"La encarnación del mal" (2/3)

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Todos estaban reunidos en la mesa de aquella cabaña tan bien decorada y edificada con bastante cantidad de habitaciones e incluso una para tener un tiempo indefinido de ocio. Los seis estaban sentados alrededor de una mesa circular teniendo un cómodo desayuno.

Algunos de ellos tenían preguntas acerca de lo que había ocurrido con el tío Stan, además de lo misterioso que fue "checar la temperatura" para creer que en verdad no le ocurría nada. Stanford quiso abordar el tema de una vez en la mesa, pero tanto Mabel como su hermano se lo impedían: no dejaban de recordar el verano pasado que tuvieron juntos y de todas las tretas que los obligó a hacer para conseguir dinero fácil.

Así se quedaría con las ganas y no tuvo más remedio que esperar un espacio libre, aunque ese momento pareció llegar cuando aparecieron las peticiones.

—Sí..., es cierto

Stan reía porque Mabel había contado otra anécdota divertida que habían hecho en la Cabaña del Misterio hace tres veranos. Estando un poco más animados y viendo que los muchachos estaban bastante relajados, el tacaño emprendió su búsqueda por conseguir el favor que tenía en mente.

—Bueno, chicos..., la verdad es que queremos pedirles un favor —emitió un resoplido algo incómodo. Se rascó la nuca.

—¡El que sea tío! —Mabel alzó los brazos y sonrió.

—Queremos saber si nos dejarían quedarnos aquí... No creo que podamos soportar otro día más en el sótano de aquella cabaña, además de que empieza a ser incómodo teniendo en cuenta... —sintió un escalofrío—, ya saben..., pero, bueno, ¿sí nos dejarían?

—Amm... —Dipper parecía estarlo pensando.

Stanford quería que se diera ya la respuesta para cesar de una vez por todas tanta espera y poder interrogar al joven que lo traía bastante intrigado; sin embargo, grande fue su sorpresa cuando él mismo dio un giro a la conversación de ciento ochenta grados en la mesa.

—Creo que antes deberíamos ver lo que sea que tenga en la cabeza, señor Pines, ¿no cree que pueda ser un ente que se meta en la mente de las personas? —la naturalidad con la que lo dijo fue lo que terminó por denotar la expresión de asombro de todos.

Todos quedaron mudos ante la pregunta, Dipper se estaba ahogando con un Hot cake a medio masticar, Pacífica soltó el tenedor y Mabel se puso incómoda e insegura; Ford había escupido la leche.

¿Qué rayos podría saber ese chico como para preguntar cosas tan "fantasiosas y ridículas"? Las dudas incrementaban en el investigador, pero contestaría la pregunta por temor a revivir el pasado.

—¡Imposible! ¡No puede ser eso! —extendió su brazo en forma de negación—. Debe haber una explicación más lógica para eso... como migraña o algo por el estilo —realizó ademanes con las manos.

Ray seguía insistente.

—Las voces y personas en su cabeza dicen lo contrario, Ford, ¿o acaso estaban en un lugar demencial durante su viaje?

Ford ya no dijo nada mientras que Stan se rascaba la nuca. La situación se estaba tornando extraña, para ser un simple joven de 16 años, Ray planteaba preguntas muy concretas e inusuales; la intriga no hacía más que elevarse hasta los cielos.

Stan tomó la palabra con intención de terminar con las sospechas del joven, pues ya todos tenían una respuesta, pero nadie se animaba a darla.

—Mira..., Ray —soltó un resoplido—. Creo que estás yendo muy apresurado con eso, un ente que se meta a la mente no existe..., al menos ya no

Eso es lo que todos querían suponer y deseaban dejar en claro. Soñar no costaba nada, no después del caos y la destrucción. Stanley decidió ya no decir más. Ray, por su lado, solo entrecerró los ojos.

Esa sensación se fue..., seguro ya se habrá reunido de nuevo con Él, pero él sigue ahí; lo dejaron solo, ¿cómo ejecutarán los planes esta vez? —Ray se había sumergido en sus pensamientos.

El desayuno continuó con tranquilidad y ya no hubo más platica, la tensión se podía sentir en el aire.

