"Invitación foránea" (1/2)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

¿...?

Un par de amigos bastante cercanos se encontraban en una escuela privada.

—¿Janice?

—¿Sí, Perceval?

La chica estaba recostada en su butaca, el salón estaba vacío, excepto por uno de sus amigos de tez morena.

—¿Todo bien? Te veo... Más decaída de lo usual.

—Ya sabes cómo es...

El día anterior había peleado con sus padres, algo que no era novedad para ella. Por si eso fuera poco, tuvo problemas con una de sus amigas, quedando mal; lo peor de todo es que sus mismos padres le habían decomisado el celular.

—¿Sabes lo peor de todo, Perceval?

—¿Qué, Janice?

—Qué él ya no está para animarnos... o hacernos al menos compañía...

Una mirada de tristeza se cernió sobre ambos.

—Lo sé, Janice. Yo también lo extraño mucho, fue como el hermano que nunca tuve... Desde que no lo hemos visto siento como si hubiera perdido otro hermano —cerró los ojos, rememorando una tragedia de su pasado.

—Sé cómo te sientes.

Hubo un poco de silencio. El aire acondicionado no ayudaba mucho, pero al menos refrescaba el lugar donde reposaban. Las maestras no les reclamaban nunca para bajar, algo extraño viniendo de una escuela particular, pero así había sido desde la desaparición de uno de sus mejores amigos.

—Quisera que... quisiera que —una leve frustración se mostró en ella—... Ni siquiera puedo recordar su nombre..., ¿hace cuánto se fue, Perceval?

—Lleva semanas que no lo vemos, no contesta los mensajes ni las llamadas. Incluso intenté llamarle a su mamá, pero... lo único que escucho son lágrimas, aunque siempre trata de reconfortarme con la palabra de Dios —suspiró—. Me alegra que sigan ese camino...

—Tal vez eso signifique que ni sus padres tienen idea alguna de su paradero.

—Cierto —soltó un resoplido—, ¿sabes Janice?

—¿Sí?

—No eres la única que olvidó su nombre.

Tristeza, no había más que detallar en los rostros de ambos.

—¿Cómo es siquiera posible? Dijo que regresaría..., eso prometió y no está cumpliendo, ¿dónde está, Perceval? ¿Por qué nos dejó sabiendo que nos afectaría mucho su partida? ¿Por qué fue tan egoísta?

Había pasado un buen período en el que Janice se aguantaba las lágrimas, pero ese día no pudo retenerlas más. Sentía de su vida un fracaso, se sentía mal consigo misma; simplemente no lo soportaba.

—No lo sé... Lo único que puedo decirte es que él jamás rompería una promesa, al menos no a mí —miró fijo hacia el ventanal del salón—. Ni siquiera pude despedirme...

—Sigo sin creerlo, Perceval.

—¿Qué cosa, Janice?

—No pudimos darle su regalo de cumpleaños...

Un nuevo shock emocional surgió en ambos de nuevo, le tenían preparada una gran sorpresa y lo tenían planeado entre los dos. Sin embargo, el destino y la vida fueron lo suficientemente descarados para arrebatarles a su amigo antes de poder hacer un movimiento.

Perceval sufría dentro de sí, aunque no lo demostraba. No quería sentirse débil, no tras experimentar esa sensación de pérdida una vez más.

—Janice..., ¿en verdad no recuerdas si quiera algo de su nombre?

—Nada, ni una mísera letra.

Perceval suspiró.

—Lo único que me reconforta ahora es que dijo que volvería por nosotros.

—Dijo que para que estuviéramos todos juntos, ¿no?

Perceval se limitó a asentir.

Varios chicos entraron al salón y al notar su estado solo quedaron extrañados. Tal parece que a ellos no les había afectado la ausencia de esa persona, ¿o sería que la habrían olvidado?...

________________________________________________________________________________

En la noche...

Ni siquiera estoy segura de esto —Janice se vio en el espejo.

Era una linda chica, sin duda: una cabellera rubia y lacia que le llegaba un poco arriba de la cintura; tenía unos ojos de color gris, magníficos e inusuales; unos labios rosas de tamaño promedio; un cuerpo atrayente para aquel que de verdad se interesara cuando ella quería y una estatura baja, 1.61 para ser exactos.

