TWO. ミ morochita

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Antonella.

Melina y yo pasamos toda la tarde juntas desde que llegamos al hotel. Me explicó un par de cosas básicas sobre todo esto por ser bastante nueva en este ambiente, hasta metimos chisme entre medio, bueno ella me contó algunos sobre cosas que se enteró de gente del plantel. Además me causaba ternura como cada vez que estábamos por hablar de alguien me preguntaba si podía opinar juzgando un poco.

Después de unas horas juntas nos declaro oficialmente amigas, porque era demasiado divertido estar con ella. Sabía que era muy raro encontrar a alguien de mí edad acá así que me conformaba con ella que me hacia pasarla bien.

─ ¿Cómo es estar acá? ─ pregunté, mientras bajábamos dentro del ascensor ─ ¿Cómo es tu situación de vida acá?

─ La verdad muy copado ─ sonrió brillante, y era envidiable su hermosa dentadura que le hacía tener una hermosa sonrisa ─ Siempre tengo habitación sola y no con mi papá, porque siempre se levanta muy temprano para hacer boludeces y yo en cambio prefiero que ni me molesten. Además siempre intenta que nuestras habitaciones estén cerca porque le encanta vigilarme, y si no nos dan habitación cerca la tiene Paulo, y no sé cuál de los dos es peor.

Ambas reímos mientras salíamos del ascensor. Decidimos bajar a la sala, que debo admitir que muy lujosa, para recorrer un poco todo y ver si había algo para comer o beber.

─ ¿Y hace cuánto trabajas con ellos?

─ Este año es mí oficial con ellos ─ hizo una mueca medio girando los ojos, parecía un tick ─ El año pasado estuve en toda la copa América ayudando y en este me contrataron, aunque a muchos no les guste.

─ ¿Por qué? ─ pregunté intrigada imaginando por qué podría ser.

─ Básicamente porque soy mujer ─ si, era lo que imaginaba ─ En todo el cuerpo técnico son hombres y ex jugadores, el único lugar donde mayormente tienen lugar las mujeres en el cuerpo médico, y es una paja que no se sepa y no se de el reconocimiento que se merece. Sin todo ese equipo los chicos viven con una pierna rota.

Y la verdad si era una paja, pero yo no venía para hacerme ver ni nada, era mi trabajo, y si estaba lo más oculta posible mejor.

─ ¿Tu papá te protege mucho? ─ volví a preguntar, recordando lo que me mencionó de las habitaciones.

─ Más de lo que quiero ─ dió un pequeño suspiro ─ Pero igualmente no sé, está bien, puedo entenderlo... Soy su única hija mujer.

─ Calculo que novio no te dejó tener ─ reí un poco mientras las dos entrábamos a una sala donde en la punta había una barra.

─ Te vas a sorprender pero si, tuve novio. Creo que fue lo primero que pasó cuando me sacó de la escuela donde eran todas mujeres y me puso en uno mixto, nunca lo vi tan arrepentido por algo ─ comenzó a reír y yo sonreí.

Ojalá mi papá me hubiera cuidado de esa manera. Bueno, me cuidaba, si, pero en un modo distinto que era hasta cuestionable.

Las dos nos dirigimos a la barra ya que yo prácticamente la arrastré a ella, pedimos unas copas, o bueno lo que se podía entender y resultó que pedimos cerveza. Pero hice una mueca al tomarla y sentirla distinta.

─ Si me contás más no me quejo ─ ella sonrió por el sorbete entre sus dientes.

─ Por culpa de eso tuve mi primer beso a los dieciocho ─ dejé el vaso a un lado y comencé a reírme ─ Si, reíte, pero fue tan feo que ni los brackets que tenía el pibe era excusa de lo feo que fue.

─ Ningún primer beso es lindo.

─ ¿El tuyo? ─ torci los labios pensando en ese momento o más o menos tratar de recordar.

─ Creo que tenía doce, en una fiestita que hacia una empresa del viaje de egresados de primaria. Eran varias escuelas y bueno, yo veía a todas mis compañeras darse tremendo chape que lo intenté hacer con uno, pero fue como... ─ pensé en la palabra exacta para describir eso mientras movía mí mano.

─ ¿Asqueroso?

─ Además de eso.

─ ¿Húmedo asqueroso? ─ menee la cabeza.

─ Si no sé, la cosa es que fue feo y no duro nada, literal corté todo y no quise saber más nada ─ negué haciendo que Melina riera.

Seguimos tomando nuestras bebidas unos minutos más conversando y cuando decidimos que era hora de irnos por lo tarde que era, vi de reojo detrás de Melina a Paulo, su mejor amigo, a quien no iba a reconocer si es uno de los futbolistas más conocido y eso que yo era un cero a la izquierda con todo esto pero si lo reconocía.

─ Que ondaaa ─ llegó a nosotras con una sonrisa y miró a la rubia antes de volver a mi ─ Paulo, un gusto.

