"El inicio de un nuevo verano" (3/3)

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En un autobús rumbo a Gravity Falls...

Ray y Mabel observaban por la ventana del vehículo, estaban tratando de matar el tiempo con un juego clásico de observar y adivinar. Dipper, por su parte, estaba enfrascado en un libro que trajo para pasar el viaje con tranquilidad.

Ellos eran los únicos pasajeros en el viaje; parecía que mucha gente de su ciudad no se animaba a dejar atrás la comodidad de sus hogares y su rutina citadina.

La castaña entrecerró los ojos, estaba concentrada en algo que se veía en verdad pequeño, eso debido a la distancia que había entre ambos.

—Veo, veo..., ¡algo verde! —exclamó sobresaltándose en su asiento.

Su amigo no se esforzó mucho en ver lo que ella intentaba. Sonrió.

—La cabeza del pato que está sobrevolando los árboles —el ave mencionada volaba con tranquilidad en la lejanía, era casi imperceptible y hasta se camuflaba con la basta población de árboles que decoraban el paisaje—... justo allí —lo señaló.

Mabel quedó boquiabierta, incrédula.

—¡Es en serio? —extendió los brazos, mostrando ahora una actitud despectiva, aunque se relajó. Se cruzó de brazos y soltó un suspiro—. ¿Cómo pudiste adivinar? —realizó un puchero de enfado. Ray soltó una risilla—. Ese nivel es para un verdadero experto...

Mabel negó con la cabeza, su curiosidad seguía intacta, al igual que su molestia: Ray siempre adivinaba lo que ella veía en ese juego de camino. Sin embargo, intentaba animarse; debería haberse acostumbrado a perder contra su mejor amigo en ese juego, era imbatible.

—Cierto, Ray —habló Dipper, repentinamente, quien ya había acabado el libro que venía leyendo y ya no tenía nada que hacer—. Ni siquiera yo pude verlo...

Ray chistó.

—Ni siquiera estabas atento —Dipper se encogió de hombros con una sonrisa acusadora—, pero sí, soy muy observador —volteó a ver a su amiga. Su enojo ya había disminuido en gran parte, por lo que se abrió a él con una actitud más calmada.

—Bueno, mejor juguemos otra cosa... —propuso un poco fastidiada.

Ray se puso pensativo, mas recordó algo que le encantaba hacer a su mejor amiga en ese tipo de transportes.

—¿Quieres ver qué hay debajo de los asientos? —alzó su asiento para ver lo que escondía.

—¡Vale! —reaccionó muy animada.

Ambos se pusieron a ver objetos perdidos, como clips o monedas de 5 centavos, al igual que una u otra pelusa con forma extraña, entre los dos hacían comentarios graciosos y ocurrencias sobre dichas pelusas y reían.

Por su lado, Dipper se quedó viendo por la ventanilla; sus pensamientos habían sido invadidos por la joven de cabellos rubios.

Qué nervios..., después de tres años sin verla y aquí estoy, a punto de reencontrarnos. Me pregunto que habrá sido de ese misterio con sus padres, ¿habrá terminado ya? ¿Estará bien? —de pronto, la sensación de nervios se convirtió en preocupación, eso lo notó Ray, quien le comentó a Mabel.

—¿Pasa algo, bro-bro? —Mabel tomó asiento junto a él, Ray se unió.

—No, no pasa nada.

—¿Es sobre Pacífica? —Ray dejó de lado el tono burlón y se había puesto serio respecto a la chica Noroeste. Eso lo pudo notar Mabel, quien ahora también mostró preocupación hacia su hermano.

—Sí, pero...

—Lo sé, Dipper —irrumpió el joven—. Se puede ver en tu rostro, esta no es cosa de burla, lo dije en serio —lo tomó del hombro y mostró una expresión comprensiva, había cambiado su actitud de un momento a otro—. ¿Hay algo que le haya pasado y no quieras decirnos? ¿Es algo grave?

