🌻;; 𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷

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❝ La flor que florece en la adversidad, es la más rara y hermosa de todas. Tú eres esa flor, un girasol; mi girasol ❞

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𝙹𝚞𝚎𝚟𝚎𝚜

Conducía mi motocicleta temprano ese día, teniendo en mi mano izquierda un girasol que tenía atado en el tallo esa nota que escribí. Mi intención era dejar el girasol en la banca que estaba afuera del local, y así que cuando ella llegara la viera.

Para mí sorpresa, la ví entrar al local. Mi corazón latía con velocidad y me encontraba internamente nervioso.

─ Vamos, Shadow, que esto no te afecte demasiado. ─ Me dije como modo de que me concentre en mi objetivo.

Conducía para estar más cerca de la cafetería, dejando mi moto estacionada. Me acerqué al cristal y pude ver qué la eriza amarilla no estaba a la vista, era mi oportunidad. Y creo que un pequeño cambio no hace daño.

Entré al local tratando de no llamar tanto la atención, y dejé con cuidado el girasol en la barra. Oí el ruido de una puerta abrirse, así que me fui a sentar lo más rápido que pude y me hice el desinteresado para que no sospechara.

Con disimulo dirigí mis ojos hacia el pasillo donde entraba la eriza de púas tan amarillas como los rayos del sol, usando su uniforme y destacando con es broche de girasol. Fue entonces que ella volteó a verme, y lo que hice fue desviar mi mirada más rápido.

─ Ou, hola. Es temprano y aún no llegan los que cocinan y estoy sola, pero...

─ No tranquila. No me molesta para nada. Es que tengo un día ocupado y pensé en venir temprano para que no se me complicara el resto del día. ─ Expliqué con brevedad. Además, es cierto.

─ Oh, entiendo. Lo único que puedo ofrecerte es un café, ¿Estás de acuerdo? ─ "Claro" Le contesté, viendo que ella me sonreía y me indicaba que volvería en un momento.

Para mí suerte no se fijó en el girasol. Creo que sería demasiado obvio que viera la flor y mirarme como el único sujeto en la cafetería. Me acerqué nuevamente a la barra para tomar la flor en mis manos y volverme a sentar, colocando la flor a mi lado, manera que la mesa lo cubriera.

Y justo a tiempo, ya que escuchaba sus pasos.

─ Aquí está. Un café negro con azúcar. Espero que te guste.

Expresaba ella para dejarme un vaso plástico con tapa, teniendo las letras cursivas de "Cherry Bomb".

Volví a verla y le agradecí con una leve sonrisa, la cuál ella me corresponde. Después veo que se dirige al otro lado de la barra para empezar a limpiarla. Yo por mi parte le dí el primer sorbo a mi café, tratando de pensar en alguna forma de dejar ese girasol en un lugar donde ella pueda buscarlo después.

─ Oye, am... mi nombre es María Robotnik. ¿Cuál es el tuyo? ─ La oí pregúntame, haciendo que mis rojos ojos se enfocaran en ella. ─ Es sólo para conversar. Me siento algo incómoda cuando hay demasiado silencio.

─ Descuida, entiendo. Y me llamo Shadow The Hedgehog.

─ Je, pues entonces es un gusto conocerte, Shadow.

Podía ver cómo esa hermosa sonrisa era acompañada por un brillo en sus azules ojos. ¿Acaso podía ser más linda?

─ El gusto es mío, María. ─ Volví a tomar de mi café, estando con un ánimo que estoy seguro que nadie me quitaría.

─ ¿Y a qué te dedicas? ─ Su voz volvió a llamar mi atención, haciendo que dejara el vaso sobre la mesa y cruzará mis brazos en la misma.

─ Pues, soy un capitán de los G.U.N., la base está en las afueras de la ciudad y estamos en temporada de entrenamiento. Pero este mes nos lo dejaron libre por reconstruir las instalaciones.

