"El pasar del tiempo" (1/3)

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La mañana en el estado de California no podía ser mejor. El Sol apenas salía, anunciando la llegada de un nuevo día. Las aves no tardaron en hacer su canto de la mañana y, aparentemente, cierta chica no pudo evitar hacer su escándalo.

—¡Dipper! ¡Despierta, despierta! —el chico castaño estaba dormitando y se sentía desganado.

—Ahora no, Mabel, dame unos 5 minutos más...

—¡Pero son las siete y cuarenta de la mañana!

—Pero ¿qué...! —más rápido que un rayo, Dipper salió disparado de su cama para ponerse su ropa, pero antes se dirigió al baño medio vestido y con mucha prisa—. No llegaré, no llegaré —se decía a sí mismo muy preocupado... o así era antes de escuchar una risa proveniente del pasillo. Vio a Mabel tapando su risa con su mano—. ¿Qué es tan gracioso? ¿No ves que llegaremos tarde! —en ese momento, comprendió—. No son las siete y cuarenta, ¿verdad?

—¡No! —estalló en risa—¡Deberías verte!

Dipper se observó y pudo notar que traía la bermuda al revés y su playera no se la había terminado de poner, sumado a los pelos de gallo que traía en ese momento. Dipper solo rodó los ojos y regresó a su habitación para recostarse una vez más.

— Eso no fue gracioso, Mabel...

—¡Claro que sí! Me hubiera encantado haberte tomado una foto.

—Menos mal que no lo hiciste, entonces, ¿qué hora son realmente y por qué me despiertas?

Mabel revisó la hora en su alarma y marcaba las 6:32 a. m. Le dijo la hora, calmando un poco al castaño.

—Vaya, aun así, ya es un poco tarde, pero todavía alcanza un poco para hablar. Te sientes nerviosa, ¿cierto?

—Sí, pero debo estar calmada, seguramente todo saldrá bien. Tendré amigas y buenos compañeros de clase y, de igual forma, siempre estarás tú para apoyarme —le regaló un abrazo inesperado. Dipper quedó un poco pasmado, pero correspondió.

—Es cierto, aunque bueno, siendo sincero, no me hago muchas ilusiones o expectativas, solo espero sobresalir como siempre.

—Nerd —no pudo evitar burlarse y soltar una pequeña risa.

Dipper ignoró el comentario y se fue rumbo al baño una vez más, pero ya un poco más calmado que antes.

—Bueno, hoy empieza el último año de clases de la secundaria, veamos que nos depara el destino.

Al plazo de una hora, ambos mellizos estaban listos para partir a su primer día de clases. Su mamá estaba despidiéndose de ellos en la puerta.

—Que tengan un buen día.

—Tú igual, mamá.

—¡Mamá!

—¿Sí, hija?

—No olvides alimentar a Pato, por favor. Dejé un poco de comida en el refrigerador especialmente para él y ya tengo listo un plato para su comida puesto en mi habitación.

—Claro, yo me encargo. Mientras no me dé problemas.

—Estoy muy segura de que no.

—En ese caso, no tendré problema, ¡ahora váyanse, el autobús se les irá! No creo que...

—¡Adiós! —ambos salieron corriendo, su madre solo soltó un gesto de gracia.

Ambos chicos no estaban dispuestos a sufrir el malvado cliché de perderse el transporte el primer día de clases para luego iniciar muy mal el día. Por supuesto, era algo que querían evitar a toda costa. Finalmente, llegaron a la parada del autobús escolar. Dipper traía un reloj de mano, lo revisó y vio que eran las 7:55 a. m. En ese momento supo que el autobús no tardaba en llegar y tomó la oportunidad para hablar con su melliza.

—Mabel.

—¿Sí? —Dipper concentró su mirada en los ojos de su hermana, se sentía temeroso y extrañado, más después de lo que ocurrió la noche anterior.

—¿Quisieras hablar de lo que pasó anoche? Solo te fuiste a dormir luego de que salí por ti; ya no me contaste lo que pasó —la joven castaña simplemente se limitó a agachar la mirada. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—Siendo honesta, quisiera dejar eso por ahora.

—Está bien, pero tarde o temprano deberás contarme... porque yo también tengo algo muy importante que decirte —Mabel se quedó expectante, pero antes de poder preguntar algo, el camión escolar estaba haciendo aparición en el horizonte.

