Cap. 7: Peores, confidente

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Capítulo dedicado a: lizmichelleeee_

«Y es que después del amigo íntimo, el perfecto desconocido es el confidente ideal»

Aldous Huxley.

No vino al día siguiente, no la vi en literatura y tampoco en los entretiempos antes de la próxima clase, mucho menos en el almuerzo y a la salida, esperé hasta el último segundo que me permitió Hades en la institución, pero nunca se apareció.

¿¡Qué demonios le ocurrió!? Estoy desesperado, quiero hablarle, necesito saber que al menos no es nada grave, la repetición de su imagen solo me revuelve el estomago y me hace sentir culpable por haberla dejado irse.

—Soy un idiota... —murmuro, tapándome con un brazo los ojos de la luz del sol.

—Qué bueno que lo tengas claro —Me apoya Hades, totalmente indiferente a lo que pasaba por mi cabeza.

—Un inútil...

—Totalmente de acuerdo —Escucho como pasa la hoja de su libro.

—Ojalá esta maldita enfermedad me termine de parar el corazón...

—A ver, imbécil, solo ha faltado un día, detén tu teatro si no quieres que lo haga por ti —resopla y cierra su lectura de golpe.

Siento movimiento al lado y distingo cuando le levanta. Me destapo los ojos, se está dando un par de palmadas a su pantalón, removiendo la suciedad de su retaguardia, y a continuación se agacha de nuevo, quedado de frente a mí mientras ingresa su libro junto con sus demás pertenencias en el morral.

—En vez de lamentarte por las estupideces que hiciste y que ya no tienen arreglo, míralo como una oportunidad aprender de ello y piensa en lo que ahora puedes hacer —Gruñe con molestia—. Búscala y enfréntala. Usa la cabeza y no seas llorón, la que necesita consuelo es ella, no tú, idiota.

Me quedo mudo. Tiene razón.

—No comparto clases con ella hoy —Le recuerdo y él rueda los ojos.

—Amanda es una alumna promedio, nunca falta por demasiado tiempo, estoy seguro que regresa hoy —Hace una mueca y me pega su palma de la frente—. ¿Ya puedo dejar de consolarte? Me siento muy maricon.

—Si eso es consuelo.

—Desagradecido, encima que me molesto —Vuelve a palmearme la frente, echándola hacia atrás.

Empiezo a reír mientras veo como toma sus cosas y se prepara para irse. La primera hora de clases ya debe estar por comenzar. Hades resopla, liberando el estrés que solo individuos como él pueden acumular a esas horas de la mañana, le da un vistazo a los alumnos que se deforman de la entrada. Creyendo que haría una mueca por su disgusto por las personas, me sorprendo cuando lo encuentro sonriendo.

—Gracias, señor —Me mira victorioso—. Ya no tienes excusa para seguir quejándote, me debes una gaseosa. Adiós, llorón.

—¿Qué? —Se encoge de hombros y se va sin responderme—. ¿Qué le pasa? Cada vez lo entiendo menos.

Me levanto del césped y tomo mi mochila para irme también. Tengo química orgánica y a la señorita Marion no le gusta la impuntualidad, de modo que le bajaba dos puntos a tu siguiente trabajo si llegabas a una sola práctica tarde, o no asistías. Su control de asistencias era un dolor de culo.

—¡Hola, Nico! —Me saluda como siempre muy energética Ceci al verme entrar al aula.

—Hola... —respondo desganado, sentándome a su lado. Es mi compañera de mesa.

—¿Qué tienes? No te ves muy animado hoy —dice preocupada mientras tomo mi lápiz y cuaderno. Este día toca teoría.

—Solo estoy un poco cansado —Suspiro sacándole punta al lápiz.

—Eres un pésimo mentiroso.

—Pero solo tú lo sabes, así que... —Guardo el sacapuntas y pongo un dedo sobre mis labios, completando mi oración con el mismo silencio.

—Sí... Bueno... —Se remueve en su asiento, bajando sus manos hasta su bolso para buscar algo.

—Oye... ¿Sabes algo de Amanda? —Se detiene y me mira entre abriendo su boca—. Ayer no vino a clases y no es de las de faltar.