Ford respiró hondo y se preparó, ahora o nunca era el momento de confrontar a Ray y descubrir por fin de quien se trataba en realidad. Alzó su dedo índice y abrió sus labios para empezar a interrogarlo, para su infortunio, Mabel retomó rápidamente el tema del favor para disminuir la pesadez que se había presentado en la mesa.

—¿Tíos? —la miraron.

Ford se vio forzado a callarse y a bajar su dedo, suspiró resignado.

—Por mí no hay problema en que se queden, por otro lado, no sé si Dipper acceda o si Ray...

—Sí tú los dejas, yo también, no tengo nada en contra de ellos —comió un pedazo de Hot cake.

—Lo dices porque no conoces sus hábitos poco higiénicos —soltó Dipper sin piedad, Stan no pudo evitar reír con nerviosismo.

—He estado con personas mucho peores —contestó despreocupado.

Dipper alzó la ceja, confundido.

—¿Está... bien? Bueno, no importa —hizo un ademán—. Siempre y cuando no hagan algo que atraiga dinero o más personas o alguna cosa destructiva supongo que no hay ningún problema.

—¡Excelente! —exclamó el viejo muy contento—. Traeremos nuestras cosas cuanto antes —se levantó de la mesa.

—Tranquilo, Stanley —lo detuvo en seco—. Tenemos todo el día para eso. Primero debemos revisarte, más vale que sea un dolor de cabeza grave o que al menos presentes algún signo de demencia antes que...

—Sí, deseo lo mismo, nerd.

A pesar de haberse asegurado de asesinar a aquel demonio que les hizo la vida imposible, no podían negar la existencia de otros posibles seres con las mismas capacidades. Quizá podrían enfrentarse a un peligro mucho mayor de lo que ellos creían y ese temor fue infundido por Ray.

Necesito hablar con ese muchacho —miró de fijo al pelinegro.

Por otra parte, la única chica rubia de la mesa pasaba por un momento conflictivo dentro de sus pensamientos, pues ella esperaba aprovechar al máximo cada oportunidad que tuviera disponible para conocer a su mejor amigo más a profundidad y que esa atracción que sentía por él se pudiera desarrollar de una mejor manera; era un sentimiento que la orillaba a descubrir todo sobre él.

—Dipper —susurró.

—¿Qué pasó?

—¿En serio tienes que ir? Pensé que podríamos... salir —jugó con sus dedos.

Dipper analizó la situación como siempre.

Por una parte, podía ir a ayudar a su tío Ford que no ve hace tres veranos y descubrir algo en la mente de Stan y, por otro, tener, técnicamente..., ¿una cita? Tal vez, pero la tendrían. La idea era tentadora y estuvieron a punto de besarse cuando llegaron por impulso y tanto deseo reprimido, ¿no era obvia la respuesta?

Ray, como siempre tan misteriosamente entrometido y de gran oído, habló algo que los incluía indirectamente.

—¿Sabe, Ford? —el mencionado se sobresaltó cuando le habló, pues seguía mirándolo con interés—. Yo he estado aquí en Gravity Falls y conozco una que otra cosa, tal vez pueda ir en vez de Dipper, veo que estará ocupado hoy —le lanzó una mirada de complicidad.

Dipper rio nervioso.

—Ah, ¿sí? ¿Con qué? —cuestionó curioso.

Mabel, quién se percató de las intenciones de Ray, irrumpió.

—¡Iremos a visitar a unos amigos! ¿No es cierto, Dipper? —dijo lo último entre dientes.

—¡S-sí! ¡Haremos eso! —alzó su dedo índice confirmándolo.

—Hmmm... —entrecerró los ojos—. Es el momento que he estado esperando en todo el rato, no puedo desaprovecharla por nada en el mundo —asintió—... Bueno, supongo que la ayuda de Ray puede ser igual de útil —se levantó de la mesa junto a su hermano—. Bueno, chicos, será mejor que vaya a revisar esto de una buena vez. Stanley, Ray, vamos —Ray asintió y se levantó.

Antes de que se fueran por la puerta, Mabel corrió detrás de él y lo detuvo.

—¡Ray! Hay algo que tengo que decirte... —se miraron a los ojos.

—Puedes decirme lo que sea —sonrió por dentro.

—Yo quería decirte que... —enmudeció.

Ni siquiera tenía idea de que decirle, había hecho aquel acto por impulso.