—Ya es la hora, Dip.

Dipper volteó hacia el transporte y sintió nervios; pensó que tal vez sus antiguos compañeros de clase estaban ahí y no quería verse acribillado de burlas apenas el primer día de clases. Mabel, por su parte, estaba ansiosa y, como Dipper, pensó que probablemente sus amigas del último año se encontrarían ahí. Llegó el autobús y se detuvo; las puertas se abrieron y ambos mellizos se vieron.

—¿Listo?

—Listo...

Subieron y, tal como Dipper lo imaginó, estaba lleno y repleto de viejos conocidos; para su infortunio, alcanzó a distinguir a dos bravucones que lo molestaban en su tiempo. Con la mirada agachada, pasó entre sus compañeros para dirigirse hasta el final. Ahí se topó con dos personas a sus lados.

—¡Hola, es un gusto! Me llamo Marcus, soy nuevo en esta escuela y me gustaría conocer a alguien... —el castaño notó al joven, era de tez morena y cabello negro; su pelo era lacio y peinado hacia atrás. Extendió su mano. Dipper hizo lo mismo.

—Bueno, yo soy Dipper Pines y la de allá es mi melliza Mabel —señaló a su hermana que en ese momento fue jalada por unas niñas, para luego recibirla con una gran felicidad. Parecía que eran sus viejas amigas.

—Mucho gusto, Dipper, espero que podamos ser bueno amigos.

—Espero lo mismo —Dipper sonrió—. Wow, no puedo creerlo, ¡ya tengo un amigo!

Por otro lado, cuando Mabel subió, logró reconocer muchas caras conocidas. Muchos le sonrieron y otros solo la ignoraron.

Fue caminando lentamente por el pasillo, hasta que su mirada se distrajo con alguien que reconoció al instante. Era el mismo chico con el que se topó en esa tarde de ayer. Le sonrió y Mabel le correspondió de inmediato; un asiento vacío se mostraba a su lado, estaba dispuesta a ir a conocerlo, pero su mala suerte hizo que dos compañeras la reconocieran.

—¡Hey, Mabel! ¡Por aquí! —antes de darse cuenta, fue jalada por dos chicas que pusieron a la castaña en medio de ellas; la abrazaron fuertemente.

—Vaya, fueron dos largos meses, ¿cómo te la pasaste? ¿Conociste a alguien? —la castaña las ignoraba por el momento, su concentración estaba puesta sobre aquel chico que la traía intrigada desde entonces. Él sólo se encogió de hombros, dándole a entender que hablarían después.

Mabel regresó su atención a sus amigas, respondiendo y obviamente omitiendo los sucesos extraños y paranormales que vivieron en el excéntrico pueblo de Gravity Falls.

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Ya en la escuela, todos se dirigieron a sus respectivos salones. Dipper y Mabel se sintieron aliviados de que les tocó el mismo salón. Como siempre, todos los alumnos se presentaron después de la maestra, quien enseñaba matemáticas. La mayoría ya se estaba muriendo de aburrimiento, pero Mabel se quedó expectante cuando vio al siguiente chico.

—Bueno, preséntese ante sus compañeros...

—Claro.

Mabel se quedaba viendo al chico mientras sentía algo extraño dentro de ella.

Ojalá sea alguien interesante —se acomodó en su asiento y recargó su cabeza en sus manos.

—Yo soy Chrisitan, me mudé del estado de Michigan; mis padres encontraron un mejor trabajo aquí y también se percataron de que aquí había muchas oportunidades. Espero que podamos irnos conociendo.

—Muchas gracias, Christian; siéntese.

—Sí, maestra.

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Tras varias presentaciones después, porque el primer día casi siempre es así, llegó la hora del receso.

Mabel les pidió a sus amigas que le dejaran hablar con Christian, a lo que ellas aceptaron con una cierta picardía mientras salían del salón. Dipper fue con Marcus para poder conocerlo mejor.

Christian se quedó en el salón, cosa que Mabel aprovechó para acercársele.

—¡Hola, Christian! ¿Cómo estás? ¿Bien? ¡Me alegra mucho! Dime, ¿me recuerdas? Soy la de ayer... —expulsó una risa nerviosa.

—Hola, Mabel. Claro que te recuerdo, ¿cómo podría olvidarte? —sonrió.

