Loco como yo también te dolió.

El joven era demasiado joven para adquirir alcohol legalmente, pero siendo universitario siempre estaba aquel grupo que tenía alcohol, lo único que tenía que hacer era pagar con dinero o... Haciendo algo ilegal, robar sería un ejemplo.

- ¿Qué quieres aquí, cerebrito? - dijo una chica con un cigarro en la mano, su cuerpo emanaba aquel olor de aquella bebida tóxica. - Un trago... - respondió el cabizbajo.

- ¿Te dejo tu novia? Bua bua ¿vas a llorar? - decía la chica mirando al joven. - 15 yenes - el chico sacó el dinero y se lo dio, lo cual le dio derecho a un vaso de alcohol, pero siendo nuevo en eso, iba a pegarle eso.

¿Por qué se sentía así por él? Nunca fueron nada, sólo amigos de verano, nada más, es más eso no se pudo a ver hecho una amistad.

"Sólo se conocen bien las cosas que se doméstican".

Mas él japonés se sentía más que domesticado por el mexicano, pero por lo visto el mexicano no, eso era lo que le dolía, le había dado tanta importancia a alguien que nunca valió la pena, porque no se tomó el tiempo de ser "domesticado".

El joven se tomó el líquido, fue horrible, sintió como si fuego recorrerá su garganta y se extendiera por su estómago, más no le solía tanto como aquel mexicano lo había herido.

- Tal vez el alcohol sea el combustible para este robot - pensó.