"3 años de incertidumbre" (2/3)

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Así era la rutina de la joven Noroeste, casi todo el tiempo encerrada.

Su vida social aún le seguía importando, pero luego llegaba a preguntarse si aquellas personas no eran más que seguidores cegados por la modernidad del nuevo mundo; el mundo en el que Pacífica se vio obligada a vivir sin tener más opción.

Pocas noches se ponía a reflexionar y muy a menudo se planteaba una pregunta: "¿Qué haría Dipper?" Sonaba un poco ridículo, incluso hasta para ella; sin embargo, de una alguna manera, pensar que era lo que haría ese chico le revolvía mucho las ideas.

Llegó a escribir un diario para desahogarse de su día a día.

Sus padres, como antes, comenzaron a restarle importancia a su hija pensando que estaría bien y completa con todos los bienes materiales que su riqueza les aportaba, pero para la joven de cabellos dorados era una historia totalmente diferente.

Una noche, en donde sus padres tuvieron que salir de improviso a la reunión de su "amigo", se quedó sola. Había una ligera llovizna, se sentía vacía, deseaba hablar con alguien. Al principio quiso escribir algo en su diario, aunque luego pensó en hablar con Dipper. Así que le envió un mensaje desde su celular, esperando a que siguiera despierto.

"¿Pasó algo, Paz? Es muy noche"

Se sintió un poco apenada, debía admitirlo, eran las 11:45 p. m. en ese momento. No era una hora muy decente para hablar. Se disculpó pensando que lo había despertado.

"Sí, de hecho, me despertaste, pero no te preocupes, ¿necesitas algo?"

Ella quería compañía, un alma más en aquella gigantesca casa. Ya no quedaba nadie ahí. Le explicó que no lograba conciliar el sueño y que se sentía sola.

Pasó alrededor de media hora y ambos no paraban de hablar, uno solo por cumplir un capricho con la excusa de que eso hacía una amistad y la otra porque quería tener un poco de atención y afecto, a pesar de que fuera a puras palabras.

Dipper terminó diciendo que moría del sueño.

"Pacífica, me encantaría seguir hablando contigo, pero no creo que mis ojos puedan seguir abiertos un minuto más"

No podía exigir mucho, claro estaba. De un momento a otro, se le ocurrió una idea. Se despidió de Dipper, deseándole una buena noche.

Había pasado un largo tiempo, sus padres aún no regresaban y dudaba mucho que lo hiciesen pronto. Era la hora de echar un vistazo.

Salió de su habitación, dispuesta a hallar respuestas sobre el enigma del misterioso "amigo" y la gran cantidad de dinero que consiguieron adquirir.

Entró a la habitación de sus padres y empezó a investigar. Inició en un buró a lado de la cama. Abrió el cajón y pudo divisar una gran cantidad de papeles.

—Debe haber algo por aquí, ¿qué es esto? —sacó una hoja medio arrugada, estaba partida. La desenvolvió y leyó el contenido— "... De tu amigo: Derry". Derry, ¿quién es ese? ¿Será el "amigo" del que tanto hablan mis padres? —dejó la hoja donde estaba y cerró el cajón.

Siguió inspeccionando la habitación, pero aparentemente ya no había nada más relacionado con lo que buscaba. Salió de allí, desilusionada. Aun así, ella estaba dispuesta a averiguar más.

Los días pasaron y otra reunión se presentó. Sus padres salieron otra vez. Antes de cualquier cosa, Pacífica quiso llamar a Dipper, pensaba que él podría ayudarle a averiguar algo al respecto. Como siempre, el castaño se aseguró de que su hermana no irrumpiera, pero se encontraba en una de sus incontables citas con Christian.

¡Hola, Pacífica!

—Hola, Dipper. Oye, emm... —se quedó callada un momento, no sabía muy bien por donde iniciar.

¿Sí? ¿Hay algún problema? —su voz denotó cierta preocupación, algo que a la joven Noroeste la conmovía y agradaba.

—¡No, no! No es nada grave, sólo que hay algo que me inquieta, ¿sabes?

¿Qué te inquieta? ¿Es tu familia otra vez? Espero que tu padre no te haya hecho nada —frunció el ceño, cruzándose de brazos.

—No, nada de eso. Aunque la verdad sí involucra a mis padres.

¿De qué se trata?

—Verás, ¿recuerdas que el viejo Mcgucket se quedó con nuestra mansión? —asintió—. ¿Y que tuvimos que iniciar de nuevo?