Tenía planeado ir a visitar a Wendy junto con Dipper y Pacífica para pasar un día alocado como aquellos que tuvieron hace tres veranos, pero había otra cosa..., Mabel quería su compañía, era la primera vez en mucho tiempo que no pasaban un día juntos.

¿Cuándo había sido el último? ¡Oh, cierto! Hace cuatro meses cuando sus padres la castigaron por una semana cuando no pudo pasar una materia con al menos un 8.5, una de esas materias complicadas que rondaban desde ciencias, historia y matemáticas, no recordaba cuál de las tres fueron... Fue una semana en la que solo pudo recibir cartas de Ray dándole ánimos, pues hasta el celular le habían decomisado y Dipper se las daba de contrabando cuando estas llegaban y sus padres no se daban cuenta.

En fin, ya era la hora de decirle algo, Ray estaba esperando, pero no estaba desesperado, al contrario, se encontraba paciente y tranquilo dándole una sonrisa. Mabel ya no tenía idea alguna de que decirle, por lo que se resignó. Tampoco le estorbaría a Dipper, así que lo único que haría sería en verdad hacer lo que dijo: ir a ver a sus amigas.

—Nada, solo cuídate, ¿vale? —lo abrazó con fuerza—. Te quiero.

¿Qué acababa de decir?

—Claro, Mabel —sonrió y correspondió su abrazo—. Yo también te quiero —se separó y acarició su cabellera—. Nos vemos en un rato.

Así, Ray y los tíos Stan fueron a la habitación oculta de Ford en el piso de debajo de la Cabaña del Misterio, en la cual se encontraba la máquina.

—¿Quieren ir a dar un paseo por el centro comercial? Yo invito —propuso Pacífica sacando un fajo de billetes.

Dipper sonrió.

—Por mí no hay problema...

Por pasar un tiempo con la rubia Noroeste, Dipper podría hacer lo que fuese, al menos eso le dictaban sus emociones en ese instante.

Mabel, por otro lado, incluso hubiera deseado acompañar a Ray, pero... ¿pasar el rato como una nerd debajo de una cabaña que en verdad era una trampa para turistas? Ni por mucho que le gustara. Al menos, cuando lo miró a los ojos pudo ver esa comprensión que siempre tenía. Además, quería ir a ver a sus amigas luego del saludo incómodo que tuvieron por culpa de la presencia de Ray, deseaba que pasaran una tarde juntas como las mejores amigas que eran.

—¿Saben, chicos? Iré con mis amigas, ustedes pueden pasar una linda tarde juntos, ¡nos vemos! —y así se fue por la puerta perdiéndose en el horizonte.

—Bueno, parece que solo seremos tú y yo, Paz —sonrió internamente.

—Sí..., que conveniente —rio nerviosa—. ¿Nos vamos?

—Claro.

Salieron de la cabaña y cerraron la puerta con seguro; emprendieron su ruta al centro comercial. En el trayecto, el chico recordó un tema importante que la joven había tratado con él antes de llegar a Gravity Falls.

—Oye, tal vez puedas hablarme más sobre Derry.

—¡Oh, por supuesto! Mira, te decía que...

De ese modo, Pacífica inició a relatarle lo que había vivido en los último tres años referente al hombre que les había ayudado a salir de la miseria.

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—¿Y cuántas veces has estado en Gravity Falls, muchacho? Yo he pasado aquí años y jamás te había visto por ninguna parte —preguntó Stan con curiosidad.

—Pues verá, señor Pines, mi última vez aquí fue hace tres veranos, yo supongo que fue mera coincidencia que jamás nos hayamos topado. Tal vez el destino no quiso reunirnos.

—¿Hace tres veranos? —a los dos se les formó un nudo—... ¿Entonces estuviste durante... el Raromagedón? —la curiosidad de Stan era grande, sobre todo porque fue un evento que marcó a todo el pueblo.

—¿Raromagedón? —hizo un gesto pensativo—. Es un nombre bastante original, pero no, no estuve presente; aunque sí recuerdo haber visto el fin del mundo encerrado en una semiesfera —chistó—. Algo que sería curioso para muchas personas, en verdad, je.

—Al menos te libraste de todo lo pasó ahí, chico —mencionó Ford soltando un suspiro.