—Ella... —Se aclara la voz y niega, rebuscando en su bolso—. No lo sé, no me ha dicho nada...

—¿Si? —Asiente con la mirada gacha y suspira—. Vale... —Vuelve a asentir y remover el interior de sus cosas. La miro con curiosidad—. ¿Qué buscas?

—No, nada —Cierra el bolso de golpe y vuelve a bajarlo de la mesa. Toma su lápiz, el cual siempre deja sobre su oreja—. Olvidé que lo había sacado.

—Es-tá... bien...—Asiento lentamente, arrastrando mis palabras y desviando la mirada a la puerta, la profesora ya ha llegado.

A la brevedad, miro de nuevo a mi compañera y noto que esta se mantiene distraída a las explicaciones de la señorita Marion, mientras deja sus cosas en su escritorio y se arregla su ropa para presentarse ante la clase.

Me parece extraño y toco su pierna con un pie, Ceci voltea sorprendida y me pregunta con la mirada que qué pasa, a lo que muevo mis labios y susurro si se encuentra bien, ella suaviza su mirada y asiente, sonriéndome de lado.

—La parejita de la tercera mesa —Nos miramos con terror y volteamos hacia la profesora—, ¿Les molesta darme su atención o prefieren ir a la práctica sin saber qué hacer?

Negamos rápidamente y la profesora asiente molesta, dejándola pasar por ahora. Miro a Ceci y ella hace una mueca que me dice que mejor nos centramos ahora si no queremos problemas a estas alturas del curso.

La clase prosigue con normalidad, este tema no es tan complicado como creía, pienso que podría arreglármelas en estudiar sin Ceci esta vez; aunque no lo parezca es un genio en química y otras ciencias, entiende formulas con facilidad y hace los ejercicios como si fuera una computadora, es increíble.

Aun así, empezaba a impacientarme de nuevo, soy de ese tipo de personas que no pueden estar quietas por demasiado tiempo, me gusta estar activo y mantenerme en movimiento, por eso muchas veces soy regañado en clase.

Suspiro y veo la hora en el reloj de la pared sobre la pizarra, abarrotada de ejemplos y ejercicios. Aún faltan quince minutos, la atención de la profesora está en lo que las firmes manos del chino de la clase escriben, mientras resuelve el problema.

Me relajo un momento en mi silla y dejo el lápiz de lado, dándole un vistazo al salón a ver que encuentro de interesante, lo cual no es mucho: unos están al pendiente de la clase, otros se concentran en lo que su compañero, el inteligente, les explica y otros, aburridos, simplemente se quedan en silencio y ven disimuladamente sus teléfonos. Creo que el jardinero que corta las ramas altas de los arbustos afuera, tiene más diversión que los que estamos adentro.

Ahogo un bostezo, posicionando una mano sobre mi boca y veo hacia otro lado, intentando no dormirme. Abro los ojos, me quedo de piedra. La veo, es ella, Amanda está mirando disimuladamente por el cristal buscando a alguien, sus ojos decaen en Ceci que ya ha terminado el ejercicio y le hace señas en código con las manos, a lo que la pequeña rubia de coletas asiente dos veces y la deja retirarse.

Entreabro la boca y la miro, ella se encoje en su lugar y me ignora el resto de la clase. Trato de llamar su atención, pero antes de que pueda pensar el timbre suena, toma sus cosas y escapa del aula.

Me niego a dejarla ir y la sigo, pero en un parpadeo su estatura la camufla con los demás alumnos y la pierdo de vista. Resoplo molesto y miro por última vez mi alrededor buscándola, sin éxito, ha huido triunfante. Tomo aire y trato de calmarme, reacomodando mi morral sobre la espalda.

—Pequeña escurridiza, esta me la debes... —digo pretendiendo ponerme mis auriculares, pero entonces una mano se posa con firmeza en mi hombro y una voz resuena a mi costado.

—Esa es mi línea, Nicholas —Cierro los ojos y me ahogo en mi sufrimiento, bajando mis preciosos de vuelta a mi cuello para voltear los ojos hacia el príncipe Albert.

—¿No te parece mejor otro día? No estoy de humor, Ceci huyó con información sustancial.

