"La encarnación del mal" (1/3)

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—¡Estoy harto, Hans! ¡Han pasado tres años completos y lo único que hemos hecho es estar como vagos en esta tonta e inútil cabeza! —Bill estaba demasiado furioso, su tono extremadamente rojo lo demostraba.

—¿Crees que me importa? —sonrió burlón—. Solo quise divertirme por un rato, he pasado más tiempo encerrado en otros lugares que este. Tres años no son nada comparado con toda la vida que ya he tenido —hizo un gesto de desdén—. Aparte, no me afecta en lo absoluto. Lo que sí hubiera alterado las cosas es que Ford se enterase de que Stan se comportaba extraño, le hubiera hecho varios estudios y para hoy ya estaríamos en otro lugar cuando aún no era tiempo...

—¿Y por qué haces esto? ¿Por qué estás conmigo? ¿Por qué siquiera te preocupaste por... por... por este tonto!

— Porque así por fin podré demostrarles a todos que no solo soy un don nadie —desvió la mirada—... Maldita sea, James, espero que tengas razón —apretó el puño con fuerza.

¿Qué!

—Él me ha quitado mi rango desde que apareció —su semblante denotaba molestia—, antes yo era el más poderoso, él más caótico, yo era el indicado para ejecutar el legado de nuestra sangre —apretó los dientes—, pero apenas y en un descuido... te reemplazan —volteó a ver a Bill—... y te das cuenta de que no eres más que otro ser soberbio que puede pensar que tiene la capacidad de superar todo lo que sobrevenga —se acercó a él—, al final, todo resulta ser una tontería; un sueño estúpido.

—¡No entendí nada de lo que dijiste! —se irritó.

—¡Nada importa, Bill! —lo señaló con su dedo—. ¡Nada de esto debe siquiera importarte! ¡Eres escoria, una pieza del rompecabezas! ¡No eres más que un estúpido peón, no llegas ni siquiera a un rango más alto porque son temas mucho más avanzados, incluso para alguien como tú!

—¿Sabes algo, Hans? ¡Sabes algo? —se acercó amenazante.

—¿Qué sé, estúpido dorito malcreado con hepatitis y "sin debilidades"? —frunció el ceño a más no poder.

—¡Ya fue... suficiente! ¡Estoy harto... de... vivir... atormentado e intimidado! ¡Eso acaba hoy y no me importa morir en el proceso!

Se hizo enorme y oscuro con el ojo rojo.

Hans, al ver lo que el demonio pretendía hacer, no pudo evitar soltar unas cuantas carcajadas.

—Bien, podré desquitarme con alguien, aunque sea... —su semblante de enojo reapareció.

Un aura oscura lo envolvió y todo en el escape mental se movía con brusquedad. Los iris de sus ojos se hicieron negro y se expandieron hasta ennegrecer toda la esclerótica. Al sentir tanto poder dentro de sí, Hans inició a reír con tintes insanos; una sonrisa macabra se dibujó en su rostro.

—¿Que cara...!

—¡Ven! —rio—. ¡Prueba un poco de la "teoría del caos"! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

—¡Eso no siquiera funciona así! ¡Bah! ¡No importa! Terminemos con esta tontería... ¡Ahh! —y con grito de guerra, Bill comenzó a atacar a Hans.

Lo comenzó a golpear con sus múltiples brazos mientras lo incineraba con algunas llamas, los golpes se volvían más duros uno tras otro. Luego, utilizando la mente de Stan, creó varios de sí mismo para masacrarlo y finalizó con un golpe de tamaño colosal, enterrándolo en el suelo. Después decidió dispararle un rayo láser con la punta de su dedo, manifestando el poder de más de un millón de soles en ese tiro.

Una nube de polvo cubría todo el escenario.

Bill respiraba agitado, esperando a que todo eso lo hubiera dejado hecho trizas.

—Ja... ja... ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! —Hans comenzó a reír de manera descontrolada y macabra—. ¿Es todo lo que tienes! —la nube se dispersó.

Bill quedó incrédulo ante lo que presenció su ojo: el albino estaba de pie como al principio, era como si todo el daño que hubiera sufrido fuese en vano e inútil.

—¡No es posible! —se enfureció más de la cuenta.

Lanzó un golpe directo sin chistar, mas Hans lo detuvo con su mano derecha y apretó con toda su fuerza... y su fuerza era descomunal

—¡Demonioooos! —Bill experimentaba un dolor indescriptible.

—Mi... Turno...