Dipper y Mabel reconocieron de inmediato la postura de Ray, después de todo, así lo habían conocido tras los sucesos del "incidente": un Ray que les apoyaba incondicionalmente y sin pedir nada cambio; una persona que apareció de entre la oscuridad para alumbrarlos, al menos, así había sido la mayor parte para Mabel.

El castaño soltó un leve suspiró y se decidió en contestar con la verdad.

—Bueno..., verán. Pacífica me había contado que habían sucedido cosas extrañas en su nueva vida. Sus padres recuperaron la fortuna gracias a un nuevo amigo que les cayó del cielo.

—¿Y sabes su nombre? —cuestionó Ray con una ceja arqueada.

—Llegó a decirme su nombre, sí —golpeteó su cabeza con su dedo índice—. Sino mal recuerdo, era Derry...

Ray colocó un semblante bastante serio al escuchar aquel nombre, no pudo evitar fruncir levemente el ceño.

¿Derry? —chistó dentro de sus pensamientos—... Claro, uno de sus mil nombres.

—¿Tú sabes algo de él? —Dipper enfocó su atención en Ray.

El muchacho reincorporó su actitud comprensiva, dejando de lado su repentino enfado. Contestó de forma tranquila.

—Solo he escuchado de él, lo he visto también..., aunque no he interactuado con "Derry" como tal.

Ray cerró los ojos y recargó sus labios sobre sus nudillos medios, pensativo. Hubo una pausa.

Si no bien, Ray conocía a Derry de alguna manera, pero no lo expresaba en su totalidad. Lo último que él querría sería desconcertar a sus amigos, así que inició a pensar en un modo de cooperar sin sonar tan sospechoso sobre el asunto.

Una idea vino a su mente.

—¿Quisieras investigarlo? Puedo ayudarte —sugirió abriendo sus ojos mientras extendía su mano.

—¿En serio harías eso?

—Yo hago todo por mis amigos y a los que quiero —volteó a ver a Mabel y sonrió.

Mabel correspondió la sonrisa; captó la indirecta, pero no supo que sentir con exactitud al respecto, se limitó a soltar una pequeña risilla.

—Gracias, Ray. En verdad —Dipper sonrió y Ray solo asintió correspondiendo su sonrisa.

Para recuperar la gracia del ambiente, Ray volteó a ver por la ventana.

—Oye, Mabel.

—¿Sí, Ray?

—Veo, veo... algo azul.

—¿El cielo!

Mabel esperaba la respuesta ansiosa. Ray dejó un silencio con intriga, pero contestó pocos segundos después.

—¡Sí!

—¡Adiviné! —extendió sus manos al cielo, llena de felicidad.

Ambos rieron alegres. Dipper solo soltó una pequeña risilla viéndolos a ambos.

—Ese par es inseparable... —pensó sin despegar su vista de los dos mientras se imaginaba a él con Pacífica en una situación similar.

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Unas horas más tarde...

—¡Última parada, Gravity Falls! —anunció el conductor.

Los gemelos miraron asombrados por la ventana. Ray tuvo una sensación cálida al ver los alrededores que presentaba el pueblo, provocando que sonriera.

—¡Llegamos, llegamos, llegamos! —gritó Mabel con su cara pegada en la ventana.

—¡Qué emoción! —Dipper agarró sus cosas rápidamente, sin importar que el vehículo no frenase todavía.

Pato también soltó un chillido de emoción.

—Así es —Ray rio al voltear a ver el estado de Mabel—, y será mejor que ya despegues la cara de allí si no quieres quedarte dentro —comentó burlón.

—¡Sí! —Mabel hizo caso y recogió sus maletas del suelo.

Después de unos interminables minutos, el autobús detuvo su andar y abrió las puertas para permitir la salida a los únicos pasajeros disponibles.

Dipper salió volando de su asiento, enérgico, y se retiró.