─ Antonella ─ le correspondí el saludo también sonriendole, podía ser cualquier cosa menos maleducada.

─ ¿Que pasa Paulino? ─ preguntó Melina mirándolo fijamente, el chico se apoyó en la barra usando su ante brazo y mano para sostener su cabeza mientras también la miraba.

─ Nada te venía a decir que descargué Top Gun en la tablet, por si querías venir a verla después, digo, si querés ─ a la rubia prácticamente se le salieron los ojos de la cara.

Mientras ellos conversaban escuchaba de lejos tratando de no ser metiche en su íntima conversación de mejores amigos. Pero no podía evitar sonreír un poco cuando hablaban los dos de una película y Melina estaba a los saltitos. Desvié la vista de mi copa encima de la barra y miré a Paulo viendo cómo miraba a la rubia con una sonrisa, pero después movió los ojos hacia mi atrapandome y antes de que yo mirara hacia otro lado él saludó con la mano a algo detrás mío.

Antes de que pudiera voltear por curiosa, alguien habló desde atrás mío.

─ Anto, hace años no te veía ─ fruncí el ceño al escucharlo y volteé rápidamente por quién me había reconocido.

Y lo siguiente que vi hizo que me quedara paralizada. No era por exagerar, pero se me podria haber bajado la presión.

─ Enzo ─ solté casi en un susurro mirándolo fijamente.

Si, hacia años no lo había vuelto a ver y esos años se ve que le pegaron de una manera terrible, de la buena, y lo confirmé cuando traté de darle una mirada disimulada de cuerpo completo haciendo que la sangre se me subiera más allá de la cabeza. Si hacia buen ma cuenta casi cuatro años hacia que nos vimos esa vez, fue un encuentro así casual en una parada de colectivo cuando yo todavía iba a la secundaria, pero por alguna extraña razón se había sentido cómo un encuentro especial más allá del común que tenés cuando te pones a hablar con un extraño esperando el colectivo.

Y por favor, ya no era el turro que había visto esa vez hace cuatro años, estaba más cómo... con ¿estilo? Seguía casi igual sacando el hecho que ahora estaba lleno de tatuajes, un peinado distinto, y hasta noté que el piercing en su nariz no estaba más.

─ Que loco encontrarte acá, pensé que no nos íbamos a ver más ─ y técnicamente eso pasó, pero ahora estábamos acá uno frente al otro.

Entre abrí los labios sin saber qué decir y él sonrió aún más, haciéndome saber que su dentadura perfecta y blanca seguía igual que esa vez, hasta más blanca me atrevía a decir. Yo no era de admitir esto a la primera, pero estaba mucho más lindo que antes.

En palabras más exactas, estaba re bueno.

─ Si, que... loco.

─ ¿Que venís a hacer acá? ¿Trabajar? ─ se acercó más a la barra apoyando su brazo izquierdo en ésta para mirarme de costado.

─ Si, conseguí trabajo por un amigo en el cuerpo médico de la selección ─ respondí con una media sonrisa y algo se me removió cuando alzó ambas cejas sin dejar de sonreír.

Por primera vez me estaba poniendo muy nerviosa con un chico. Hasta me había olvidado que Melina y Paulo estaban a nuestro lado, pero seguro seguían conversando.

─ Jodeme, yo juego en la selección ─ ahora fue mí turno de reaccionar cómo él lo hizo.

─ ¿Estás...? No boludo, no me digas ─ solté una pequeña risa recordando lo que me contó esa vez ─ ¿Seguiste el sueño de ser futbolista?

Él levantó sus manos a sus costados dándome a entender que si.

─ Se me cumplió, hasta en River y ahora en Argentina. Es que seguí el consejo de alguien que me dijo que mayormente los sueños se cumplen, y pasó.

No pude evitar morderme con fuerza el labio mientras sonreía. Bueno, se acordaba cada detalle de ese día se ve.

─ ¿Y vos terminaste de estudiar medicina? ─ preguntó, confirmando más de que se acordaba todo.

─ Si, lo terminé, hasta hice cursos extras y bueno, ahora soy kinesióloga ─ me encogi de hombros comenzando a golpear con los dedos la barra a mi lado, llamando su atención para mirar mí acción.

─ Que bien, me alegro mucho ─ traté de no mirar de nuevo su sonrisa pero bueno, la puta madre, era imposible.

─ Nella, yo me voy a mi habitación. Si necesitas algo me mandas mensaje.

Melina me dió un beso en el cachete y Paulo nos saludó a ambos con la mano.

─ Bueno andá tranqui, total yo también ya me iba ─ le correspondí el beso.

─ I love you ─ me tiró un beso y se fue corriendo rápido con Paulo. Traté de no reírme viéndolos y agarré mi bolso que se encontraba en la silla al lado mio, al lado de Enzo.

