Horrorverse

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Una mujer —cargando a su pequeño hijo en brazos— corría con inmensa desesperación por las calles destrozadas de una ciudad muerta. El fuego se habia apoderado de varios edificios y autos, y los cadaveres de las personas estaban regados por los suelos. Pero no era los cadaveres tirados lo que provocaba miedo, sino aquellos que se habian levantado.

Los zombies se habían apoderado de las calles, exparciendo la no muerte de su virus por todo aquel que se cruzase en su camino. Su ataque había sido rápido y efectivo, al punto de que no fue tomado como una amenaza seria. Ahora, la humanidad estaba pagando el precio. Y aquella mujer, en su desesperación, se metió en un callejón sin salida. Totalmente atrapados, la madre se apoyó contra la pared mientras veia a la feroz horda aproximarse a ellos.

—"Estan atrapados —pensaba un ser oscuro, con su capa ondeando al viento mientras los observaba desde la cima de un edificio—. Morirán, por su propia estupidez".

El pequeño niño lloraba con desesperación y terror mientras la madre intentaba inutilmente consolarlo. Pero aquel oscuro ser saltó delante de ellos, quedando entre la pareja y la horda hambrienta. 

—Cierra los ojos —ordenó, antes de correr hacia los zombis.

La mujer, tal vez conmocionada por el shock, no cerró sus ojos y observo con sorpresivo horror la masacre. A una velocidad imposible para cualquier humano, el hombre de la capa atacó con brutalidad a la horda. Con zarpazos de sus manos destrozó los cráneos de los no muertos que se le lanzaban encima. Rápido y feroz, como bailando una danza macabra, la sangre putrefacta de los zombies salía despedida al mismo tiempo que sus cabezas. No paso mucho tiempo, y los rugidos de los zombies se callaron. Solo quedaron los rugidos de aquel hombre, quien se volteó hacia la mujer.

—Estan a salvo, por ahora.

—¿Q-Quién es usted? —cuestionó con temor la femina.

—Vlad —habló el hombre—. Puedes llamarme Vlad Tepes.

En un mundo sin héroes...

—¡Deben detenerse! —gritaba un hombre, amarrado a una especie de altar—. ¡Los matara a todos si siguen con esto!

—Tu moral cristiana no nos afecta —aseguró otro hombre, vestido con una tunica oscura—. Te sacrificaremos en honor a los antiguos —afirmó el cultista mientras alzaba su daga ceremonial.

La daga se clavó en el centro del pecho de su víctima y empezó a cortar para abajo, provocando que este se sacudiera con una enorme violencia. El líder de la secta creyó que esto era normal, hasta que la supuesta víctima rompió repentinamente sus ataduras. Tomando del cuello a su verdugo, el hombre se sentó sobre el altar profano mientras sus ojos se volvían amarillos.

—Te lo advertí —exclamó mientras su piel se desgarraba.

Los demás miembros de la secta retrocedían con temor mientras su líder caía al suelo con el cuello roto. La sombra del varón se iba agrandando conforme su cuerpo cambiaba, creciendo sus musculos al igual que su pelaje. Muchos intentaron correr a la salida, pero se quedaron quietos al ver a una mujer armada con una ballesta en esta.

—Yo no haria eso si fuera ustedes.

Ahora eran los cultistas quienes se encontraban atrapados, entre la cazadora y la bestia de la noche.

Los monstruos deberan salvarlo...

—¡Malditos monstruos! —gritaba con dolor un ser de apariencia bizarra, pues su piel era gris y llena de puntos de costura, al punto que parecia hecho con pedazos de otros hombres.

Desde otra habitación, unos seres de apariencia semihumana observaba como aquel monstruo sufria por sus experimentos.

—Conde —habló la mujer cazadora, acompañada por el varón con la bestia dentro.

—Ah, la hija de mi viejo amigo Van Hellsing —exclamó Vlad, en tono refinado—, y su perro sin correa —dijo, observando al varón.

—Necesitamos su ayuda.

—¡Solo un faraón es digno de poseer el mundo! —exclamaba una momia mientras convocaba una feroz tormenta.

—Mi padre tiene algunas cosas que decir al respecto —aseguró un hombre con armadura dorada y grandes alas en su espalda, como si fuera un ángel.

Una inmensa tormenta se desataba mientras Vlad se paraba frente a su equipo, observando a los cielos. Entre extraños rugidos, aquel ser inmenso salia de los oceanos para sembrar el terror y la locura.

—Deben tener cuidado —exclamó el ángel.

—¿Por qué, Gabriel? —preguntó el hombre lobo, en su forma humana.

—Porque ver a los antiguos puede enloquecer a los mortales, Lawrence —exclamó el Arcángel Gabriel.

—Un maldito molusco gigante no me enloquecera —afirmó Vlad, con soberbia.

—Porque ya estas demente —aseguró el monstruo gris y de gran tamaño.

—Elizabeth —habló Vlad, volteando hacia la hija de Van Hellsing—, controla a tu monstruo. 

Horrorverse

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro