"AeGF: La estatua de Bill Cipher"

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Después de los acontecimientos del Raromagedón...

La estatua de Bill Cipher quedó oculta en una parte recóndita del bosque de Gravity Falls. Alrededor de la piedra se encontraban destellos de color amarillo, eran vestigios del poder que esta entidad alguna vez pudo tener en sus manos.

Una luz turquesa emergió en la escena. Al apagarse, reveló a un ser hecho de la misma luz. Este ser se acercó a la estatua y colocó su mano derecha en ella.

—La línea de tiempo perfecta ha sellado tu destino —dijo este ser con serenidad—. La paz dominará este Universo por unos años; sin embargo, sigues siendo un peligro latente que debe mantenerse oculto.

El ser alzó su otra mano. Los destellos amarillos fueron atraídos hacia él y se acumularon en una sola esfera, la esfera que resguardaría toda la esencia del poder de Bill. De esta manera, él introdujo la esfera adentro de la estatua.

Se alejó de la piedra triangular.

—Me gustaría pensar que este poder permanecerá inactivo para siempre, pero es innegable: ellos lo buscarán. Debo asegurarme de que nadie más lo encuentre, mi prioridad es mantener este mundo a salvo, sobre todo porque hay alguien que debo proteger...

Una fuerte corriente de aire empezó a envolver a la estatua y a la entidad de color turquesa. Las hojas de los árboles de pino se movían con ferocidad, al igual que las flores y los arbustos que había en el bosque.

—Un laberinto crearé, un solo camino haré. Aquel que se equivoque una vez, perderá el indicio de tu paradero para siempre. Solo quien sepa el camino te hallará y por ello mismo nadie te encontrará... —dictaminó el ser.

El bosque comenzó a tener movimientos bruscos sobre su tierra, los árboles cambiaban de lugar y todo se revolvía de manera aleatoria.

Con su trabajo realizado, la entidad se desvaneció para dirigirse a otro lugar.

Tres años después...

Un hombre de pequeña estatura salía de entre algunos arbustos. Este hombre tenía un semblante serio y portaba una ropa bastante elegante. De pronto, su expresión mostraba malicia y una luz roja destiló de los espirales cuadrados que estaban marcados en sus dos mejillas.

En frente de él estaba la estatua de Bill Cipher.

—Nadie te encontrará... hasta ahora —habló él con un gesto de superioridad.

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Bill y Janice estaban caminando en el pueblo de Gravity Falls. El rubio estaba ansioso de seguir conociendo a la mujer que conoció recientemente junto a los mellizos Pines.

Por su parte, Janice estaba sumergida en sus pensamientos. Desde que llegó al pueblo no ha dejado de pensar en todas las coincidencias que la han guiado hasta ahí. Todo parecía interconectado, sobre todo, el hecho de que su mejor amigo ya tenía todo preestablecido.

Emitió un suspiro, estaba completamente confundida y no tenía ni la más remota idea de lo que estaba sucediendo. Lo que más la tiene intrigada, es el hecho de que Yasir la haya traído a este lugar, estaba claro que él sabía algo más, ella sabía que él era consciente de algo más.

¿Sería que en verdad sabía en dónde estaba su mejor amigo? ¿La había engañado? ¿Por qué no había aparecido y la había guiado con quien se suponía que estaba buscando?

Las preguntas la tenían muy inquieta. Así mismo, todavía se siente insegura sobre contarle a sus nuevos amigos de Yasir. ¿Debería hacerlo?

—Janice —habló Bill al verla tan adentrada en sus pensamientos.

Janice salió de su trance y volteó a verlo.

—¿Eh?
—¿Qué tienes, niña? Parece que algo te haya sumergido en el limbo. —Bill se hallaba desconcertado con su actitud.

Janice se despabiló un poco.

—No es nada, Bill. Es solo que estoy confundida. Han pasado muchas cosas y, la verdad, todo me sigue pareciendo increíble, de forma literal.
—Ya veo. Pero no te preocupes, el cambio no es tan complicado, yo suelo cambiar muchas cosas todo el tiempo..., aunque no haya podido hacerlo últimamente. Se sigue sintiendo un poco incómodo. —Bill observó su cuerpo humano.

La realidad de Bill era un poco complicada, puesto que seguía acostumbrándose a las sensaciones que tiene un ser humano. Las emociones y los sentimientos seguían siendo algo nuevo para él, además de todas las nuevas experiencias que estaba recolectando gracias a lo mismo. No cabía duda de que existía una gran diferencia entre poseer un cuerpo y tener un cuerpo humano propio.

—¿Sabes? A veces hablas de una forma en la que no entiendo qué es lo que quieres decir exactamente. —Janice sonrió con cierta burla—. Pero está bien, por alguna razón, siento que puedo comprenderlo. Yo siento que estoy en un lugar que no debería existir.
—¿En serio? Vaya, vaya. Entonces no quiero imaginar cómo reaccionarías a otros lugares más anormales. —Bill rio.

Janice alzó la ceja con confusión. El rubio se percató de lo raro que fue su comentario.

—Olvídalo —dijo Bill.
—Vale, está bien.

Ambos siguieron caminando. Janice seguía observando a los pueblerinos. Bill también observaba a todos, aunque se percató de un detalle importante.

—Oye.
—¿Qué pasó? —Janice volteó a verlo.
—¿Cómo es tu amigo?
—Oh, es cierto. Lo siento. —Janice emitió una risa nerviosa—. Por las prisas ya no te dije nada al respecto sobre él.
—Está bien. Solo dime cómo es para encontrarlo más rápido.
—Bueno, él tiene el cabello negro, mide como un metro con sesenta y siete, siempre tiene una expresión relajada y agradable, a veces tiene actitudes raras, pero siempre se muestra positivo y optimista; también tiene ojos grandes y casi siempre está contento.
—De acuerdo. Cabello negro, ojos grandes, metro sesenta y nueve... Espera un momento, he visto a alguien así antes.

Bill cierra los ojos. De entre los detalles que ella mencionó, también resaltó el hecho de su positivismo y optimismo. Eso lo hizo pensar en una sola persona... El muchacho que lo trajo a esta nueva vida junto a su archinémesis, Ford.

—Janice, creo que lo conozco.
—¿Qué? ¿De verdad?
—¡Sí! Y está justamente en la cabaña en donde me estoy quedando.
—¡Wow! ¿Eso significa entonces que... vive contigo? —preguntó intrigada.
—Bueno, en realidad el sitio es del par de tontos con los que vinimos.
—¿Dipper y Mabel? Creí que te caían bien —comentó con burla, pues sabía que Bill no tenía buena relación con ellos.
—¡Claro que no me caen bien! Son lo peor de lo peor, pero por circunstancias que no puedo controlar, no tengo más opción que quedarme con ellos.
—Bueno, pero entonces dices que él ahora está con todos ustedes, ¿no es verdad?
—Sí, así es. Vamos, podemos ir a buscarlo. Él me preparó una hamburguesa antes de irnos y de seguro está ahí.

Janice se sintió tentada, a decir verdad. Sin embargo, al saber que la cabaña no le pertenecía a él, sentía que sería muy importuno entrar a una propiedad ajena. Por lo tanto, decidió tomar una mejor alternativa.