─ ¿Un capitán? ¡Wow! Entonces am... ¡A su servicio, señor! ─ Habló bromista parándose derecha, haciendo el clásico saludo militar. Eso logró hacerme reír, correspondiendo el mismo saludo después.

Ella después seguiría haciendo sus tareas, pero con una sonrisa en su rostro. Ahora el silencio no era incómodo para nada.

Debo admitir que, me siento muy agusto con ella. Lo cual no es tan común de ver si de trata de mí. Amenos que sea alguien de confianza, soy distante con todos, no importa si es hombre o mujer.

Con ella es... diferente.

─ Hola, Shadow. ─ Escuché una voz saludarme, así que me di la vuelta y pude ver a una eriza de púas rosas hasta los hombros. Una sonrisa apareció en mi rostro.

─ Hola, Ames. ─ La llamé por su apodo. Desde que tenía 10 años no la llamaba así. ─ ¿Qué haces aquí?

─ Venía para saludar a Cream, pero por lo que veo no ha llegado. ─ Me respondió mi hermanastra sentandose frente a mí.

─ Es verdad. ─ "¿Y que hacías tú por aquí?" Me preguntaba ella, haciendo que volteara a ver a la eriza amarilla que hablaba por teléfono con un puchero en su faz.

Amy había notado a quien miraba, volviendo a verme pero con burla. Me hace recordar la irritante cara del Faker de esa manera. Se puede decir que ellos son tal para cual.

─ No me digas que tratabas de coquetear con ella.

─ No es coquetear. Es conversar. Llegué temprano y-...

─ ¿Y ese girasol? ─ Supongo que pudo ver la flor que tenía a mi lado. Le tapé la boca tras ella decir esa frase, y mis ojos viajaron a la eriza de ojos azules, agradeciendo a Chaos de que no de diera cuenta.

─ Escucha, te voy a explicar todo pero cuando nos vayamos. Pero si puedes, ¿Me ayudarías a buscar un lugar para dejar esa flor? ─ Ví que ella asentía con la cabeza, por lo que decidí alejar mis manos de su boca.

─ A ver... ¡Lo tengo! ─ Tomó mi rostro con sus manos e hizo que volteara a ver un rincón que tenía una mesa de madera, un sofá de color violeta y una repisa al costado del mueble llega de flores. ─ Si colocas la flor ahí, ella vera algo que sobresale de la decoración.

─ De hecho... si funciona. ¿Ahora puedes dejar de sostener mi cara?

─ Oh, si. Lo siento, Shad. ─ Se disculpo soltando mi cara, abreviando mi nombre en ese apodo que me decía de vez en cuando.

─ ¡María, hola! ─ Oímos una voz femenina saludar a la eriza de púas amarillas, era la equidna de púas naranjas.

─ Hola, Tikal. ─ Saludó amablemente la contraria entre risas por estar abrazada a la anaranjada.

Fue cuando comenzaba a llegar más gente al lugar. Algunos jóvenes, adultos, ancianos. Paso a paso se llevaba el local. Esa era mi oportunidad.

Después de unas 3 horas, el lugar estaba repleto de clientes. María, Tikal, y Cream pasaban con órdenes que llevar a la cocina y con desayunos hacia las mesas. Están completamente distraídas por su trabajo que eso me dará ventaja.

Cuando Amy me hace la seña, yo asiento para levantarme de la mesa con el girasol en la mano. Logré llegar a la mesa de café, que para mí suerte está vacía. Buscaba un lugar para poner la flor, hasta que veo un jarrón en medio de la mesa sin ninguna flor. Supongo que no encontró alguna para ponerla dentro de él.

Meto el girasol dentro del jarrón blanco y acomodo la nota para que pueda verse a simple vista. Y tan rápido como llegué, volví a mi mesa y dejé escapar un suspiro de alivio.

─ Bien hecho. Estoy segura que le gustará.

─ Sí, también espero eso.