Ray y Mabel chistaron al ver la actitud de su amigo, esbozaron una sonrisa. Posteriormente, el muchacho cargó su maleta y se la colocó en el hombro para desocupar sus manos y poder cargar al cerdito. Vio a Mabel.

—Déjame ayudarte —con su brazo derecho cargó al cerdo y con su mano izquierda tomó una maleta de Mabel.

—No es necesario, Ray. Yo puedo sola —se señaló con el pulgar de forma orgullosa.

—¿Estás segura? —sonrió burlón.

Mabel lo retó con la mirada, a lo cual, Ray se encogió de hombros.

—Tus deseos son órdenes —dejó la maleta en el suelo y se ocupó de Pato.

Mabel alzó sus dos maletas con toda su fuerza, mas una de ellas resultaba más pesada que la otra. Se sorprendió de recordar que Dipper, estando en California, pudo cargar su maleta y la de él desde su cuarto hasta la entrada de la casa.

No puede ser... —suspiró derrotada—, creo que me sobrepasé con los suéteres y el material de diversión.

Antes de salir, Ray regresó la mirada a su amiga.

—¿Todo bien allá atrás?

—¡Sí! —replicó ella de inmediato—. Nada de qué preocuparse —rio con nerviosismo.

—Vamos, chica, no tengo todo el día —se quejó el conductor.

Mabel intentó ahora jalar las maletas. Ray, al ver aquello, se resignó. Se acercó a ella y cargó una de sus maletas.

—Sé que quieres hacer algunas cosas por tu cuenta —la miró con comprensión—, pero hay cosas que uno no puede hacer solo —salió del autobús.

Mabel soltó un suspiro.

¿Qué hice para merecerte? —sonrió enternecida.

Por fin, tras mucha espera y un rezago de último minuto, los tres bajaron del autobús y este procedió a retirarse.

—Ya era hora —se burló Dipper, a lo que su hermana solo negó con la cabeza con una sonrisa divertida.

—¡Chicos! —una voz medio ronca sonó a lo lejos, resultaba muy familiar.

Un par de hombres mayores de edad estaban dirigiéndose rápidamente hasta los jóvenes. Los hermanos Pines los reconocieron de inmediato.

—¡Tíos Stan! —ambos dejaron sus maletas en el suelo y fueron corriendo a abrazarlos.

—¡Dipper! Mi muchacho inteligente —saludó Ford luego del cariñoso abrazo. Frotó el cabello del castaño—. Ya pasó mucho tiempo, ¡miren cuánto han crecido! Casi ya no los reconocía —rio.

—¡Calabacita! —Stan y Mabel seguían abrazados.

Por instinto, Stan alzó la mirada y pudo visualizar al muchacho pelinegro que se acercaba con todas las maletas tras dejar a Pato en el suelo, quien no perdió el tiempo para correr hacia ellos.

Stanley se separó del abrazo y señaló al muchacho.

—¿Quién es él?

—¿Eh? —Mabel reaccionó—. ¡Oh! ¡Es mi mejor amigo, Ray! —corrió hasta él y lo jaló del brazo con todo y maletas. Lo colocó frente a su tío abuelo. El chico soltó las maletas y Mabel lo rodeó con su brazo, acercándoselo—. Lo conocí luego de unos sucesos inesperados en la escuela, ha sido un gran chico y amigo todo este tiempo.

Stan puso su mano en su barbilla y entrecerró los ojos, inspeccionaba a Ray con detenimiento.

—Se ve —el chico lo vio y le devolvió una sonrisa amigable—... confiable —aunque algo dentro del anciano lo hacía dudar momentáneamente.

Mabel soltó a su amigo para que se presentara. Ray no dudó ni un segundo en acercarse.

—Buenas tardes, Señores Pines —extendió su mano hacia Stanley—, es un gusto por fin poder verlos luego de tanto tiempo en el que Mabel me estuvo hablando de ustedes.