—¿Podríamos ir a buscar a Dipper y a Mabel? Me gustaría que fueran ellos quienes me invitaran a su cabaña.
—¡Oh, vamos! No necesitas la autorización de esos bobos. Ya tengo el mismo derecho sobre esa cabaña tanto como ellos.
—No lo sé, Bill. En serio no me gustaría llegar ahí como si nada. Además, ¿estás seguro de que está ahí? ¿Qué tal si salió?
—Bueno, solo lo sabremos al llegar. Aunque ahora que lo mencionas...

Bill también se pone a pensar en las posibles consecuencias de llegar a la cabaña si Ray no estaba. Podría ser que quien abriera la puerta fuera uno de los tíos de los gemelos, podrían llegar a preguntarse el por qué ellos no están con él y, debido a la poca confianza que le tienen, muy seguramente lo maltratarían y no le creerían que les perdió la vista.

—Demonios. Creo que tienes razón. Será mejor ir a buscar a esos tontos.
—Gracias por comprender, Bill.
—Aunque créeme que lo hago más de fuerzas que de ganas.
—Sí te creo. —Janice rio.

De esta manera, Bill y Janice se encaminaron al bosque, exactamente, al pequeño paraíso al que el viejo demonio de los sueños los había llevado recién.

Dentro del bosque, estaba el hombre de pequeña estatura junto a un hombre perfectamente apuesto, quien tenía sus manos dentro de sus bolsillos.

—De acuerdo, Yasir. Ya están todas las piezas colocadas, es tu turno.
—Lo has hecho muy bien, James. Todo este tiempo creí que me tenderías una trampa, ¿sabes?
—Oh, hermanito. Yo solo quiero lo mejor para esta familia, es mi deber después de todo; es la consigna que mi padre me ha encomendado, no puedo ir contra de esos principios.
—Cuando lo dices así, suena demasiado sospechoso.
—Ya me conoces. Soy totalmente impredecible. —James sonrió con malicia.

Yasir reacciona con un gesto de incertidumbre, pero sabe que no puede hacer nada cuando se trata de su hermano mayor, su capacidad mental era totalmente superior a la suya, por mucho que detestase eso.

—Bueno, supongo que entonces solo me queda confiar en ti —dijo Yasir con una sonrisa despreocupada.
—¿Tienes otra opción? —preguntó James con ironía.
—No realmente, pero de algo estoy seguro: recuperaré lo que me pertenece y me vengaré de mi tío —dijo con seriedad.
—Ambos sabemos que esto no es una venganza. Solo es curiosidad.

Yasir chista y no pudo evitar sonreír con complicidad.

—¿Y qué si lo es? Mi tío y yo tenemos esto pendiente.
—Todo sea por ser más perfecto, ¿no es así? —comentó James de forma burlona.
—Como tú has dicho, esa es mi consigna.
—Touché.
—Además, es intrigante saber qué es aquello que me falta para mejorar.

Yasir tenía su mirada puesta en la frondosidad del bosque.

—Tienes una muy larga historia por detrás, hermanito. Aún así, admito que es un poco sorprendente que solo te faltaría esto para estar completo —comentó James con singular alegría.
—¿En serio? —Yasir lo miró con curiosidad.
—Sí, pero aún te faltará para hallar la plenitud total y, con ello, la verdadera perfección humana.
—Suena interesante.
—Sí que lo suena, Yasir... Sí que lo suena...

James le dio la espalda y empezó a caminar. Yasir solo pudo observar como se perdía entre la oscuridad del bosque mientras imaginaba qué era aquello que le hacía falta para ser totalmente perfecto.

Sin duda alguna, los Dagger eran un misterio total. Lo único que se sabía hasta ahora, es que entre sus familiares había un hombre muy poderoso, otro hombre con bastos conocimientos y este hombre que aparentemente era la perfección en persona.

¿Quiénes eran estos y cuál era su historia? La colisión se aproximaba de forma amenazante. Las respuestas acechaban a la vuelta de la esquina.

Bill y Janice llegaron al pequeño santuario. Caminaron por el pequeño terreno, pero no tuvieron éxito en encontrar a los mellizos.

—No está ninguno de los dos —dijo Janice un poco frustrada.
—Demonios, ¿dónde se habrán metido? —preguntó Bill enfurruñado.

Siguieron buscando un poco más, incluso en los alrededores, pero no hubo nada ni nadie. Fatigados, decidieron darse un descanso en la orilla del pequeño lago hecho por la cascada. Se sentaron juntos.

—Me pregunto dónde estarán. —Janice miraba a la cascada, la cual destilaba una gran luz de diversos colores detrás de ella.
—Quién sabe. Ellos dos siempre se han metido en mucho líos. No me sorprendería ahora que estuvieran enredados en alguno de ellos —bufó.
—¿Ah, sí? ¿Cómo qué líos? —Janice volteó a verlo con curiosidad.
—No lo sé, tal vez se encontraron con un ejército de ladradores, o probablemente se hayan topado con trolls de madera... Quién sabe, este pueblo lo tiene de todo.

Bill no pareció estar muy interesado, después de todo, no le importaba en lo absoluto la integridad de los mellizos. Por su parte, Janice reaccionó un poco preocupada.

—¿Pero estarán bien?
—¿Ellos? —Bill rechistó—. Claro que sí. Sería decepcionante si no. Se han enfrentado al apocalipsis. Unas simples criaturas seguro no serían más que un paseo por el parque para ellos. —Bill desvió su mirada a la cascada.

Janice suspiró y retomó la vista a la corriente de agua descendente, la luz que se ocultaba detrás de ella era maravillosa.

—Para hablar de cosas tan paranormales, pareces demasiado tranquilo —comentó con intriga—. ¿Pero el apocalipsis? Seguro estás exagerando.
—Me gustaría decir que exagero, pero no. Verás, en este pueblo casi se generó el fin del mundo, pero lograron evitarlo.
—¿De verdad? Pues qué impresionante —comentó ella un poco incrédula.

Sin embargo, Janice tenía otros pensamientos en mente.

«Esto solo me hace rectificar que efectivamente estoy dentro de la maldita serie», suspiró.

—Sí, aunque no lo creas —habló Bill.
—Supongo que lo creeré hasta verlo. Aún así, me sorprende que hables de estas cosas de forma tan natural.
—Creo que se debe más que nada a la experiencia, después de todo, yo también soy anormal.

Janice lo miró de nuevo con una sonrisa.

—¿Cómo que tú también lo eres?

Bill parpadeó un par de veces. Olvidó por un momento que él ya no era más que un simple humano. Para no volver rara la conversación, decidió usar algo de su aspecto a su favor.

—¿No ves mi rostro? Me falta un ojo. —Bill señaló su parche.
—Es cierto. —Janice rio un poco—, aunque siento que eso te vuelve alguien particular.
—¿En serio?
—Sí. No todos tienen un parche tan genial como el tuyo.

Bill chistó ante su comentario. Se quedaron en silencio por un rato mientras admiraban la cascada.

Bill se quedó pensando. Después de todo lo que le ha sucedido, ha podido experimentar un poco de paz y tranquilidad; la ansiedad y la incertidumbre lo habían tenido aprisionado. De hecho, incluso se había olvidado por completo de Hans y de que ahora estaba atrapado en un cuerpo humano.

Estar conviviendo con Janice lo había mantenido sumamente tranquilo y reconfortado, era algo nuevo para él y lo tenía sumamente contento. Bill desvió su mirada de la cascada para verla de nuevo.

El rubio inició a examinarla de pies a cabeza, su cabello dorado ondeaba con la brisa que provenía de las profundidades del bosque y sus ojos grises contrastaban con la luz del sol; las nubes pasaban constantemente sobre ellos para apaciguar el contacto directo con el astro.

Janice comenzó a notar su mirada y regresó a verlo. Sonrió.

—¿Qué sucede? ¿Tengo algo en el rostro?
—No, no es eso. Solo me preguntaba por qué me siento tan bien contigo. Ni siquiera en mis locuras más grandes me sentí tan... tranquilo.

Bill se expresó con total sinceridad. Una ola de emociones lo envolvían. El contacto directo que tenían sus ojos lo tenían inmerso en una nueva aventura interior que no podía expresar con palabras.

—Bueno, tal vez solo te faltaba sentarte un poco y... no hacer nada. Por lo que entendí, eres muy hiperactivo, ¿no es así?
—Sí. Eso creo.

Janice regresó su mirada a la cascada. Bill imitó su acción, su mirada lo había hecho sentir bastante bien. Aún así, empezó a sentirse sometido de algún modo. El hecho de sentir que podría empezar a depender de las nuevas emociones lo comenzaron a tener un poco molesto. Por lo tanto, decidió dejarlo ir por el momento.

Aún así, el rubio siguió con una gran punzada de curiosidad por saber más sobre ella.

—Janice.
—¿Sí?
—¿Desde cuándo conoces a tu amigo? ¿Por qué es tan importante para ti?

Janice no respondió de inmediato, se quedó en silencio por unos momentos. Soltó un pequeño suspiro y cerró los ojos. Volvió a abrirlos y su mirada se quedó fija en la cascada.

—Lo conocí a inicios de la preparatoria. Al principio casi no nos hablábamos, pero con el tiempo fui conociendo más de él y él más de mí. El tiempo nos hizo más unidos y de pronto nos convertimos en mejores amigos. Él es importante para mí porque comprende lo que sucede con mi vida, me anima cuando me siento a morir. Sabe qué es lo que me agrada y me gusta mucho la creatividad que tiene; incluso creí que estaba un poco loco con toda la historia que había armado dentro de su cabeza, ¿sabes? Pero no me cabe duda de que es un amigo grandioso. Me importa porque yo le importaba mucho a él y porque él siempre me procuraba y me cuidaba como podía...

Bill escuchó con atención.

—A decir verdad, el chico que describes suena idéntico al chico que conozco. Jamás creí que alguien tan irritante podría ser así.
—¿Por qué dices que es irritante?
—Bueno, porque siempre parece saber qué es lo que me pasa, me habla de cosas raras y sabe perfectamente cómo atacar mis puntos débiles. Cocina muy bien, además.
—¿De verdad? Eso sí no lo sabía.
—¿No sabías que cocinaba?
—No. Que yo sepa, él no sabía cocinar nada en lo absoluto.
—Vaya. Pues créeme cuando te digo que actualmente te sorprendería.
—Pues sí me parece una sorpresa que haya aprendido a cocinar en cuestión de meses, pero bueno... Creo que deberíamos empezar a buscarlos por otro lado. Quizá hayan regresado a la cabaña.
—Podría ser.

Bill se levantó y Janice lo siguió.

—¿Sí sabes dónde queda la cabaña desde aquí?
—Puedo darme una idea, tú tranquila. Conozco muy bien este lugar.
—Vale. Tú llevas viviendo aquí más tiempo que yo, además, no tengo otra opción, ¿verdad?
—Te perderías enseguida.
—Por eso lo dije.

Ambos rieron un poco. Posteriormente, empezaron su recorrido por el bosque de Gravity Falls.

Yasir estaba oculto entre la arboleda. Sacó su móvil y realizó una llamada rápida.

—¿Está con la mente ocupada? —preguntó el rubio con seriedad.
—Sí. Está con ambos gemelos en el lago. Puedes proceder.
—Excelente.
—¿Quieres que te repita el camino hasta la estatua?
—No, lo recuerdo todo perfectamente.

Yasir colgó la llamada y se movió rápidamente.

Bill iba al frente de Janice, estaba seguro del camino que seguían. Ella, por su parte, solo admiraba el paisaje, a pesar de estar lleno de árboles de pino, los pequeños animales que había regalaban un ambiente relajado.

Sin embargo, empezó a notar que el bosque se iba oscureciendo más de forma paulatina, un evento que la dejó alerta. Llamó a Bill.

—Eh..., ¿Bill?
—¿Sí?
—¿Es normal que esta parte del bosque se oscurezca tanto?
—¿Qué?

Bill estaba tan concentrado en ubicarse que no se había percatado del ambiente tan sombrío en el cual se encontraban. Bill se detuvo y Janice se colocó detrás de él.

—No, no es normal. Jamás había visto este fenómeno en esta parte específica del bosque.
—¿Dices que sí pasa, entonces?
—Sí, pero no en esta parte —corroboró Bill con la mirada entrecerrada.

Bill empezó a inspeccionar los alrededores y, a pesar de contar con un solo ojo, pudo divisar una pequeña luz al fondo de donde se encontraban.

—Sígueme.

Bill inició su trayectoria en dirección hacia aquella luz, aunque caminaba bastante rápido. Janice, temiendo perderse entre las tinieblas, sujetó la parte trasera de su playera para no perderlo de vista. Bill sintió el jalón de su ropa y se detuvo.

—¿Qué estás haciendo, niña?
—Vas muy rápido. No te quiero perder.
—Debo admitir que eso es muy halagador —dijo de forma soberbia.
—¡No, tonto! ¡Es porque no me quiero perder yo!
—Oh... —Bill desvió la mirada.
—¡Ya no seas tan bobo y sácanos de aquí! —repuso Janice con una gran expresión de temor en su rostro.
—¡De acuerdo, de acuerdo! Cielos, qué genio. —Bill tomó su brazo y retomó el camino hacia la luz.

Al llegar, divisaron un camino bifurcado. La luz del sol iluminaba desde el cielo con intensidad, lo que refleja el sitio como si fuera un santuario sagrado. Bill tapó la luz de su rostro con su mano desocupada.

—Jamás había visto un lugar tan iluminado como este... —comentó Bill.

Janice también quedó un poco ofuscada por el cambio abrupto de la iluminación. Ella también tapó su rostro con su mano libre.

Después de unos segundos, Bill fue el primero en adaptarse a la luz. Al observar de mejor manera, pudo percatarse de una figura que se encontraba justamente en la bifurcación del camino.

Aquella persona metió sus manos dentro de los bolsillos de su saco y dirigió su camino hacia el lado derecho.

Janice también terminó por adaptarse a la luz y pudo visualizar el camino.

—Cielos, me lastima los ojos —comentó Janice un poco molesta.
—Sí, es demasiada luz para mi gusto.

Janice se soltó de él para colocar sus manos arriba de su frente y así tapar el sol. Bill la observó con gracia.

—No pensé que fueras tan miedosa.
—Sí lo soy, ¿y qué? —dijo con irritación.

Bill se sobresaltó por su actitud.

—Hey, no me hables así. ¿Quién te crees?
—Eres muy creído, Bill. Mejor sácanos de aquí, ¿quieres?
—Yo no sigo órdenes tuyas.
—Agh.

Ella se notaba demasiado molesta. Bill se sintió bastante enojado con su actitud, pensó que podría llevarse bien con ella, pero al parecer resultó ser una mujer bastante complicada.

—Cómo sea. Aunque sea dime por donde ir para largarme de una vez por todas. —Janice hizo un pequeño puchero con sus labios.
—Si eso quieres, entonces tienes que...

