"Un nuevo comienzo" (2/4)

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Ese día era el regreso a clases para empezar la segunda mitad del ciclo escolar. Estaba un poco triste por Chris, también andaba intranquila. Solo esperaba a que nada sucediera, no quería perderlo tampoco, tenía mi amor y yo tenía el suyo..., al menos eso se suponía.

Dipper y yo fuimos a la escuela. En el autobús se fue con sus amigos, renovado, ya se sentía mejor desde el día anterior. Por fin pudimos pasar tiempo de calidad y estaba dispuesto a repetir eso todos los fines de semana para verlo feliz. Es mi hermano después de todo.

Nos fuimos cada uno por su lado.

Me senté donde siempre, ahí estaba Chris. Estaba raramente sonriente, como si nada de lo que hubiera pasado el día anterior lo atormentara. Lo saludé.

—Hola, Chris, ¿ya estás mejor? —decidí pensar que lo dejó pasar y corresponder la sonrisa en su rostro.

—¡Sí! Recibí una muy buena noticia anoche —seguro por eso no me había respondido..., solo tal vez. Curiosa, quise saber de qué se trataba.

—¿En serio? ¿Y se puede saber por qué?

—¡Porque una persona especial vendrá a aquí, a Piedmont! Estoy ansioso de verla...

—«¿Verla?» —pensé—. ¿Se puede saber quién es?

Por dentro sentí algo de inseguridad, si se trataba de una amiga que no veía hace tiempo, lo más posible era que no pasara nada. No me gustaba ser muy celosa, solo si era de ameritarse. Quería demostrarle que podía ser buena novia y, como tal, apoyarlo en lo que le agradaba y le gustaba.

—Una amiga de mi otra escuela. No sé qué tenga planeado, probablemente venga a mudarse.

—¡Qué espléndido! Me gustaría conocerla, ¿cuándo llega? —guardó un poco de silencio, fue extraño. Aun así, no tardó en responderme.

—Llega hoy mismo, planeaba ir a visitarla en el centro comercial —se sobó el brazo desviando un poco la mirada.

Se veía incómodo. Bueno, suponía que únicamente se trataba de alguien que no veía hace un tiempo, debía extrañarla; no sabía qué tenía con detenimiento, pero iba a asegurarme de estar allí para conocerla.

—¡Estupendo! ¡Pues vayamos hoy mismo!

—Eso... sería fantástico —sonrió.

Al menos sí fue sincero esa vez. Quise abordar el tema de mi hermano una vez más.

—Oye, disculpa lo de ayer... Yo no quise ponerme así, es que...

—No te preocupes, ya pasó. Todo está bien ahora, ¿sí?

Me mantuve tranquila. Llegamos a la escuela y tuvimos nuestro día común y corriente, aparte de aburrido, hasta la salida. Llegada la hora, fui por Chris para ir a decirle que fuésemos a visitar a su amiga.

—¡Listo, Chris! ¡Es hora! —lo jalé del brazo.

Estando él nervioso, fuimos caminando hasta el centro comercial. Antes de eso, le avisé a Dipper que saldría con Chris. Él entendió y me dijo que me esperaba en casa.

—Estoy nervioso... Hace tiempo que no veo a Dayana. Fue una de las amigas que hice en la primaria.

—¿Y por qué tan nervioso?

—Porque no la veo desde quinto, así que no tengo idea de cómo sea. Han pasado ya tres años. Pudo cambiar bastante, pero, bueno, eso no importa. Seguro se llevarán muy bien.

—Sí, yo también lo creo —ilusionada por hacer una nueva amiga, me dirigí hacia el lugar que luego se convertiría en mi peor pesadilla...

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En el centro comercial...

—Ya no debe de tardar...

Chris veía sobre la gente alzándose de puntitas, así podía ver mejor. De pronto, me tomó del brazo y emocionado me dijo

—¡Ahí está! —me jaló y me llevó hasta donde se encontraba una chica rubia de ojos cafés.

Se veía... bastante bien, era un tanto alta, un poquito más que yo en ese entonces. Usaba lentes y su cabello estaba recogido en una coleta

—¡Dayana!

—¡Chris! —ambos se dieron un gran abrazo. Luego se separaron. Ambos sonreían.

—¡Hola! —hablé de repente. Dayana volteó y fue bastante amable, también me saludó.