El tacaño, dudoso, tomó su mano y una sensación de tranquilidad lo invadió, pero a pesar de la calma transmitida, se mostró protector.

Sin soltarlo todavía, concentró una mirada acusadora en su contra.

—Hola, muchacho... —su voz impuso una ligera tensión en el aire—, ¿buscas algo con mi sobrina?

—Solo su cariño y su compañía, no busco algo más allá de eso, señor Pines —sin haberse inmutado de la tensión que se generó en el ambiente, mantuvo su sonrisa.

Stan estaba sorprendido por dentro por la excesiva calma y confianza que demostraba el muchacho, aunque la experiencia de la vida lo obligó a seguir denotando su falta de confianza.

—Bueno, solo porque parezcas ser una buena persona, no confiaré plenamente en ti...

Ray tomó la frase como un reto y, con todo respeto, ideó una respuesta similar.

—Es común esa reacción ante un desconocido, está en su derecho, señor Pines —borró su sonrisa y mostró un semblante serio—. Sin embargo, por cómo me ha hablado Mabel de usted, tampoco puedo depositarle mi confianza del todo.

Sus miradas luchaban por imponerse, pero en un inesperado vuelco, se soltaron y emitieron unas cuantas carcajadas.

Stanley había quedado completamente convencido y satisfecho.

—Me caes bien, chico —puso su mano en su hombro—. Ray, ¿cierto?

—Así es, señor Pines —el pelinegro recobró su actitud habitual.

Stanford se había quedado analizando al muchacho mientras pasaba por la prueba improvisada que le planteó su hermano. No pudo evitar recordar a un viejo amigo suyo, se parecía bastante al muchacho.

—Ray —habló Ford de repente—..., tu cara me resulta familiar.

El joven le prestó su debida atención. Se acercó a él y también le extendió la mano para saludarlo.

—Debe ser coincidencia, señor Pines —Ford no dudó en estrechar su mano, aunque no experimentó la misma sensación que tuvo su hermano a la hora de saludar a Ray. Lo soltó y el muchacho se encogió de hombros—. Cabe recordar que a veces las cosas pueden ser... una casualidad.

Stanford abrió los ojos en grande, recordando algo. El silencio se presentó en el ambiente.

—Y, bueno —habló Mabel para romper el hielo—..., ¿qué esperamos! ¡Vamos a la Cabaña del Misterio! —sin previo aviso, inició a correr en dirección hacia el sitio mencionado.

—¡Mabel, espera! —Ford interrumpió sus ánimos y provocó que la chica se detuviera—. Me temo que en esa cabaña ya no hubo espacio para todos nosotros —señaló al grupo.

—Es cierto —Stan se rascó la nuca—, cuando la abuela de Soos se mudó a la Cabaña del misterio, nos dejó con menos espacio. De hecho, mi hermano y yo hemos tenido que dormir en el sótano estos días y ha sido muy incómodo.

—Bueno, yo no quiero dormir así —comentó Dipper un tanto disgustado.

—Lo sabemos, Dipper —Ford tomó la palabra—, es por eso por lo que rentamos otra cabaña que se encuentra cerca de la Cabaña del Misterio para todos ustedes.

Mabel expresó un gran gesto de emoción al haber escuchado lo último.

—¡Eso suena estupendo! —brincó repetidamente por la euforia—. ¡Entonces vámonos ya a la otra cabaña! —detuvo sus saltos y corrió por una de sus maletas mientras expulsaba una gran cantidad de optimismo.

Dipper copió las acciones de su hermana y siguieron a sus tíos, acompañados de Ray por detrás.

—Vamos, amigo —alentó a Pato.

El cerdito corrió directo hasta su dueña y la acompañó a su lado.

Ray sonrió y se encargó de su maleta y la de Mabel.

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En la nueva cabaña...

—¡Aquí es! —señaló Stanley una cabaña de dos pisos, nueva y reluciente.