Bill pudo percatarse que, en realidad, jamás había visto esa parte del bosque. Intentó recordar de todo su tiempo observando este pequeño pueblo, pero nada. Era como si fuera algo totalmente nuevo para él, lo cual suena completamente ilógico.

—¿Entonces qué? ¿Para dónde?
—No lo sé.
—¿Cómo que no lo sabes? —Janice lo mira con molestia—. Creí que habías dicho que conocías bien este bosque.
—Y en verdad lo hago.
—¿Entonces a dónde voy?
—¡Que no lo sé! —exclamó con furia.

El grito provocó que Janice relajara el semblante y se sintiera un poco minimizada. Bill observó la reacción de la chica y, por alguna razón, se sintió mal por ello.

Janice desvió la mirada.

—Estamos perdidos. —Janice soltó un bufido y se recargó en uno de los árboles para cubrirse con su sombra.
—No puedo creer que tengas razón.

Bill se sentó en un árbol que se encontraba justo enfrente del de ella.

—¿Y qué? ¿Nos quedaremos aquí? —preguntó Janice con un tono más calmado.
—Por supuesto que no.
—¿Cuál es tu plan?
—Bueno, por lo que veo, solo tenemos dos opciones. Estamos cercados por la arboleda, sería más peligroso escabullirnos entre los árboles.

Bill suspiró.

«Si aún tuviera mis poderes, podría salir fácilmente de aquí. Me siento inútil con esta estúpida forma», pensó mientras apretaba sus puños con rabia.

—Suena razonable. —Janice se despegó del árbol.

La chica se dirigió con Bill y lo miró con cierta incomodidad.

—No quise hacerte enojar. Solo me irritó un poco que resaltaras mis miedos... —Janice desvió la mirada.

Bill la observó con curiosidad. Ella ni siquiera se inmutó en disculparse, cosa que lo dejó un poco intrigado; aunque de igual modo tenía gran parte de la culpa. Sin embargo, las disculpas no son algo que formen parte de su personalidad.

El rubio se levantó y la miró con una sonrisa.

—Está bien. Yo también detesto que remarquen mis deficiencias.
—Entonces procuraré no hacerlo. —Janice volteó a verlo de nuevo—. A menos de que me des razones para hacerlo.

Bill chistó por su respuesta, pero solo negó con la cabeza.

—En fin, ¿qué camino tomamos? —preguntó Janice observando ambos caminos.

Bill recordó al hombre que recién vio. No conoce nada de esta parte del bosque, pero ahora estaba intrigado de saber quién era esa persona que se escabulló de forma tan natural en el camino.

Bill se dirigió al camino por donde se fue aquél hombre. Volteó a ver a Janice.

—Vayamos por acá. Sígueme.
—Muy bien.

Janice lo siguió por atrás.

El camino era un poco largo, pero no tardaron en llegar a otro punto en donde el sendero ahora se dividía en tres caminos. Al estar Bill enfrente, pudo observar nuevamente como el hombre tomaba el camino central.

Bill entrecerró los ojos.

—¿Quién será...?
—¿A quién te refieres, Bill?
—¿Huh?

Bill regresó a verla. Se dejó llevar tanto por su curiosidad que olvidó guardar sus pensamientos, además de que estaba acostumbrado a expresar sus ideas en soledad.

—Nada importante. Solo recordé a alguien.
—¿A quién?
—Un hombre albino...

Janice reaccionó con asombro. Al escuchar sobre el hombre albino, se llenó de curiosidad.

—¿De casualidad sabes su nombre?
—Sí, sí. Su nombre era Hans —respondió restándole importancia. Su nuevo objetivo lo tenía enfrascado.

«Hans..., el nombre también es idéntico. No puede ser una coincidencia...», Janice empezaba a sentir que descubría una verdad mucho más grande de lo que imaginó alguna vez.

Bill, por su parte, siguió liderando el camino, aunque decidió reservarse sus comentarios para no levantar sospechas. Janice solo lo seguía mientras trataba de hilar las ideas que tenía en su mente.

El camino los guio a otro punto de elección. Ahora se hallaban frente a cuatro caminos, igual que la vez anterior, Bill pudo observar al mismo hombre dirigirse a uno de los senderos.

«¿Por cuánto tiempo seguiremos así?», Bill frunció el ceño un poco desesperado.

—Ugh. Estos caminos no parecen tener fin —reclamó Janice.
—Entonces será mejor apresurar el paso.
—Oye, a mí no me vas a hacer correr, ¿eh?
—¿Podrías caminar más rápido, aunque sea? —preguntó con una clara molestia.
—Pues ya qué.

De esta manera, Bill y Janice apresuraron un poco más el paso para seguir al hombre que tanto intrigaba al demonio de manera eficaz.

Mientras más avanzaban, más senderos divididos aparecías y Bill seguía con determinación a aquella figura. Por algún motivo, sentía una gran conexión con ese hombre: la curiosidad y la intriga lo tenían sumamente inquieto.

El trayecto continuó por un rato más, la caminata ya parecía tardar una eternidad. Janice detuvo a Bill.

—Bill, ¿podemos descansar un poco? Ya estoy muy cansada...
—Pero ya casi salimos de aquí —repuso Bill.

Janice se notaba muy fatigada, no parecía tener la mejor condición física. Bill mintió para motivarla, ya que estaba experimentando una nueva emoción que lo tenía inquieto; la ansiedad por descubrir de quién se trataba ese hombre lo tenía totalmente alterado.

—Por favor, Bill, aunque sean solo unos cinco minutos. —Janice mostró una expresión cansada.

Bill solo pudo suspirar y ceder ante su petición, tampoco la podía dejar sola por mucho que quisiera hacerlo en ese momento. Sí, quizá Janice la hacía sentir cosas extrañas, pero seguía siendo el mismo egoísta y narcisista de siempre, aun así, estaba plenamente consciente de que dejarla sola traería malas consecuencias para él.

Bill y Janice tomaron asiento en uno de los árboles que había alrededor del sendero.

—¿Cuánto falta para llegar, Bill? ¿En serio sabes hacia dónde vamos? —preguntó con un tono de voz apagado. Su cansancio era muy notable.
—Siendo sincero, solo estoy siguiendo mi intuición —mintió de nuevo—. A decir verdad, no tengo idea de donde estamos.
—Entiendo... —Janice suspiró.

Siendo sincera, la declaración de Bill la hizo molestar mucho, pero ya no quiso agravar la situación nuevamente, no estaba de humor para tener una pelea en ese momento.

—Ya que estamos perdidos, ¿podríamos relajarnos un poco? Me gustaría poder cerrar los ojos un momento...
—¿Qué?

Bill reaccionó de mala manera, puesto que no estaba seguro de si aquél hombre se habría marchado para entonces, temía perderle la pista y no encontrarlo nuevamente. Una parte de él quería explicarle a Janice que estaba interesado en seguir a ese hombre, pero otra parte de él sabía que Janice tomaría de muy mala manera el hecho de estar siendo arrastrada por lo que podría parecer una vil tontería en vez de enfocarse en encontrar la salida del bosque y llegar a la casa de los gemelos.

Bill bufó, no tenía muchas alternativas.

—De acuerdo, suena justo.
—Ay..., gracias.

Janice se recostó sobre él para estar cómoda, así Bill podría servir de algo, según ella.

