Cap 9.5: Que ganas de no verte nunca mas

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Aquello ocurrió hace algunos años, mientras el joven Shinya rondaba por las fiestas de noche, en busca de la liberación que en casa nunca hallaba, su hermana pequeña Krul comúnmente lo acompañaba, bailando juntos a la luz de la luna, y a veces se les unían ciertas personas.

El hijo mediano de los Hiiragi, tutor de su pequeña hermana, y pareja de Shinya, Hiiragi Mahiru. El hijo único de la familia Ichinose, Ichinose Guren, mejor amigo de Krul y apasionado de la fotografía y el video, capturaba en directo todo lo que ocurría en aquellas fiestas, bajo la atenta mirada del triste albino.

Como cada día, colgado del brazo de aquel conocido como su prometido, elegido por su familia, e intentando quererle, más fallando miserablemente.

Hace años, quizás cuando aún creían en cuentos de hadas y finales felices, cuando aún pensaba en llegar a la mayoría de edad y finalmente ser libre, irse de aquella prisión a la que llamaban casa, llevándose consigo todas sus pinturas y a su hermana pequeña, liberándola de todo mal como siempre ha hecho, más el destino tuvo planes algo diferentes. Tan pronto el hijo de los Hiiragi mostró interés en él su familia vio la oportunidad de sacarle provecho a su "desagradable condición" de amar sin género. Ahora estaba prisionero bajo un manto de falsa libertad, sin amor o cariño, como un trofeo inaccesible que aquel de morados cabellos obtuvo.

Por todo eso Shinya apreciaba sinceramente estos pequeños momentos de libertad, en donde podía ver a su amor platónico prestarle atención, estar a su lado, tomarle de la mano para que no se pierda en el mar de gente, e incluso a veces, cuando Mahiru no tenía interés en mostrar su premio, pero tampoco quería aguantar la "irritable" voz del albino, podían bailar un rato con su hermana de por medio, algo de tiempo de calidad.

La mas joven de el pequeño grupo, traducido como Krull, se encargaba en cada ocasión que tenía de que su hermano y mejor amigo pasaran más tiempo juntos, pues ella sabía que Shinya necesitaba ese pequeño tiempo de felicidad. Cada vez que veía la emoción en los ojos de su hermano no podía evitar esbozar una sonrisa, y llenarse de una misteriosa determinación, reforzando cada día su decisión.

Pero su atención no se centraba solo en Shinya, la pequeña Krull también era capaz de observar el cambio en la actitud de su mejor amigo y lo rápido que se adapto a la presencia del albino. Ella sabía la mala fama de Guren con sus compañeros, aunque este sea algo mayor que ella, Krull sabía que casi todas las personas en su escuela le temían, respetaban y odiaban por igual, después de todo este les parecía borde e insensible, pero muy inteligente.

La imagen de ese chico malo que aparentaba en la escuela era un completo alto-contraste con su actitud hacia el hermano de la más bajita.

Esa actitud le parecía adorable.

Y por eso iba a hacer todo lo que estuviera en su poder para ayudarles.

Aún si eso se resumía en perder toda libertad.

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Esa tarde en específico Krull hablo con Guren aparte, haciéndole saber que era más que consciente de los sentimientos de este por su hermano. La reacción fue en cierta medida la esperada, este se avergonzó e intentó negarlo, más luego de suspirar solo le pidió que eso no destruyera su amistad.

Convencida de que hacia lo correcto le pidió a su amigo que confesara todo a Shinya, cosa que asustó al azabache, pero por la insistencia de la menor y la desesperación reflejada en la azulina mirada supo que no tenía escapatoria, quisiera o no su atracción había llegado demasiado lejos, y sino se alejaba de Shinya iba a acabar por no poder detenerse de tocar su suave rostro, acariciar su sedoso cabello, probar sus finos labios de cereza, tomarle entre sus brazos, sostenerle del terremoto de decepciones que había sido su vida hasta ahora. Y el no podría soportar la separación.

