Capítulo 16 | 1986

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AGUSTINA

Miro la hora en mi computadora impaciente porque la llamada de mi papá comience. Paso mis manos sudadas por mi gastado jean y miro nuevamente la hora. Cuando pienso que se va a retrasar la pantalla me muestra una llamada entrante. De inmediato contestó viendo a mi padre que parece estar muy alegre de verme.

—Hola, papi —saludo animada como siempre me pasa cuando hablo con papá. Desde que nos quedamos solos nuestra relación se fortaleció y me volví muy unida a mi padre.

Hola terroncito de azúcar, ¿Cómo estás? ¿Qué tal van tus pinturas y esculturas? —pregunta con ternura. Mi padre es un hombre serio la mayor parte del tiempo, gran parte es por su trabajo y la otra parte es porque él ya es serio desde que nació. Conmigo la cosa cambia porque siempre he sido muy sensible y porque soy la luz de sus ojos, no teme en demostrarme su amor paternal.

—Tengo unas cuantas cosas para enviar a casa no me da el espacio para guardar todas mis obras en el cuarto sin molestar a mis compañeras —respondí algo tensa, si no enviaba mis cuadros a casa mi compañera Cassandra se encargara de vender mis cuadros por el mercado negro inventando que mezcle mi sangre con la pintura para elevar su valor por el morbo. — Debo contarte algo que pasó ayer, pero te aseguro que yo estoy bien, solo escúchame. —hablo mirando la cámara mientras señalo con mi dedo hacia el lente para que mi padre me vea señalándole.

Habla te escucho —entrelazando sus dedos, mi padre se reclina en la silla de su escritorio.

—Ayer estaba en una heladería muy cerca de la universidad con un amigo y vi a mamá riendo con un hombre. Ella en cuanto me vio se dejó de reír, acomodo su ropa y se fue —tronando mis dedos, no despego mis ojos de la pantalla viendo como la mandíbula de mi padre se tensa. Estaba segura de que no era porque mi madre estuviera con un hombre, el amor que había entre los dos se murió hace mucho tiempo. Si no por la manera en que mi madre actúa conmigo es como si jamás hubiera tenido una hija.

Terroncito ya no debes dejar que tu madre te afecte, ella sola quiso salir de nuestras vidas, ahora es tiempo de que la dejemos ir —las palabras suaves de mi papá me reconfortaron de alguna manera. —En unos días estaré viajando y me hospedaré cerca de la universidad, ¿quieres que te visite? —me acerco más a la computadora asintiendo con energía.

—Si papá me encantaría verte —nuestra conversación continua un poco más hasta que la secretaria de papá lo llamó para su siguiente reunión. Cortamos la llamada y yo me tiro en la cama feliz porque pronto veré a mi papá.

El sonido de mi celular me obliga a levantarme y voy hacia el escritorio tomando el aparato. Tengo un mensaje y dos llamadas perdidas de Alan. De inmediato llamó al castaño que no tardó mucho en atenderme.

—Hola, Alan, ¿sigue en pie la propuesta de estudiar juntos? —me siento al borde de mi cama viendo una esquina de la habitación donde una araña decidió tejer su trampa para los insectos.

Por supuesto que sí, estoy camino a la biblioteca, ¿nos vemos allí? —de un salto me levanto de mi cama, no perdería una oportunidad de hacer un trabajo aburrido en compañía de mi amigo.

—Sí, estaré allí en veinte minutos, nos vemos— cuelgo tomando mi bolso, guardo la computadora, mis cuadernos y todo lo necesario para estudiar.

Salgo de la habitación cargando con un montón de cosas y cerrando la puerta con llave camino al ascensor. Para mi suerte venía vacío y pude acomodar bien mis cosas en mi bolso. Una vez que estuve abajo fui al garaje donde guardo mi bicicleta, desde hacía algún tiempo no la usaba, pero ahora la necesitaba.

Voy andando hasta la universidad tardando unos veinte minutos y asegurando mi bicicleta a una columna entró al complejo estudiantil. Voy directo a la biblioteca buscando a Alan con la mirada, pero no lo encuentro, por lo que recorro pasillo por pasillo. Aprovecho esto para ver algunos libros que pueda pedir prestados. Estaba revisando unos que llamaron mi atención cuando una mano atrapa la mía saliendo desde el otro lado de la estantería. Estuve a punto de gritar cuando una voz conocida habló.

—Pensé que no vendrías Agus —miró por entre los estantes a Alan que me devuelve la mirada por encima de unos libros. Todavía sostiene mi mano que ahora que sé que es él dejó de forcejear y aprieto su agarre.