El rubio tomó con sorpresa la acción, sentir el cuerpo de la chica encima de él lo hacía sentir cálido, del mismo modo, comenzó a experimentar sensaciones extrañas en todo su ser.

Sin duda alguna, ser humano era demasiado complicado y complejo-

«Estas criaturas son mucho más difíciles de comprender de lo que yo creía. Pensé que solo funcionaban a base de deseos, avaricia y poder..., pero parece ser que es algo mucho más abstracto de lo que alguna vez imaginé», Bill soltó un resoplido.

Pasaron los minutos y Bill se contagió del cansancio que emanaba Janice. De manera inevitable, también comenzó a cerrar los ojos; ambos iban a tomar una pequeña siesta sin percatarse.

Bill abrió los ojos nuevamente y la luz que iluminaba el bosque había disminuido levemente, algo que le indicó que no pasó mucho tiempo. De pronto, empezó a experimentar un ligero dolor proveniente de su espalda; haberse recostado en corteza no fue una gran idea, después de todo.

—Carajo, mi espalda. —Bill miró a Janice, quien parecía estar descansando complacida.

Bill bufó.

—Bueno, ya fue suficiente. Despierta, niña.

Bill tomó a Janice de su hombro y la agitó con un poco de brusquedad. Ella abrió los ojos con molestia.

—Ugh. Solo un poco más.
—No, Janice. Hay que continuar, sería mala idea quedarnos más tiempo aquí. Si nos agarra la noche en este bosque, podría ser nuestro final.

Janice hizo una mueca de disgusto, pero no pudo evitar estar de acuerdo.

—Supongo que tienes razón.

Janice se despegó de él y se estiró. Después se levantó y siguió estirándose un poco más,

—Bueno, sigamos entonces.
—Perfecto.

Bill también se levantó. Intentó tronarse la espalda, pero le fue imposible, tendría que lidiar con ese dolor molesto por un rato.

—Andando.

Bill se colocó en frente y ambos siguieron el único curso que había en el sendero. Finalmente llegaron a otro punto de elección, en el cual se hallaban dieciséis caminos.

El hombre estaba oculto detrás de uno de los árboles, era apenas perceptible; parecía tener mucha paciencia.

Bill pudo notar al hombre y rápidamente se encaminó hacia él. El hombre también prosiguió su andar y lo dejó atrás.

—Espero que este sea el último... —Bill estaba demasiado inquieto.
—Yo también —expresó Janice con irritación.

Sin embargo, antes de poder seguir avanzando, sintieron que la tierra temblaba. En un evento inexplicable, ambos salieron disparados hacia atrás y cayeron de sentón sobre el sendero. En un instante, pudieron percibir un cambio totalmente radical en el ambiente, la luz se había esfumado y la oscuridad ahora reinaba sobre ellos; la luna brillaba resplandeciente en el cielo.

—¿Qué carajos acaba de pasar? —preguntó Bill confundido por completo.
—Si tú no sabes, yo menos —dijo Janice con la misma reacción.
—Como sea, no importa. Solo sigamos el camino.

Ambos se levantaron de nuevo, pero Janice volvió a caerse, seguía un poco mareada por lo sucedido.

—Agh... Dame un momento...

Janice cerró los ojos e intentó calmar el mareo que sentía.

Bill, por su lado, se fijo que había perdido el camino por el que el hombre se había ido.

«Rayos, ¿qué camino era?», Bill observaba desconcertado por todos lados. La intranquilidad comenzó a invadirlo. Estaba muy ansioso y no quería perder de vista a ese hombre.

«¡Carajo!», Bill trató de pensar en alguna solución rápida. «¡Ya sé! Me asomaré a uno de los caminos y si no lo veo, simplemente me regresaré. Igual, esto no se va a mover de aquí y así no perderé a Janice de vista».

Bill entonces decidió sumergirse en uno de los caminos. Sin embargo, llegó a un camino entrecortado que llevaba a un árbol repleto de flores.

—Bueno, por aquí no era.

Bill se dio la vuelta, pero antes de regresar, las flores expulsaron una gran cantidad de polen que cayeron sobre el cuerpo del demonio. Bill se sintió extremadamente incómodo.

—¡¿Qué... rayos...?!

Bill cayó rendido al suelo. El sendero que mostraba el regreso se cerró y la oscuridad lo cubrió.

Janice finalmente abrió los ojos y se sintió mucho mejor.

—Listo, Bill. Ya podemos continuar.

Janice miró a su alrededor y ya no había nadie.

—¿Bill? ¡¿Bill?! —gritó su nombre esperando una respuesta, pero nadie acudió a su llamado—. ¡Mierda!

Janice ahora estaba enardecida, mucho tuvo que tolerar de Bill para que al final la dejara abandonada en el bosque y a mitad de la noche, lo cual todavía no se puede explicar.

—¡Estúpido Bill! ¡Aparece ya!

Sin embargo, el silencio seguía apoderándose del ambiente. Janice se empezó a sentir frustrada en gran manera, el sentimiento era tal que sus ojos se pusieron cristalinos: ella iba a soltar en llanto.

—Hey.

Ante todo pronóstico, una voz distinta, pero familiar, la sacaron de su trance. Ella volteó a uno de los caminos y pudo visualizar la figura de un hombre joven.

—¿Bill?

Janice sonrió, creyendo que el demonio no la había dejado sola después de todo.

El hombre, sin decir ninguna otra palabra, retomó el camino por el que se había aparecido y la dejó atrás.

—¡Oye! ¡Espera!

Janice rápidamente corrió detrás de él.

En el transcurso del sendero, Janice pudo ver como caían las hojas de los árboles, también escuchaba el crujir de las hojas secas que pisaba. Miró hacia el suelo y se percató de que dichas hojas parecían ya tener mucho tiempo en el suelo, estaban casi deshechas. Una fuerte brisa recorría el sendero con cierta ferocidad.

La joven rubia empezó a entrar en pánico, a pesar de que detesta correr, se sintió obligada a hacerlo.

—¡Bill, por favor, espérame! —suplicó mientras sentía como se achicaba su corazón por el miedo.

La corriente de viento se intensificó, una señal para que retrocediera, pero ella no hizo caso; de cualquier modo, no tenía otra opción y lo único que quería era encontrar a Bill para darle un merecido golpe y después decirle que nunca la vuelva a dejar sola de esa manera.

Sin embargo, el camino solo se volvía más oscuro, al punto de que ya no pudo ver nada.

Janice se detuvo por un instante y se sintió sumamente inquieta.

«¿Dónde estoy?», miró a todas partes.

De pronto, escuchó movimientos extraños alrededor de ella. Eran movimientos bruscos y secos, del mismo modo, también sintió como la tierra temblaba con algo de fuerza.

Finalmente, una abertura se abrió entre la oscuridad, revelando un pequeño terreno iluminado por la luz de la luna y las estrellas. Janice fijó su vista a ese lugar y no lo dudó ni un segundo, se dirigió directamente hacia allá.

Al salir de la oscuridad, Janice pudo observar su entorno. El lugar estaba desolado y en silencio, ni siquiera los insectos hacían ruido. Caminó un poco más y siguió observando los alrededores, hasta que finalmente encontró lo que el bosque resguardaba con tanto recelo.

—¿Huh...? ¿Bill...?

Frente a Janice se encontraba la estatua de Bill Cipher, la cual estaba enterrada a medias. Su mano derecha estaba extendida, su expresión petrificada parecía neutral, aunque pocos sabían que en esos pequeños momentos sentía la gloria de la victoria; una falsa victoria en la que cayó tan ingenuamente.