—Vaya... —los gemelos se quedaron boquiabiertos.

—Siento como si hubiera algo detrás de todo esto —comentó Ray con una sonrisa.

A Ford le llamaba mucho la atención Ray, parecía ser una persona difícil de sorprender.

—Eso es algo poco probable —respondió el investigador mientras hacía un ademán con la mano.

—Debieron conseguir muchas fortunas durante su viaje —comentó Dipper.

Le echó un vistazo a la cabaña de arriba a abajo y viceversa, admirando cada parte de ella; se veía sumamente costosa.

—Sí, fue por eso —comentó el más tacaño de los dos hermanos.

El grupo fue acercándose a la entrada de la cabaña.

—Si rentaron este lugar, ¿por qué no se quedaron a dormir aquí en vez de estar en la Cabaña del Misterio? —repuso Dipper curioso.

—Dejémoslo en que queríamos que ustedes la estrenaran —sacó unas llaves de su bolsillo y se las entregó al menor de los mellizos.

—Además de que apenas y tuvimos tiempo de encontrarla y firmar los papeles de renta, no tiene ni una semana que regresamos al pueblo —añadió Ford.

Ya con las dudas resueltas y con una emoción indescriptible, Dipper utilizó las llaves para abrir el seguro y procedió a abrir la puerta.

—¡Sorpresa!

Todas las voces de sus amigos y algunos conocidos resonaron en toda la sala principal, la cual estaba adornada para una fiesta y había un cartel inmenso que tenía una exageración de brillos y decoraciones alrededor con un dibujo improvisado de sus caras.

"Bienvenidos de vuelta, hermanos Pines"

Los hermanos se miraron entre sí con asombro y voltearon la mirada a la gente del pueblo para regalarles una gran e inmensa sonrisa.

Las personas no tardaron en acercarse, uno de los primeros fue el nuevo administrador de la Cabaña del Misterio.

—¡Dipper, Mabel!

Soos no dudó en darles un gran abrazo de oso y cargarlos con su fuerza para elevarlos en el aire. Los dejó en el suelo y Melody se acercó.

—¡Chicos! ¿Recuerdan a Melody? —la acercó con su brazo izquierdo.

—¡Por supuesto! —exclamó Mabel con alegría—. ¿Cómo siguieron las cosas entre ustedes?

—¡Superbién! —comentó la chica abrazando a Soos mientras le depositaba un beso en su mejilla, el hombre se sonrojó—. Planeamos casarnos en este verano, ¿verdad?

—Exactamente, estoy listo para dar un paso más en el camino de la vida —miró hacia el cielo con orgullo—. ¿Y a ustedes cómo les ha ido? —regresó su vista a los mellizos con una sonrisa.

—Ya sabes —respondió Mabel—... Hay días malos, días buenos y otros en los que conoces a la mejor persona del mundo —volteó a ver a Ray, quien llevaba todo el arsenal de maletas, aquello tomó por sorpresa a Mabel—. ¡Ray! ¿Qué haces?

—Pongo las maletas en un lugar donde no estorben, ya que, si te dijera que las voy a subir, me dirías que no me preocupara por eso y que mejor nos tomáramos el tiempo para presentarme con tus amigos —dejó las cosas y se aproximó a ella—... y es justo lo que haremos ahora.

—¿Te han dicho profeta o adivino? —bromeó Mabel mientras le regalaba una sonrisa divertida.

—A veces —rio.

—Y, bueno, ¿esta es la "mejor persona del mundo"? —preguntó una curiosa Melody.

—¡Así es! —Mabel lo abrazó—. Es el mejor... —Ray correspondió su abrazo y recargó su cabeza sobre el de ella.

Soos no pudo evitar sentirse muy contento, sobre todo porque le alegraba la idea de que Mabel hubiese hallado por fin a esa persona especial en su vida, más al recordar que fue por ella que inició su aventura con Melody.