Jaló a Bill y lo lanzó contra una pared invisible, al impactar, dejó una grieta de tamaño considerable. Sin darle si quiera tiempo para reaccionar, fue a darle un golpe directo, lo volvió a tomar y lo estampó en el suelo.

Hans irradió mayor energía de su ser, empezó a deformar todo el material disponible en el escape mental. Bill abrió el ojo con lentitud y observó como la realidad sufría distorsiones y fisuras, quizá todo era producto del poder que se puede obtener en una mente..., a menos de que ese hombre tuviera más poder del que imaginaba.

El demonio sintió terror y pudo comprender por primera vez todas las advertencias que el hombre de cabello blanco le decía:

"No te metas con quien no conoces"

Unas cadenas sometieron a Bill contra el suelo.

—¡Veamos hasta donde llega tu nivel de masoquismo! —soltó unas cuantas carcajadas llenas de locura.

El albino invocó varias cuchillas oscuras, las cuales empezaron a lastimar el cuerpo triangular del demonio.

—¡Mierda! —el dolor era insoportable—. ¿Cómo es que puedo sentir el dolor? —se cuestionó al recordar que su cuerpo no era físico del todo.

—¡Nada de lo que soy es normal! ¡Soy el caos! ¡Soy la locura! ¡Yo soy la insanidad en persona! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!

Se acercó a Bill y extendió su mano hasta su ojo. Lo tomó y lo oprimió tan fuerte que terminó por expulsar una sustancia desconocida de color negro; Hans no se detuvo hasta ahí, extremidades oscuras salieron de los suelos y traspasaron a Cipher por diversas partes de su ser mientras las cuchillas seguían paseando y disfrutando de su sufrimiento.

Al terminar, soltó a Bill de todas las torturas y lo estrujó con sus manos, abrió un portal interdimensional y lo introdujo en el mismo; adentro, Bill era sometido por fuerzas desconocidas que lo jalaban de todas partes, sentía como su interior era consumido por seres innombrables que no llegaba a concebir en sus más infames pesadillas. Extraían cada parte de él y torturaban la cuenca vacía de su ojo.

Por fin pudo salir...

Estaba deshecho y malherido en el suelo de una mente en blanco; había sido derrotado por un ser que no tenía ni la más mínima idea de quien se trataba y ahora estaba desfallecido en el suelo.

—¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!

Hans seguía en un modo insano y anormal; sin embargo, comenzó a respirar profundo. Inhaló y expiró. El aura de su persona se había desvanecido y sus ojos retornaron a la normalidad, sus iris volvieron a ser rojos.

—Eso fue muy divertido —sonrió con malicia—... y eso ni siquiera fue la gran cosa —se burló.

Bill estaba quieto, parecía estar sin vida. Hans rio de su acto y se acercó al cuerpo del demonio. Lo pateó.

—No aguantas nada —chistó—. En fin, aunque sea agradece que no te quité el ojo, soy consciente de tu capacidad de regeneración.

Hans se despegó de él y se sentó en el suelo. Vio el panorama y se percató de que la mente de Stan estaba toda destruida, incluso sus confines estaban agrietados y dañados de gravedad. Suspiró con nostalgia.

—No recuerdo la última vez que hice algo así...

De pronto, la lucidez del lugar se perdió entre las tinieblas.

—Ops..., creo que hicimos desmayar al vejete, dañamos mucho su mente —rio por lo bajo.

Volteó a ver a Bill, por poco y el demonio era hecho una pila de polvo. Chistó.

Para fortuna de la pobre mente en donde se albergaban estos dos seres, los huecos y las grietas que se habían ocasionado durante el pequeño enfrentamiento estaban reparándose. La luz volvió.

Hans se extrañó de la velocidad en la que la mente de Stan se había regenerado, con todo lo que sucedió era imposible que pudiera recuperarse en primer lugar.

—Pero ¿cómo? —una idea vino a sus pensamientos—. A menos que...

Hans se asomó por la abertura en donde se veía todo lo que Stan observaba y vio a un muchacho pelinegro teniendo la mano sobre la frente del viejo.

—Nos volvemos a encontrar —sonrió macabro.

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Stan seguía convulsionándose, todos se preocuparon por él hasta que salió Ray.

—¡Estará bien! ¡Tranquilos! —trataba de calmar a los demás mientras extendía sus manos, indicando que se alejaran un poco—. Solo hay que procurar que no esté sufriendo de altas temperaturas... —colocó su mano en la frente de Stanley y cerró los ojos.

Stanford replicó incrédulo ante la aparente estupidez que había dicho el joven.

—¡En todos mis años de investigación jamás había oído algo tan...!