Janice se aproximó a la estatua y la observó con intriga y curiosidad, se veía exactamente igual a como la vio hace mucho tiempo atrás, en un contexto completamente distinto.

—La reconoces, ¿no es cierto?

Janice volteó de inmediato y jadeó de sorpresa al ver de quién se trataba.

—Yasir...
—El mismo de ayer. —El hombre apuesto guiño el ojo de forma coqueta.
—Creí que no te volvería a ver. —Janice desvió la mirada.
—Tenemos un trato pendiente, ¿lo olvidas? Aún me debes un favor.

El ambiente permaneció en silencio. Janice tenía muchas preguntas dentro de su mente, aunque no sabía como expresar toda su confusión.

—¿Sabes? Puede que actualmente no cuente con mis poderes esenciales... —Yasir se alzó de hombros—, pero es evidente que estás atormentada por las dudas.

El rubio empezó a caminar lentamente alrededor de la chica.

—Seguro estás preguntándote por qué te traje aquí. La respuesta es sencilla, aquí está lo que buscabas: tu mejor amigo. Tu mejor amigo se encuentra actualmente en este pueblo y sé perfectamente que conoces bien este lugar, ¿o me equivoco?
—Pero es imposible, se supone que es un lugar ficticio.
—Y lo es, pero henos aquí.

Yasir se detuvo y recargó su mano en el vértice de la estatua de Bill.

—¿Recuerdas lo que te dije antes de que llegaras a este lugar?
—¿Te refieres a lo que escribía él?

Yasir asintió.

—No eran historias de fantasía, eran visiones de su futuro. Es una lástima que no pudiera terminar de narrarlas, pero oye, tienes la mayor parte del contexto, ¿no es cierto?

Janice no pudo evitar ruborizarse un poco.

—Hey, la verdad no tengo idea de qué estás pensando. Actualmente no sé nada sobre mi futuro, de ser así, las cosas serían mucho más sencillas, ¿sabes? Así que, lo que sea que tengas en mente, no tengo ni la más mínima idea.

Janice desvió la mirada y bufó.

—Aún así, eso significa que tienes una ventaja significativa. También puedes deducir la verdadera naturaleza actual de tu mejor amigo, ¿no es cierto?
—Ja. Eso tendría que verlo con mis propios ojos. Esto podría ser solo un sueño. —Janice se negaba a creer que todo el asunto era real.
—Podría serlo, pero si no lo fuera, ¿qué? ¿No sería eso grandioso? ¿No sería eso lo mejor para ti?

Yasir soltó la estatua y se acercó a ella.

—Ambos sabemos que tu vida es miserable. Tus padres te tienen atrapada en un ideal que ni siquiera es tuyo, dudas de tus propias capacidades, tu autoestima es tan cuestionable que incluso has considerado la idea de dejar esta vida de una vez por todas; sin embargo, en el fondo de tu ser, sabes perfectamente que si esto es real, tendrías la respuesta definitiva a tus problemas.

Janice quedó en silencio. No sabía qué decir con exactitud.

—En mi experiencia, puedo decirte que huir de los problemas es lo más estúpido que alguien podría hacer, pero siendo sincero, yo no vería esta oportunidad como un escape, sino como una renovación. Tienes la oportunidad de hacer tu propia vida, Janice. Nadie te va a mandar, nadie te va a obligar a nada, serás libre finalmente. Es una oportunidad valiosa para ser quien en verdad quieres ser.

Janice suspiró.

—La verdad sí suena demasiado tentador.
—No veas esto como una tentación, sino como un nuevo comienzo para ti.

Janice volteó a verlo, parecía tan irreal. Era como siempre lo había imaginado, tanto, que no pudo evitar sumergirse de lleno en su perfección.

Sus ojos eran una obra maestra de la naturaleza, simétricos y profundamente expresivos, como dos joyas preciosas que captaban la luz de manera sublime. La mirada, tranquila y enigmática, parecía capaz de atravesar el alma de quien se atreviera a sostenerla. Sus pestañas largas y oscuras enmarcaban esos ojos con la delicadeza de una sombra que solo acentuaba su intensidad.

El rostro, con una estructura impecable, mostraba pómulos altos y definidos que le daban una elegancia innata, como si cada ángulo hubiera sido cuidadosamente esculpido. La piel, tersa y luminosa, poseía un brillo natural que no necesitaba de artificios para resplandecer. Sus labios, perfectamente delineados, tenían la suavidad de un pétalo y un color sutil, atrayendo la atención con una promesa de dulzura en cada palabra que pronunciaba.

La nariz, recta y proporcionada, era el punto de equilibrio entre la delicadeza y la firmeza, dotando al rostro de una armonía inquebrantable. Las cejas, arqueadas con precisión, expresaban tanto elegancia como determinación, completando una expresión que podía cambiar de amable a imponente con la misma facilidad.

Todo en su semblante transmitía perfección, desde la suavidad de su barbilla hasta la línea sutil de su mandíbula, que daba un toque final a la simetría de un rostro que parecía sacado de los sueños. Era la imagen misma de la belleza, una combinación tan armoniosa que cualquiera que lo mirara no podría evitar sentirse cautivado, como si el rostro contuviera un poder mágico que desafiaba la realidad misma.

—Cielos, Yasir... En serio eres... tan...

Janice no pudo encontrar la palabra para describirlo, sentía que ni siquiera la palabra "perfecto" podría definirlo.

—Está bien, lo comprendo.

Yasir sonrió y desvió su mirada para que ella pudiera reaccionar. Era natural quedar embelesado ante su presencia.

—Tengo que ser sincero contigo, Janice. No esperaba que fueras tú quien se encontrara en este lugar. De hecho, este suceso cambia drásticamente todos mis planes, pero supongo que esto ya lo tenía planeado mi hermano mayor.

Yasir no se mostró molesto por la situación, más bien, parecía intrigado.

—¿Qué...? No entiendo.
—A quien quería aquí era a Bill, incluso tenía preparado un discurso para cuando llevara a cabo mis planes. Sin embargo, parece que tendré que improvisar, algo en lo que soy experto.
—Sigo sin entender.
—Sé que tienes más preguntas, pero las respuestas se irán dando de forma paulatina. A pesar de que tengas contexto de todo lo que sucede, estoy consciente de que aún tienes asuntos pendientes que resolver. Todavía no puedes explicarte la ausencia de tu mejor amigo.

Janice mostró una expresión de incomodidad.

—Aun así, hay algo que no entiendo. ¿Por qué necesitas a Bill? ¿No podrías recuperar tus poderes simplemente tocando la estatua? —Janice señala la piedra.
—Eso me gustaría, pero tú sabes... El Guardián selló mi poder para que ningún Dagger pudiera tomarlo.
—No recuerdo nada de eso al respecto.
—Cómo te dije, fue una lástima que no terminara de narrarlo todo. —Yasir sonrió con gracia.
—¿Y entonces?
—Ya que eres la única persona aquí que no cumple con las restricciones que impone el sello, necesito que tú tengas mis poderes por mí.
—Wow, eso suena demasiado. —Janice retrocedió un par de pasos.
—No puedes negarte, tenemos un trato. Así como te traje aquí, te puedo llevar de regreso y tú no quieres eso, ¿verdad?
—No... No quisiera... —Janice se sintió un poco acorralada—. Pero de todas formas, sabes que me necesitas. Dijiste que me buscaban por algo en especial.
—Y es cierto —corroboró Yasir—, pero eso no significa que tengas que estropear mis planes. Necesito llevar esto a cabo, ya sea que lo hagas tú u otra persona.
—¿Dices que soy reemplazable?
—No exactamente... Solo digo que debes tomar una decisión ahora. Hay un motivo por el que mi padre quiso que fuera por ti, hay una razón por la que mi hermano mayor, que ambos sabemos que es omnisciente, aceptó que fueras tú la elegida para nuestro gran plan. Quiero saber ese porqué.

