Capítulo 3

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—¡Ese bastardo me está engañando!
—Bueno, técnicamente, ustedes ya no son nada.

Volteó y me miró de mala gana. Ya nos hayabamos volviéndo a casa.

—¿Ahora qué?
—¿Qué de qué?
—Pues ya escuchaste. Te tropezaste y moriste.
—¿En serio te lo creíste?

Fruncí el ceño, al notar que no entendía y de verme como a un menso siguió hablando.

—Debe haber algo más. Tú viste como habló de mí y, a parte, estaba con Lili. Se supone ella es novia de Cole. Estoy casi segura que él no sabe que lo engaña.

Eso es obvio, ¿no? Si te engañan no lo sabrías. Justo eso es lo que pasó con Lauren, me engañó con Nash por más de seis meses, ambos me vieron la cara.

Ya no dije nada, solo me dispuse a manejar.

—¡Ya sé! Hablemos con Cole.

Después de un largo rato en el que no se escuchaba más que las ruedas del coche, finalmente, America habló.

—¿Dónde vive?
—En... Ya lo olvidé.
—No sé como llegar a ese lugar.

Quise ser gracioso pero tal parece no lo logré.
Creo que la entiendo, si yo también estuviera muerto y quisiera descubrir que pasó no estaría tan calmado.

Llegamos a mi casa. Bajé del auto y entré subiendo directo a mi cuarto.

—Será mejor que lo busquemos para luego poder ir a interrogarlo.

Hablé en un intento de detective cuando cerré la puerta tras de mí ganándome una mala mirada por parte de la chica fantasma que no me deja en paz.

—No sabía que aún muertas seguían teniendo su periodo.

Susurré.

—¿Dijiste algo?
—No.

Me despojé de mi chaqueta y la aventé en mi silla, me recosté en la cama y abracé a mi león de peluche.

—¿Qué estás haciendo?
—Se le llama dormir, por si ya lo olvidaste.
—Tienes que buscarlo, vamos.- jaló de de mi pie pero solo logró quitarme mi botín.
Se dio por vencida cuando me hice el dormido.

/●\

—Buenos días, jirafita.

Nunca creí que despertaría gracias a que una fantasma me hablaba directo en la cara con un apodo sin sentido.
Si es una jirafa no es pequeña, duh.

—¿No tienes algo mejor que hacer?
—¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Vamos, levántate, hay trabajo por hacer.
—Yo no trabajo, yo estudio.

Sin ganas me levanté de mi cómoda cama y entré al baño para cepillarme los dientes y enjuagarme la cara.

Salí y me senté en la silla de mi escritorio, encendí mi laptop para empezar a teclear.

—Cole... ¿qué?
La miré pero ella también se me quedó viendo con cara de confusión.
—Necesito su apellido.
—Ah, sí. No lo sé.
—¿Es en serio? ¡Solo me estás haciendo perder el tiempo, me despertaste temprano y ni siquiera sabes su nombre!
—No es tan temprano.
—¿Qué?
—Es que dijiste que te desperté temprano pero no lo es.

Solo la miré con cara de molestia. Esta situación ya no me estaba gustando.

Me levanté de la silla y me volví a recostar en mi cama.

—Y bueno, perdón. Pero ahora que recuerdo, nunca lo supe. Era el más popular del colegio, no era necesario conocer su apellido.

Popular. ¿Porqué siempre tienen que ser populares?

—¿En que colegio ibas?
—El Bishop Ireton.

Me levanté de mi cama por segunda vez en el día para ir hasta mi laptop y teclear el nombre del colegio.

Me apareció su página y en ella estaban los alumnos de los últimos cinco años.

-Cole... Luna. Axael. Velázquez. Cole...- ella repetía los apellidos que veía tratando de encontrar al indicado.- ¡Mitchell! ¡Cole Mitchell! ¡Es él!

Bien, ahora que teníamos el nombre ya podría buscarlo mejor.

Encontramos sus redes sociales y hasta su dirección.
Estos chicos de ahora, dan la información a cualquiera.

-Vamos de una vez.
-¿Ahora? Primero debo desayunar.

Bajé las escaleras y entré a la cocina.
Mi mamá y hermana se encontraban desayunando cereal con leche.

—Buen día, hijo.
—Hola mamá. Hola enana.- le di un beso a ambas en la mejilla.
Abrí el refrigerador y saqué la jarra de jugo. Tomé un muffin de mi caja que estaba en la mesa y me senté con ellas a desayunar.

Vertí un poco de jugo de naranja en un vaso de vidrio y le quité el papel a mi panquecito.

Cuando me di cuenta, America ya estaba sentada junto a mí.

—Cariño, ¿estabas hablando con alguien?
—Sí, eh, te oímos gritar.

América volteó a verme con una sonrisa en la cara.

—Estaba viendo una película.

No sé si me creyeron pero por lo menos no me volvieron a decir nada al respecto.

—Ya debo irme.- di un último sorbo a mi vaso con jugo y me limpié la boca con una servilleta.

—¿A dónde vas?

—Yo, eh, iré con Jhonson. —hablé besándolas de nuevo.

—¿Jhonson?

—¡Sí, enana, yo le digo que lo saludas!— grité cuando salí de casa.

—Tu familia es linda.

Ya nos dirigíamos a la casa del tipo.

—Sí, lo es.

—¿Y tu padre?

—Él... Murió unos días antes de que mi hermana naciera.

—Yo lo siento, no debí preguntar.

—Está bien.

Todo el trayecto nos la pasamos en silencio. Nadie quiso decir nada.

Estacionamos frente a una casa verde con un jardín al frente.

—Toca.

—¿Qué le digo?

—¿En serio? Ya pasamos por lo mismo, solo dile lo que le dijiste a Dylan.

—Bien.

Toqué la puerta repetidas veces pero nadie salía.

El sol era fuerte, gotas de sudor caían por mi frente.

—Tal parece que no hay nadie.

—Mira, una ventana abierta.

—Debe estarse bañando.

—Entra.

—¿Qué?

—No me digas que eres un miedoso.

—No lo soy pero eso es ilegal. No puedo entrar a una casa solo porque sí y mucho menos si no conozco a la persona.

—No hay nadie. Vamos.

Y este soy yo, haciéndole caso a una chica muerta.

—Si voy a la cárcel solo quiero que les digas a mis chicas que las amo.

Entré por la ventana pero al momento de estar de pie observando las fotografías en la pared un dolor atormento mi cabeza.

Luego todo se volvió negro.




































Un abrazo de oso 🐻

-Jos

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