Primer latido

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Un latido... en un minuto el corazón late de 60 a 100 veces, circulando un promedio de cinco litros de sangre a todo el cuerpo, un latido, un minuto, un suspiro fue lo que me costó darme cuenta que estaba enamorado.

En un latido, un minuto y un suspiro fue el tiempo en el que doctor determinó que no llegaría ni a la mayoría de edad.

En un latido, un minuto y un suspiro lo perdí... que irónica y cruel es la vida.

Irónico fue que mi madre decidió un hermoso y dulce nombre para mi Dyre, en un minuto lo decidió y sin pensarlo lo eligió, que aquel nombre cuyo significado era pequeño corazón terminó siendo un gran corazón... uno más grande de lo que mi cuerpo podía soportar.

Tres golpecitos en mi frente y desperté recostado en la banca, la historia puede ser aburrida y esa banca muy cómoda.

—Buenos días Bello durmiente —se burló la pelirroja— ya terminó la clase.

Asentí para levantarme frotándome mis ojitos y ver que en efecto todos se estaban yendo.

—Lo siento profesor —me disculpé de inmediato.

—No te preocupes Dy, si necesitas dormir necesitas dormir —me sonrío el profesor de cabello blanco y una gran sonrisa— quien soy yo para detenerte.

—Le he dicho que es el mejor —halague feliz.

—Como veinte veces si —palmeó mi hombro— y espero escucharlo más, pero recuerda mejor aquí que en clase de Antoni.

—No en serio sigue aquí —se quejó la pecas nerviosa— maldito viejo.

Mi profesor negó para salir riendo.

—Los veo mañana mis estudiantes favoritos —se despidió.

—Es una promesa —repetí lo de siempre.

Que tiene en común un viejo de sesenta y nueve con un marca pasos y un chico de diecisiete con insuficiencia cardíaca: que alguno de los dos un día de estos no despierta... aún sabiéndolo nos hacíamos la promesa todos los días.

Salimos a los casilleros para guardar las cosas, escuchando las mentadas de madre al profesor, el cepultador era solamente el peor profesor multiplicado por diez.

Ahí lo vi, pasando a mi lado con una gran sonrisa, ese cabello rubio castaño  y ojos azules brillantes.

—Te traigo un balde  —llegó Tyron, mi mejor amigo.

—Cállate Backyordigan —gruñi golpeando su pecho.

El capitán del equipo de lacrosse tenía un pecho tan duro como me encanta, estaba como quería el cabron.

El chico revolvió mi cabello sonriendo.

—Desayunamos en el monte —dijo Nadine ya sacando la canasta y el mantel.

—Está muy lejos —me quejé cual dramático.

—Te voy a llevar de todas maneras —señaló Tyron.

—Buen punto, vamos —acepté subiéndome en su espalda.

Caminar mucho terminaba en dos posibilidades, un desmayo o un lindo color azul en mis labios, en cualquier caso era un asco.

Aún así me cansó el trayecto, el monte era una zona de la preparatoria llena de mesas y montañas verdes claramente.

Nos sentamos en el pasto a la sombra usando a Tyron de almohada me recargue en él tratando de recobrar un poco el aire.

—¿Estás bien? —preguntó algo preocupado.

—Siempre —dije cansado— dame un segundo, mientras tanto como va nuestra investigación del chico nuevo.

—Pues a mi investigación rápida y concisa se llama Bastian, esta en nuestro grupo de álgebra y es un apasionado por el teatro y el deporte, intentará hacer las pruebas en el equipo el viernes —miró a Tyron.

Le miramos los dos a lo que nos leyó tan fácil.

—Oh no, no lo aceptaré para que te lo sobrases durante mis prácticas—gruñó.

—Si lo harás porque eres débil ante mis encantos —sonreí.

Una forma más delicada de decir que no le puede decir que no al chico moribundo.

—Eres malvado —afirmó lo que ya sabíamos.

—Porque crees que necesito otro corazón —guiñe— el nuevo será de una persona buena.

—Es probable que sea de un ebrio que chocó —señaló Nadine preparando su hamburguesa.

—Si resisto a navidad será todo un festín —sonreí.

La triste realidad de un enfermo terminal.

—Te meterás conmigo a teatro verdad —me recordó ella divertida.

—Claro, me emociona ser el árbol número tres —asentí.

—Esta vez haremos la bella durmiente —se emocionó.