Janice quedó perpleja ante sus declaraciones. Ella comprendía, en una parte, el motivo por el que se encontraba ahí. Aún así, no estaba dispuesta a dejarse manipular de esa manera, porque así como ella sabe las razones, también lo conoce a él bastante bien y sabe el tipo de persona que es.

—Mira, Yasir..., la verdad no estoy del toda tranquila, ¿sabes? Te conozco y la verdad no tengo ganas de lidiar contigo por ahora...
—Vaya. —El rubio tomó la declaración con suma curiosidad—. Me intriga saber la causa, pero entiendo si esa es tu decisión.
—Pero... tampoco quiero irme. Quiero permanecer aquí. Sí, tienes razón, todavía tengo asuntos pendientes que resolver, pero los solucionaré a mi manera. No quiero que intervengas.
—De acuerdo, me parece bien.
—Te ayudaré con la condición de que por ahora no te entrometas en mi camino.
—Si eso es lo que quieres, adelante.

Yasir le dio la espalda y avanzó un poco para alejarse.

«Esta chica..., sí que es bastante difícil. Además, resulta complicado usarla si es que me conoce tan bien. Parece que tendré que improvisar más de la cuenta. ¿James, qué diablos traes entre manos?», meditó Yasir con los ojos cerrados.

Janice se acercó a la estatua.

—Bien, ¿qué tengo que hacer?
—Debes estrechar la mano con él y recitar una pequeña oración.

Janice extendió su mano y la estrechó con la mano de la estatua.

—Antes de hacer esto, necesito saber si él sabe que estoy aquí.

Yasir contestó sin muchos rodeos y de forma neutral.

—Sí. Él lo sabe.

Janice cerró los ojos y suspiró.

«A pesar de que sabe que estoy aquí, no ha venido a buscarme. ¿Por qué?», Janice estaba un poco frustrada. La necesidad de respuestas la tenía inquieta.

«¿Es que acaso su nueva vida ha hecho que se olvide de mí?»

Janice apretó los ojos con fuerza. Un cúmulo de enojo y tristeza crecía en su corazón, no sabía como procesar la información. Lo único que quería ahora era entender las razones por las que su mejor amigo no se había aparecido ante ella, sobre todo al saber quién era en realidad.

Una parte de ella no deseaba cooperar con Yasir, sabía que la podría terminar manipulando de igual modo, pero ¿tenía más opciones? Era eso o volver a su vida de porquería. Además, ella es consciente de los sucesos que están por venir si acepta, ahora mismo, ella tiene la decisión.

«¿Debería...?», Janice abrió los ojos y observó la estructura frente a ella.

Yasir permanecía en silencio, esperaba con paciencia a que ella diera la señal para continuar, sabía que estaba procesando la situación y no iba a interrumpirla.

Janice respiró hondo. Ella no recuerda específicamente todos los detalles y su amigo tampoco pudo ahondar mucho en ello, lo único que sabe es que aceptar este trato era el camino hacia su verdadera felicidad, a pesar de los obstáculos que vendrían en el camino. Lo que más la intriga ahora es la incertidumbre de lo que pasará entre este momento y el final.

Janice volteó a ver a Yasir.

Él era el hombre que siempre ha anhelado conocer, pero ahora que lo tenía frente a ella, tenía un pequeño temor por experimentar el proceso, más que nada porque lo desconocía.

Sin embargo, ella era consciente de que el esfuerzo iba a valer la pena. Su vida siempre ha sido decepcionante, ¿en serio esto podría ser peor?

Ella adquirió una mirada determinada.

—¿Qué tengo que decir?
—Es un poco complicado, así que lo dirás poco a poco, ¿de acuerdo?

Janice asintió.

—Corpus meum tibi —habló Yasir lentamente.

Janice repitió.

—Ut templum offero. —Yasir siguió y Janice repitió de nuevo—. A vinculo quod... potestate divina... impositum est... te libero.. A voluntate mea... absoluta pendebis ut maneas.

Janice terminó la frase y, de inmediato, una luz intensa de color turquesa envolvió a la estatua, la cual fue convirtiéndose en color amarillo. Entonces, una gran halo de luz salió expulsada de la estatua, iluminando todo el bosque y gran parte del pueblo en el proceso.

La chica quedó cegada por unos instantes, pero de inmediato se recuperó. Posteriormente, pudo observar como la estatua se fracturó y comenzó a desmoronarse al punto de solo quedar un cúmulo de piedras.

La rubia se examinó a sí misma y no pudo percibir ningún cambio.

—¿Y ya...? ¿Ya tengo tus poderes...?
—En teoría, sí.

Yasir se acerca a ella.

—Ya que has liberado el poder del sello, es momento de que me des lo que me pertenece.

Yasir extiende su mano.

—No. —Janice se muestra firme—. Primero quiero ver a mi amigo.
—Vale, puedo llevarte directamente con él si me das mis poderes.
—¿Cómo sé que no es una trampa?
—Si me conoces bien como dices, debes saber que yo jamás rompo un trato; siempre soy honesto y firme con mis negocios.
—También sé que puedes mentir diciendo la verdad.
—Eres una chica muy astuta. —Yasir sonrió con complicidad e introdujo su mano dentro de su bolsillo—. Aun así, voy a ser franco contigo. Te llevaré de inmediato con tu amigo si me das mis poderes ahora, la verdad es que también me convendría darle una visita.

Janice lo meditó un poco.

«No puedo confiar en él, al menos no aún. Pero sé que dice la verdad, él no puede mentir, sería contradecir su naturaleza.», Janice suspiró.

Todavía no estaba del todo segura, pero al final cedió.

—Está bien.
—Excelente. —Yasir sacó su mano del bolsillo y volvió a extender su mano.

Janice accedió a tomar su mano para darle sus poderes.

Pasaron los segundos, después los minutos, pero nada parecía suceder.

—¿Por qué tarda tanto? —preguntó Janice extrañada.
—Es una buena pregunta, pero tengo mis deducciones. —Yasir apartó su mano y le dio la espalda—. Darme mis poderes va en contra de tu voluntad.
—¿Qué? ¿Cómo puedes saber eso?
—Por el simple hecho de que no puedes transferírmelos. Hiciste un juramento al momento de recitar la oración.
—¿Qué fue lo dije?
—Eso no importa ahora. Lo crucial es que tu falta de confianza en mí no te permite entregarme tu voluntad.
—¿Por qué te entregaría mi voluntad? No quiero ser tu títere —repuso Janice con molestia.
—Ese es el gran dilema.

Yasir sonrió y después soltó unas cuantas carcajadas.

—No puedo creerlo. Es irónico. Quitamos el sello para volverlo a sellar, al menos, ahora resulta un poco más fácil; pero lo malo es que no podré obtener mis poderes por mis propios medios.
—¿Entonces qué?
—Tendrás que quedarte con ellos por ahora. Yo debo hallar una solución.

Janice emitió un suspiro pesado.

