"Escape de la isla DE-T" (2/2)

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—De acuerdo, Stanley, es hora de averiguar cómo salir de aquí —indicó Ford mientras salía de la cueva. Extrañado por no recibir una respuesta, Ford volteó hacia adentro y notó que ya nadie venía junto con él—. ¿Stanley...? Rayos, lo que faltaba—molesto, salió de la cueva primero para verificar si seguía por la isla, para su suerte, así era; solo faltaba saber cuándo se encontraba—. En verdad necesito estudiar más al respecto...

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Stan igualmente salía de la cueva, pero pudo notar una playa repleta de personas, eso lo asustó y, a la vez, lo emocionó. Al parecer, sus plegarias habían sido escuchadas y por fin consiguió escapar de aquella isla.

Sin embargo, su felicidad se vio interrumpida.

—Gracias al cielo, ¡salimos! Bueno, Ford, estamos en una playa y mira que bellezas —Stan contemplaba lo que para él era el paraíso, de no haber sido porque no recibió una respuesta opositora al respecto, ya se habría abalanzado sin dudarlo hacia allí.

Con clara confusión, regresó la mirada a la cueva para percatarse de que nadie venía con él. Solo tenía dos opciones: esperar a que su hermano fuera lo suficientemente inteligente como para dar con él en el lugar y momento exacto o intentar regresar dentro de la cueva para que probablemente regresara a la isla y se perdiera de las bellezas que tenía justo allí.

Tras pensarlo un minuto y recordar que era su hermano, lo mejor era que lo fuese a buscar, ni modo que él se quedara disfrutando mientras su hermano Ford estaba como desquiciado tratando de hacer lo adecuado y lo exacto.

Frustrado y desganado, Stan retrocedió sus pasos con la esperanza de que lograra llegar a la isla nuevamente, aunque una parte de él rogaba que pudiera quedarse allí.

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Buscando algún indicio para saber cuándo se encontraba, Ford caminaba entre la selva. En un lugar remoto y sin ningún tipo de comunicación era prácticamente imposible saber en qué momento del tiempo se encontraba con exactitud.

Era el momento de estudiar a profundidad las anomalías de la isla y en el transcurso conseguir descifrar en donde meterse y cuando meterse en una de las susodichas cuevas. A su parecer, que la isla tuviera dichas propiedades espacio-temporales le resultaba interesante e inclusive podría compararla con la misma esencia del triángulo de las bermudas.

Sacó una libreta de sus bolsillos y también una pluma. Ford era precavido en todo sentido, no se conformaría simplemente con su grabadora en un viaje tan importante como en el que se había embarcado. Estudió las estructuras de la cueva para tener algún tipo de inicio, debía de comenzar por algo.


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Después de abrir los ojos luego de haberlos cerrado y adentrarse nuevamente en la cueva, pudo notar que había regresado hacia la isla. Por una parte, se maldijo a sí mismo y, a la vez, lo agradeció; una por las chicas y la otra por su hermano.

Tratando de relajarse, emprendió el camino para buscar a su hermano, a no ser que en el mismo transcurso llegase a volverse completamente loco. Prefería mantenerse tranquilo y esa vez evitar a toda costa alguna voz que le irrumpiera, de igual forma, eso no sucedería por una intensa razón que él nunca sabría o averiguaría.

— Más te vale no estar tan lejos, nerd—esperanzado y recobrando aquella fe de encontrarlo una vez más, emprendió la búsqueda, sin embargo, un gran dolor de cabeza lo detuvo, haciéndolo caer—. Mierda..., ¿qué sucede?

Para su infortunio, impactó su cara contra el suelo. Quedó inconsciente.

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—Estarán ocupados un rato, ¿qué quieres hacer por...? —Hans hablaba de una manera tranquila o así era antes de verse atacado por Bill, quien enfurecido le atacaba con todo el poder que tenía a su alcance.

Hans lo miró con seriedad y un poco de irritación, realmente no quería estar en una situación así, pero tal parece que revelarle información tan impactante hizo que el demonio exigiera más respuestas y, si en el camino lograba su cometido, deshacerse de los problemas de una buena vez.

—¡Estoy empezando a impacientarme! Lo que me has dicho deja de tranquilizarme, quiero respuestas, ¡ahora! —el ente triangular lo tenía aparentemente sometido debajo de él, su ojo hervía en furia, pero Hans no parecía siquiera inmutarse en lo más mínimo.