—Lo sé, mi princesa pidió que la cubriera y se fue corriendo —Se burla de mi cara.

—Demonios —Retiro bruscamente su mano de mi hombro, encajando una perfecta mueca en mi rostro.

—Eh, tranquilo —Suelta un par de carcajadas, divertido por la situación—. De igual manera, tenemos clases, ¿en qué momento pensabas interrogarla?

Entorno los ojos y lo veo molesto. Lo peor es que tiene razón y Albert sabiéndolo se relaja y se acomoda sus pertenencias al hombro, haciéndome un ademan para que lo siga, después de todo compartíamos la siguiente materia. Aplano mis labios entre sí, eso significa dos horas de números y al cerebrito de la clase opacándome con su inteligencia en la misma mesa.

¿De verdad es viernes? Niego y totalmente resignado, me apresuro y alcanzo a su alteza real.

Una vez más, no puedo concentrarme en la clase, se me hace la hora eterna, tamborileo la batería que desprende la música de mis audífonos, puesta de manera estratégica para no ser pillado por el viejo señor barriga... digo, señor London; pero nada parece hacerse lo suficientemente interesante como para quitarme de la cabeza los ojos deprimidos de esa chica.

Sus bonitos ojos... Recuerdo perfectamente cuando los vi por primera vez...

No escuché sus pasos llegar, ella siempre usa zapatillas planas de colores y si no tiene a nadie al lado se camufla fácilmente. Yo estaba concentrado en mis pensamientos, oficialmente había perdido a mi mejor amigo de la infancia y todo había sido por mi culpa, casi besé a su novia, por un momento pensé en traicionarlo y eso me costó caro, me reconfiguró la cara.

No fue hasta que su cuerpo alzó una sombra por la luz de la ventana, en que me percaté que alguien más se acercaba a esa parte solitaria del establecimiento escolar, observándome con atención desde la distancia.

Antes de que viera mis ojos rojos y vidriosos bajé la mirada y encogí mi cabeza entre mis hombros. No me avergonzaba en llorar, es normal desahogarse, pero elegí el peor lugar para hacerlo.

—¿Estás... bien? —preguntó bajando un escalón.

No respondí y miré al lado opuesto a ella, esperando que si la ignoraba me olvidaría y continuaría su trayecto; pero no fue así, en su lugar bajó otro escalón, acomodó delicadamente su falda y se sentó a mi lado, dejando un pequeño espacio en medio para no sofocarme más que con sus ojos.

Sus ojos, puedo recordar con que pena y curiosidad me veían, como si nunca hubieran visto a un chico en el momento más débil y patético de su vida.

Estuvimos así por un largo rato, guardando el silencio y la incomodidad; hasta que en un inesperado desplazamiento sentí como algo suave y húmedo toca mi mejilla y más tarde hace presión, ocasionando ardor y picor, sobresaltándome.

—¡Ay! —La miré, sorprendiéndome al descubrir que traía en una mano un algodón y en el otro un frasco con alcohol, todo sacado de su bolso, el cual permanecía abierto.

—Tienes la mejilla cortada —Volvió a acercarse, dejando el frasco de lado para quitar la mano que puse inconscientemente sobre mi cara, queriendo evitar que siguiera, en reacción al ardor—. Aguanta un poco, puede infectarse... —Su voz baja y suave iba en contraste con la intensidad de sus ojos—. Enseguida termino...

Caí involuntariamente. Tras un par de minutos había desinfectado la cortada y colocado una pomada sobre el golpe que me dio Lucas. No me dejó moverme ni negarme a sus cuidados hasta que terminó, poniéndome como final una bandita sobre la cortada y una sonrisa amable en su bonito rostro.

—Ya está —anunció como si no me hubiera dado cuenta, empezando a guardar todo.

—¿Por qué hiciste esto? —Aclaré mi voz—. Mejor dicho, ¿quién trae alcohol y banditas a la prepa?

Otra sonrisa, muy divertida, fue su respuesta mientras cerraba su bolso.

—Alguien que es muy torpe y precavida, quizás —Se encogió de hombros apenadas, tal vez cayendo de que si, es algo raro—. Cuando era niña me caía mucho, pero me encantan las faldas —susurró devolviéndome la mirada—. Verás, soy nueva y no conozco a nadie, me perdí yendo a mi próxima clase, te vi y... —Hizo una mueca—. Lo siento, te ves horrible.

