24 latidos

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Oxígeno suplementario, silla de ruedas y miles de medicamentos era como salía del hospital, reducir el desgaste y con los últimos intentos hacer que pudiera vivir un poco más.

—No tienes que ir si no quieres —insistió mamá acomodando mi tanque en la silla.

—He decidido que si voy a vivir más no serán en esa cama —afirmé, así tuviera que pasar vergüenzas.

—Pues me alegra que decidas seguir con tu vida normal —sonrio Dedri mientras me ayudaba a terminar de vestirme.

—Estoy obligado —suspiré— no quiero la ira de Damian sobre mi otra vez.

—Más te vale —amenazó mi hermanito que paseaba por ahí con su libro en mano.

Suspiré para tomarme de valor, Nadi llegó por mi como habíamos acordado, había hablado ya con ella sin embargo con mi moreno... no había podido aún.

—Vamos guapo —dijo empujando mi silla— te traigo una sorpresa adentro.

—Espero sea una Vaca —me emocioné falsamente.

Abrió la puerta para dejarme ver al moreno dentro.

—No es una Vaca —la miré molesto, el tonto era yo por emocionarme.

Ella besó mi mejilla y me ayudó a subir a su camioneta, era una chica muy fuerte por lo que cargarme no generaba ninguna molestia para ella... digo también estaba casi en los huesos no es que pesara mucho.

Ty solo me vió de reojo para girarse molesto.

—Uy olvidé algo ahora vuelvo —nos dejó a los dos a solas.

Después de unos interminables cinco minutos en silencio entendí que no iba a regresar hasta que habláramos

—Me sorprende que estés aquí —rompí el silencio.

—No es que pudiera huir —me mostró las esposas que lo tenían sujeto al asiento.

—Por qué tiene...

—No quieres saberlo —negó para volver a mirar afuera.

Respire para decir lo que tenía que decir.

—Soy el idiota más grande del mundo no es así —susurré sin poder mirarlo.

—No te equivocas —aceptó serio.

—Sin embargo... este idiota necesita a su mejor amigo, porque no cree poder aguantar mucho sin él —confesé mirándole por fin— yo... siento mucho las cosas que dije, y lamento aún más que mis palabras te hayan lastimado... me perdonas.

Mi amigo me miró para soltar la lágrima traicionera, se aventó a mi en un abrazo con un solo brazo pues seguía atado.

—Está bien pero tú... no vuelvas hablar así quieres —insistió con tristeza— por favor.

—Quisiera decirte que no, pero estoy hecho mierda y no sé cuándo me dará otro bajón así que puedo ser idiota un par de veces más —advertí— solo recuerda que no lo digo en serio.

Mi moreno asintió aferrado a mi, la puerta de la camioneta se abrió para dejar entrar a mi chica que se unió al abrazo con fuerza.

—Así me gustan par de cabezotas —se quejó ella.

—Lo sentimos —dijimos al unísono.

Nos quedamos así por un momento más.

—Me puedes quitar las esposas ya por favor —pidió Ty a la pelirroja— me duele la mano.

—Ah cierto lo siento —dijo ella— perdón bebé.

Le quitó las esposas, me quedé mirando su pierna que seguía con el yeso.

—¿Tu... cómo va tu pierna? —me adelanté.

—Ah no tan bien como esperábamos, le darán más reposo si no cirugía —suspiró sin dejar de ver su rodilla mala.

—Te pondrás bien —animé a mi chico— eres fuerte.

—Eso espero —asintió con una liguera sonrisa de tristeza.

Al llegar a la escuela me sentía extraño, no tenía ganas de bajarme pero tampoco de quedarme.

—Llevó media hora esperándote sabes —se quejó mi rubio entrando.

—Problemas técnicos —mentí cansado.

—No tienes que bajar si no quieres —se subió el rubio al auto para sentarse a mi lado.

—Te puedo llevar a casa si quieres —insistió Nadi tomando mi mano.

—No estoy bien solo... denme un momento —pedí.

Nadi se fue adelantando para ayudar a Ty mientras Bas se quedaba a mi lado.

Me quedé observando el tanque de oxígeno por unos minutos.

—¿En que piensas? —preguntó acariciando mi mejilla.

—Que tal vez sea mejor volver a casa —confesé avergonzado.

—Te sientes mal o... te da pena —me interpreto enseguida.

—Odio que me vean con lastima... que piensen que soy débil —conté lo que de verdad me temía.

—Cariño nadie te ve como alguien débil —dijo con una sonrisa.

Le miré arqueando la ceja, sabía lo que se decía de mi, él suspiró para tomar mi mano.

—Antes de conocernos yo ya te había visto —contó— ibas en la espalda de tu amigo haciendo tonterías como acostumbras, y le reclame a uno de mis amigo por no llevarme en su espalda como a ti —añadió riendo.

—Lujos que me puedo dar —asentí.

A lo largo de mi vida había tenido muchos amigos, algunos se habían ido, otros habían muerto pero siempre tuve la suerte de tener amigos como Nadi y Ty, esos que te acompañan hasta la muerte.

—En fin el punto de esto es que ellos me contaron la razón de porque te llevaba en su espalda —confesó— y juro que lo único que pensé es que eras muy fuerte.

—Solo lo dices para hacerme sentir mejor —me queje.

Él negó dándome un besito en la frente y apretando más mi mano.

—Nadie se imagina por lo que estás pasando, pero el simple hecho de levantarte cada mañana y pelear por tu vida, eso no se me hace de alguien débil sabes —me reitero.

Asentí para acomodarme en su pecho y respirar.

—Bien hagámoslo —acepté.

—Ese es mi chico —me besó— vamos.

Bas me ayudó a bajar para empujarme adentro, mi primera clase era con Nadi quien ya me esperaba.

—Lo lograste —me abrazó mi chica.

—Por poco —suspiré.

El profesor Black entró para verme y darme una gran sonrisa

—Por fin te veo muchacho —dijo alegre.

—Siempre es un gusto verlo —correspondí con la misma sonrisa que me daba..

El hombre revolvió mi cabello para sentarse y empezar a sacar sus cosas.

Sentía que todos me miraban pero decidí no tomarle importancia, siempre eran más amables y hoy no era la excepción.

La gente tiene a ser hipócrita cuando estas enfermo, pero podía soportar las sonrisas o la preocupación falsa que me daba al pasar.

Me quedé a la hora de teatro para ver cómo iba la obra.

—Listo para ensayar señor Lambert —me animó el profesor con el guion en mano.

—Solo vengo a ver —lo calmé— no estoy de muchos ánimos para ensayar.

—Ni para la escena del beso —dijo Bas mirándome con tristeza.

—Tal vez esa si —le guiñe pícaro.

—Lo que siempre quise escuchar los coqueteos de adolescentes hormonales—se quejó el señor Art.

—Eso no viene con el trabajo —le recordé.

—Para mi desgracia —asintió— ahora tómense cinco y empezamos.

Como dije solo me gustaba el teatro para pasar tiempo con mi amiga, pero verlos esforzarse, dar todo de sí y las risas si alguien se equivocaba me hacía recordar los momentos divertidos.

En plena escena se dijo una de las frases que más sentido tenían para mi.

"Es casi ley, que los amores eternos son los más breves"

Palabras que solo me hacían recordar mi relación con Bastian.

El chico rubio terminó su parte para bajar y sentarse a mi lado.

—Ojos, mirad por última vez. Brazos, dad vuestro último abrazo. Y labios, que sois puertas del aliento, sellad con un último beso —pronunció parte de los diálogos para robarme un beso.

—Buen ensayo —dije burlón.

—Verdad que si —negó riendo— ya deseaba hacer esto.

El chico me dió otro besito más.

—Bastian seguimos ensayando —insistió el profesor Art— luego puedes continuar besando a tu novio.

—Mejor me besa ahora y luego ensaya —insistí.

—Ah no señorito —se cruzó de brazos el profesor.

Como si pudiera contra mi, diez minutos después por fin dejé a mi chico ir a ensayar.

Al terminar era hora de irme a casa, mientras salíamos uno de los amigos de Bas nos detuvo.