Ajá...

—Bueno, el problema es... que mis padres lograron recuperar su fortuna y fama, no del todo, pero sí gran parte. Todo comenzó desde que conocieron a un "amigo" del que no tengo idea de quien sea. Eso me inquieta un poco, digo, pensé que esos ricachones egoístas ya no querrían ayudarnos después de cómo quedó nuestra reputación. Sólo ese "amigo" nos ayudó a salir adelante. A veces pienso que quiere algo importante a cambio, eso es lo que me inquieta.

Vaya, eso suena interesante —se frotó la barbilla—. Tal vez debas hablar con ese amigo en persona, ¿has pensado en ello?

—Sí, se me ocurrió, pero me di cuenta que mis padres siempre son los que van a las reuniones que él hace: no lo veo nunca, además de que mis padres no me dejan ir a esas dichosas reuniones.

¿Qué tipo de reuniones son?

—Según son sociales y promocionales, pero no entiendo por qué nos escogió a nosotros. Apareció de la noche a la mañana para ofrecernos su ayuda, ¿no es eso ya algo misterioso?

Ahora que lo dices, sí, y mucho.

—Según he visto, se llama "Derry", pero siendo sincera no es más que una sospecha, ¿tú qué opinas?

Hmmm..., tal vez deberías escuchar una conversación de tus padres más a fondo. Puede que mientras estén en privado saquen algo de información.

—No es mala idea, gracias nerd.

—¡Oye! —fingió ofenderse para luego solo soltar una sonrisa sincera—. Bueno, que tengas suerte, Pacífica.

—Gracias, pero ¡oye!

¿Eh? —Dipper ya iba a colgar.

—No te he dicho que acabé de hablar contigo —ahora ella se hizo la sentida y desvió la mirada. Claro, Dipper no sabía que fingía y se puso nervioso.

Oh..., l-lo siento, no quise ser grosero —apenado, desvió su mirada—... tonto, tonto, tonto —susurró frustrado.

—Solo jugaba —soltó una risa traviesa—, aunque la única que te puede decir tonto, soy yo, ¿está bien? —miró a Dipper con una sonrisa juguetona. El muchacho se quedó sin habla, clavado en los ojos de la joven Noroeste— Ahm..., ¿Dipper? ¿Sucede algo?

¿Qué...? ¡Oh! —salió de su trance. Pacífica soltó una pequeña risa.

—Creo que te hipnoticé con mis encantos —movió su cabello hacia atrás.

Creo que lo hiciste —rio nervioso.

En ese instante, ambos sintieron algo especial surgir dentro de ellos. Dipper se sentía confundido y extrañado, preguntándose: ¿por qué una chica, como lo era Pacífica Elise Noreste, se fijaba en un chico nerd, descuidado e inexperto como yo, Dipper Pines? Esa pregunta hizo que quisiera preguntarle algo a la joven.

Oye, Paz.

—¿Sí, Dipper?

Quiero saber una cosa —hubo un poco de silencio, Pacífica se quedó expectante, cuestionándose que era lo que su ahora mejor amigo iba a preguntarle. Aunque, ¿mejor amigo?—..., ¿por qué de todos los chicos guapos, ricos de todo el mundo, me escoges a mí para hablar? Digo, solo soy un chico amante de las cosas geek y lo paranormal, no es algo que le guste a la gente en general.

Pacífica meditó un poco la pregunta y era cierto, había millones de personas en el mundo.

Dipper, Dipper Pines.

Para ella antes era un chico más en la gentuza, alguien inferior a ella; alguien que podía pisotear a su antojo. Sin embargo, ahora todo era diferente.

Como si su lengua hablara por sí sola, las palabras comenzaron a salir.

—Bueno..., pues... yo creo que eres alguien especial, diferente. Me enseñaste la verdad, abriste mis ojos a una nueva percepción del mundo. Me hiciste comprender que puedo ser distinta en una familia llena de engaños, mentiras y estafas; un linaje cimentado en la falsedad. Gracias a ti aprendí a valorar las cosas de la vida, que cada persona es especial, a su manera, pero lo es. Al igual que tú, yo creo que además de ser una persona especial, eres una persona única: valiente, inteligente y atrevido. Me salvaste de un ente fantasmal y estoy muy agradecida de ello, a pesar de haberte pagado dinero para que nadie supiese que te llegué abrazar alguna vez —ambos rieron ante el comentario—. A lo que voy, es que tú eres mi amigo de verdad, alguien a quien puedo hablarle siendo yo misma sin usar una máscara de estatus social. Tú y Mabel son grandiosos; a veces me pregunto qué sería de mí si no te hubiera pedido ayudar para sacar ese fantasma de ahí. Seguramente seguiría siendo el mismo monstruo de antes..., pero ya no y eso te lo debo a ti. Eres alguien especial para mí, Dipper.