Janice torció la boca, insegura. Tenía ganas de darse una escapada, desahogarse en las calles y volver renovada y, ¿por qué no? Con algo de efectivo extra. Después de todo ya era una jovencita de 17 años, podía cuidarse por sí sola.

Observó la ventana de su cuarto y se acercó a ella.

¿Y si mejor me retracto? —se recostó en su cama tratando de pensar.

En verdad el día había sido un fracaso, sólo quería salir a divertirse, lo último que podría perder sería el tiempo; aunque la idea de los asaltos y los secuestros indicaban que lo más seguro sería quedarse en casa.

Checó la hora, eran exactamente las 10:32 p. m.

Según la rutina, sus padres no se molestarían en visitar su cuarto, pues la tomaban por dormida. Se levantó de la cama y se sentó en la orilla.

"Yo creo que la mejor manera de lidiar con la tristeza sería algo que te atraiga lo contrario, Janice. Como hablar, o eso al menos es lo que nosotros hacemos la mayoría del tiempo..., a menos de que haya algo más que se te ocurra."

Janice recordó unas palabras de su amigo.

Esto me distraerá por un rato, espero que no me suceda nada malo...

Tomó dirección a la ventana y la abrió, ya con unos billetes en el bolsillo, estaba lista para dirigirse hacia un destino indefinido.

________________________________________________________________________________

En algún casino de aquella ciudad...

Janice estaba de pie frente a uno de esos famosos lugares donde la gente realizaba apuestas y gastaba su dinero con salvajismo para ganar más efectivo, sino es que lo perdían todo en el proceso.

Se acercó despacio hacia la entrada, pero un guardia estaba fuera.

—Demonios, ¿cómo entro?

Se vio limitada por ese pequeñísimo detalle. Resignada, se dio la vuelta, pero unas voces la detuvieron.

—Buenas noches, señor. Me gustaría entrar y pasar una agradable noche.

—Su identificación, por favor —lo miró con seriedad—. Solo para verificar su edad.

Janice volteó y visualizó a un joven de traje, vestía unos guantes negros. El joven alzó su mano y la pasó en frente del señor, para luego voltearla y mostrarle un gafete.

—Aquí está.

—Rayos, esta letra es más pequeña de la usual —el guardia entrecerraba los ojos.

—Diríjase hacia acá, podría ver mejor —el guardia se movió, dándole la espalda a Janice.

Ella captó la oportunidad y se movió a gran velocidad para entrar. Antes de hacerlo, fijó su vista en el joven, quien sólo procedió a giñarle el ojo derecho, una buena señal para indicarle que no la delataría. Janice sonrió y entró sin que el guardia la notase.

Para ella fue extraño, más el joven: traía puesto un sombrero de copa y sus ojos..., juraría no haberle visto color alguno, seguro algún café que no se podía ver por la falta de luz; sin embargo, no se preocuparía de eso.

Fue al cambio de dinero por fichas donde entregó todo lo que tenía.

Tomó asiento en una mesa redonda, especializada en juegos de póquer; el tiempo libre y el Internet, junto a algunas partidas intensas que tenía ocasionalmente con su amigo perdido, la habían entrenado para esto.

Con una gran sonrisa confiada, miró a sus contrincantes, unos señores que estaban en los treinta y a un anciano que parecía bastante sano. El último la miraba desafiante, Janice lo miró igual, acompañada de una cara de pocos amigos.

Sin que ella se diera cuenta, el mismo joven que la ayudó a entrar estuvo observándola desde un asiento situado en el bar.

Las cartas empezaron a ser entregadas, en medio del proceso, el repartidor se detuvo con Janice, y no es que sospechara de ella, sino que simplemente siguió entregando cartas a los otros jugadores. Ella se sintió extrañada y ofendida, pero antes de poder reclamarle, recibió sus dos respectivas cartas.

Por un momento se desconcertó, pero recordó que el póquer en el casino era diferente, los nervios la invadieron. ¿Podría ganar? Tan sólo sería cuestión de suerte y estrategia..., cosa con la que dudaba contar, pero tenía la suficiente confianza para saber que sí podía idear una maniobra ideal.