—Eso es muy alentador... —Miré hacia otra parte y me regresé a ella, corrigiendo mi voz cuando veo sus facciones decaídas—. Pe-perdón, debería agradecértelo, supongo... —Negó cohibida.

—No hago cosas buenas para que me agradezcan, las hago porque me nace y porque creo en lo correcto.

—Eres muy amable —digo y ella asiente, alzando sus comisuras a los lados.

Sus ojitos se veían chiquitos de esa forma, igual que los de un cachorro bebé.

—Oye... No viene al caso, no te conozco ni tú a mí, no te pediré que me digas con quien te peleaste o porque estás escondido aquí —Señaló el lugar elevando sus dedos un momento de su regazo—, pero al menos me gustaría confirmar si te encuentras mejor...

—No, pero no importa, solo es otro mal día... —respondo con sinceridad, volviendo a evadir su mirada.

—Otro, ¿eh? —Hizo un gesto extraño subiendo su labio superior, dejando a la vista su dentadura, y luego baja, subiendo sus piernas para abrazarlas contra ella—. Creo saber cómo te sientes... pero, eh, hay días peores.

—Supongo que sí.

—Sí, peores —remarcó bajando sus piernas, dejándome notar una mancha en su vestido—. Hay días malos y otros muy, muy malo; sin embargo, son días, y de cada día se recupera algo bueno, así sea chiquito, porque nada es infinitamente malo y hasta de lo malo se aprende —Me devolví hacia ella, mirándola de reojo—. Por ejemplo, es mi primer día aquí y... casi me pegan con un casillero, me resbalaron salsa en el almuerzo, tendré que llegar a tratar la mancha luego, y me encontré con un malherido en una escalera cuando me perdí en busca de mi próxima clase, que en vista obvia, ya no llegaré y tendré problemas por eso.

—Más de uno que conozco tendría un humor de perros —Reprimí una risa, recordándome de cierto chico.

—A veces hay que sonreírles a tus problemas, es otra forma de enfrentarlos.

—Eres muy positiva.

—Te equivocas, solo no le veo el sentido en preocuparme de algo que luego, quien sabe, si tendrá el valor de la importancia que le di ahora —Suspiró cansada levantándose con cuidado del escalón—. Salvo buscar mi salón, ¿me ayudas, por favor?

No pude evitar reír por lo bajo. Que chica más extraña.

—Soy Nicholas —Me presenté, extendiéndole una mano, la cual ella sin titubear estrechó.

—Amanda —Movió de un lado a otro nuestras manos, riendo levemente—. Ahora tengo otra historia que agregar.

—¿Eh? ¿Le dirás a alguien que me viste aquí? —pregunté fingiendo enfado, aunque en realidad me preocupaba que eso pasara.

—¡No! —Rió, cayendo en mi pésima broma—. Digo que hice mi primer amigo aquí y, como tu amiga, seré tu confidente e ignoraré que te saltaste las clases.

"Su primer amigo". Pienso con media sonrisa recordando como luego se lo agradecí con una sonrisa y ambos partimos de ese deprimente lugar para buscar su clase, en donde encontramos a Ceci y Albert saliendo; para el día siguiente Amanda se convirtió en parte del grupo.

Una decima de mí quiere descruzarse de esa proclamación, deseando que me viera como algo más; mientras que la otra aprecia tales recuerdos y se lo agradece, gracias a ella la perdida de Lucas y Camile no fue tan difícil en superar.

Por otro lado, eso me trajo consecuencias, terminé cayendo a sus pies y ahora no tengo una ayuda similar a la suya. Esta vez es a ella a quien debo dejar ir.

Permito librar un bostezo, pasándome de paso una mano por la cara para deshacerme un poco del aburrimiento. De pronto, me doy cuenta que el profesor ha comenzado a recoger sus cosas y explica algo, de lo que tengo que despojarme de mi música para escucharlo, entonces me entero que lo que habían practicado ese día irá para el examen de la próxima semana.

Perfecto, tendré que pedirle ayuda a su alteza y su minions después de todo.