Y el solo hecho de acercarme más a él para agarrarlo hizo que mi corazón latiera con fuerza, además de cómo su perfume llegó rápidamente a mi nariz. Esta vez no me asfixiaba tanto como en la parada del colectivo y ahora era uno más suave. ¿Por qué cuando un chico tiene lindo perfume lo hace ver más atractivo?

─ ¿Te puedo acompañar a la habitación? ─ me dijo, cuando ni bien me acerqué más a él y su voz casi en un susurro llegó a mi oído.

Sentí hasta escalofríos.

─ ¿Que? ─ pregunté desorientada volviendo a estar recta y él rió.

─ Que si te puedo acompañar a la habitación ─ repitió, señalando donde Melina y Paulo se habían ido y después de dos segundos solo asenti con la cabeza.

Ambos nos dirigimos en silencio hasta el ascensor. Por suerte no había casi nadie merodeando por ahí por la hora que era, además lo agradecía porque sentía mis cachetes tan calientes que me hizo dudar. Nunca en mi vida me sonroje, no era una reacción que tuviera muy seguido mí cara y la única vez que ésta se me ponía roja era cuando hacia ejercicio.

El ascensor subió a mi piso ni bien entramos y ninguno siguió sin decir algo. Quizás era porque sinceramente no sabíamos qué preguntar o quizás estaba como yo, algo sorprendido. Pero eso no quitaba el hecho de que me estuviera mirando tan fijamente desde la otra punta del ascensor mientras yo estaba en otra apoyada contra la pared, tratando de no mirarlo porque el saber cómo me estaba mirando hacia que mi cuerpo reaccione sacándome el oxígeno, y no quería morirme ahogada sin aire frente a él.

Además, ¿que era esto, ésta reacción? ¿las hormonas? ¿hormonas después de pasar la adolescencia? ¿estaba ovulando? ¿o era que de verdad me parecía muy lindo, más lindo que esa vez, y mi cuerpo quería tener cualquier tipo de contacto de él? Bueno seguro estaba ovulando. Y cuando las puertas del ascensor se abrieron, pude inhalar más aire sin hacerlo notar.

─ Estás mucho más linda que esa vez ─ volvió a hablar, sin dejar de mirarme mientras yo lo único que hacía era caminar derecho por el pasillo mirando cualquier cosa.

Ignorando cómo nuestros hombros y brazos rozaban mientras caminábamos uno al lado del otro.

─ Si, también me pongo más vieja ─ me encogi de hombros y él rió bajando la cabeza negando.

─ Esa vez tenías diecisiete y eras muy linda, ahora ya sos cómo... una mujer.

Bajé un poco el ritmo de mis pasos cuando estábamos cerca de mi habitación y ahí me atreví a girar la cabeza para mirarlo con una ceja alzada.

─ Bueno, gracias. Vos también. Estás... más superdesarrollado que aquella vez. Un hombre ─ imité sus palabras o los significados que le trataba de dar.

Se lamió los labios metiendo las manos en sus shorts negros y yo dejé de caminar cuando paramos frente a la puerta.

─ Acá termina mi paseo.

─ ¿Nos vamos a volver a ver, no? ─ me dió una mirada que no supe entender, pero noté sus ojos más oscuros que lo habitual, además de que se le pongan aún más chinitos cuando me miraba.

─ Estamos en la misma selección ─ dije irónica rodando los ojos en joda y él rió, ahora si poniendo sus ojos chinitos.

─ Si es verdad, que boludo. Bueno, quiero decir, ¿otro día nos podemos ver? Tipo salir a tomar algo y charlar ─ abrí la boca haciéndome la impresionada.

─ ¿Ya me estás invitando a salir? Que loco ─ él rodó los ojos y me contagió la sonrisa el ver que no dejaba de hacerlo─ Bueno, un día de estos... Pero me lo vas a tener que volver a preguntar y bien, no va a ser tan fácil.

─ Ah mirá vos, haciéndote la difícil ─ se cruzó de brazos, llamando mi atención, y se que lo hizo a propósito.

Yo solo sonreí y me gire para pasar la tarjeta por la puerta para abrirla mientras sentía su mirada en mi nuca, haciendo que otra vez me pusiera nerviosa. Una vez que la puerta se abrió me giré a él.

─ Gracias por acompañarme, Enzo ─ le sonreí otra vez ─ Me dió gusto volver a verte.

─ A mi igual ─ se removió en un pié y giró un poco hacia el pasillo sin dejar de mirarme ─ Yo dije que no se olvida tan fácil a una morochita tan linda.

Y así se dió media vuelta y se fue por el pasillo, dejándome ahí. Me metí rápido a la habitación antes de que me orinara encima y me tiré de una a la cama de doble plaza para quedarme mirando fijamente el techo.












dale que hoy juega la scaloneta y es el cumpleaños de taylor mierda carajo ahre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro