"El pasar del tiempo" (3/3)

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Los meses transcurrieron con naturalidad; varios eventos fueron acechando a los mellizos este nuevo año, tal como el inicio de la preparatoria. Sin embargo, tomando en cuenta de que se hallarían en la misma escuela, se percataron de que no era en verdad tan malo, era como otro grado más de la secundaria, solo que con materias más complejas y temas más profundos.

Enfocándonos en otras cosas, Mabel ya tenía una buena perspectiva acerca del amor, pero sucedieron cosas que ella no pudo prevenir.

Christian y ella acababan de salir de una cita nocturna, eran las 8:48 p. m. No era tan tarde, la luna iluminaba a ambos.

—Esta noche fue estupenda —mencionó Christian con una gran sonrisa.

—Sí..., lo fue —Mabel estaba cabizbaja.

—¿Pasa algo malo?

—¿Qué? ¡No, no! ¡Todo está bien!

—¿En serio? Porque así no parece..., no me digas, ¿otra vez tu hermano?

Mabel y Christian habían discutido varias veces por el hermano de Mabel; ella le había comentado lo mal que se sentía por dejarlo de lado. De una manera extrañaba pasar más tiempo con él. Sin embargo, Christian se ponía algo enojado cuando ella prefería a su hermano antes que a él.

—Lo siento, Chris, pero no puedo soportar verlo así. Cada vez que hablamos nos hacemos más distantes y eso es algo que quiero evitar a toda costa —Christian soltó un bufido.

—Supongo que es justo...

—¿De verdad? ¡No te molesta?

—No..., está bien —desvió la mirada—. Estúpido niño.

Gracias, Chris —le dio un abrazo—. Terminemos esta noche.

Antes de una respuesta, el chico recibió una llamada y aparentemente tenía que retirarse.

—Perdóname, Mabel; debo irme, es urgente —le dio un pequeño beso y se fue corriendo.

—Adiós...

Ahí estaba, nuevamente, caminando entre la oscuridad. Sentía el miedo recorrer su cuerpo. La calle estrecha y sola, sin nadie rondando por el lugar; cualquiera diría que es ideal para un robo perfecto y sin testigos. Para el infortunio de la castaña, ocurrió algo mucho peor.

Un trauma de hace tiempo que desearía no haber tenido que revivir.

Con paso temeroso, pero rápido, continuaba su rumbo a casa. De cierta forma, podía sentir que alguien la seguía. Volteó hacia atrás. Nadie.

"Seguramente sólo estoy ansiosa y ando imaginando cosas", pensó regresando la mirada a su trayectoria original.

Su respiración se volvió agitada y anhelaba con todo su ser llegar al final de ese escalofriante pasillo. Su alegría aumentaba paulatinamente mientras veía que la luz se hacía más intensa cada vez que iba más cerca; su corazón se regocijaba de alivio dejando esa calle en el pasado. Pero toda esa felicidad se detuvo en seco cuando en su hombro se posó una mano... Fría y grande, era como lucía y se sentía. Mabel sintió un inmenso terror recorrer su cuerpo completo; temblando, dirigió su mirada hacia atrás. Grande fue su sorpresa cuando simplemente no encontró a nadie que pudiera haberle provocado dicha sensación en su hombro. Sin embargo, su miedo se vio intensificado cuando nuevamente volvió a mirar hacia al frente y notó que regresó al inicio de esa horrible pesadilla viviente; regresó al principio de la calle.

Esa vez, sin dudarlo ni un segundo, corrió como si su vida dependiera de ello, lo peor era que ella sentía que su vida sí dependía de llegar al final lo más pronto posible.

—¡Tengo que salir de aquí! —un deja vú, sí. Quizá ella está pensando en que estaba viviendo lo mismo una vez más—¡Sólo espero que...! —dentro de ella, ansiaba que aquellas voces no la acosaran en esta ocasión, pero se tuvo que ver arremetida por ellas.

¡No hay salida!


¡Jamás llegarás a ningún lado!


¡No puedes romper lo que ahora te condena!


Simplemente... sola

—¡Cállense, cállense! —tapándose los oídos, siguió corriendo. En el transcurso también cerró los ojos sin importarle que pudiese tropezar; únicamente quería llegar.