Al poco rato se encontraba la pequeña Krull llamando a su padre, esta vez ella protegería a Shinya, y se encargaría de que fuera para siempre.

—Lo siento...mi pequeño...— susurra tan pronto termina la llamada, cayendo al suelo entre lágrimas

Una semana más tarde, mientras se encontraban Mahiru y Shinya cenando, algo ligero preparado por el albino, las muecas de descontento en el rostro de su prometido estaban siendo comparadas en su mente con las del azabache hace tres días, cuando finalmente se había armado de valor y le había preparado un almuerzo a escondidas. Si bien Shinya sabía que su comida aún no era la mejor Guren no se burló de él o se quejó, parecía estar seriamente creyendo que aquel almuerzo estaba delicioso, o al menos lo fingía muy bien. Mahiru en cambio ponía mala cara para todo, se quejaba del más mínimo sabor y casi siempre se tragaba todo lo de su plato, alegando que ni los cerdos comen tan mal.

"Que ganas de no verte nunca más... aunque me muera"

Puede ser un pequeño esfuerzo, pero las muchas pasiones del albino eran completamente desagradables para Mahiru, desde la cocina, tejer, cantar, pero sobre todo, la ilustración, el detalle y el trabajo de paciencia, todas cosas que el de cabellos morados no soportaba, las consideraba inútiles y mal hechas. Se sentiría solo en esa casa de no ser por la presencia de la pequeña Shinoa, la hermana menor de Mahiru.

"Hacerme de coraje y escapar por esa puerta"

La dulce niña temblaba y se escondía en su habitación, más se comía todo lo que el albino preparaba y sonreía a las ilustraciones que este hacía, apegándose a Shinya cada vez que podía, evitando hacerlo con su hermano cerca.

"Que ganas de no verte nunca más, y ser valiente"

Finalmente, y a pocos días de el cumpleaños del albino, este escribe una pequeña nota a su prometido, una especie de ultimátum, queriendo darle una última oportunidad. Tomarla o dejarla, era opción de Mahiru, Guren había hablado con su padre, que es juez, y a la más mínima palabra de Shinya la custodia de Shinoa pasará permanentemente a manos del albino, más este aún no daba respuesta definitiva, preocupado por las consecuencias que esto podría traer a su ya-no-tan-pequeña hermana, y aterrado de el cambio de vida, de separarse finalmente de lo único que le ata con el apellido Hiiragi.

"Decirte que con él estoy mejor, y me comprende"

—Mahiru...—llama en un susurro, viendo como su prometido detenía lleno de fastidio la aburrida película histórica, otra pasión de su prometido que no podía entender

—¿Que quieres ahora?—pregunta con hastío, remarcando la última palabra

—Mahiru... tu...—

—¡Deja de hacerme perder mi tiempo con tonterías y di que quieres!— ante el repentino grito del mayor Shinya salta en su lugar, no era la primera vez que lo hacía, por el ligero sollozo que captó desde la cocina supo que Shinoa también se había asustado

—Tu...— no sabía que hacer, que decirle, que preguntarle, como confirmar que el de morados cabellos podría demostrarle cariño, no solo a él, sino también a la pequeña niña que ahora se retuerce en la cocina, intentando con todas sus fuerzas que los sollozos no sean escuchados, acción que fue algo inútil ya que Mahiru se levanto con ira del sofá, directo a donde la menor reposaba

—¡Cállate de una maldita vez niñata!—

El fuerte grito seguido de algunos vidrios rompiéndose alertaron al albino, quien no perdió tiempo en ir a ver que ocurría, encontrándose así a su pequeña amiga temblando en un rincón, con las manos sobre la cabeza. Las pequeñas heridas que esta tenía estaban llenando sus brazos de sangre, no a un nivel exagerado, pero si de una forma realmente dolorosa.