—Los dos se ven muy bien juntos, ¿han pensado alguna vez en...? —detuvo la pregunta al ver que Dipper hacía una seña para que cambiara el tema—. ¿En... ir a la feria que seguramente no tardamos en poner en una semana o dos? —atinó a decir a gran velocidad, soltó una risa nerviosa al ginal y se rascó la nuca.

—¡Por supuesto, ahí estaremos! —contestó emocionada. Trató de ignorar la obvia pregunta que Soos estuvo a punto de plantearles.

Debido a la situación incómoda que sintió que generó, Soos optó por alejarse unos momentos.

—Bueno, chicos, los dejo. Hay muchas personas que seguramente quieren saludarlos. Iremos por botana —dicho eso, la pareja se dirigió a la cocina.

Antes de poder hacer cualquier acción, Wendy se acercó.

—¡Hola, chicos!

Wendy, sin duda, había crecido un poco más. Todo de ella se desarrolló mejor, era toda una señorita de 18 años. Su pelo rojizo estaba suelto, aunque parte de él estaba cubierto por una gorra azul con blanco acompañado de una figura decorativa de pino.

—¡Wendy! —ambos chicos la abrazaron y se separaron, Ray veía todo desde atrás.

—El tiempo los ha tratado bien —observó a Dipper—. Oye, ¿qué traes ahí, ah? —sonrió mientras vería su gorro de leñadora.

Dipper rio levemente y se lo quitó de la cabeza.

—Al final lo conservé en mi cuarto todo este tiempo..., nunca paré de recordar nuestras aventuras —extendió el gorro a Wendy—, pero, bueno, llegó el día de devolverlo.

—Yo también atesoré tu gorra, la usaba todos los días —admitió contenta.

Wendy también se quitó la gorra, la colocó en la cabeza del castaño para luego frotarle el cabello y medio desordenárselo. Dipper sonrió divertido. La pelirroja agarró su gorra y se la puso.

—Me alegró verlos de nuevo, a ver qué nos va a deparar este nuevo verano —guiñó el ojo. Llegó a mirar detrás de ellos, percatándose de la presencia de Ray—. ¿Quién es el chico?

—Ray, mi mejor amigo.

—¿Mejor amigo? —puso sus manos sobre sus caderas y sonrió confiada—. Se ve que es alguien bueno —se acercó a ella y le susurró—, ¿acaso es tu novio y tu hermano no lo sabe? —sorprendida, Mabel retrocedió.

—¿Qué? ¡No! ¡No! Es solo mi amigo, ¡en serio!

—Bueno, chica, tampoco es para exagerar —rio levemente—, aunque conociéndote, me sorprende que no te hayas embobado con él —se burló mientras soltaba unas pequeñas risas.

Mabel no pudo evitar sentirse incómoda de repente, empezó a jugar con su cabello.

—Digamos que algunas cosas han cambiado...

—Oh —la actitud de Corduroy cambió—, no lo sabía, Mabel. Lo siento —se sobó el brazo izquierdo.

—No importa, Wendy —emitió un resoplido. Trató de cambiar el ambiente—, pero eso no importa, ¡estoy muy feliz de volverte a ver!

Wendy se enterneció de ella.

—Creo que todo el pueblo concuerda lo mismo, pero con ustedes —señaló al resto de invitados—, por eso mismo, creo que mejor seguimos hablando después, hay muchas personas con las que tienen charlas pendientes.

—Nos vemos, Wendy —dijo Dipper despidiéndose con la mano.

—¡Hasta luego!

Wendy se encaminó a una dirección indefinida.

Dipper y Mabel continuaron sin poder moverse, pues otro grupito vino a saludarlos. Eran nada más y nada menos que las mejores amigas de Mabel: Candy y Grenda.

—¡Amigas! —con suma alegría, Mabel corrió a abrazarlas. Ray sonrió y se acercó a ellas.