Son las metáforas de la vida...


A penas inicia...


Tú no tienes ni idea...


De...


quien...


eres...

¡Ya déjenme en paz! —entonces, Mabel pisó mal, la calle estaba agrietada; cayó y su cabeza pasó por un mal rato.

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—¿Mabel? —Dipper veía a su hermana con mucha preocupación; estaba de rodillas junto a ella.

Se sentía angustiado; él también sintió como aquello se repetía una vez más. Esa noche estaba haciendo aparición una vez más, irrumpiendo su tranquilidad. El joven Pines aún seguía recordando aquella pesadilla con ese ser de rostro piramidal: fue algo que lo dejó marcado, no deja de pensar en si era una señal o una advertencia.

¿Acaso debía evitar algo?

Miedo, ansiedad, angustia y aflicción eran las cosas que Dipper sentía en ese momento. Sumo temor es lo que el chico tenía. Su hermana no despertaba, hasta que notó que sus ojos se abrían lentamente.

—¡Mabel! —la abrazó con todas sus fuerzas. Soltando un leve quejido, la melliza comenzó a hablar.

—¿Dipper? ¿Qué sucedió? —vio a su alrededor y se dio cuenta de que se encontraba en su cuarto con una pequeña venda en la cabeza.

—Parece que "eso" ocurrió de nuevo... —se rascó la nuca.

—¿"Eso"?

—Sí, ya sabes, hace un año, cuando regresamos de Gavity Falls. Esa noche cuando quisiste olvidar todo y simplemente te fuiste a dormir.

—Ah..., eso. Tienes razón Dipper, pasó otra vez. Fue horrible.

—Quiero saber... si esta vez sí me vas a contar lo que sucedió.

Mabel se sentó en la orilla de la cama; Dipper hizo lo mismo estando junto a ella. Se quedó pensativa, pero luego respondió.

—Es tiempo de hablar sobre esto. La primera vez no te conté nada porque no pensé que fuera importante, pero supongo que sí lo es.

—Entonces, cuéntame, Mabel. Me dejas con la intriga.

—Bien... —Mabel relató lo que le ocurrió en ambas noches; Dipper escuchaba atento y un poco preocupado. Se preguntaba porque no se lo dijo desde el principio, pero decidió tragar esos comentarios.

Cuando terminó, ambos quedaron en silencio. Al principio era incómodo, pero la tensión se fue relajando. Dipper decidió hablar.

—No eres la única que ha pasado por cosas extrañas Mabel. Yo también te he ocultado algo y, aunque no se me ha vuelto a aparecer, sigue estando en mi consciencia cada día.

—¿Y eso de qué se trata?

—Una pesadilla, una horrible y temible pesadilla, o eso es de lo que me quiero convencer.

—¿Por qué lo dices?

—Porque lo sentí muy real; esa experiencia fue tan detallada y realista. No lo podía creer. Había mucha destrucción y... y... sangre por todos lados mientras una figura en forma de pirámide rondaba en los cielos.

—Hermano..., seguro solo fue un pequeño trauma que te quedó del Raromagedón.

—¡No, Mabel! ¡Tienes que escucharme! Eso no fue todo. No era una pirámide en sí, era una persona con rostro de pirámide y en nada se comparaba con Bill, ¡era totalmente diferente! Podía ver la maldad en su ojo y esa sonrisa... —Dipper comenzó a respirar agitadamente. Mabel fue a abrazarlo.

—¿Y hace cuánto que eso ocurrió?

—El día que regresamos del pueblo. De no ser por ti y mis amigos, me habría vuelto loco o paranoico tratando de encontrarle un significado lógico a todo esto. Dime, ¿qué tal si no vencimos a Bill! Y..., ¿si sigue allá afuera? Tal vez fuimos lo suficientemente astutos como para acabar con él, pero ¿qué tal si otros no tienen la misma suerte! —Mabel agarró a su hermano de los hombros y lo sacudió, para luego darle una cachetada.

—¡Hermano, relájate! ¡Estás enloqueciendo!