Como si lo hubiese invocado, este mismo se me queda mirando burlonamente. Ruedo los ojos y me levanto. Salgo del aula casi al mismo tiempo en que el timbre suena, pasado de Albert por el momento para ir hacia una de las maquinas del pasillo y comprarme un paquete de galletas de mantequilla, necesitaba al menos un dulce para mantenerme despierto.

Afortunadamente el expendedor se comporta y me las entrega a la primera. Feliz las tomo y abro el paquete, llevándome una a la boca en lo que camino para mi próxima clase.

—¿Dónde está?

—Deben salir de Física en un rato, le pedí a Albert que me cubriera.

—Gracias, Ceci.

Me detengo en seco con la galleta en la boca. Mastico y trago silenciosamente, pegándome a la pared de la esquina que me divide. Son ellas.

—Pero ¿qué ocurrió? ¿Por qué huyes de Nico?

—No es eso... —La escucho suspirar—. Luego Hablamos, ¿sí?

—Oye, ¿cómo sigues? ¿Estás bien? —Por el espaldar de sus sombras puedo notar que la retiene de su brazo y ella baja la mirada.

—Lo estaré.

—Vale —La suelta insegura, despidiéndose con un beso en la mejilla y se aleja por el pasillo contrario.

La sombra de Amanda se queda un par de segundo en su lugar y luego se alza las manos hacia el techo, como si pidiera clemencia. Me echo hacia adelante aliviado cuando comienza a moverse en dirección opuesta a la mía.

"Así que si pasó algo malo después de todo". Pienso desganado, cerrando el paquete de galletas y guardándolas en mi bolso. De repente se me quitó el hambre.

—Me equivoqué, era el aula o... —Contengo el aire. No puede ser—. ¿Nico?

Levanto la mirada asustado, encontrando los de ella en el mismo estado. No tengo que analizar demasiado para saber lo que debe estar pensando, cosa obvia que me preocupa.

—Yo... ¿Estabas...? ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

"Tierra trágame y escúpeme en Cancún".

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¡Holiwis, my loffes!

Curitas XD

Con que así comenzaron las cosas, ¿eh?

Hay comienzos raros, y luego está Amu con sus curitas.

Curitas XD

Perdón, estoy riendo XD

¿Qué les pareció? En lo personal lo estoy disfrutando.

Siempre he pensado que hasta este punto la relación entre Amu y Nico se muestra algo escasa, pero si me lo preguntan es necesario.

No sé si lo notaron, pero hasta ahora la perspectiva de los dos van encima del otro, y eso tiene una razón que realmente es muy simple.

Amu es su crush.

Y como se explica en este cap, Nico es su amigo.

Un crush normalmente es alguien que tienes de cerca, pero miras de lejos porque por X o Y circunstancia, no puedes estar con ella. Muchas veces es un amor platónico y es algo que veremos mucho aquí.

Yo, como autora, quise recrear una relación que con el pasar de los capítulos se notara que, si en un inicio los dos se veían muy separados, poco a poco se fueran acercando.

Porque así realmente es como funciona en la vida real, uno no se enamora de nadie de la noche de a la mañana.

Al menos que seas yo XD okno...

Como mencionó nuestro Hades bb al principio,  Nico "hará lo que puede hacer ahora" y eso es estar ahí para ella, así como Amu lo estuvo y, aunque no se vea ahora, lo está para él.

A lo que quiero llegar es que, si en algún momento las cosas parecen ir muy lento, quiero que entiendan que es necesario, porque incluso si Amu tiene presente a Nico no empezará a verlo de otra manera de la noche a la mañana, encima porque está pasando todo esto con Jerry.

Tranquilos, tampoco me tomaré media novela para tratar esta parte xD

Es más, falta poquito XD, el borrador está muy adelantado 7w7

Conclusión: Disfruten :'3

Bien, ya me he extendido.

Solo me queda decir un par de cosas:

Manita arriba si también te reíste o quedaste WTF con las curitas de Amu XD

CURITAS XD

¡En el próximo cap las cosas estarán duras!

UY, ¿qué pensaste? 7w7

Bueno, hasta aquí :'3

BYE BYEEE

ATT: Kele

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