En un acto imprevisto Hans se lo quitó de encima y lo agarró con su mano, apretándolo con fuerza. Bill sentía como era estrujado.

—¡Ni siquiera sabes lo que pides! —lo azotó contra el suelo—. Es más, tendrás las respuestas justo en tus narices..., cuando no seas más que escoria interdimensional —su seriedad fue tal que Bill tuvo esa sensación de temor de nuevo.

Las dudas seguían invadiéndolo, además de temerle al hombre. No le gustó verse sometido y actuó agresivo, debía mantenerse al margen. Verlo tan seguro de haberlo tomado como si él no fuera nada fue lo que más lo asustó de su actuar.

—¡Deja de decir eso! —replicó en un intento de sentirse seguro, pero la verdad es que estaba aterrado—. ¡La única escoria serás tú aquí y ahora si no me das una respuesta decente! —nada; inerte, así estaba Hans ante la actitud de Bill. Él, por su parte, se sentía extraño, una nueva emoción llegó: frustración—¡Vamos, di algo! ¿O acaso quieres terminar siendo cenizas! —se reincorporó, tratando de imponerse una vez más con tal de obtener sus respuestas, a pesar de saber que en el fondo pudiera no tener ningún efecto sobre el albino.

Hans simplemente arqueó una ceja, preguntándose si su amenaza iba en serio. Rio por un momento.

—¿Qué es tan gracioso? —por primera vez, el ente triangular expresó timidez.

—Si tan solo supieras de lo que soy capaz, ni siquiera te atreverías a decir tales estupideces —rio con mayor vigor y locura.

—¿A... a qué te refieres? —su temor era cada vez más pronunciado, su ira era nula para ese punto y una pizca de miedo invadió su ser. Se alejó de él con lentitud.

—¿Eso importa? —cuestionó divertido.

Fue acercándose a Bill con una actitud relajada y un semblante aterrador, sacó a relucir una soberbia y locura única de él.

—No tengo que ser alguien gigante, monstruoso, imponente o grosero para dar miedo a aquellos seres inferiores, solo debo de darles a conocer que no se metan en lo que no saben —lo comenzó a rodear.

El sitio se tornó oscuro y Hans sobresalía de entre las tinieblas

—Sus miradas de confusión y duda son suficientes para mí para saber que ya cayeron en mi trampa. Ahora estás en un precipicio de teorías tratando de averiguar quién soy —la luz retornó y el hombre se colocó delante de él, sonriendo con la misma actitud—. Lo sabrás, tenlo por seguro, aunque como dije: no te metas en lo que desconoces. Te podría ir muy mal —recalcó lo último con una mirada asesina, disfrutaba ver al demonio carcomerse por saber más y aterrarse por no conocer nada—. Ahora, ¿quieres tener un juego tranquilo de ajedrez interdimensional? —chasqueó los dedos.

Un tablero de un color turquesa apareció, teniendo las fichas para el juego mencionado. Hans se sentó con toda naturalidad sobre un banco que hizo aparecer gracias a la mente de Stan, colocó otra del lado opuesto del tablero.

Bill estaba sin palabras, inseguro de lo que ocurría. Percibió como el hombre admiraba el juego con cierta curiosidad.

—Este color es tan familiar —la nostalgia salió de entre sus labios, emitió un suspiro—, ¿dónde lo habré visto antes? ¡Oh! Claro..., ya recordé —sonrió irónico.

El demonio se limitó a sentarse del otro lado, creyendo que estaría en riesgo si no hacía lo que se le ordenaba. Se encontraba pensativo y temeroso, algo muy raro en él.

¿Quién es? ¿Quién es...? —pensó mientras su único ojo se fijaba en Hans de forma nerviosa.

—¿Blancas o negras?

—...

—Bueno, agarraré las negras, me encanta la ofensiva —sonrió maliciosamente acomodando todo con rapidez.

Bill simplemente siguió la corriente con una obvia preocupación e intranquilidad.

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Stanley inició a despertar con un fuerte dolor de cabeza, el cual fue disminuyendo con el tiempo. Se levantó con la mano en su cabeza mientras miraba a todas partes.

— ¿Dónde estoy...? Oh..., cierto, en una isla extraña —caminó sin una dirección definida. Buscaba con la mirada a su hermano para saber si se encontraba allí—. ¿Ford? ¿Fooord? —gritaba con mayor intensidad, pero nadie contestaba a su llamado.

De pronto, las hojas comenzaban a moverse de forma salvaje, de ahí emergió un Ford desgastado, preocupado y prácticamente deshecho.