—Hola, ¿cuál es tu nombre?

—Me llamo Mabel.

Pudo ver que traía puesto un suéter morado con un corazón que traía puestos unos lentes oscuros. Sonreí.

—Es un gusto, Mabel. Oye, Chris —volteó a verlo.

—¿Sí?

—¿A que no adivinas quién vino conmigo?

—¿Venir contigo? ¿Qué quieres...? —antes de poder terminar, él y yo vimos como una chica pelinegra salió de la multitud de gente que pasaba por la plaza dirigiéndose hacia nosotros.

Miré a Chris con una cara de "¿Quién es ella?", pero él se quedó boquiabierto, incrédulo. Estaba... impactado y podía jurar que se estaba fijando demasiado en esa chica. Pronto, él me revelaría el nombre de mi desgracia...

Es aquí cuando me di cuenta de que todo esto fue un "incidente".

Tal vez nunca debí creer en él, tal vez nunca debí de haberme topado con él. Hubiera deseado no haber tenido esas ganas de comer helado y jamás haber tenido que cruzar palabra alguna con él..., pero... así tuvieron que darse la cosas

—¿Ve... Verónica?

—¡Christian! —se abalanzó sobre él dándole un fuerte y cálido abrazo— ¿Cómo has estado, osito? ¡No sabes cuánto te extrañé! No creí que llegaría el día en que nos reencontráramos. Lo veía imposible, es verdaderamente un milagro que estemos aquí, juntos de nuevo —dijo ella sin dejar de soltarlo.

Yo veía la escena atónita, esperando la respuesta que le iba a dar Chris. Hoy en día, lo que ella describió como un milagro, yo lo describo como una maldición.

Era bonita, sin duda. Su cabello ondeaba con el aire y, según yo, le llegaba hasta la cintura. Su piel era entre morena y blanca, tenía ojos de color verde, inusual en verdad.

—Sí, yo también te he extrañado, pero... —me vio.

Pude comprenderlo por un momento. Ellos ya tenían un historial completo de dos años, Chris y yo a penas y cumplimos un año..., aunque por como veía su expresión lleno de confusión y angustia, me hacía creer que había tenido mayor felicidad con ella que conmigo.

—Pero ¿qué? —soltó su abrazo y se quedó viéndolo fijamente.

—Yo...

Estaba inseguro, podía notarlo en su rostro. Ansiaba con todas mis ganas que le dijera que ahí estaba yo, seguía viéndome, hasta que intervino.

—¿Quién es ella, Chris? —me señaló con su mirada.

Yo me sentía demasiado incómoda. Creo que no fue culpa de nadie, de todas formas, ninguno de los dos lo vimos venir.

—Ella es Mabel y...

Soy su novia —lo dije sin más.

La tensión era muy grande. Estaba empezando a sentirme muy insegura. Miraba hacia el suelo.

—¿Novia? Pero... tú dijiste...

—Sí, lo sé, Verónica. Sé que te dije que esperaría el tiempo en que la vida nos reuniera, pero me sentía abatido y desolado. Quería avanzar, no quería quedarme estancado. Yo... lo siento —agachó la mirada.

Verónica no se lo tomó tan bien al principio, al menos eso había indicado su rostro. Tardó un poco en hacer algo, lo volvió a abrazar.

—Supongo que tienes razón, pero... no te sientas mal, en serio. Mira... —se acercó a su oído y le susurró algo que no oí.

Acto seguido, se dieron un abrazo más y se separaron. Hasta ahí todo parecía ir bien. Sonrieron y ella junto a su amiga se fueron. No tuve idea de lo que le dijo, pero... influyó bastante en lo que pasaría después.

—Mabel..., vayamos a pasar el rato —se veía un poco entristecido. No supe por qué en su momento.

—¿Todo bien? Pareces triste.

—Ignórame. Solo... vayamos a pasar el rato —me sonrió y me tomó de la mano.

Paseamos en la plaza haciendo varias actividades, entramos a una zona recreativa donde pudimos jugar ciertas cosas parecidas en las hay en una feria. Ganamos muchos tiques y con ellos compramos un pequeño peluche de oso. Me lo dio, pero su rostro seguía ensombrecido, lleno de tristeza. Algo no andaba bien con él, en definitiva.