Y de un instante a otro, Stan detuvo sus alarmantes movimientos y quedó quieto. Abrió los ojos con lentitud.

—... Irrelevante —Ford estaba anonado ante lo que acababa de ocurrir.

—Les dije que estaría bien, pero lo ideal sería averiguar lo que tiene —Ray se levantó del suelo y puso su mano en el mentón—. Uno de ellos está ahí dentro, ya están acomodándolo todo...

Ford se puso de cuclillas junto a su hermano para poder ayudarlo a sentarse. Volteó a ver a Ray con una gran intriga.

—¿Cómo hiciste eso?

Dipper y Mabel se quedaron viendo a Ray para que diera una respuesta, el muchacho no dijo nada y menos cuando el otro viejo contestó por él.

—¡Rayos, Ford! —sobó su cabeza—. ¿Eso qué importa ahora? Por un momento pensé que ya estaba muerto —dirigió su vista hacia el joven—. Gracias por ayudar, chico.

—No es ningún problema, señor Pines.

Todos decidieron dejar el tema de lado, por el momento, para ponerle toda la atención a Stan.

—No le había pasado esto desde el viaje —se extrañó él—. ¿Cómo te sientes, Stanley?

—Estoy bien, estoy bien —reiteró poniéndose de pie con ayuda de Ford—. Sí fue algo muy repentino, lo admito.

Ray, a pesar de poner en riesgo su confianza (sobre todo por las acciones tan sospechosas que había realizado), decidió poner de su parte para hallar solución a la incógnita que rondaba en los pensamientos de todos.

Miró a Ford.

—¿Señor Pines?

—Llámame Ford —contestó con seriedad—, que me digan señor Pines me hace sentir viejo o alguien demasiado importante.

—De acuerdo —incorporó la seriedad del investigador en su semblante—. Ford, tal vez debería averiguar lo que reside en la mente del señor Pines. No creo que sea un problema... médico.

Stanford arqueó la ceja con extrañeza.

—¿Tú crees? ¿Con qué seguridad lo dices?

—Con la misma que le digo que ese comportamiento es inusual en una persona —se cruzó de brazos y lo miró de fijo—, ¿no le parece extraño? ¿Qué le dijo su hermano durante el viaje? —entrecerró los ojos.

Ford pudo recordar algo.

—"...Voces... Personas... Ilusiones... Hombre peliblanco...". Stanley... ¿Estabas en verdad pasando por eso? Pensé que eran efectos de la isla, ya lo había concluido así cuando dejaste de oír aquellas voces que mencionaste. Debo indagar más ...

Luego de haber pensado, Ford regresó la mirada hacia Ray

—Te tomaré la palabra —hizo que Stan colocara su brazo detrás de su hombro para ayudarle a caminar—, pero, en serio, quiero una explicación de lo que sucedió aquí..., además, de verdad que juraría haberte visto antes —se acomodó las gafas.

—Meras coincidencias, Ford —separó sus brazos—... A veces la mente humana puede confundir la cara, son errores de cualquier persona —se alzó de hombros—, solo que dudo que seas del tipo de personas que lleguen a equivocarse, ¿no? —Ford abrió los ojos en grande.

"Solo que dudo que seas del tipo de personas que se equivoque, ¿no es cierto?"

Un lejano recuerdo retumbó en su cabeza.

"Aún no averiguo de donde provienen las anomalías, ¡ayúdame un poco más!"

"Estoy seguro de que podrás, pero yo debo irme..., así deben ser las cosas, pero recuerda nuestra condición de amistad, Ford..., nunca la quiebres".

—¿Tío Ford? —Dipper habló pasando su mano en frente de su cara.

—¿Eh? —se despabiló—. ¡Oh, cierto! —reacomodó a su hermano sobre su hombro—. Bueno, chicos, iré a revisar a Stanley..., aunque primero tendré que hacer unas modificaciones a la máquina que lee los pensamientos.

—Yo te ayudo, tío —Dipper se acercó a él. Ford sonrió.

—Claro, chico, ¿no hay inconvenientes?

— Por mí no hay problema / Podría ser de ayuda / Pensé que se quedaría a desayunar —dijeron Mabel, Ray y Pacífica respectivamente.

Pacífica agachó la mirada apenada mientras jugaba con su cabello. Mabel lo notó.

—Oigan... ¿y si mejor desayunamos primero? —propuso Mabel tras ver la situación más calmada.

Ford quería negarse, sobre todo por el peligro que podría significar la ahora dudable salud mental de su hermano; sin embargo, podría ser también la oportunidad de abordar a Ray, así que cedió con un suspiró.