Dipper recobró los sentidos y empezó a respirar más calmadamente. Entonces miró a Mabel a los ojos; se sentía mal consigo mismo, estaba aterrado, temeroso de que esa experiencia en el verano volviera a ocurrir y en esa ocasión no hubiera nada que pudiera hacer para evitarlo. Lo peor fue que, cuando el Raromagedón ocurrió, pensó que en parte fue por su culpa, por provocar que su hermana se sintiera abandonada en ese momento de crisis.

—Tienes razón, me deje llevar por la locura. Gracias por estar aquí conmigo; hace tiempo que no tenemos una buena charla. Además de que hemos estado ocupados con nosotros mismos.

—Sí, es cierto. Me alegra que Christian haya entendido que tú también eres muy importante para mí y —se miran a los ojos—... que quisiera pasar más tiempo contigo también.

—¿En serio? —a Dipper le brillaron los ojos.

—¡Por supuesto! ¿Qué te parece si me invitas a una de tus noches de investigación? Tal vez me parezca lo más aburrido del mundo, pero sería como recordar nuestros días en el pueblo.

—Me parece... bien.

—¿Un penoso abrazo de hermanos?

—Un penoso abrazo de hermanos —se abrazaron.

— Pal-madas... —dijeron al unísono haciendo dicha acción.

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Como si el tiempo fluyera como el agua, ambos chicos habían crecido.

Mabel dejó los frenos después de algunos años. Ahora podía lucir una radiante y hermosa sonrisa. Su cabello le llegaba hasta la espalda inferior y su actitud se mantenía constante: infantil y optimista, además de determinada; pero no negaba que pasaba por un momento de soledad y tristeza. Sin embargo, eso cambió cuando volvió a juntarse con Dipper.

Dipper, por su lado, estaba contento de recuperar a su hermana, sí, es cierto que Chrisitan era parte de la felicidad de Mabel, pero tuvo que ocurrir el "incidente". Ambos mellizos podían estar para el otro; ya tenían quince años después de todo. Segundo año de preparatoria, Dipper y Mabel se la pasaron mejor de lo que creyeron. Vivieron grandes experiencias juntos durante esos tres largos años y ambos tuvieron un amigo más en común. Lo conocieron en primer año, tras el "incidente".

Pasaban el rato con él, así como también realizaron grandes hazañas junto el grupo de investigación paranormal. Gracias a su ayuda, lograron capturar al ente oscuro que acechaba la escuela, aparentemente resultó ser verdad, pero dicha experiencia sería recordada después, pues todos pasaron por un momento de intriga y escalofrío.

Por fin, el año se había terminado y podían descansar nuevamente, pero una carta inesperada llegó a su casa. Para ese entonces, Dipper y Mabel ya vivían en cuartos separados por órdenes de su padre y aprovechó la separación y construcción de un nuevo cuarto para hacerle un nuevo hogar a la mascota de la familia. Esto sucedió al final del verano pasado.

—¡Chicos! ¡Una carta de sus tíos!

—¡Tío Ford!

—¡Tío Stan!

Ambos chicos fueron corriendo hacia la planta baja para recibir la carta, estaban ansiosos de saber cómo se encontraban. Sus rostros quedaron estupefactos ante cada palabra que leían; tristeza y agonía y una que otra lágrima salía por sus ojos.

—¡No! ¡Dipper, dime qué es mentira!

—Yo..., yo no lo sé, Mabel, ese viaje en barco siempre me dio mala espina.

—Tío Stan... —Mabel abrazó a Dipper y este le correspondió consoladoramente por haber recibido una noticia tan mala; pero como si se tratase de una mala broma, otra carta se asomó.

—¡Miren! Llegó otra carta

—A ver... —Dipper agarró la carta y la abrió.

—Ojalá sea algo bueno —suplicó Mabel.

Hola mis lectores, y amigos, espero que estén disfrutando de esta gran historia. Aún falta mucho por delante y todavía faltan más peligros. No crean que me he olvidado de los demás, pero todo irá a su debido tiempo. Sin más...

¿Qué dirá la otra carta de los tíos?

¿Habrán sobrevivido?

¿Stan habrá caído en la locura de Bill?

Descúbrelo en el siguiente capítulo!!!!!!

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Nos leemos en cuatro días!!!!!

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