ONE. ミ aeropuerto

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Antonella.

─ Escucha, no llores, vuelvo para antes de navidad.

Miré a mi hermanito, quien estaba literalmente con la cara mojada de lágrimas mientras se negaba a soltarme.

─ No ─ volvió a decir y dios, me sentí muy mal.

Volví a mirar hacia la gente con la que tenía que ir y después volví la vista a él para agacharme a su altura.

─ Te quedas con mamá igual ─ traté de alentarlo o hacer que deje de llorar, pero la idea de que se quede con mi mamá tampoco me gustaba ─ Te voy a llamar todos los días y te voy a traer regalitos. Solo son unos días, eu.

─ ¿Y si... Y si no volves? ─ hipo un poco y le sonreí negando con la cabeza.

─ Tontito, si voy a volver ─ él se pasó las manos por los ojos pero la cara le seguía brillando ─ Es mi trabajo, ¿o no?

Él asintió y gracias a dios dejó de llorar, odiaba verlo así aunque por suerte muy rara vez lloraba. Juro que si pudiera llevármelo lejos lo haría, pero necesitaba que creciera un poco más para que se desprende de mamá, no quería que viera la forma que lo despreciaba porque quizás todo cambiaría, pero de todos modos era su mamá también. Y sobre ésta, estaba más alejados de nosotros dos cruzada de brazos. Estaba impaciente, lo sabía claramente, y sabía que cuando me vaya se iba a irritar por el escándalo de mi hermano y lo iba a retar, pero solo eran unos días o semanas y volvía. Podía aguantar. Además una de mis mejores amigas me prometió ir a visitarlo unos días a la semana y en los partidos llevarlo a su casa para que lo vean, eso me hacía sentir un poco más tranquila.

La voz en el aeropuerto llamando a los pasajeros hizo que me pusiera más nerviosa y volví a mirar a los hombres esperando a dejar sus valijas para volver a nene frente a mi.

─ ¿Me prometes que te vas a portar bien? ─ él volvió a asentir. Es que dios, tenía cinco años y era un santo ─ Ya me tengo que ir, acordate de todo lo que te dije recién.

─ Te quiero Anto ─ se me tiró encima otra vez haciendo que deje mi mochila en el suelo para corresponder su abrazo más fuerte.

─ Te quiero más.

Dejé que volviera con mamá, con quién nos dimos un asentimiento de saludo y me gire hacia los que serían mis ¿Jefes? O bueno algo así. Diego me ayudó a hacer los papeles del pasaje y después pudimos pasar para ir hacia el avión, le debía tanto a este hombre. A Diego lo conocí cuando estaba cursando medicina, fue a dar una charla y luego de eso me acerqué para hacerle unas preguntas aparte, ahí fue cuando nos hicimos amigos. Aunque parecía más cómo un padre para mi después de todos estos años. Y gracias a él conseguí este trabajo, que literal gritaba internamente cada vez que lo pensaba.

Nunca fui seguidora del fútbol además del mundial, solo veía algunos porque a mi hermanito le estaba comenzando a gustar. Y acá estaba yo, yendo a trabajar con la AFA gracias a Diego al mundial. Siendo sincera, esto me súper entusiasmaba y aunque quería hacer mí trabajo a la vez no quería que ninguno se lesione o algo. Podría llegar a atender a Messi, ¿se entiende? Pero bueno ojalá eso no pase y el chabon se mantenga bien de salud de piernas y todo eso porque creo que todos la quedamos.

─ Te quería decir una cosa ─ comenzó a hablar Diego mientras yo ponía mí mochila entre el portaequipaje arriba de nuestros asientos, le di una mirada para que sepa que lo estaba escuchando ─ Sos la segunda mujer acá.

─ ¿Qué, en el trabajo este? ─ o yo era muy boba o no se supo expresar.

─ Si, quiero decir, está Mariana que también se encarga de lesiones cómo yo. Vos sos más de los físico, ¿me explico o parezco un boludo? ─ yo me comencé a reír negando con la cabeza, pobre.