—¿Cuándo estamos! ¿Todo sigue bien! ¡No hay nadie muerto? —Ford había agarrado a Stan de su camisa y lo había agitado con brusquedad.

—¡Tranquilo, cuatro ojos! ¿Qué te pasa? —lo alejó de él con cierta preocupación.

—Perdóname, hermano —lo abrazó con fuerza mientras algunas lágrimas salían de sus ojos. Estaba fatal. Un poco confuso y desconcertado, Stan correspondió el abrazo.

—¿A dónde fuiste...? ¿Y cuándo?

—No lo creerías —su mirada denotaba tristeza, pero, sobre todo, miedo—. Todo estaba... destruido —perdió la compostura, alarmado—. ¡Debemos salir de aquí, Stanley! ¡Hay que regresar a Gravity Falls!

—Calmado..., todo estará bien —tomó a su hermano de los hombros en un intento fallido de tranquilizarlo.

¿Por qué debería de estarlo?

— ¿Qué? —Stan volteó y una sombra estaba detrás de él. Abrió los ojos en grande por la sorpresa, era una silueta enorme; sin embargo, con valentía encaró al ser—¿Quién eres?

—Es él, Stanley... ¡Es él...! —Ford señalaba a la sombra con sumo terror, su mano temblaba y su mirada demostraba el profundo miedo que le provocaba.

—¿De qué demonios hablan todos? —al ver la actitud de su hermano, adquirió preocupación y un poco de aflicción.

—Tal vez deberías despertar.

—¿Eh?

Antes de darse cuenta, la sombra le asestó un fuerte golpe en el rostro.

Stan jamás había despertado sino hasta ese momento.

—¿Qué carajos fue todo eso? —se cuestionó a sí mismo mientras recobraba las fuerzas—... ¿Habrán sido esas personas en mi cabeza? Quién sabe, no aparecieron en ningún momento. Tal vez me estoy volviendo loco.

Stan negó con la cabeza, tratando de ignorar lo que acababa de soñar. Tomó un rumbo sin dirección, dependiendo de la suerte para encontrar a Ford.

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—Prueba 89: la hora marca las 6:37 p. m. —emitió un suspiro, llevaba ya un buen rato realizando pruebas y se encontraba algo exhausto—. Cueva tres: según los estudios y los experimentos, nos lleva a alguna parte del hemisferio norte del mundo, en el lado este, donde se encuentra el continente de Europa y Asia. He descubierto también que la hora varía según a la hora en la que se entre a la cueva, de igual forma como las otras, si regresas a la cueva regresas al tiempo y lugar de origen inicial. Según las pruebas indican, entraré a la cueva a las 6:41 p. m., los minutos cuarenta me llevan a Europa, más específicamente, a donde se encuentran los países del oeste, el número non me indica que iré al suroeste, por donde se encuentra España. Bien, si los cálculos no fallan, como son las 6:00 p. m., debería avanzar o 6 segundos o 6 minutos o 6 días o 6 semanas o 6 meses o 6 años al futuro, aún no he comprobado que se puedan hasta siglos, pero, aun así, lo intentaré. También he comprobado que el postmeridiano lleva al futuro y el antes meridiano lleva al pasado —terminó de grabar y anotar en su libreta. Soltó un resoplido, el día había sido largo y seguía sin terminar. Recobró la compostura, tenía pendiente la tarea de salir de ahí de forma infalible—. De acuerdo, hora de realizar la prueba.

Ingresó a la cueva y, al salir, efectivamente, se encontraba en esa parte del mundo. Era de noche y aún había un poco de gente caminado por las calles, había aparecido en una playa como las 88 veces anteriores. Regresó a la isla y anotó sus observaciones con una sonrisa.

—Suficientes pruebas con la Cueva tres, la próxima deberá llevarme al norte de América —con gran orgullo, se encaminó a buscar la última cueva que había en esa isla. Anotó la ubicación de las otras dos con unas cuantas referencias para no confundirlas.

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¿Cuándo saldré de aquí? ¿Debería pensar en cómo deshacerme de él y simplemente escapar por mi cuenta? ¿Se dará cuenta de mis intenciones? —Bill fingía concentración en el juego, el cual iba perdiendo.

—Sabía que este juego sería fácil, pero no tanto, ¿al menos estás poniendo atención...? —dirigió su vista al demonio—... Bill... —frunció el ceño—, ¿Bill?

