Capítulo 4: Verdades

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Batman y Huntress se encontraban mirando hacia la calle; más no encontraban rastros de su vampírica enemiga.

—Parece que se desvaneció —afirmó el murciélago antes de voltear a su compañera—. ¿Estas bien?

—¿Por qué me estabas siguiendo? —preguntó con notable molestia.

—No podía dejarte sola contra un vampiro. No sabemos con exactitud los límites de su poder.

—No es la primera vez que le ganó a alguien más fuerte que yo. Te recuerdo que yo...

—Que tú fuiste la primera en lograr atrapar a Perro Rabioso —le interrumpió Batman—, y que yo necesite ayuda de Robin. Vives presumiendome lo mismo.

—Exacto —dijo con una sonrisa irónica—. Yo tenía la situación bajo control.

—Estar besándote con una vampira, abrirle las jodidas piernas y entregarte a ella no es tener la situación bajo control —exclamó molesto, increpandola—. Pero, ciertamente, si es algo que sueles hacer.

—¿Qué estas insinuando? —preguntó entre dientes la vigilante.

—... Nada —dijo el murciélago, intentando calmarse—. Vamos a la cueva —pidió mientras le daba la espalda.

—¡No vamos a ningún lado! —gritó la mujer—. No voy a tolerar que me faltes el respeto. No es mi culpa ser una mejor sucesora de nuestro padre, ¡o ser una mejor heroína que tú!

—¿Una mejor heroína? ¿En serio debo escuchar eso de la estúpida que tiene sexo con Perro Rabioso para que este se deje encarcelar?

Batman, notablemente enfurecido, se volteó para encarar a Huntress, la cual retrocedió por puro instinto.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo, Helena? Que yo me crié con un padre indiferente los primeros años de mi vida, y sin ninguna madre que me consolara. Que yo entrené para demostrarle a Bruce que era un digno hijo suyo, y tomé este manto para honrar su legado; ¡para cumplir su sueño de hacer de esta ciudad un lugar mejor! Tú solo eres una niña mimada y caprichosa, que recibió todo porque sus papis jamás quisieron negarle nada. Tú haces esto solo para presumir y alimentar tú ego de ricachona consentida que no sabe lo que es la vida.

Huntress quedó en estado de shock, con los ojos abiertos por la sorpresa de aquellas dolorosas palabras.

—Si no fueras mi hermana —continuó el murciélago—, habría dejado que esa vampira hiciera lo que quisiera contigo.

Batman le dió la espalda a la fémina y camino hasta la cornisa, donde saltó y extendió su capa para salir volando del lugar.

Poco después, Batman se encontraba dentro del Batmovil, con las manos posadas en el volante. A un costado del vehículo, Huntress aterrizó con ayuda de su gancho. La mujer se quedó parada y en silencio, hasta que la compuerta se abrió. Allí, la fémina ingreso sin decir palabra alguna.

—¿Realmente piensas todo eso de mí? —preguntó finalmente Huntress, rompiendo el silencio.

—Estaba enojado, Helena. Sabes como soy cuando me enojo.

—Lo lamento —dijo Helena—. Lamento que nuestras infancias hayan sido tan diferentes. Y... Lamento que tengas razón sobre lo que dijiste de mi. Pero también hago esto para honrar el legado de nuestro padre.

—No lo dudo —afirmó Batman, sin despegar su mirada del frente mientras conducía.

A la mañana siguiente, una extraña imagen daba lugar. El avión con forma de murciélago sobrevolaba los cielos diurnos de Massachusetts. Finalmente, pareció atravesar una barrera invisible tras lo cual apareció una enorme torre sin entradas aparentes.

El Bat-Avión aterrizó en el amplio pasto verde, y Huntress bajo de este.

—¿Doctor Fate? —empezó a gritar la heroína a las afueras de la torre.

Tras unos cortos segundos, una imponete figura atravesó las paredes sin dañarlas. Aquél era el hechicero supremo de ese mundo: Doctor Fate.

—Helena Wayne —exclamó el varón—. ¿Qué te trae por aquí?

—Necesito información sobre los vampiros.

Poco después, Huntress se encontraba caminando dentro de la torre, siguiendo a Doctor Fate.

—Los vampiros son criaturas extremadamente feroces y letales. Durante siglos, representaron la mayor amenaza para la supervivencia humana. Han convivido con nosotros desde la prehistoria.

—¿Cuál es su origen?