─ Si te entiendo, y no hace falta que me lo expliques, estoy acostumbrada a esto.

Básicamente porque cuando hice mis últimos cursos lo hice con hombres, no porque no hubiera chicas, sino porque agarré ese grupo.

─ En realidad, son tres chicas en todo el plantel ─ hizo que pensaba, y yo volví a reír apoyándome en el asiento frente a nosotros que estaba vacío, estábamos en la parte de adelante así que íbamos los del cuerpo técnico y médico nomás ─ Está Melina, la hija de Lionel. En cualquier momento va a aparecer, te juro, y más si se enteró que hay otra chica joven que se suma.

─ ¿Cuántos años tiene?

─ Diecinueve ─ respondió y asenti, creí que era más grande ─ Para qué hablé...

Fruncí el ceño viendo cómo miraba hacia el pasillo que iba hacia la segunda parte del avión y deshice mis brazos cruzados viendo a una chica rubia con dos medias colitas a los costados de su cabeza llegando a nosotros casi a los saltos, además no dejaba de sonreír desde que cruzó mirada conmigo y se paró adelante de nosotros.

─ ¡Hola! Me imagino que sos Antonella, ¿no? ─ preguntó demasiado eufórica, detrás de ella Diego quiso hablar pero no dijo nada y yo solo asenti.

─ Soy yo, un gusto.

─ Yo soy Melina ─ sonrió de costado y se balanceó ─ Me alegra que otra chica de más o menos de mi edad se sume, a veces me siento sola con todos ellos.

Yo solo le sonreí tratando de comprenderla, además no iba a juzgar solo con mirarla, pero más allá que parezca súper hiperactiva parecía una chica muy dulce.

─ Ojalá podamos ser buenas amigas en este viaje, estoy para cualquier cosa ─ traté de simpatizar, no me haría mal tener una confidente en esto después de todo.

Ella al escucharme volvió a sonreír y se inclinó para darme un medio abrazo de costado diciendo mis mismas palabras.

─ Me encantaría hacerte compañía en el viaje para conocernos más, pero tengo un lugar con los chicos ─ hizo una mueca señalando con su pulgar el pasillo detrás de ella, donde se escuchaban los gritos de los chicos.

─ No pasa nada, hay tiempo ─ comprendí. La rubia se despidió de mi y se giró a Diego para saludarlo también.

─ Hace mucho no te veía Meli, te creció el pelo y estás más alta ─ le dijo Diego sonriendole y la menor volvió a balancearse, parecía tímida de a ratos.

Ambos intercambiaron unas palabras más y ella se volvió a ir por el pasillo donde al desaparecer, los gritos de los chicos se calmaron. Se ve que ella los mantenía en un orden y sinceramente que quilombo tratar de meterles orden, parecían culo inquieto.

El vuelo despegó y la verdad me daba paja tener que hacer escala en Brasil para tomar otro directo a Doha, pero s lo que hay total, después puedo llorar de dolor de culo con la plata que iban a dar. Sonaba super interesada por favor no, no era así, pero era lo único además de mi trabajo que me motivaba para subir a los aviones por mi pánico a ellos y aguantar horas de viaje. Las primeras horas me las pasé durmiendo, es que de verdad estaba bastante cansada, y sabía que me iba a arrepentir cuando después tenía cómo casi veinte horas más y no me iba poder dormir pero bueno, es lo que hay.

Al llegar a Brasil bajamos del avión para subirnos al definitivo y estaba que me moría de los nervios por tener que vivir devuelta la desagradable situación al despegar que el avión se moviera tanto. Pero por suerte no fue así y antes de subir Melina se acercó amablemente y me dijo que estuviera tranquila.

Igual es mentira, prácticamente me gritó tratando de alentarme en el baño del aeropuerto. Se ve que ese era su modo de trabajar y con los chicos en los entrenamientos, con esa carita de bebé.

En el avión por suerte estaba sola en la fila de asientos y pude estirar mucho las piernas, hasta traté de dormir unas horas y después me puse a ver películas, lo que fue prácticamente todo el viaje.

•••

Reí viendo a Melina tironear mi valija del colectivo para sacarla de la bodega y ponerla en la vereda.

─ Listo, no fue nada en realidad ─ se hizo la desinteresada limpiando sus manos y después las puso en su cintura.

─ Decile eso a la transpiración de tu frente ─ la miré fijamente tratando de no volver a reír, su rostro claro estaba prácticamente rojo del calor.

Ella se tocó los cachetes y secó su frente transpirada así rápido.

─ Bueno pero, ¿ya está tu valija, no? Hice mí buena acción del día.

─ Si y no, me falta otra valija, la de la funda verde que se ve ahí apretada entre los demás bolsos ─ hice una mueca señalando mi última valija ─ Pero no pasa nada, ahí la saco yo.

─ La puta madre ─ susurró para si misma Melina, pero igualmente la escuché ─ No pasa nada amiguita, ahí te la saco también.

─ Melina...

─ Soy parte del cuerpo técnico Antonella, estudié gimnasia y estoy en forma, esto no es nada ─ rió débilmente acercándose a la bodega otra vez.

Pobre no quería que sufriera una baja de presión o algo por querer sacar mis valijas, que prácticamente yo podía hacer pero insistió tanto en hacerlo ella que accedí. Además, hay gente que estaba para sacarnos los bolsos y nos los daban, pero todos habían entrado al hotel sin preocuparse de sus valijas y nosotras quisimos sacar las nuestras.

─ Podes esperar a que la saquen o que los chicos saquen las suyas y va a quedar menos apre... ─ dejé de hablar cuando la rubia agarró la manija de la valija e hizo cómo una flexión tirando de ella, pero no se movía ─ Bueno Melina basta, te vas a hacer mal posta.

Decidí que era mejor que no lo haga porque me estaba haciendo sentir mal verla hacer tanto esfuerzo, total después me daban la valija y ni que fuera a usar ahora lo que tenía adentro. A nuestro lado se acercó un chico del plantel algo colorado de barbita y fue a la bodega a sacar un bolso que hasta estaba más apretado que el mío. Melina y yo entre abrimos la boca sin poder creerlo pero bueno, era futbolistas tenía fuerza.

─ Alexis, Alexis, Alexis ─ llamó la menor al chico yendo rápido a su lado y lo zamarreaba ─ ¿Podes sacar esa valija verde?

─ Dale ─ aceptó el chico, y sin darle mucha importancia fue otra vez a la bodega luego de dejar su valija en la vereda a mi lado y tironeo fácilmente sacando la mia.

─ Gracias feito ─ le agradeció Melina levantando sus brazos ─ Me sentí en esa escena de juego de gemelas cuando la pibita no puede sacar el bolso y viene otra y la ayuda.

El chico, Alexis, la miró riendo y se volvió a acercar a la vereda poniendo mí valija al lado mio y la de él.

─ Muchas gracias ─ le agredeci también mientras me ponía mejor mí mochila, ignorando la mirada de cuerpo completo que me dió.

─ No es nada ─ restó importancia y le dió una mirada a Melina, que estaba entretenida con algo y volvió a mi ─ ¿Sos nueva del cuerpo médico?

─ Sip ─ asenti rápido dándole una media sonrisa algo tensa.

─ Soy Alexis, un gusto.

─ Antonella ─ él me sonrió antes de despedirse de nosotras dos y la rubia se acercó a mi, ambas llevando nuestras valijas.

─ Es medio tímido ─ hizo una mueca torciendo los labios y la miré.

─ No parecía.

Melina soltó un sonido de afirmación y las dos entramos al hotel. Resultó que nuestras habitaciones quedaban en el mismo piso y pasillo y lloriqueamos un rato de la emoción en el ascensor. Valía la pena entablar amistad con esta chica, no la iba a pasar tan mal.















melina me pone así😭 es mi protegida.

bueno agarrense las bombachas que en el próximo aparece enzo = reencuentro.

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