"El pasar del tiempo" (2/3)

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Los mellizos se veían alegres, avanzaban su último año de secundaria con éxito. Ambos avanzaban bien en lo académico, por supuesto que la castaña siempre podía contar con su hermano para que le explicara cosas que ella a veces no entendía; así, ninguno tuvo problemas en ese aspecto. Socialmente hablando, Mabel se volvía cada vez más despreocupada con el paso de las semanas; conocía a más gente y, por ende, hacía más amigos. Siempre que podía, incluía a Dipper en sus actividades, siempre y cuando él quisiera, pero la mayoría del tiempo se negaba; sentía que debía dejarle espacio a su hermana para que se liberara un poco de la tensión que ocurrió esa noche.

Viéndolo de un lado positivo, el castaño iniciaba a desenvolverse gracias a la ayuda de su nuevo mejor amigo, Marcus. Con su apoyo, Dipper empezaba a conocer gente que compartía sus gustos que según él consideraba extraños: formó un pequeño club que se dedicaba a la investigación paranormal o misteriosa con un fin de ocio y, por qué no, diversión. De esta manera, la relación entre Christian y Mabel se volvía más estrecha. Todo era tan cómodo y feliz hasta una semana en la que se presentaría un evento único.

—¡Ahhh! —Mabel no pudo evitar gritar de lo emocionada que se sentía en ese momento. Dipper, quien yacía en ese momento a lado de ella, se sintió aturdido por su aguda voz.

—¿Qué te ocurre Mabel? ¡Casi rompes mi tímpano!

—Disculpa, Dipper, solo que estoy muy emocionada. Ya estamos en la época de invierno y se acerca un evento navideño con baile. Me siento nerviosa de que Christian me invite como su pareja de baile, ¡lo espero ansiosa!

—Mabel, no es por ser pesimista, pero no me gusta cuando te ilusionas; no me hagas recordarte todo lo de Gravity Falls: casi siempre siendo rechazada —Mabel iba a decir algo—... y no te atrevas a mencionar a Mermando, admito que, si no hubiera pertenecido al mar, ahora sería una relación a distancia muy dura y, admito, cariñosa.

Mabel no quería aceptar las afirmaciones duras de su hermano, pero no había evidencias más crueles que esas. En el fondo a ella le dolía aceptar que podía llegar a sufrir otra experiencia dolorosa; sin embargo, decidió aventurarse y del fondo dijo algo que ella misma creía con todo su ser.

—¿Sabes, Dipper...? Tienes razón, no me ilusionaré, pero eso no significa que esta vez todo salga igual. Algo dentro de mí me afirma que puedo confiar plenamente en él.

—Bueno, Mabel, yo no soy nadie para decirte con quien salir o no, a menos de que sea otra pila de gnomos —ambos rieron ante el comentario que les trajo un gran recuerdo de su primera desventura en el pueblo.

—Yo sólo espero en que todo salga como quiero...

—Pues yo espero lo mismo, no soportaría ver a mi hermana favorita triste.

—¿Favorita? Soy la única que tienes —rio a sus adentros.

—Sabes a qué me refiero —estiró su cuerpo y se levantó de su cama—. Bueno, Marcus y yo quedamos de vernos con el club para empezar a investigar un rumor sobre le escuela.

—¿Qué rumor? —se acercó a su hermano con una mirada curiosa.

—Se rumorea que un ser oscuro ha pasado por los pasillos de la escuela; no tienen una descripción aún, pero nosotros esperamos recopilar información sobre dicho dato.

—Suena tenebroso...

—Y seguramente lo es.

—¿Y qué planeas hacer con eso?

—Bueno, Marcus dio la increíble idea de colocar cámaras en los pasillos para ver si podemos capturar su imagen y confirmar su existencia.

—Vaya, pero ¿cómo empezó dicho rumor?

—Fue un compañero de otro salón; no sé su nombre, pero se dice que ha presenciado cosas raras. Por ejemplo: según testigos, varios casilleros fueron desordenados o al día siguiente se encontraban abiertos; otros dicen que algunas de sus libretas tienen escritos escalofriantes.

—¿Cómo cuáles?

—No lo sé, es lo que el club y yo vamos a investigar.

—Solo espero que no sea cierto, ya tuve suficiente con Gravity Falls por ahora. Saldré con mis amigas para ver lo que usaremos en el baile.

En eso, Pato corrió hacia Mabel y recostó su cabeza en su regazo.

—¡Y claro que no me he olvidado de ti! Te traeré un juguete cuando vuelva. Ojalá, papá comience a considerar hacerte una pequeña casa para que estés más cómodo. Siento que el cuarto empieza a ser insuficiente, aparte de que te quedas encerrado todo el día.