A pesar de seguir el flujo de la conversación, el investigador aún tenía el tema pendiente con el muchacho. No dejaba de verlo de reojo y sus pensamientos estaban repletos de preguntas y cuestiones de las cuales no quería esperar más; pero la presencia de su hermano se lo impedía de alguna manera. En cuanto pudiera, lo interrogaría.

—Un alivio, sin duda —Stan retomó la palabra y emitió un suspiro—. En fin, Ford, creo que ya hemos llegado a la Cabaña.

El grupo vio la cabaña, la "S" se había caído una vez más, ¿eso debía sorprenderlos? Claro que no, algo usual y común en esa vieja y ya oxidada cabaña.

Entraron y se toparon con Soos, quien seguía usando el sombrero de Fez heredado de Stan, estaba limpiando la estatua del fundador de la cabaña con un pañuelo; se sentía agradecido con él. De igual forma, ya había mandado a alguien para mejorar aquella estatua y su cara no fuese tan deforme para ahuyentar a los clientes, dependían de su dinero para vivir al final de cuentas.

Tras saludarlo, fueron a la máquina expendedora y bajaron.

A Ford le hubiera costado trabajo meter a ese chico a uno de sus lugares más privados, pero la inquietud de ya haberlo visto antes, sumado a la ayuda que le otorgó a Stan (cosa de la que no se cerciora qué pasó con exactitud) y la gran relación que tiene con Mabel junto con una extraña paz y tranquilidad que le trae aquel muchacho fueron lo suficientemente fuertes para dejarlo pasar.

Entraron y vieron aquella máquina, sin duda estaba un poco dañada, quizá se debió al pequeño enfrentamiento que hubo entre Ford y Dipper cuando el pequeño había creído que su tío era controlado por Bill Cipher.

Ray examinaba la máquina seriamente.

—Sí que esto está bien dañado, Ford —Ray tenía la mano en su mentón.

—Sí y costará un poco de trabajo arreglarla, dudo que sepas sobre este tipo de cosas muchacho —se encaminó a la parte posterior de la máquina.

—Ford, jamás debes dudar de la gente por su apariencia: pueden llegar a mostrarte cosas inéditas y extraordinarias —sonrió.

Ford reprodujo palabras similares en su mente, las cuales provenían de otra parte del pasado.

"Mi amigo, a penas nos conocemos, jamás juzgues a alguien por su portada, podría incluso demostrarte que hay secretos muy profundos en esta cosa a la que llamamos Universo, ¿no crees?"

Ford agitó su cabeza dando una negación.

—Vaya, vas hacer que me vuelva loco yo, Ray —abrió una tapa perteneciente a la máquina—. De acuerdo, entonces hagamos esto.

Así, Ford procedió a buscar utilería, pero, antes de darse cuenta, Ray ya le tenía preparado una caja llena de herramientas

—Pero ¡cómo...? —estaba sorprendido, ni siquiera se lo había pedido al muchacho.

—Solo prevengo, Ford —sonrió con amabilidad.

—¿Yo en qué ayudo? —comentó Stan.

—Deberías descansar un poco hermano, no sabemos si te puede dar otro ataque y lo ideal sería hacerte un estudio profundo. Puedes echarte a dormir si quieres.

—¡Eso suena como el trabajo ideal para un viejo! ¡Suerte! —y Stan se recostó en el piso para conciliar el sueño.

—No pierde ni la más mínima oportunidad —rio Ray.

—Ni una sola, chico —miró detenidamente al muchacho—. ¿Si eres tú o es mi imaginación jugando conmigo? Pensé que jamás lo volvería a ver, ¿será una mera representación? Tal vez lo sepa después —Ford observó a su hermano, quien trataba de dormir. Miró a Ray de nueva cuenta.

Recordó cuando le detalló a los niños y a Soos sus desventuras y descubrimientos en Gravity Falls, pero, claro, jamás les dijo que había omitido ciertas partes porque, según su amigo, nadie tenía que saber nada acerca sobre él o siquiera su existencia. De no haberse ido, juraría que su trato con Bill jamás hubiese ocurrido..., ¿o ese chico habría planeado todo eso desde el principio?

Entonces una mirada de desconfianza se postró ante el muchacho.

Debo confirmarlo antes de que termine delirando...

Vio de reojo a su hermano, quien ya había iniciado a roncar.

Y lo haré justo ahora... —su mirada penetraba a Ray y este ni se inmutó.

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