V. Deseo

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―¿Por qué negarse a pecar en vez de negar el pecado? ¿Nunca te preguntaste qué mierda es eso, si es real? El pecado es una palabra, y la virginidad es una mentira. ¿Vas a dejarte someter por lo irreal?

Delante de esta chica estaba el espejo, y detrás de ella, el ángel, susurrándole al oído:

―¿Qué es lo que deseás?

Estaba vestida de rojo y de negro, con los ojos brillantes y los labios carmesíes y jugosos formando una sonrisa. Se había arreglado para amarse y ser amada, para desear y ser deseada. Finalmente, se volvió hacia el ángel, y con mucha calma, fue arrimando sus labios a los de él, rozándolos, tentándolo.

―Te alzaste hacia los cielos y por mí, y me hiciste descender a los infiernos por vos. Vos, tenía que ser por vos ―La había vuelto a sujetar como el día en el que se conocieron.

Esta chica no necesitó palabras, con un beso le bastó. Tomó del ángel cuanto quiso y ella misma se entregó, reveló su cuerpo y su alma florecida, se entregó a su propio deseo y lo compartió, se olvidó del pecado que es algo inexistente, y de la pureza que es el mayor mal religioso. Acabó abrazada al ángel y a su humanidad, que es el deseo, el amor y la libertad.


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