—Los vampiros fueron creados cuando un pequeño grupo de hechiceros de Atlantis descubrió un libro conocido como el Darkhold —exclamó Fate mientras materializaba una imagen de dicho libro—. Es un libro indestructible, lleno de conocimientos arcanos y magia oscura.

—¿Por que siempre Atlantis esta involucrada en las cosas malas? —preguntó Huntress.— La invasión a Nueva York en los 80, la creación de los vampiros y su libro maldito.

—Aunque los atlantes crearon a los vampiros, no fueron creadores del Darkhold.

—¿Entonces quién?

—Fue escrito incontables milenios atrás por Chthon, el vástago de Darko y el primer Señor del Caos.

—Voy a fingir que los conozco.

—Es mejor que no lo hagas —afirmó Fate—. Volviendo al tema, dichos hechiceros usaron el libro para que algunos de sus enemigos se alzaran de sus tumbas en su nueva forma vampírica, creyendo que esos vampiros estarían bajo su control. Sin embargo, estos vampiros eran más fuertes que aquellos que aspiraban a ser sus amos así que los asesinaron y escaparon de Atlantis antes de que el continente se hundiera.

—¿Cómo la asesino?

—Destruye su corazón o su cabeza. También puedes desangrarlos, pero toma más tiempo y es más difícil debido a su factor curativo acelerado.

—¿Qué otros poderes tienen?

—Los vampiros no son realmente tan diferentes de los humanos. Sus corazones aún palpitan y bombean sangre, no requieren de dormir ni comer pero algunos lo hacen por costumbre. Sus sentidos están más desarrollados por lo que pueden ver perfectamente en la oscuridad, su sentido del olfato es como el de un sabueso y pueden escuchar los latidos de un corazón con claridad dependiendo de la distancia. Su fuerza, resistencia y velocidad son superiores a la humana, incluso superiores a los atlantes comunes pero ni cerca de un súper atlante, mucho menos de un kryptoniano. Algunos pueden cambiar de forma a una criatura monstruosa, lo que les da más fuerza y resistencia pero puede hacerlos más lento por el aumento de masa muscular. Tienen un encanto sobrenatural por lo que son grandes seductores y mentirosos, muy buenos manipuladores. Tiene la astucia y experiencias de siglos, son seres muy listos y con gran capacidad para actuar. Algunos incluso pueden hipnotizar a humanos pero depende de la fuerza voluntad que tengan y de la víctima, no es algo que todos los vampiros tengan. También hay algunos capaces de volverse neblina o desaparecer.

—Todo era más sencillo cuando me enfrentaba a criminales comunes —afirmó Huntress.

—Si no tienes más preguntas, debo pedirte que te retires. Tengo asuntos que atender con un viejo enemigo de la vida misma.

—¿Me estas echando? —preguntó en burla la vigilante—. ¿Acaso temes qué empiece a tocar tus objetos mágicos?

que lo harás —afirmó Fate—. Y ya tengo bastante entre manos en este momento.

Un portal con forma de cruz egipcia se abrió a las espaldas de Huntress la cual lo atravesó de mala gana.

Tiempo después, el Bat-Avión aterrizaba en el interior de la Cueva del Murciélago. Huntress salió rápidamente de este, queriendo sacarse el traje y descansar un poco.

—¿Obtuviste la información qué querías? —preguntó Bruce, sentando frente a la computadora.

—Sí, y también aprendí que los vampiros fueron creados por el vástago de un tal Darko.

—Ah, que bien —dijo Bruce sin mucho interés—. Te aviso que Bette y Bruce llegaron de visita.

Helena se cambió de ropa y subió a la mansión, escuchando una charla animada conforme se aproximaba al living. Sin dejar que la vean, observó a la distancia a las personas presentes. Allí se encontraba su madre, junto a Richard Grayson y Bette Kane-Grayson, su esposa.

—¿Aún te estas mimetizando para fingir que no desprecias a Bette? —preguntó Nicolás, apareciendo desde un costado.

—¿Qué dices? Es una gran amiga.

Nicolás suspiro pesadamente. Miro en dirección al comedor, y después volvió a mirar a su media hermana.

—¿Sabes qué nunca la dejara verdad?

—¿De qué hablas? —preguntó la fémina.

—De Richard. Él nunca dejara a su esposa y a su hijo por tí. Deberías aceptarlo, y evitar lastimarte a ti misma.

—Como si a ti eso te importara.

—Lo digo por tu bien, Helena. A pesar de todo, eres mi hermana.

Helena se quedó en silencio, observando hacia donde la pareja de Dick y Bette se encontraba.

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