—Dyre que bueno que regresas —asintió chocando puños conmigo— ya no podía con este, no deja de hablar de ti.

Mire a Bas que solo me sonrió torpe.

—Solo exagera —dijo nervioso mientras rebuscaba en sus cosas— oh mierda olvide algo esperen aquí.

Me quedé solo con Peter, era un chico divertido.

—No en serio me alegra de que estés bien, había estado un poco apagado últimamente —explicó con cierta tristeza— tiene mejor brillo cuando estás con él.

—Creo que es igual —confesé.

—Bueno, bueno ya dejen hablar mal de mi no —pidió Bas llegando.

—Demonios nos descubrieron —se quejó él riendo— bueno los dejó.

—Cuídate Peter —se despidió Bas chocando puños.

—Adiós tortolitos —dijo para pasar conmigo y chocar mi puño.

Mi hermano había llegado por los dos para llevarnos a casa... un camino bastante incómodo para ser honestos.

—Y Bastian —lo miró por el retrovisor— que planeas tienes para tu futuro.

—Ah pues yo... aún no lo sé —dijo nervioso— no tengo prisa.

—Ser un mantenido al parecer —bufo mi hermano.

—Dedri —regañé.

—Solo digo —lo miro por el retrovisor.

—Está bien no saber qué hacer, aún eres muy joven para saberlo —lo calmé.

—Yo sé desde los nueve que quería ser veterinario —señaló intimidante.

—Ya pero tu viviste rodeado de vacas y animales toda tu infancia —le recordé— además no todos sabemos que hacer de nuestras vidas así que ya no lo molestes.

Bas solo se quedó pensando todo el camino hasta que llegamos a casa.

—Lo siento mi hermano es un tonto —afirmé— uno muy sobreprotector.

—Está bien —asintió ayudándome acostar en mi camita— pero ciertamente tiene razón, ya debería ir pensando que quiero para mi futuro.

Asentí para tomar su mano, yo nunca me lo había planeado enserio.

—Cuando era pequeño yo quería ser panadero —conté divertí recordando mis grandes planes.

—¿Panadero? —me miró divertido.

—Claro me gusta el olor del pan recién horneado, ademas no sería cualquier panadero yo sacaría la leche de mi Vaca y utilizaría huevos de mi granja —expliqué — sería un panadero artesanal.

—Suena increíble —asintió besando mi mejilla.

—Lo era hasta que descubrí a qué hora se levantan los panaderos para hacer pan —señale, pararme temprano no era mi pasión.

El ruso negó con una pequeña risita.

—¿Tu que querías ser cuando eras pequeño? —pregunté divertido.

—Yo... yo siempre decía que quería ser doctor como papá, claramente no —se burló más para él— pero en el fondo yo siempre quise ser como mi tío Alec.

—Debe ser un buen tío —supuse mirando esa sonrisa.

Una más grande se puso en su rostro.

—Mi tío se dedicaba a viajar por el mundo —contó— siempre me traía esferas de nieve de todos lados y me decía, pequeño rey un día tú y yo viajaremos por el mundo, luego se tomaba una cerveza y terminaba dormido en el sofá.

—Ah mi tío solo me trae comida vegetariana y me viene con rollos espirituales para sanar —me queje.

Bas negó divertido para quedarse pensando.

—Él murió y nunca cumplió su promesa sin embargo si me gustaría viajar antes de encerrarme otros años más en la universidad —afirmó.

—Pues entonces tendremos que viajar —me uní— está decidido.

—Me encanta esa actitud —sonrío subiéndose a la cama conmigo— dime a donde iremos.

—Podemos iniciar sólo en Europa, siempre quise ir a la torre Eiffel y Francia es un lugar muy grande —me acomodé en él.

—Bien, qué tal Italia —añadió— los helados dicen que son los mejores.

—Me encanta —acepté— contigo iría a cualquier parte del mundo.

Y así con un plan, tenía aunque fueran pocas una esperanza para el futuro.

Vengo a pedirles perdón por la tardanza, pero adivinen quien se enfermo de COVID 😷 así es su pendeja 🙄, todo bien solo ando muerta en cansancio así que cuídense 🥺

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