Y así fue como Pacífica soltó todas sus emociones y lo que sentía dentro de su ser. Se sentía alegre y contenta, no había mayor felicidad que la que sentía en ese momento. En su rostro se dibujaba una gran sonrisa. Dipper, por su lado, se quedó sin palabras, asombrado y maravillado, aparte de sonrojado. Se sentía muy bien con todo lo que le dijo Pacífica.

¡Wow! Pacífica, no sé qué decir..., pero... gracias.

—¿Por qué me agradeces?

Por creer que soy especial, nadie fuera de mi familia me lo había dicho. Yo creo que también eres alguien especial y talentosa —sonrió.

Ambos se quedaron viendo fijamente, el tiempo pareció haberse detenido.

—Quisiera que estuvieras aquí...

¿Qué...?

—Digo, ¡tengo que irme! —entonces, se despidió velozmente de él, acabando la llamada— Qué fue eso? —se preguntó mientras un leve rubor se presentaba en sus mejillas.

Fue un poco extraño para ella, pero desde ese momento, su corazón palpitaba más deprisa por el joven castaño. No sabía que era esa sensación en un principio. Había experimentado eso con otros chicos, aunque no era más que atracción, mas esa vez era diferente. Sus pensamientos se vieron nublados por imágenes del chico y su estómago experimentó a las famosas mariposas dentro de él.

Esa llamada marcó algo en la rubia y estaba segura de que no podría ver a Dipper de la misma manera. Ese chico que la salvó y le cambió la vida, ahora ocupaba un lugar único en su corazón. Era increíble que antes no lo tratara como una persona siquiera, pero ahora todo eso era diferente.

La verdad relucía en frente de sus ojos.

—No puede ser, creo que me gusta —mordió su labio inferior. Su ritmo cardiaco ya iba disminuyendo, pero recordarlo lo hacía volver a apresurarse.

Era claro que tenía un fuerte apego por el muchacho. Antes de poder seguir pensando en él, sus padres irrumpieron la puerta principal de la casa. Pacífica se percató de ello y bajó de inmediato a hurtadillas, evitando ser detectada.

—Vaya día, ¿no querida?

—Ni que lo digas, Preston. Derry se extendió bastante en esta reunión. Aunque, ¿no crees que sea algo exagerado todo esto? Sé que hicimos un trato con él, pero aún no nos dice lo que quiere.

—Vamos, cariño, él sabía nuestro potencial, no creo que nos pida algo fuera de lo normal. Seguramente va a querer que le devolvamos el favor con riquezas.

—¿Estás seguro? Yo creo que no, querido. Parecía ser alguien importante, tiene muy buenos contactos, no creo que el dinero sea una de sus mayores prioridades.

—Entonces, ¿qué crees que pueda pedirnos? Yo recuerdo que nos dijo que anhelaba tener una joya para su colección. Seguro es una de esas reliquias perdidas del viejo mundo.

—¿Y nosotros tenemos una?

—Ahora que lo mencionas, sí. Hay una en mi cajón.

—Recuerdo que, específicamente, pensaba en un diamante de incalculable valor.

—Sí, es de incalculable valor, la conseguí tras chantajear a un busca tesoros.

—Bueno, seguro es eso —dejó una pausa, preocupada—..., espero.

—Tranquila querida, no puedo ser algo más. Digo, ¿qué vale más que el oro y los diamantes?

—Tienes razón —respondió ella, tranquilizándose un poco.

Pacífica había oído toda la conversación y se quedó expectante, ¿qué es lo que Derry en verdad quería de su familia? No pudo concentrarse, pues detrás de ella se oyó el sonido de una ventana que se abrió. Cuando volteó, lo único que pudo notar fue una bella rosa. La tomó entre sus manos y leyó una nota que venía con la misma.

"Poco falta para que la soledad deje de aprisionarte, Elise"

Esto dejó con duda a la joven Noroeste, ¿quién habría dejado la rosa? Y lo más importante, ¿por qué a ella?

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