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Había recibido un mensaje del Comandante Infinite The Jackal, diciendo que tenía que ir a las instalaciones de G.U.N. con urgencia. Así que después del desayuno me fuí en mi motocicleta hasta las afueras de Green Hills.

Al llegar, el lugar era protegido por una cerca de acero electrificada, mientras que en una cabina estaba un lobo pelirrojo con lentes, que al verme hizo el saludo militar para abrir la puerta.

─ Buenos días, Capitán Shadow.

─ Descansa, Gadget. Gracias. ─ Entré al lugar aún montando mi motocicleta, viendo cómo algunos constructores iban de ahí para allá.

Estacioné la moto en un área lejos de las máquinas excavadoras, para que después viniera el mismo lobo pelirrojo de antes. Me dijo que lo acompañara hasta la oficina del Comandante.

Caminábamos por el pasillo, viendo a algunos soldados en el proceso, los cuales me saludaban con el saludo militar, yo les correspondía la misma acción.

─ Gadget, ¿No sabes para que me necesita el Comandante?

─ Siento decirle que no, Capitán Shadow. Usted sabe que nunca habla sobre asuntos importantes con alguien que no sea de alto rango.

─ Como sea, lo que sea que trate lo manejare.

Habíamos llegado hasta la oficina del Comandante, entramos ambos y pudimos ver a un chacal de colores blanco y negro, que estaba viendo unos papeles que supongo, sin importantes. Levantó su vista de lo que hacía y se acomodó en su silla.

─ Gracias, Gadget. Puedes irte. ─ El lobo pelirrojo hizo caso a lo que dijo el contrato, saliendo por la puerta y cerrada al salir.

─ Bueno, Comandante, ¿Para que quería us-...

─ Buenos días, Shadow, me da gusto verte. ─ Habló con cansancio mientras se tallaba la frente por lo ver un saludo apropiado de mi parte.

─ Agh, si... Buenos días, Comandante Infinite. ─ Me acerqué a su escritorio y me senté en la silla frente a él. ─ Ahora sí, ¿Para qué me necesitaba?

─ Como verás, hay algunos asuntos que tengo que atender aquí. Y a Espio ya le dí algunas tareas para que me ayude, pero tengo un asunto que me hacía falta revisar.

─ Entiendo. ─ Me acercó una carpeta, por lo que decidí abrirla y pude ver primero una foto de un erizo verde, cosa que me hizo arquear una ceja.

─ Para responder a tu pregunta, él es Scourge The Hedgehog. Es un traficante de armas ilegales a nivel mundial, y acaba de venderle armas a nuestro querido amigo Eggman. ─ Alcé mi vista para verlo, esto no puede ser cierto.

─ ¿Eggman? Creí que estaba encerrado en la prisión estatal.

─ Pues parece que encontró ls manera de escapar. ─ Había hecho una pausa para levantarse y caminar hacia una gran ventana, quedando parado enfrente a la misma. ─ Necesito que busques a Scourge, me lo traigas aquí, y así podamos descubrir dónde está Eggman.

─ Espere, ¿Quiere que haga qué? ─ Expresé bastante confundido. ─ ¿Qué pasó con el mes libre y en temporada de entrenamiento?

─ Para los soldados la temporada de entrenamiento y mes libre por las instalaciones. Tú y Espio manejan los entrenamientos, pero mientras arreglan todo, ustedes hacen estás tareas. ¿Quedó claro?

─ No puede estar hablando en serio. ¡¿En serio cree que-...

─ Mejor cierra la boca o entonces tendré que llamarlo a él.

─ No puede hacerme eso. ─ Le dije entre dientes por mi enojo. ¿A él? ¡¿Es una maldita broma?!

─ Entonces haz lo que te digo. ¿Quedó claro?

Mi rabia era demasiada. Mis puños estaban presentes, y los apretaba con fuerza para tratar de saciar mi enojo. Pero de pronto el recuerdo de su sonrisa y su linda risa hace que logré calmarme.

De todas formas, no tengo otra opción.

─ Entendido, Comandante.

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