—El papel de tu vida, dormir y no hacer nada —se burló Tyron.

—Nací para hacer este papel —se burló ella haciendo una reverencia.

Mi chica empezó a sacar todo de su maleta, era la chica de los dulces y en sus ratos libres se ponía a venderlos, tenía una adición a la ropa y los chocolates que no podía pagar.

—Seré la rosa entonces—asentí.

—Esa es de la bella y la bestia —corrigió burlona.

—Rayos ya me hacía de rosa —me quejé— en fin mi papel de árbol me espera.

¿Me gusta el teatro? Ocasionalmente.

¿Sé actuar? Para nada, sin embargo pasar el mayor tiempo posible con mi mejor amiga era lo que más me gustaba.

Después de ese picnic regresamos.

—Servido caballero —dijo Tyron botándome en la silla de Teatro.

Lo atrapé en un abrazo para no dejarlo ir, el moreno era fuerte no por nada era el capitán.

—Voy a llegar tarde —se quejó revolviendo mi cabello.

—Ni modo —lo abrace más fuerte.

—Es verdad ni modo —se aferró Lita a él.

—Me van a sacar del equipo —bufó.

—Así pasas más tiempo con nosotros —bromeé.

—Si paso más tiempo con ustedes me mataran —se apartó de nuestro abrazo.

—¡Amanos más cabron! —grité pero él solo negó para irse.

Mire mi teléfono recibiendo el mensaje de mi mamá para reportarme y saber que aún estaba vivo... eso y para regañarme por haber dejado la leche afuera.

Empecé a escuchar a mi amiga toser, me giré para verle y apartarme un poco.

—No moriré por una tos me oíste —amenace.

Ella empezó a toser para hacer señas guiándome con sus ojos, efectivamente ahí estaba sentado a lado de mi.

Mi hermano dice que mi segundo nombre debió ser indiscreto porque en ese momento giré para mírarlo no darle importancia hasta captar y mirarlo de nuevo con toda la intensidad.

Claramente él lo noto para girarse dándome una linda sonrisa.

—Hey —saludó

—Hola —contesté tratando de no sonar urgido.

—No sabía que habrían chicos lindo en teatro—me sonrió el rubio.

—Ni yo —correspondí— después de mi claro.

—Claro —asintió risueño— y que trae a un chico lindo a teatro

—Estar con mi amiga, pasar el rato, perderme las clases antes de la obra final —conté mi gran plan.

—¿Y qué tal por el amor al arte? —me recordó mirándome con esos ojos profundos.

—Dudo que lo encuentres en una obra escolar —mencioné riendo.

—¿Por qué lo dices? —preguntó confundido.

—El repertorio de obras escolares es pobre basándose en las obras de siempre donde el hombre salva a la mujer, los valores machistas y la típica obra de amor heterosexual —me quejé— o Disney que es casi lo mismo.

El chico me miró con media sonrisa.

—Listo y lindo, hay algo que no hagas bien —me derritió.

—Latir su corazón—se burló Nadi en voz baja.

Le di un pequeño golpe para que no me echara de cabeza, aunque ciertamente todos ya lo sabían o al menos la mayoría.

—Bastian, aspirante a protagonista— se presentó. 

—Dyre, aspirante a árbol número tres —sonreí estrechando su mano.

El chico miró mi mano.

—Estas helado —murmuró tomando mis manitas entre las suyas.

Un efecto colateral por la mala circulación.

—Tienen razón chicos —dijo el profesor interrumpiéndonos frente a nosotros— cambió de planes tenemos una obra de teatro que hacer.

—¿Y este de donde salió? —me sobresalte, siempre hacia lo mismo.

—Ni idea —negó Bastian procesando.

—Chicas, chicos, chiques sus compañeros me han dado un fuerte golpe de lo que es la realidad en este mundo artístico estudiantil —dijo tan excéntrico como siempre— el año pasado hicimos la cenicienta, felicidades a todos.

Los aplausos se hicieron en la sala.

—Este año quiero algo nuevo, algo fresco así que haremos, redobles por favor —pidió.

Todos animamos con los pies golpeando el suelo.

—Romeo y Julieta —anunció.

—La obra más reproducida en la historia es algo fresco —dije más para mi pero ese señor lo escuchaba todo.

—Gracias por señalarlo Dyre —me dió crédito— solo que esta vez Romeo no quiere una Julieta, espera a su  Julio.