Mientras tanto, una excéntrica rubia se acercó discretamente hasta Dipper para taparle los ojos.

—¿Quién soooy? —preguntó con una voz dulce y juguetona.

—Sé que eres tú, Pacífica —tomó sus manos con delicadeza y las alejó de sus ojos. Se dio la vuelta y... ahí estaba ella.

Era tan bella y magnífica, una verdadera joya invaluable, sus ojos azules resaltaban en todo el cuarto. Dipper quedó obsesionado con su rostro; se enfrascó en sus ojos y, sobre todo, sus labios.

El castaño quedó embobado.

Pacífica no se quedaba tan diferente. No había dudas en que ambos habían crecido.

El cabello de Dipper estaba un poco revoloteado. Su sonrisa era amigable, sus ojos cafés resultaron un tanto hipnóticos. Pacífica se quedó admirando a su mejor amigo por un rato.

Inconscientemente, fueron acercándose: sus pensamientos se vieron cegados por la belleza del momento y el impulso autoimpuesto; retenían algo tan obvio que yacía dentro de sus corazones. Sus pechos ardían, su pulso se aceleraba y sus acciones se manejaban solas; sus manos se aferraron con mayor vigor.

Todo iba tan bien, no faltaba mucho...

—¡Dipper! —llamó Mabel de improviso.

Mabel había parado de hablar con sus amigas bastante rápido, tal vez se debió a la presencia de Ray y quiso evitar preguntas incómodas.

Dipper y Pacífica se separaron con brusquedad.

—¿Q-qué pasó, Mabel? —preguntó Dipper muy nervioso.

—Vine a ver con quien estabas para —de pronto enmudeció, entendió de inmediato al ver con quien estaba—... Interrumpí algo, ¿verdad? —Mabel se apenó un poco.

—¡No, no! —exclamó Pacífica tratando de calmar a Mabel—. Es un gusto vernos de nuevo "ami-enemiga" —ambas chicas rieron por el comentario. Se dieron un fuerte abrazo

—Lo mismo digo —se separaron. De pronto, recordó el asunto que estuvo hablando con Ray y su hermano en el autobús—. ¿Dipper ya te presentó a Ray?

—No... —respondió con cierta curiosidad.

El chico se abrió paso y se presentó por sí solo.

—Hola, Pacífica —extendió su mano—. Yo soy Ray —Pacífica correspondió y sintió una gran tranquilidad sobre su ser—. Dipper y Mabel me hablaron mucho sobre ti, aunque durante mi estancia por aquí hace tres años yo también pude lograr oír de ti. Siendo Noroeste me imagino que no debes de tener una vida tan sencilla, ¿no es cierto?

Pacífica sintió una gran intriga por el joven. Las ganas de conocerlo no se dieron a esperar, aunque primero respondería a su comentario.

—Claro, es un tanto complicado a veces.

La actitud de Ray se tornó seria y se aproximó a la rubia.

—Dipper me contó sobre el caso —mencionó casi en un susurro—. Nosotros te podemos ayudar si quieres —Pacífica abrió los ojos en grande y miró a Dipper, él asintió.

—Sería... espléndido, gracias —la chica de cabellos rubios decidió ignorar el tema por el momento, ahora solo quería aprovechar todo el tiempo disponible—, aunque luego vemos eso. Por otro lado, espero que disfruten su estancia aquí, yo fui quien les rentó la cabaña.

—¿En serio! —preguntaron sobresaltados ambos hermanos.

—Ya se me hacía extraño que tu tío Stan rentara un lugar tan fino como este —comentó Ray burlonamente.

—¿En serio dijo eso? —preguntó Pacífica ofendida—. Ya luego verá —entrecerró los ojos con cierta molestia—. En fin, espero que estén disfrutando de la fiesta que también les preparé.