—Dime, algo, Hans —lo miró con desconfianza—, ¿acaso eres Axolotl?

—¿Qué? —Hans estaba desconcertado, creyó escuchar mal.

—Pregunté qué si eras Axolotl.

—¿Axolotl? ¿Yo? —como si de un chiste se hubiese tratado, comenzó a carcajear sin parar— ¡Qué tontería más bruta! ¿Qué te hace pensar eso? —siguió riendo.

—Antes de ser destruido por las llamas dentro de esta misma mente, le pedí a Axolotl que me ayudara a resurgir...

—... —se quedó serio por un momento, pero luego regresó a su actitud burlona—... ¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Es lo más ridículo que he oído hasta ahora! ¿Axolotl! ¿En serio! —continuó riendo.

Ya cansado de tanto reír, colocó su mano en el estómago. Bill se sintió extrañado.

—¿De qué te ríes?

—Lo más gracioso —hizo una pausa y tomó aire—... es que Axolotl dejó de existir en este Universo —Bill quedó perplejo, más cuando Hans siguió hablando con toda naturalidad —. Mi padre lo destruyó... En fin, oímos tus súplicas y sabíamos que el día había llegado. Sólo sería cuestión de unos cuantos años más para que el fin diera inicio —expresó con un ademán de desinterés.

¿Qué...? —Bill quedó con el ojo bien abierto ante lo que escuchó.

—Bueno, es tu turno y más te vale ponerte atento, no quiero ganarte tan fácil; al menos dame un motivo para dejarte vivo...

Dejarme vivo..., ¿podré creerlo? —Bill se quedó callado mientras movía una torre al frente, comiéndose un alfil que tenía al alcance.

—Buena jugada... —sonrió y siguieron en el juego.

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Stanford, tras una larga y, curiosamente, corta tarde, terminó de realizar sus experimentos y sabía bien a donde ir, al igual que la hora y la cueva. Sin embargo, le tenía una merecida sorpresa a su hermano.

—Bien, Stanley. Es hora de partir. A donde iremos tendré tiempo para escribir un libro al estilo Julio Verne...

Stanford emprendió la búsqueda de su hermano una vez más.

—¿Dónde podrá estar...? Si mi hermano regresó, lo cual espero, entonces debe estar en el pasado. Partiré mañana a las 2 a. m. dentro de la cueva uno, no sé dónde está la isla, así que tendré que entrar y salir varias veces..., Dios. Solo espero no tardar tanto. Además, el momento de retroceso aún no lo he logrado descifrar, sigue siendo aleatorio. Últimamente he notado que eso es a voluntad..., supongo.

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—Sólo fue un sueño, no estoy loco. Encontraré a Ford y todo estará bien. Tal vez regrese por la misma cueva por la que salió. Sí, es lo más probable.

Ya era de noche, estaba fastidiado y un poco molesto e irritado. Tomó rumbo hacia donde se encontraba la única cueva que conocía. Fue fácil encontrarla. Entonces, del cansancio, simplemente se acostó y cerró los ojos.

Él estará aquí...

Dos horas después...

—Stanley..., Stanley.

—¿Ford?

—Hora de irnos...

—Cielos... Todo esto fue extraño, gracias a Dios que por fin nos vamos de aquí.

Ford ayudó a Stanley a levantarse y lo llevó al interior de la cueva.

—Nerd.

—¿Sí?

—Creo que deberíamos volver a Gravity Falls...

—No, Stanley. Tranquilo, te llevaré a un lugar mejor, hasta olvidarás todo durante un año.

—No, en verdad creo que deberíamos volver.

—¿Seguro? Pensé que querrías ir a una playa llena de brasileñas en buena forma...

Ante cualquier preámbulo, Stan abrió los ojos con sorpresa.

—¡Olvida todo lo que dije! —salió corriendo hacia la cueva.

—Wow, tranquilo —rio viendo como su hermano se iba gozoso.

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Queridos niños:

Luego de creer que su tío estaba perdido o inclusive muerto, me percaté de que en verdad se encontraba deambulando en una parte remota de la Isla. La Isla DE-T (Deformadora del Espacio-Tiempo), pero no se preocupen, estamos bien y a salvo. En tres días estaremos de nuevo en Gravity Falls para que todos podamos reunirnos una vez más. ¡Más les vale ir!

P.d.: perdónenme si les hice creer que su tío Stan se encontraba muerto, pero si supieran, tras visitar una playa exótica, ahora está más vivo que nunca.

Con afecto: su tío Ford.

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