—Me asustaste casi haces que grite en medio de la biblioteca —la encargada que estaba pasando con su carrito de libros nos señala que guardemos silencio —Estaba buscándote —susurro acercándome al estante para quedar frente a los ojos de Alan que me veían desde el otro lado.

—Ya me encontraste —contesta en susurros el chico soltando mi mano. Ambos caminamos hacia el final del pasillo, encontrándonos ya sin los libros y repisas de por medio. Mirando al castaño recuerdo el beso de ayer en la noche un pacto entre los dos. Prometí no decir nada, ¿eso incluye el beso?

Colocando mis manos sobre sus hombros y estirándome un poco beso su mejilla a modo de saludo. Puedo notar que las cosas entre ambos no cambiaron algo que me hace sentir cómoda. Juntos nos acomodamos en una de las mesas de estudio y comenzamos a realizar trabajos de nuestras respectivas materias. Es más fácil hacer ensayos y cosas en compañía, aunque nuestras clases no coinciden, nos ayuda hacernos preguntas y que el otro evalúe nuestras respuestas por medio de libros.

Al salir de la biblioteca, camino junto a Alan por los pasillos de la universidad sin saber qué decir o hacer. Ambos estábamos con nuestros propios pensamientos, por lo que la situación comenzó a generar incomodidad. Pensé en sacar un tema de conversación, pero no encontraba nada interesante. Tocando mi bolso noté la computadora y se me ocurrió hablarle de mi papá.

—Hoy hable con mi papá, pronto vendrá por negocios a la ciudad y podré verlo —comentó captando de inmediato la atención del menor de los Sullivan.

—Qué bueno, Agus me alegro mucho por ti, puedo preguntar ¿de qué trabaja tu padre? —preguntó Alan con sus manos metidas en los bolsillos de su jean azul oscuro.

—Es abogado, uno muy bueno se llama Ezequiel Lemus muchos en la ciudad donde vivimos lo conocen —mi padre antes del divorcio era un exitoso abogado que disolvía matrimonios, pero luego de que el suyo terminó decidió cambiar un poco su especialidad y terminó tomando casos de víctimas de violencia intrafamiliar.

—Creo que escuché hablar de él de la boca de mi padre, ¿es miembro de los Alpha? —preguntó Alan frenando su andar y obligándome a hacer lo mismo.

—Mi padre hizo historia en la fraternidad Alpha Gamma Rho, fue presidente de la casa por cuatro años consecutivos en los que se ganó la Copa de las Olimpiadas de Fraternidades y Hermandades. También fue la mente maestra de la broma que les hicieron a los Theta Phi por el año 1986 —los ojos de Alan casi se salen de sus órbitas y por como me tomo de los hombros diría que se estaba por desmayar.

—Tengo que conocer a tu papá es una leyenda dentro de la casa Alpha —pude ver un brillo en los ojos de Alan, era como un niño que quería conocer a su mayor ídolo. —¿Es cierto que terminó con la presidenta de la Hermandad de Sigma Chi en el último año de universidad? —sin saberlo tocó una fibra sensible que desde ayer en la tarde no me dejó tranquila. La presidenta de la Hermandad Sigma Chi se terminó casando con mi papá, ambos me tuvieron a mí.

—Si él terminó con la presidenta de las Sigmas se llama Raisa Sokolov y es mi madre —la emoción de Alan se borró y pude ver como sus hombros caían en una clara señal de tristeza. Rápido intentó remediar lo que dije, no quería que se sintiera mal por mi culpa. —Puedes venir conmigo a ver a mi papá, estoy segura de que le encantará conocerte. Le gusta hablar y conocer a otros miembros de su querida Alpha Gamma Rho, si yo hubiera sido chico te aseguro que estaría en esa casa por mi padre —pongo mi mano en su brazo intentando que se olvide de mi madre y sobre todo que no se sienta mal por algo que ya es pasado.

—Cielos mi papá habla mucho del tuyo, él entró en la fraternidad el último año en que Ezequiel estuvo como presidente —habló mi amigo desviando el tema de mi madre, su historia con mi papá y su extraño nombre claramente ruso.

—Si mi padre deja impresionado a quien lo conozca y siente mucho cariño por la fraternidad Alpha sin ella no habría conocido a mi madre y yo no existiría hoy día —comentó mientras pasaba un mechón de cabello tras mi oreja.

—Ya quiero conocer al gran hombre que crio a un ángel —trague saliva al sentir sus penetrantes ojos azules viendo directo en los míos.

