Sorpresas

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Tanto pensé en cómo pedirle a Darwin que fuera mi novio, pero no tenía nada en mente. Así que lo más profesional que pude hacer fue consultar a la chica mejor en temas románticos —y la más orgullosa, creo—. Me senté a su lado para comenzar con una charla que la convenciera de ayudarme.

—Hola, Massami —sonreí—. ¿Podrías ayudarme en algo?

—¿Qué necesitas? —cerró su cuaderno para luego verme.

—Me gusta alguien... y quiero pedirle que seamos pareja de la mejor manera posible —sobé mi nuca algo nervioso.

—¿Penny, verdad?

—Supongamos —dejé escapar una pequeña risa —nerviosa— para disimular.

—Ah, no lo es —por su expresión, estaba analizándolo todo—. ¿Entonces quién es?

—No quiero decirlo.

No niego a Darwin, claro que no. Solo miento para poder obtener ayuda de Massami y que así no se aleje de mí por mi bello gusto hacia Darwin.

—De acuerdo... —noté que no estaba muy convencida con lo que dije.

—¿Entonces sí vas a ayudarme?

—Por supuesto.

Qué aliviado me siento con su estupenda afirmación.

—¿Tienes alguna idea? —interrogué.

Massami me dio una gran idea. No era lo más romántico del mundo pero hasta a mí me gustaría que hiciesen algo así para mí. Sé que a Darwin va a encantarle.

•••

Yo continuaba planeando con Massami en una de las clases libres ya que el docente que teníamos enfermó. Cuánto deseo que muera... eh no.

Observé hacia el frente, donde se suponía que estaba Darwin pero estaba con, ¡Tobias!

Oh no estúpido arcoíris. Maldije internamente a ese estúpido mientras iba caminando hacia ellos.

—¡Tobias! —grité.

—Ah, hola Gumball —blanqueó sus ojos—. ¿Podrías irte? Darwin y yo queremos tiempo a solas.

—No, Tobias, ya te dije que no quiero estar contigo —aclaró mi amado frunciendo su ceño. Se levantó y se paró a mi lado.

—Trágate esa, Tobias —me crucé de brazos orgulloso.

—Y tú no lo insultes —me regañó Darwin jalando de mi oreja.

—Auch, auch, auch. Ya entiendo —soltó mi oreja.

Tobias se levantó de su asiento y con su brazo, rodeó el cuello de Darwin. Cosa que obviamente fue de mi total desagrado.

—Vamos, dame una oportunidad —insistió.

—No, aléjate —apartó aquel brazo con brusquedad—. ¡Quiero estar solo!

Darwin se fue hacia los asientos de atrás, sentándose en uno de esos. Tobias y yo quedamos solos.

—Ah, ya lo hiciste enojar, Tobias —bufé.

—Yo no fui el que vino a interrumpir el lindo momento que Darwin pasaba conmigo.

—Si por disfrutar te refieres a querer alejarse de ti y... dejarte en la friendzone —reí evidentemente molestando a Tobias.

Me lanzó una mirada fulminante y se fue. Yo iba a volver con Massami pero ella estaba con sus amigas.

Así que opté por sentarme con Darwin.

Mi plan había sido no estar con él para después darle la sorpresa. Pero no quiero estar solo y él también lo estaba.

—¿Estás bien, Darwin?

—Sí, solo no soporto a Tobias —suspiró—. Perdón por si mi humor te afectó.

—No, no fue así.

—¿Y qué has estado haciendo? te noto algo ocupado...

Agh, ¿qué puedo inventar, qué digo? ¡Mierda!

—Es que... solo lo normal, flojear y no hacer nada —puse mis manos tras mi nuca y mis pies sobre la mesa para sonar más creíble.

—Nunca cambias —sonrió.

—¿Y tú por qué tan solo? —dejé la pose vaga para prestarle atención.

—No quiero entrometerme entre los demás y todo me resulta tan aburrido.

—Sí.., te comprendo.

Observé a los alrededores para asegurarme de que nadie nos viera y besé a Darwin, instantáneamente él se sonrojó.

