haré—Vio esos ojos rojos observandolo, tenía el mismo color que los ojos de Katsuki.

Acerco la daga y cortó. En menos de un minuto todo la trampa estaba desarmada, el dragón no se demoró en escapar, no sin antes observar a Katsuki un momento, mover un poco la cabeza para después irse volando. Katsuki volvió donde se encontraba su madre y su padre, quiénes lo observaron cuando llegó.

—¿Que era Katsuki?—preguntó su madre.

—Solo un conejo—mintió.

Respiraba hondo, tratando de recuperar el aire que perdió por tal golpe, podía sentir la sangre provenir del corte en su hombro izquierdo, pero no se iba a detener por una simple herida, mantenía su espada firme con la mano derecha, Katsuki a sus 15 años era considerado uno de los mejores guerreros de su clan, tenía un gran número de victorias bajo su nombre, había matado a muchos demonios y a su estirpe, su nombre era aclamado por los humanos. Por eso no se iba a dejar derrotar por una simple criatura como un neberu, esos malditos caídos, habían estado invadiendo su territorio. No sabía cuantos días había estado peleando, apenas había podido dormir porque esas creaturas tenían la manía de invadir durante la noche, como las odiaba. Sentía el cuerpo pesado, apenas mantenía el equilibrio, vio al enemigo lanzar un golpe directo a su cabeza y después era negro. Juraría que un momento su cuerpo se sintió más ligero.

Cuando recuperó la consciencia lo primero que noto era la fuente de calor, al abrir los ojos se encuentra con paredes rocosas y el techo igual, una cueva. Ve el fuego que está a su lado, se da cuenta del vendaje en su hombro izquierdo y que estaba tapado por su propia capa, no ve a nadie en el lugar, se queda en un estado de alerta, busca la salida más rápida en caso de emergencia, escucha un aleteo pesado que cesa, después escucha unos pasos provenir de la entrada del lugar, se encarga de buscar su espada, que no demora en encontrar y la toma, preparado para cualquier situación. Los pasos cada vez más cerca, y lo ve. Era un muchacho, que no parecía ser mayor Katsuki, tenía el cabello rojo en punta, unos ojos rojo y una pequeña cicatriz sobre el ojo derecho, tenía entre sus manos lo que parecía ser comida, nunca lo había visto en su vida pero no pudo evitar sentir una sensación de familiaridad.

—Despertaste—dijo el desconocido, Katsuki se mantuvo en silencio observandolo con detención mientras mantenía su mano en la espada—Tranquilo, no te haré daño.

—Me salvaste—El pelirrojo afirmó con la cabeza—¿Por qué?

—Consideralo como un: estamos a mano—dijo con simpleza mientras dejaba la comida sobre un pedazo de tela.

—¿Quién eres?

—Tal vez no me recuerdes, pero yo sí te recuerdo—empezó a contar—Fue hace cuatro años, apenas salía de mi cueva, pero ese día decidí salir a volar y disfrutar de los cielos—Katsuki escuchaba con atención la historia, mientras mantenía la mano sobre la espada ante cualquier amenaza—No pude evitar sentirme atraído hacia un objeto brillante y fui por el, mala suerte la mía, era una trampa, sentí miedo y apareciste tú.

—El dragón—concluyó.

—Siempre me pregunté porque no me mataste, aunque claro no podía preguntarte antes...

—Tus ojos—respondió, el contrario lo miro confundido, Katsuki soltó la espada y observo los ojos rojos del desconocido—Se parecían a los míos...no pude matarte—El pelirrojo sonrió mostrando sus dientes que eran muy puntiagudos—¿Que hiciste en ese tiempo? En los cuatro años.

—Aprendí el idioma, a cambiar de formas—contestó, mientras observaba a Katsuki—No es tan difícil cuando tu madre es humana. Una vez aprendí todo eso, te estuve buscando, para preguntarte el porqué, y ahora lo sé. Mi padre siempre dice que tienes que devolver los favores, y que eso es de hombres, es un dragón muy sabio—Recordó a su padre, suspiro. Y volvió a concentrarse. Rojo con rojo—Todavia no se tu nombre.

—Katsuki, Bakugou Katsuki ¿Y tú cabello de mierda?—El híbrido se sintió ofendido ante tal apodo.

—Eijirou, Kirishima Eijirou.

Es cortito pero es un regalo que hice en menos de un día, espero que le guste mucho a la cumpleañera y que la este pasando bien en su cumpleaños, eso.

Neberu. Es un demonio del juego Demonio: La caída. Juego de White wolf.

-Cambio y fuera.

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