Salimos y fuimos al cine, antes de eso compramos unos yogures helados que comimos en el camino. Vimos una película con una trama algo triste, pero todo resultó bien al final.

La noche se hizo presente. Salimos de la plaza y nos dirigimos a un parque.

Pronto, la tristeza que venía en su rostro se pegaría en la mía, me aferraba mucho a ese oso que me dio. Me hacía sentir... un poco menos insegura.

Fuimos a una banca y nos sentamos. Se quedó viendo al frente, en un punto al que casi todos llamamos "vacío". Después de unos minutos, habló.

—Mabel, hay algo que tengo que decirte...

Y es aquí donde comenzó la peor parte del "incidente". Me quedé callada, sabía que algo iba mal.

—Puedes decirme lo que sea, Chris —lo miré a los ojos.

¡No podía evitarlo más! Mis ojos se pusieron vidriosos.

—Sabes que eres una persona increíble y maravillosa, pero... tú no me mereces. Siento que todo este tiempo me he estado mintiendo a mí mismo.

—¿Qué tratas de decirme?

No era ninguna tonta, sabía a dónde quería llegar, solo que quería pensar que todo era mentira, ¡una maldita mentira!

—Quiero decirte que me gustaron todos los momentos que pasamos juntos, que no todo fue falso, ¡yo en verdad te amaba! Solo que...

—Verónica, ¿verdad? —y en mi mejilla cayó la primera lagrima de aquella tormentosa noche.

Él sólo agachó la mirada. Todo era silencio. Si hubiera estado lloviendo hubiese sido el complemento perfecto para esa perfecta pesadilla.

—No pude evitarlo, todos mis sentimientos resurgieron en un momento a otro. Ella es alguien especial en mi vida..., dijo que vendría a mudarse hacia acá. No puedo olvidar todo el tiempo que pasamos juntos.

—¿Qué quieres decirme con todo eso?

— Mabel..., quiero decirte que... lo nuestro debe terminar —las lágrimas comenzaron a salir.

Me sentí frustrada, enojada, ansiosa, triste, celosa..., acabada.

—Eres... ¡Eres! —alcé mi mano lista para abofetearlo. Parecía que iba a recibirlo justa y limpiamente, pero decidí reprimirlo. Puse mis manos en mis ojos y comencé a llorar y a llorar—... ¡Eres un tonto! ¡Estúpido! ¿Acaso nada de lo que te di valió algo para ti! ¡Pensé que podía confiar en ti! ¡Pensé que me amabas!

—¡Y lo hice, en serio! ¡Créeme que esto también me duele! —vi que también estaba llorando levemente, pero yo lloraba a cántaros.

No pude soportarlo más, no pude reprimirme más. Cerré mis puños y empecé a golpearlo en su pecho varias veces con el costado de mi puño derecho. Golpe tras golpe podía oír un poco de sus quejidos, incluso llegué a aventarle el oso de peluche que traía en mis manos, ese pobre osito terminó tirado y abandonado en el césped de aquel parque, pero no me importaba, me había roto el corazón, ¡yo quería romperlo a él...! Pero no podía, estaba frágil, deshecha, destruida. Caí rendida en él y lo abracé por instinto.

—De verdad lo siento... —lentamente me envolvió en sus brazos. En verdad no quería que nada de eso pasara...

Lloré por el momento, revivir el recuerdo de golpe fue algo doloroso para mí. Pacífica dejó las cosas a un lado y vino a abrazarme.

—Lo siento, Mabel. De verdad te topaste con un verdadero estúpido...

—Lo sé...

—¿Qué pasó después?

—Después él se fue de allí con la frente agachada. Yo solo lo veía irse... Regresé a mi casa devastada y cuando abrí mi puerta, toda mi familia me vio ahí, hecha un mar de lágrimas. Todos me abrazaron. Sin duda pude contar con su apoyo. Al menos... después de aquella tormenta destructora de emociones, logró venir la calma.

—¿Y eso cómo pasó? —me sequé las lágrimas con mi suéter y esbocé una ligera sonrisa.

—Fue... cuando conocí a Ray —y una alegría empezó a inundar mi corazón.

Viéndolo desde otro punto de vista, tal vez el "incidente" sí fue algo bueno después de todo.

Entonces, inicié a recordar el día en que lo conocí.

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