Tan pronto como Mahiru se alejó supo que el de morados cabellos no había tomado en cuenta su mensaje, pues la orden de recoger el desastre dirigida a la pequeña y el fuerte apretón que recibió la misma momentos antes solo fueron la mecha. La mirada que le había dirigido mientras volvía a su habitación era una de total control, como un niño malcriado que no iba a tolerar que su juguete preferido le desobedeciera.

"A él le sobra el tiempo como a mi, a él le arde la sangre como a mi, con el me siento nuevo, tan dispuesto tan entero, un ser de carne y hueso para amar"

Eso fue suficiente para romper la paciencia de Shinya, quien limpió y curó las heridas de la niña, y justo después de recoger los vasos rotos y echarlos a la basura fue donde la menor temblaba, ya cambiada de pijama, pues el anterior se había ensuciado.

—Shinoa...—llama con voz baja, evitando que su prometido le escuche —Ven cariño—susurra con gran afecto, al momento la pequeña sale de debajo de las sábanas y se lanza a abrazar al mayor, temblando sin control

—Shin- Shiina~ —llama en voz baja, llorando sin ser realmente escuchada, aferrándose a aquel que considera mas que su hermano, su familia, la pequeña que había crecido sin conocer a sus padres se sostenía de Shinya como si este fuera una especie de deidad, capaz de alejar al monstruo que dormía a solo dos puertas de ella

—Shinoa... mi niña linda, no llores— con sus pulgares limpia las mejillas de la menor —Te tengo una preguntita corazón— se sentía tan natural tratar a la menor como a su hermana cuando está era más pequeña, tal vez era por la extraña forma en que la más chica iba corriendo hacia él cuando tenía una pesadilla, o como le sonreía al devolverle el plato de comida...vacío, Shinya sentía la pequeña muy cerca, y sabe que la quiere como a una hija —¿Quieres irte de aquí? Conmigo y Guren...—

—¿Guren...?— no es que no lo conociera, el chico había ido una vez de visita con la hermana de Shinya, ella recuerda como aquel chico miraba a Shinya, tan similar a su hermano, pero a la vez tan diferente, ambos tenían deseo por el albino, pero hasta ella pudo diferenciarlos, mientras que su hermano tenía un deseo desagradable, pegándose de forma que incomodaba al mayor, aquel azabache que les visitó solo una vez admiraba con cariño a Shinya, le atesoraba con la mirada pero no hacía ningún movimiento hacia él, o al menos ninguno incomodo, la verdad es que le agradaba aquel chico —Pero... ¿y M- M- Ma- Ma- Mahi- ?—

—Él no vendrá— sentencia tajante y con voz segura —No permitiré que nos arruine más la vida—

—¿Po- podremos separarnos de él?— pregunta con ilusión y algo de temor, más con el asentimiento de Shinya ella no puede más sino emocionarse —Quiero ir contigo, ¡vamos con Guren!—

—Solo hay que hacer un par de cositas primero—

Tras pedirle a la niña que recoja todo lo que quiera llevarse se dispuso a llamar a aquel que le hacía latir el corazón...

La mañana siguiente les recibió con luces cálidas, como si el día supiera lo que estaba por ocurrir en aquella casa, Guren había ido desde bien temprano en la madrugada, llevándose consigo a la pequeña Shinoa para que no estuviera presente en el enfrentamiento que estaba seguro ocurriría entre Shinya y Mahiru, sabía que el albino necesitaba esa separación, ese que significaría el fin de su anterior vida, una que sabía aquel dulce chico no deseaba.