—¡Por supuesto! —respondió Mabel enérgicamente—. ¡Vamos, Ray! Aún hay muchos a quienes debo presentarte —le guiñó el ojo. Ray supo lo que tramaba y le siguió la corriente.

—Tienes razón, ¡andando! —se retiraron de ahí con rapidez.

Pacífica aprovechó la oportunidad para acercarse a Dipper.

—¿Podemos hablar? —acomodó su cabellera, miraba apenada al suelo.

—Cla-claro.

Se separaron de la fiesta.

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En la noche...

Poco a poco, la gente se fue retirando. Al final, solo quedó el mismo trío de chicos, junto con alguien más que estaba en la puerta de la cabaña.

—Fue un gusto volverlos a ver, espero que podamos salir los tres un día de estos..., digo, los cuatro —propuso Pacífica un poco atontada porque había olvidado que los chicos ahora venían acompañados de su mejor amigo.

—Por supuesto, Paz —dijo Dipper con una sonrisa—. Por cierto, me quedé con la duda...

—¿Qué cosa?

—Nos dijiste que rentaste la cabaña, pero mi tío Ford dijo que firmaron un contrato de renta.

—Oh, eso —se cruzó de brazos—, admito que tuve que apoyarme de ellos para el asunto legal..., como aún no soy mayor de edad, tuve que fingir que eran de mi familia porque ni en sueños mi padre me dejaba hacer esto —explicó rodando los ojos por lo último.

—Eso explica todo —sonrió—. En fin, nos vemos, Pacífica...

—Adiós, Dip —la chica le dio un beso en la mejilla y procedió a retirarse.

A unos cuantos metros, una limusina la esperaba. Se subió y se retiró.

—¿Ya son novios? / ¿Ya tengo cuñada? —preguntaron Ray y Mabel respectivamente.

—¿Qué? —Dipper se vio sorprendido por ambos—. No... —después susurró—, aún.

Ray, de algún modo, alcanzó a escucharlo.

—¿Aún? —lo codeó—. Vaya, eres todo un pillo, galán —se burló entre risas, luego suspiró—. Bueno, fue un largo día. Será mejor que ya nos vayamos a dormir. Por cierto, ya coloqué todas las maletas en su lugar y también me di la libertad de acomodar sus guardarropas.

—¿En serio? ¿Y eso cuando lo hiciste? —preguntaron ambos al unísono, extrañados y perplejos.

—Después de que me presentaran con sus amigos —bostezó—. Total, chicos, iré a mi cuarto. Buenas noches a ambos.

—Buenas noches, Ray —extendió su puño. Ray rio.

—Es irónico, ¿verdad? —chocó los puños con él.

—Sí, lo es —sonrió.

—¡Hasta mañana, Ray! —lo envolvió en un abrazo y depositó un beso en su mejilla.

—Hasta mañana, traviesa —sonrió y procedió a retirarse.

Mientras tanto, Pato rondaba feliz por toda la casa sin mostrar cansancio.

—Ese amigo ni se inmuta, ¿eh? —opinó Dipper fatigado por el día.

—Sí —bostezó—... Al menos Ray nos evitó el trabajo de desempacar. En verdad es único... ¿Sabes...? También iré a dormir. No puedo esperar a que iniciemos este loco y nuevo verano, ¿no crees?

—Tienes toda la razón, Mabs..., mucha razón.

Así, ambos hermanos se fueron a diferentes habitaciones, Pato acompañó a su dueña. Las luces se apagaron.

El resto de la noche solo hubo silencio.

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En la Cabaña del misterio...

—Que incómodo —Ford trataba de dormir—. Stanley, mañana hay que decirles a los niños que nos dejen dormir con ellos.

—Me parece una excelente idea, ya no soporto los ruidos de arriba —se escucharon unas risillas pícaras.

—Yo tampoco —ambos hermanos intentaron dormir nuevamente.

Hola lectores, y amigos!! Espero que estén disfrutando con ansias este fic.

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Nos leemos la próxima!!!

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