ALAN

El cuerpo aún me dolía por el duro entrenamiento de hoy, cada músculo de mi cuerpo estaba tenso y a pesar de que estire y me duche con agua caliente los nervios hacían que mis músculos se contraigan. Respirando el aire fresco de la calle espero a que la rubia baje, la administrativa de los dormitorios no me dejo pasar porque ya es de noche y está prohibido el pase de chicos por la noche. Por lo que tuve que mandarle un mensaje a Agus comentándole que debía arreglarse y que la sacaría a pasear a un lugar que sabía que le encantaría.

La puerta de vidrio de la residencia se abrió y por esta salió la rubia que sonrió al verme parado contra el coche vestido de manera formal a lo que acostumbro, con un suéter de cuello tortuga negra, una camisa marrón claro, un vaquero negro y unas Nike Air blancas. Quería verme elegante para la noche que nos esperaba y la rubia estaba igual de elegante. Con un top blanco que no enseñaba mucha piel, sobre esta una camisa blanca abierta que sospecho que me pertenece porque le queda grande, una minifalda negra y botas converse blancas.

—Luces muy elegante Al, comienzo a pensar que al sitio que vamos tengo que ir con tacones —comenta ella deteniendo su andar al pararse frente a mí. Agachando la mirada a sus zapatos blancos.

—Estás perfecta, sé que me agradecerás más tarde por dejarte ir con zapatos y no con tacones, honey —le aseguro.

—¿Me acabas de llamar honey? —pregunta ella mirándome con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

—Sí, porque eres dulce como la miel y sé que te gusta mucho —digo con el calor de la vergüenza subiendo por mi cuello. La rubia chilló extendiendo sus brazos para darme un abrazo apretado y besó mi mejilla.

—Me encanta el apodo, es mejor que algodón rubio —afirma con seguridad. —No soy buena poniendo apodos, pero estoy segura de que osito es el que mejor te queda —dice abrazando mi brazo y viéndome con sus ojos azules expectantes a que le dé el visto bueno a sus palabras.

—¿Por qué osito me quedaría?

—Me sorprende que lo preguntes, para mí eres como un osito cariñosito —admite ella. El recuerdo de nuestra tarde en el museo vuelve a mi cabeza y sonrió entendiendo el apodo.

—Entendí la referencia y me gusta mi apodo, honey —aseguró tocando con mi dedo índice su nariz. —Es momento de irnos o llegaremos tarde y sé que no vas a querer perderte de nada.

Nos subimos al auto y comencé a conducir al museo. Esta noche había una exposición de arte de una artista mujer que había escuchado que le gustaba mucho a Agus. Y también se haría una proyección de las pinturas de Vincent van Gogh en una habitación blanca, la cual estaba reservada para muy pocas personas y gracias a concepciones de mis tíos pude conseguir dos invitaciones.

La rubia no se dio cuenta de que íbamos al museo hasta que faltaba menos de cinco minutos para llegar. Y se emocionó muchísimo al recordar la exposición de la artista. Se puso a verse en el espejo del acompañante y retocó un poco su maquillaje, quería lucir bien por la cantidad de personas influyentes en el arte que vería. Para finalizar su carrera le quedaban aún dos años más, pero conocer personas del rubro la ayudarían al momento de graduarse y buscar donde poder exponer sus obras o un empleo en alguna galería importante.

Bajando del coche caminamos juntos, tomados del brazo hasta la puerta de entrada donde mostré los pases que había conseguido y nos dejaron pasar sin pedirnos la entrada. El lugar estaba siendo muy concurrido y diversos artistas estaban viendo y criticando las obras. Agustina estuvo en más de un momento por desmayarse de la emoción al ver a tantos artistas que ella reconoce o a sus propios profesores de arte viendo las piezas.

—Me gusta mucho su estilo, es una artista muy talentosa —comenta Agus viendo nuevamente el cuadro que más le había gustado de toda la exposición. Según lo que detallaba en la placa, el cuadro simbolizaba para la artista la conexión entre dos padres y su hija. Eran un conjunto de manchas que no llegaban a formar del todo claro las siluetas y cuerdas que los unían muy deshilachadas.

—No soy muy conocedor del arte, pero todos sus cuadros me transmitieron algo —digo viendo de nuevo el cuadro. Una sensación de calidez y familiaridad me trasmite la pieza a pesar de que no sé mucho de estos temas.

—Es el mejor cumplido para una artista, espero algún día poder exponer mis obras en un museo tan importante y que mis cuadros le transmitan algo a las personas. Conocedoras o no del mundo del arte —murmura ella con un suspiro soñador.