Oh, Dios..., espero que este chico sea más que fantástico —correspondió la sonrisa mientras suspiraba ilusionada.

Dipper caminaba junto a Marcus, ambos hablaban y se iban conociendo en el transcurso de su recorrido.

—Ya sabes, soy el típico chico milenian de estos días —explicaba Marcus—, me gustan los videojuegos, ver videos y también me encanta el cine. La mayor parte del tiempo me la paso en casa; no tenía a nadie con quien jugar o salir.

—¿No tenías amigos entonces?

—Pues nos mudamos el mes pasado, así que no. Pero sabía que cuando entrara a la escuela comenzaría a tener amigos nuevos, como tú —sonrió.

—Por supuesto, después de todo, yo no tengo tantos amigos —desvió la mirada un poco entristecido.

—¿Por qué dices eso?

—Porque...

Antes de poder continuar su plática, dos chicos robustos se acercaron a ambos jóvenes.

—¡Miren quién ha vuelto! Ni más ni menos que el nerd paranormal.

No de nuevo...

La rata regresó nuevamente a casa —lo empujan con fuerza; Marcus notó eso y decidió encararlos.

—¡Oigan! ¿qué les pasa! —los bravucones voltearon a verlo con soberbia; uno se acercó a él de manera intimidante.

—Más bien, ¿tú quién te crees para afrontarme? —acercó su rostro con el ceño fruncido— ¿Acaso Superman? —se alejó y rio junto a su amigo.

—No, pero...

—Entonces esto no te incumbe —lo tiró al suelo de un empujón. Volvieron con Dipper, pero él ya no estaba— ¡Rayos! ¡Se fue por tu culpa! —dirigieron su atención hacia Marcus y, al hacerlo, vieron que estaba corriendo junto a Dipper—¡Ah, no! ¡De esta no escaparán!

La persecución estaba a punto de iniciar, pero al girar el pasillo se toparon con un chico de su estatura; se veía imponente, pero tranquilo.

—¡Quítate! —uno de los robustos lo empujó con toda su fuerza, pero el joven no demostró verse afectado—¡Qué te quites!

— ¿Y por qué debería hacerlo? ¿Tienen algún problema?

— Sí, y no es contigo y a menos de quieras verte involucrado, será mejor que...

—¿Me quite? No, gracias. Tal vez no sepa cuál es su problema, pero dejen les digo que no me agrada mucho el bullying...

Dipper y su amigo Marcus lograron escaparse de los bravucones, se detuvieron en el patio de la escuela. Decidieron sentarse en una banca que había fuera para retomar energías.

—Bueno, creo que... ahora sabes... porque no tengo... tantos amigos —dijo entre jadeos.

—¿En serio?

—Sí, pero... creo que también se debe a mis gustos tan extraños.

—¿Cómo cuáles?

—Pues me gustan mucho las cosas misteriosas y paranormales; la mayoría del tiempo ando investigando cosas extrañas que hayan sucedido. También me encanta leer libros y escribir mis anotaciones sobre ciertas cosas. Sobresalgo en la escuela y no tengo tantos problemas en las materias; casi siempre me la paso en la biblioteca, casi nunca tengo algo mejor que hacer, excepto cuando mi hermana me incluye en sus planes extravagantes de diversión. Ella es la única con la que he podido contar, aunque admito que ya he tenido amigos en otro lugar, pero de ahí en fuera no he conocido a nadie más.

—Oh, vaya —dejó una pausa—, ¿te puedo preguntar algo?

—¿Sí?

—¿Te gusta el ajedrez? —en ese momento, los ojos de Dipper se iluminaron.

Supongo que a veces el destino te trae cosas sorprendentes...

De esta manera, los mellizos comenzaron a pensar que la preparatoria no sería tan mala después de todo; sin embargo, sus pensamientos eran un tanto limitados, pues a penas esto era el inicio...

¡Hola mis lectores, y amigos! Espero que esta historia esté siendo de su agrado como siempre. Hay unas cosas que quiero aclarar. Los capítulos de Stan y Ford no están coordinados con los de Dipper y Mabel, es decir, lo que pasa con los dos primeros sucede en un tiempo diferente. No menciono una cantidad específica, pues este tercer capítulo va a tener largos saltos temporales.

En fin.

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Nos leemos en 3 días!!!!!!!

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