—Esto es una reverenda estupidez —expresó Janice con molestia.
—A mí tampoco me gusta, pero las circunstancias nos han guiado a esto. Tendremos que hallar otra manera.
—¿Tienes un plan?
—Por ahora, no. Algo se me ocurrirá, no te preocupes.
—¿Y qué se supone que haga yo por mientras? Me da pavor el hecho de saber que tengo poderes que ni siquiera entiendo.
—Tranquila, los poderes que ahora posees están dormidos. Ya que no sabes como manejarlos, permanecerán inactivos, a menos de que te encuentres en situaciones de peligro y circunstancias que alteren tu estado de ánimo de forma brusca.
—Eso suena a que lo ideal sería quedarme en la comodidad de mi cabaña.
—Sería lo mejor, pero no lo más eficiente. Necesito que mantengas los lazos con Bill. Si logras transferirle tus poderes a él, también sería óptimo.
—¿Lo dices porque él es...?
—Sí, justamente por eso. —Yasir no dejó que terminara la pregunta—. Seguramente tu amigo te explicó cómo funciona nuestra esencia.

Ella asintió.

—En ese caso, no vale la pena ahondar en ello.
—Bueno, pero sigo sin saber lo que tengo que hacer.
—Por lo tanto, puedes seguir haciendo lo que estabas haciendo antes de llegar aquí. Encuentra a tu amigo y encáralo. Algo me dice que tienes una conversación muy seria que tratar con él. Por mi parte, cumpliré mi parte del trato: te dejaré la vía sola.

Yasir señaló a una parte específica.

—Si sigues esa dirección, hallarás el sendero que te guiará a tu cabaña. Hoy fue un día largo, aunque no tan productivo como hubiera deseado.
—Lamento no haberte podido dar lo que querías. —Janice habló con un tono bajo.
—Está bien, es comprensible que no confíes en mí. Algo te inquieta y eso me intriga, además, tengo la sensación de que no importa nada de lo que haga, siempre tendrás esa incertidumbre. Lo mejor es que cada uno tome su camino.
—Entiendo.

Yasir se acercó una última vez a ella.

—Si logras adaptarte a mis poderes, no abuses de ellos. Podrían terminar por consumirte.

Yasir le regaló una sonrisa burlona y procedió a retirarse.

Janice solo contemplaba la marcha del hombre, hasta que una duda la inquietó.

—¿Yasir?

El mencionado dejó de andar.

—¿Sí? —respondió sin voltear.
—¿Te volveré a ver?
—Tienes mis poderes, así que cuenta con ello. —Yasir continuó caminando.
—Yasir, otra cosa.
—Dime. —El rubio se detuvo de nuevo.
—¿Bill está bien?

Yasir sacó su móvil para contactar a su hermano James y descubrir el paradero del demonio, pero este ya tenía un mensaje de este indicándole que había sido encontrado y ya estaba siendo regresado a la cabaña de los gemelos.

—Sí. Él está bien.
—De acuerdo.

Finalmente, el hombre desapareció entre los árboles y Janice se quedó sola, aunque por primera vez en su vida, no sintió temor, de hecho, solo podía sentir la constante presión en su pecho ante las preguntas que la seguían atormentando.

Janice iba a encarar a su mejor amigo y esperaba hacerlo pronto, si es que él mismo no intentaba hacer algo para evitarlo. Por ahora, se dirigiría a su cabaña para descansar, podría estar despreocupada de Bill por el momento.

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...

...

...

A las afueras del bosque se encontraba la residencia de la familia Corduroy, quienes se encontraban esperando ansiosamente la cena. El miembro más pequeño de la familia se asomó por la ventana.

IX BPQXQRX AB YFII:

El niño observó en la lejanía a un joven postrado en la tierra, algo que llamó su atención. Salió corriendo hacia donde estaba su padre.

—¡Papá! ¡Salió otro! ¡Salió otro! —exclamó el pequeñín de forma enérgica.
—¿Otro qué? —preguntó algo cansado.
—¡Otro chico salió del bosque, papá! ¡Está en el piso!
—Santos cielos, con este ya van diez de lo que va en el año. Cargar a tantas personas empieza a volverse tedioso.
—Tranquilo, papá —habló Wendy, quien había escuchado todo—. Déjame ir a ver. Seguro es otro adolescente sin remedio que quiso probar cosas nuevas del bosque.
—No tardes mucho que ya va a estar la cena.
—No lo haré. —Wendy hizo un ademán de despido para retirarse de la casa.

IX ZMKBUFÓK ABCFKFQFSX BKQOB YFII V VXPFO

Wendy salió y se dirigió a donde se encontraba el muchacho. Al llegar, se extrañó, pues no lo reconocía de ningún lado. Probablemente podría tratarse de un turista, aunque igual le pareció inusual que se adentrara en el bosque.

23-25-17-6-16:

La leñadora se agachó a su altura y examinó al joven. Se percató de que traía un parche, lo cual indicaba que era Bill, pero eso ella no lo sabía.

—Vaya, aparte sin ojo. Pobrecito —comentó Wendy con un tono empático—. ¿Cómo terminaste aquí? Seguro podrías ser la esperanza de saber qué es lo que trae a tantos moribundos cerca de mi casa.

Wendy hablaba sabiendo que no era escuchada, aunque de pronto el joven empezó a reaccionar y a levantarse.

2-9-17-6-10-26-13-9-13-9-6-18-2-16-25-9

—Ugh, ¿qué sucedió? ¿Dónde estoy?

Bill levantó la cabeza, sentía el cuerpo adormilado.

—Hola, bello durmiente. Estás a las afueras del bosque —explicó Wendy con cierta monotonía.

—¿Afuera del bosque? ¿Pero cómo?

Bill intentó ponerse de pie, pero no podía mover el cuerpo, algo que lo molestó mucho.

—Demonios, no puedo moverme...
—Cielos, viejo, ¿pues qué te metiste?

Wendy se agachó para ayudarlo a levantare. El demonio no tuvo de otra que aceptar el apoyo.

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El rubio observó con detenimiento a Wendy.

—Un momento... Yo te conozco... Eres bolsa de hielo —dijo Bill sin chistar.
—¿Qué? ¿Bolsa de hielo? Sí que te elevaste feo —comentó Wendy burlona.
—No, no estoy intoxicado —explicó—. Estoy consciente de lo que estoy diciendo: tú eres Bolsa de hielo, no me cabe duda.
—¿Pero por qué sería...?

Entonces, Wendy recordó aquella ocasión en el Raromagedón cuando estaban deteniendo al ente triangular de destruir el mundo y estaban formando un círculo con elementos. Esto activó las alarmas de la pelirroja e hicieron que reaccionara de forma agresiva contra él. Lo soltó sin dudar y Bill cayó de nuevo al suelo.

—¿Cómo es que sabes eso? ¡Habla ahora! —Wendy puso su pie sobre la cabeza de él.

Bill empezó a sentir dolor.

—¡Espera! ¡Espera! ¡Puedo explicarlo!
—¡Pues más te vale ya soltar la sopa!
—¡Habla con los tontos de tus amigos! ¡Ellos puedes explicarte todo!

La presión que Bill sentía le parecía una tortura.

—¿Tontos? Tengo muchos amigos, sé más específico.
—¡Pino! ¡Estrella Fugaz!
—Maldita sea, ¡ya dime por qué conoces esos conceptos!
—¡Yo soy Bill!

La escena quedó en completo en silencio.

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