El bullicio se hizo en toda la clase y bueno que se le podía hacer me gustaba ese giro.

—Bien una vez dado las noticias sería todo por hoy, ah y Dy tu serás Romeo —anunció tomando sus cosas

Me derretí en mi asiento por la noticia.

—Es un gran asenso árbol número tres —me guiño Bastian— veamos si consigo ser tu Julio.

Sin más el cabron se fue dejándome así no más.

Le di la mano a mi amiga.

—Revisa mi pulso quieres, no confío en si sigo vivo —suspiré.

La pelirroja negó para ver las pulsaciones en mi reloj.

—Vibrando alto como siempre —me sonrió— primer día y ya conseguiste el protagonista.

—No lo tomaré —me negué— me acompañas hablar con él.

—Claro solo... —la pelirroja miró su teléfono— Agh mi hermana solo deja contestó si.

Asentí para irme adelantando.

—Señor Art —lo llamé.

—Dyre ni una palabra eres mi Romeo —se aproximó.

—Es injusto no darle una oportunidad a los demás de presentarse... a demás, no sé si vaya a estar en el final de la obra —le remarque.

—No con esa actitud —señaló— pero bien dejaré que los demás hagan la prueba si prometes hacerla tú también.

—No me deja más opciones —me quejé.

—Ese es mi chico —me sonrió palmeando mi hombro.

Nadi se acercó a mí con el celular en la mano.

—También tengo un personaje principal para ti Nadine —agregó el señor Art.

—Agh si es el típico de la chica gorda que causa risa no lo quiero —le recordó— tengo estándares señor Articus.

—Indudablemente no le daría un papel así a mi futura estrella —le sonrió.

Nadine era mi mejor amiga desde los cuatro años, y desde siempre a sido una chica gordita, planea ser una gran estrella de cine sin encasillarse en ese papel al que parece es el único que conoce la empresa del entretenimiento.

El señor Art desapareció como siempre... un día me iba causar un infarto ante sus entradas y salidas desprevenidas.

—Bebé tengo código rojo te importa si me voy ya —me miró insegura— te acompaño si quieres...

—Anda ve, el código rojo es más importante —le recordé.

—Te veo mañana guapo —beso mis mejillas para irse corriendo.

Nadine era la mayor de siete hermanas menores y dos gemelitos, un código rojo significaba que algo no andaba bien y requería de su atención al cien.

Hermanos... que puedo decir yo tengo tres uno que iba por mi en ese lindo auto convertible, ahí me esperaba ya luciéndoselo como siempre.

Su porte de vaquero y los ojos azules heredados de mi madre lo hacían irresistible.

—Dedri deja de coquetear con todo lo que se mueva —me quejé.

—No es mi culpa ser el hermano guapo —me guiño acercándose para revisar mis labios que en efecto estaban un poco morados— caminaste mucho

—Solo un poco —dije metiéndome a su coche— nada que una siesta no resuelva.

Mi hermano asintió, para llevarme a casa.

—Que tal la clase de ordeñar vacas —me adelanté.

—Lastima aún no veo vacas —sonrió— solo borregos.

Negué cansado, mi hermano ya iba en la universidad y era todo un Dogtor aunque más para animales de granja.

Al llegar mamá ya me esperaba con su fiel abrazo y beso de siempre.

—Quieres comer mi niño —se adelantó.

—Tomare una siesta mejor —dije aún cansado.

Mi madre terminó por asentir, mi habitación estaba en la primera planta, la mejor habitación de todas ya que el gran ventanal daba justo frente a Cheto, mi caballo el cual no dudaba en entrar por la ventana a saludar.

—Hola chetito —me senté en el sillón a lado de la ventana— ya estoy de vuelta.

Aquel majestuoso caballo negro se acercó a mí para pegar su cabeza con mi frente. simplemente el mejor amor que me podía dar.

Una notificación me sacó de mi mente.

Una sonrisita se formó en mi rostro, pero las posibilidades eran limitadas, no quería un asiento más en mi futuro funeral o eso pensaba porque en un minuto, un suspiro y un latido ya había aceptado esa solicitud abriendo un espacio más en mi corazón.

Iniciando el año con una nueva historia que emoción.✨

Muchas gracias por estar aquí y acompañar al pequeño Dyre en su historia.🥰

Felices reyes si ya no les traen regalos como a mi 🥲 al menos yo les traigo esta historia. 👌🏼

Sin más que decir que comience Hasta el último latir ❤️

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