—¡Shinya!— el grito de Mahiru le demostró al albino que su pronto a ser ex-prometido estaba despierto, también le advirtió que ya había descubierto la falta de las cosas del albino, y las fotografías de ambos totalmente destrozadas, mentiría si dijera que no disfruto destruir las pruebas de que alguna vez pudieron jugar a ser una pareja —¿¡Que jodidos significa esto!?— finalmente le había encontrado en la sala, sentado en el sillón individual y revolviendo una taza de café helado que él mismo había preparado horas atrás

—Siempre decías que mi café era desagradablemente caliente— a medida que hablaba agregaba azúcar a la mezcla —y que era repulsivamente dulce— hizo girar un poco la taza entre sus manos, levantándose del sillón se dirige hasta aquel que tanto dolor le causó —Felicidades... cariño~— tras decir esas simples y vacías palabras vuelca todo el contenido de allá taza favorita se Mahiru sobre la cabeza de este, una simple venganza que desde hace tiempo quería hacer, solo que no sabía cuando, bueno, hasta ahora

—...— Mahiru estaba sin habla, como se atrevía aquel chico a hacerle eso, cuando el tuvo toda su misericordia al aceptarle como su pareja, a ese escuálido y debilucho chico gay que ni sus padres querían cerca

—Que ganas de no verte nunca más... ¡Que ganas de no verte nunca más! Que ganas de cerrar ese capítulo en mi vida... donde fuiste una mentira y nada más...— Mahiru intenta acercársele al albino pero este lo detiene con la mano extendida, alejándose unos pasos —¡Que ganas de no verte nunca más! Haberme dado cuenta que contigo estoy desierto... ¡Que no tengo más paciencia que inventar!—

—De ti no me podía imaginar algo como esto...—

—¿Cuanto hace que no sabes de verdad como me siento?—pregunta con evidente sarcasmo

—¿Porque esperaste tanto para hablar...? No lo comprendo—

—Mil veces lo e intentado y tú jamás tuviste tiempo, a él le sobra el tiempo como a mi, a él le arde la sangre como a mi, con el me siento nuevo, tan dispuesto tan entero, un ser de carne y hueso para amar, Mahiru... ¡Tu no me quieres! Nunca me quisiste, tenias una persona que dependía de ti y la lastimaste, ¡Tu solo piensas es ti mismo!—

—Antes tuve misericordia de ti, patético Twink, ¿Te crees que porque hayas quitado todas tus cosas de MI habitación vas a poder alejarte de mi? ¡Tu eres mío! Y si tengo que hacértelo ver por las malas, pues eso es lo que haré— más antes de que pudiera hacer el intento de acercarse un papel fue directo a su cara, en rojo y grande las letras "Orden de alejamiento" hicieron rabiar al de cabellos morados —Puede que hayas hecho esta cosa estupida, pero se que la basura no está aquí, y ella me pertenece por ley— sonríe con sorna creyendo haber ganado esa discusión, sabía que Shinya tenía cierto cariño por esa cosa, por lo que mantenerla cerca significaba tenerlo para sí, y esta vez podría directamente amarrarle a su cama

—Eso crees— otras hojas, esta vez las palabras que predominaban eran custodia y adopción, en estos señalaba que Shinoa iba a ser entregada en adopción al albino debido a la diligencia de su actual tutor —Ahora Shinoa es oficialmente una Ichinose, por lo que está fuera de tu jurisdicción dulzura~ — finalmente, y tras todo ese tiempo de ser un cero a la izquierda, Shinya puede actuar como le plazca, sabía que Guren apreciaba la forma real del albino, ese burlón y alegre chico que prefería una noche de películas a una noche de sexo

Agitando su mano se despide de aquel que espera nunca más tener que ver, y Mahiru no es tonto, no intentaría romper la ley solo por un capricho, ¿o si?

Notas del capitulo:

...

Yaho~ (////)
Volví~

Me da vergüenza estar aquí después de todo este tiempo, pero a la vez me alegra haber escrito este capítulo, que llego a 2541 palabras (sin contar las notas)

Si todavía hay alguien que no se rindió y espero a esta actualización... por favor... dímelo, ¿si?

Quiero agradecer personalmente a esas personitas (^////^)

Les quiero~
Bye-Bee~~

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