—Lo bueno es que al menos lo paseas de vez en cuando.

—¡Por supuesto! Jamás sería cruel con mi Pato —lo abrazó fuertemente.

—De acuerdo, será mejor iniciar con todo esto.

—¡Cierto! ¡No hay tiempo que perder! —Mabel sacó su celular y les llamó a sus amigas. Dipper agarró su mochila con sus cosas y se fue de la casa, con el previo aviso de que estaría con su club en una reunión importante.

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La semana transcurrió con normalidad, Dipper y su equipo comenzaron las investigaciones en la escuela. Mabel había aceptado una inesperada cita que le propuso su ahora mejor amigo Christian. Ambos acababan de salir de comer y platicaban mientras decidían qué más hacer.

—Cuéntame algo que aún no sepa de ti —propuso Mabel con una sonrisa. Su amigo se quedó pensativo.

—Pero ya te he dicho casi todo sobre mí.

—¿En serio? No..., yo creo que falta algo más.

—¿Cómo qué?

—No sé... ¿has tenido novia?

—¿Mande? —el chico se puso nervioso ante la repentina pregunta. Luego su mueca entristeció.

Mabel pudo notar dicho gesto de nostalgia y prefirió evadir el tema por el momento.

—Bueno, si quieres hablamos de ello después...

—No, está bien. Su nombre era Verónica. Tuvimos dos largos años de buena relación; el destino nos separó. Ahora solo espero a que el tiempo pueda ayudarme de una u otra forma: haciendo que ella llegue nuevamente en cualquier momento o me presente a alguien más —en eso clavó su mirada en Mabel.

—¿Y qué es lo que tú quieres?

—Lo que llegue primero —sonrió.

Mabel tuvo un brillo en sus ojos y correspondió dicha sonrisa.

—Oye, quiero decirte algo —Christian se detuvo para proponerle algo a Mabel.

—¿Y eso sería...?

—¿Quieres ir al baile conmigo? —sin pensarlo dos veces, Mabel se abalanzó contra Christian.

—¡Por supuesto! —y lo envolvió en un tierno abrazo.

Siguieron su camino y tomaron la decisión de ir al cine.

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Llegó el día del baile y ocurrían dos eventos a la vez. Dipper y su club se encontraban en uno de los pasillos colocando el equipo necesario para dar apertura a su nuevo caso paranormal.

—¡Marcus! ¿Cuántas faltan? —preguntó Brad, un compañero del primer grado de preparatoria, pelinaranja y con una complexión delgada, también usaba lentes.

Resulta que la escuela en la que estaban contaba con secundaria y preparatoria, señal que le indicaba a Dipper que contaría con sus mismos amigos aún acabando su ciclo en la secundaria.

—Ya acabamos con cinco pasillos principales, solo unas 7 más, seguro con eso es más que suficiente.

—¡Bien, chicos! Prosigamos —animó Jesús, pelinegro con una altura promedio para un chico de octavo grado.

—¡Qué nervios! ¿Se imaginan que fuera real? —otro chico con lentes, castaño y con una altura medianamente inferior, llamado Emilio, sacudió sus brazos en señal de emoción.

—Pues eso lo averiguaremos, no importa el tiempo que tarde —en señal de determinación, Dipper chocó su puño en la palma de su mano de arriba hacia abajo.

—Este tipo de fenómenos suelen ser falsos —explicó Brad—, seguramente debe ser alguien disfrazado tratando de hallar una venganza contra alguien o remediar un remordimiento de su vida...

—Viste mucho Scooby-doo, ¿verdad? —Emilio no pudo evitar burlarse.

—No... ¿cómo crees? Hay cosas más interesantes como... las investigaciones paranormales en Discovery Channel.

—Ya, tranquilo, no tiene nada de malo ver dibujos animados —Marcus le soltó un leve golpe en el hombro a Brad.

—Bueno equipo —Dipper recogió su mochila del suelo—. Sigamos con esto —todos asintieron y continuaron su caminata.

Mabel estaba en la pista de baile junto a Christian, contenta de que todo pasara mucho mejor de lo que imaginaba. Estaba viviendo una fantasía hecha realidad o, al menos, ella lo veía de esa manera. Mabel veía a su acompañante directamente a los ojos, maravillada mientras sentía su corazón latir rápidamente; sus amigas la observaban y estaban feliz por ella, deseándole lo mejor.

Cada paso, cada vibración era único; memorable. Ambos anhelaban que aquel momento jamás acabara. Estaban conectados por la música que los envolvía a ambos. Sin duda, una experiencia que Mabel adoraba con todo su ser en ese momento.

La música se tornó más lenta, recurriendo a un baile más cercano y romántico, ideal para una pareja enamorada.