Stan no lo dudó ni un segundo.

—Un poco de comida no me vendría mal después de todo este teatro —jaló a su hermano para que lo llevara a la cabaña—..., por cierto, chicos, hay un favor muy grande que queremos pedirles.

—¡Claro! ¡El que sea, tío!

Mabel demostró su positivismo y apoyo que la caracterizaba y así lo hacía cada vez que podía.
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—¿Quién? ¿Cuándo...? ¿Qué?

Bill estaba confundido y desconcertado. Se estaba sobando las sienes de su punta triangular. Su ojo estaba apenas regenerándose, un dolor punzante persistía en su ser.

—¡Mierda! ¡Duele un montón! —cerró el ojo y decidió dejarlo descansar.

Se levantó un poco adolorido y esperó unos minutos.

Abrió un poco el ojo y visualizó a Hans de pie frente a él. El albino chistó.

—Niñita, yo he sufrido dolores peores a ese y mi padre sufrió las peores de las torturas durante su transición..., su renacimiento —se quedó viendo hacia la nada. Sacó su reloj de bolsillo y checó la hora—. Bueno, es hora de irme, los tiempos violentos están próximos. Hay que proseguir con los planes.

—¿Qué planes? —cuestionó aún aturdido.

—No te diré, pero sí te incumben —sonrió—. En fin, mi familia ha de estar preguntando por mi ausencia, ya fue bastante tiempo. Debo irme, Bill. Será un placer verte otra vez... en un lugar y tiempos diferentes —un portal se abrió frente a él—. Nos veremos.

—¿Qué! —quedó estupefacto, se molestó—. ¿Pudiste hacer eso todo el maldito tiempo! ¡Porque no lo hiciste?

—Porque no tendría chiste, Bill. En esta vida todo debe dejarse fluir, excepto cuando ciertos tontos y arrogantes como tú alteran el curso. Ahora que he terminado mi trabajo aquí, puedo retirarme en paz.

—¡Déjame ir contigo! —cómo pudo, corrió hacia el portal por el cual Hans ya estaba saliendo—. ¡Te daré lo que sea! ¡Fama, dinero, todo un Universo para ti solo! ¡Lo que sea por salir de aquí! ¡Hagamos un trato! —sonrió con su ojo.

Hans chistó.

—Hablas con el cliente equivocado, Cipher. Tengo a mi maldito hermano que también hace tratos, con él ya tengo más que suficiente... —desvió la mirada con desdén por recordarlo—, además, lo que tú ofreces lo puedo conseguir cuando y donde quiera —negó con la cabeza—... Te limitas a un único Multiverso sin que sepas que hay más de uno allá afuera.

Y dicho eso, salió. Bill solo pudo presenciar su partida, una oleada de emociones lo invadió, pero solo una en concreto se quedó sobre las demás: intriga.

—Debo averiguar de quien se trata a toda costa...
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En la cabaña a lado del lago...

—Yasir, hijo mío. Acércate —habló Derry.

El hombre estaba sentado en su gran escritorio de color negro, su hijo de cabellera rubia se acercó mientras se acomodaba el corbatín de su cuello.

—Dime, padre.

—Tengo una misión muy importante para ti —de su cajón, sacó una fotografía vieja, le limpió el polvo.

En ella se veían tres personas, una chica y dos chicos. El chico de en medio se parecía a Ray. El de la izquierda era pelinegro y de tez morena, usaba frenos. La chica era rubia y de ojos grises. Derry sonrió al ver la vieja fotografía.

—¿De qué se trata?

—Para facilitar un poco las cosas —acomodó la foto en su escritorio—... y para que conozcas la maravilla de la vida —pensó—. Necesito que vayas por una persona que se encuentra en..., ya sabes, de donde mi contraparte vivía.

—Oh..., ¿Te refieres a...?

—Sí, justo ahí. Esta chica —le mostró la foto—, es a la que quiero que traigas, ¿entendido?

—Es —admiró la imagen de quien le mostraba, sintió una punzada en su corazón humano. Cerró los ojos y negó con la cabeza—... bella, claro padre. Cumpliré con la orden.

—Eso espero, no tardes mucho. Haz lo que tengas que hacer.

—Como ordenes, padre —procedió a salir de la habitación, pero antes de ello se dirigió a un perchero que había en la habitación—. No olvidaré mi sombrero de copa, esta es una situación especial —y con una sonrisa, se fue.

—Veamos cómo te librarás de esta... —sonrió con maldad mientras observaba al chico idéntico a Ray.

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