—Lo vas a lograr, de eso no tengo dudas Agus tienes mucho talento y no es algo que solo lo pienso yo. Tus profesores también reconocen lo que veo en ti, un futuro brillante y grande —le digo pasando mi brazo por su espalda para atraerla a mí.

—Sabes el arte es un mundo donde muy pocos logran vivir de ella y me asusta pensar que mis obras no sean lo suficientemente buenas para un crítico o para una galería. Es aterrador creer que fracasarás y muchos de los que se burlan de este mundo te señalen diciendo "te lo dije, vas a morir de hambre con tu carrera" —confiesa ella bastante abatida. Escondiendo su rostro al costado de mi pecho y pude dimensionar cuán profundas estaban esas palabras arraigadas en su subconsciente.

—Si da miedo fracasar, pero puedes volver a intentarlo una y otra vez si fallas. Tienes mucho talento y camino por recorrer. Debes adquirir todo el conocimiento que puedas en la universidad y explotar tu creatividad para cerrarle la boca a tus propios pensamientos negativos primero y luego a los demás. No sé quién te habrá dicho esas cosas, pero se equivoca —le digo abrazándola. Rodeándola por completo cubrí su rostro y un temblor sobre sus hombros apareció apenas un segundo. Escuché como sorbía por la nariz y alzando su mirada empañada por las lágrimas que retenía me sonrió.

—En verdad no me equivoqué con tu apodo, eres un osito cariñosito médico. Reparas todas las heridas de los corazones rotos —susurró con la voz quebrada por el llanto contenido. Cerrando sus ojos, se abalanzó sobre mí en un abrazo fuerte que de inmediato le correspondí hundiendo mi rostro en su hombro.

Ella no se merecía que tiraran abajo sus ilusiones y sueños.

🍭🍬🍭

Los brazos me dolían mientras levantaba la última serie de mi rutina de barras, había decidido subir el peso y con el duro entrenamiento de hoy mis brazos estaban pidiendo un respiro. Aun con el cansancio seguía prefiriendo entrenar después de clases e ir al gimnasio de la fraternidad por la noche. Siguiendo el estricto régimen del entrenador, tenía que ir al gimnasio por lo menos unas cinco o seis veces a la semana. Comer sano y abstenerme dos días antes de los partidos de comidas altas en grasa y bebidas alcohólicas. Este tipo de cosas podía bajarte el rendimiento antes de un partido y el entrenador no quiere eso.

—¿Terminaste Alan? —me pregunta Brice, señalado la barra. Asintiendo con la cabeza me levanté de la banca y lo dejé ocupar mi lugar mientras me sentaba en el suelo y lo veía revisar el peso. —Creo que te debo una disculpa de nuevo por lo de Agustina, ya le pedí disculpas a la rubia, pero no lo hice contigo Al y sé que debo hacerlo. Me confié en las palabras de James y esto pudo salirse mucho de control. Perdón, Al. Algo así no se volverá a repetir de nuevo —dijo sentándose en la banca y mirándome a los ojos. De verdad parecía estar muy arrepentido y con el perdón de Agus ya decido dejar por zanjado el asunto.

—Las cosas ya pasaron y Agus nos perdonó, no estoy enojado contigo, lo estaba con mi hermano —le aseguró. —Mi madre nos hizo disculparnos y ya solucionamos las cosas, él en verdad está arrepentido por todo lo que hizo y sé que en cuanto Agus deje de evitarlo le pedirá disculpas como corresponde.

—La rubia es una buena chica, pero entiendo que se sienta todavía dolida. Lo que pudo pasar es algo muy grave y un choque emocional con el ideal que ella esperaba ver en James —responde con la voz agitada por el esfuerzo de levantar la barra. —Algo que todavía no entiendo es porque no le confiesas lo que sientes por ella, estoy seguro de que ella no te rechazara y ambos sabemos que James no es lo mejor para la rubia.

—No es tan sencillo, quiero confesarle lo que siento, pero sé que ella aún siente cosas por mi hermano y no podría con el rechazo que eso supone si ella en verdad elige estar con James. —Confieso sentándome en el suelo. No puedo manejar el rechazo de Agustina, me importa demasiado.

🍭🍬🍭

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué piensan de la historia de los padres de Agus? ¿Tienen idea de por qué la mamá de Agustina la ignora? ¿Les gustó lo que hizo Alan por Agus? Me morí de amor con su manera de motivar a Agus y hacerla sentirse valiosa con su propio talento. Muchos artistas, escritores o músicos llegamos a sentir al menos una vez que nuestro trabajo no es suficiente Voten y comenten.

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