Esta es la mejor noche de mi vida... —Mabel recostó su cabeza en el pecho de su amigo mientras seguían el ritmo.

—¿Mabel?

—¿Sí? —se despegó y miró a Christian a los ojos.

—Hay algo que quiero decirte... —en ese instante, la castaña no pudo evitar sentirse nerviosa.

—¿E-en serio? ¿Y eso que sería? —soltó una risa nerviosa.

—Quiero que sepas que esta noche ha sido especial para mí. Me haces sentir estupendo y feliz. Puedo dejar de lado mis preocupaciones.

—¿Qué tratas de decirme? —un leve sonrojo se presentó en su rostro.

—Yo...

De repente, las luces del gimnasio se apagaron dejando todo oscuro; algunos gritaron del susto. El director trató de calmar la situación, indicando que todo se encontraría en buenas condiciones para proseguir la noche.

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En otra parte de la escuela...

¡Chicos! ¡Les dije que era una pésima idea!

—Bueno, ¿qué querías? Esta cosa ocupaba mucha energía. Además, la compré justo para este preciso momento —respondió Brad a Dipper sosteniendo un aparato de gran tamaño, la cual detectaba radiaciones extrañas en la zona; sin embargo, su cable tenía un defecto y causó un cortocircuito.

—Está bien, sólo espero que esto no nos salga muy caro.

—Tranquilo, Dipper —Marcus colocó su mano en su hombro—. Yo me encargo... —Dipper asintió con una sonrisa.

Christian aprovechó ese momento para llevarse a Mabel lejos de todos y hablar a solas con ella. La tomó de las manos y la acercó a él.

—¿Chris...?

—Mabel, quiero decirte que... me gustas.

Mabel enmudeció. Sintió muchas emociones pasar dentro de su corazón: miedo, satisfacción, nervios, ansiedad, pero, sobre todo, felicidad.

—Pues... tú también me gustas...

Un momento de silencio los acechó. Sin darse cuenta, la distancia entre ellos se iba acortando de poco a poco hasta unos limitados centímetros; la barrera entre ellos y sus labios era extremadamente corta. El deseo estaba ahí. En ese instante, Christian besó a Mabel y los dos quedaron unidos por un largo rato.

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El curso del tiempo siguió su rumbo y, sin darse cuenta, habían llegado al final de su último año de secundaria.

Dipper siguió investigando con su equipo por esos duros meses; al parecer el caso había sido duro de roer, pero lograron resolver distintos casos en el camino, ganando gratas recompensas. El club de investigación se hacía cada vez más reconocido entre la gente y hasta personas fuera de la escuela los habían contratado para resolver asuntos que parecían no tener seguimiento, pero el club siempre demostraba lo contrario.

Mabel y Christian se volvieron novios, era algo predecible después de aquella noche. La castaña se sentía dentro de un sueño al tener a alguien tan especial con quien pasar el tiempo. Para ella, todo era perfecto. Ambos iniciaron su verano en casa, los mellizos platicaban entre ellos.

—¿Qué cuentas, Mabel? —Dipper cruzó la puerta para entrar a su cuarto y sentarse en su cama.

—Nada nuevo que no sepas ya... —soltó un leve suspiro.

—Sí, desde que eres novia de Christian ya no hemos pasado tanto tiempo juntos —un tono de tristeza se asomó en la voz de Dipper, algo que su hermana no pasó de largo.

—Dipper, no quiero que te sientas mal. Dijimos que íbamos a estar para el otro siempre, ¿lo olvidas?

—Lo sé, pero siento que nos separamos de poco a poco.

Mabel se sintió un tanto mal tras oír aquellas palabras.

—Yo tampoco quisiera que nuestras cosas nos vayan separando; pero... es inevitable no estar juntos. Tarde o temprano...

—Cada uno..., ¿hará su propia vida?

—No quise decir eso, pero... supongo que eso podría decirse. Dipper, verás...

—No importa, Mabel, te entiendo —agachó la mirada—. Yo también tengo cosas en que enfocar mi atención —se recostó para dormir. Luego, apagó su luz y cerró los ojos—. Hasta mañana...

Mabel hizo lo mismo y miró hacia la pared, apenada de lo que acababa de pasar.

—Hasta... hasta mañana, Dipper —cerró los ojos y entristeció—. No quiero dejar de lado a Dipper, ¿qué debería hacer?

No cabía duda alguna, Mabel estaba preocupada, sin embargo, ella no sabía que ese tipo de problemas apenas serían la punta del iceberg. Además de que este asunto se vería resuelto antes de lo que ella creía y, lo cual, probablemente, le traerían confrontamientos sentimentales después.

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