—Me gustaría besarte más —desvió la mirada—, pero aquí no. La gente nos juzgaría.

—No me importa si soy juzgado por amarte. Tú vales la pena —me alcé de hombros sin mucho interés.

—Eres tan lindo —me miró enamorado—. Pero a mí sí me importa, así que aquí no.

—¿Por qué eres tan malo? —dramaticé. Aunque realmente me había dolido.

—En casa podrás besarme todo lo que quieras.

—Está bien, tiene razón.

•••

Las clases culminaron. Así que rápidamente me dirigí a los baños luego de que la campana hubiera sonado. Allí estaba Massami, quien me dio una bolsa en la que en su interior tenía un traje algo elegante. El típico esmoquin.

Me cambié en el baño y ella me ayudó con mi peinado.

•••

—Oye, Gumball. ¿Dónde va a estar esa personita? —me codeó burlona.

Íbamos de camino a mi hogar.

—En mi casa.

Llegamos y quien únicamente estaría ahí era Darwin. Toqué el timbre y él se asomó por la ventana. Viéndome tan elegante y con un ramo de flores en mi mano.

Massami estaba tras de mí con unos carteles llenos de frases cursis y empalagosas. Con algunos cantantes a su lado tocando lindas melodías para Darwin.

Sé que la idea es cliché, ¡pero me gusta mucho!

Y así pasé expresándole todo mi amor a Darwin con todo lo que hice. Hasta le dediqué un poema, que estuve matando mi cabeza para que saliera bien.

Luego de acabar con todo, Darwin bajó y salió. Tomé su mano e hice la típica pose al pedir matrimonio, incándome.

—Darwin, ¿quieres ser mi novio?
—No preguntes eso —sonrió muy feliz—. Sabes mi respuesta.

—Te amo.

—Y yo a ti, Gumball.

Me levanté y puse una de mis manos en la cintura de Darwin, la otra la dejé sobre su nuca para ir acercando nuestros rostros y así formar un beso que sellaba nuestra relación.

Todos los presentes nos miraban, pero tuvimos que separarnos.

—Por favor Massami, no le digas a nadie —pidió Darwin.

—¿Por qué mantenerlo en secreto? Ustedes son muy lindos juntos y no te avergüences de Gumball. Vale la pena para ti.

¡Gracias Massami!

—Es cierto, solo que aún no estoy listo...

—No importa, Massami, es comprensible. Todos juzgan por ser diferentes —dije para calmar el ambiente.

—Sí, ¿pero por qué no me dijiste que era Darwin esa personita?

—Porque creí que no me ayudarías si te decía.

—Tonto, sí lo habría hecho —rió.

—Bueno, ya qué —me separé de Darwin—. Gracias, no habría podido hacer nada mejor sin ti.

—Para eso estamos los amigos —sonrió con mucha sinceridad—. Yo ya tengo que irme.

—Está bien. Adiós y gracias de nuevo.

Massami se fue y Darwin y yo fuimos a nuestra habitación.

—Gumball, gracias por todo. Realmente fue muy lindo de tu parte.

Mientras decía eso, un sonrojo decoraba sus tiernas mejillas.

—No fue nada, bebé.

—E-Eres tan lindo.

—¿Puedo besarte ahora? —pregunté pícaramente.

—No.

—¿Por qué no?

—Porque quiero ser quien bese —imitó mi tono de voz.

—Entonces bésame.

Darwin tomó mi mentón y juntó nuestros labios, que luego se volvió en un juego entre nuestras lenguas.

—¡Chicos, ¿qué están haciendo?! —gritó Anais exageradamente.

Ambos nos separamos asustados.

—¡Anais!

Hola :D

Tardé tres meses en actualizar, lo sé, pero no me maten Dx

Se los compensaré <trez

No sé si sepan, pero esta es mi última historia y como última, me dedicaré a actualizarla bien seguido. Así que estén bien atentos. ;D

De nuevo, una disculpa por la tardanza y gracias por leer ❤

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