El repartidor sacó tres cartas en medio de la mesa, Janice observó las suyas y, ¡no podía creerlo! Su mano era grandiosa. Vio a los demás jugadores, algunos hacían gesto de molestia y otros una de satisfacción, seguro pensaban: "Pues a ver que sale..."; el anciano, por su parte, tenía una sonrisa maliciosa y triunfante, parecía muy seguro de sí mismo.

El anciano dio a apostar $100 en fichas, mientras otros acumularon $500. Janice, por su lado, sonrió y dejó $150, cosa que sorprendió al anciano.

Procedieron a mostrar sus manos, los señores vieron las manos de los demás y sabían que no era suficiente, unos estaban satisfechos, aunque todavía faltaba el anciano y Janice.

El anciano mostró sus cartas y se podía ver que hacía una escalera de color, eso valía mucho. Confiado, empezó a llevarse el dinero, pero antes de terminar de llevárselo, Janice colocó sus cartas.

—Flor imperial, la joven gana. Lo siento, don —impactado, al igual que Janice, el anciano frunció el ceño.

Vaya que pareció algo asombroso sin duda. Luego de que el anciano la retara a muerte (o eso demostró con su mirada), jugaron cinco veces más.

________________________________________________________________________________

—Hola, buenas noches, ¿me podría dar una piña colada?

Janice llegó ya con las fichas cambiadas, traía un buen bonche de dinero, antes de irse quería tomar algo.

—Con mucho gusto, señorita.

—Pero sin alcohol —sonrió tímidamente, el cantinero sólo asintió.

—¿No eres muy joven para andar en sitios como este?

—¿Eh? —Janice volteó y pudo ver al joven de hace un rato.

—Digo, pudiste haber entrado sin problemas, solo debías mostrar tu identificación, a menos de que no tengas una porque todavía no seas mayor de edad.

—¿Te crees mi papá o algo así? —Janice frunció el ceño.

—Tranquilícese, madame. Es solo que te vi allá fuera, ya estabas regresándote por donde sea que hubieses venido. Vi que querías entrar y distraje al guardia.

—Hmmm..., pues gracias —el cantinero regresó con la bebida para dársela a Janice.

—No tienes que agradecer, una bella dama como tú merece pasar el tiempo libre, ¿no crees? Más después de haber pasado un tiempo... en tristeza —desvió su mirada. El cantinero trajo un refresco en lata para el joven. A Janice le extrañó—. Mi padre me prohíbe tomar, dice que es para "conservar a su antiguo 'yo'".

—¿Por qué? ¿Es alcohólico ahora?

—No y nunca lo ha sido. Es más, hasta rara vez lo he visto incluso tomar alguna clase de líquido ahora que lo pienso...

—Pensaba que eras de esos que tomaban...

—Yo pensé lo mismo de ti.

—¿Y cómo explicas esto? —muestra su bebida.

—¿Tu piña colada sin alcohol? No, pues, wow —respondió sarcásticamente.

—¿Cómo sabes que no tiene alcohol?

—Escuché cuando lo pediste, no estoy sordo. En fin, ¿por qué una chica como tú anda en lugares como este? ¿Siendo rebelde? —sonrió.

—Claro que no, solo quería... despejarme. Como dijiste, por la tristeza —suspiró.

—Vaya... y..., ¿cuál es tu nombre?

Janice se retractó de querer decirle su nombre, pero de por sí ya estaba en problemas si la cachaban que salió a un casino, además, el tipo era agradable, ¿por qué no?

—Janice, ¿y el tuyo?

—Yasir... Yasir Dagger.

—"...Yasir... Dagger..."

Unos recuerdos lejanos retumbaron en su mente. Sin duda parecía estar alucinando, decidió echarle un vistazo rápido al iris de sus ojos, eran de color azul y su cabello era rubio, se parecía algo con lo que alguna vez su amigo perdido le contó; sin embargo, los ojos no eran iguales, al menos eso la hacía sentir que no estaba delirando. Aun así, el tema del nombre era similar, quiso rectificarlo.

—¿Cómo?

—Dejémoslo en Yasir.

Creí haber escuchado mal... Seguro es mera coincidencia...

—¿Algún problema?

—No..., en lo absoluto. Mejor, ¿por qué no me cuentas un poco más sobre ti?

—De acuerdo... —Yasir y Janice tuvieron una larga platica esa noche.

Vota si te gustó!!
Comenta!!
Comparte si lo merece!!
Nos leemos la próxima!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro