Cap 3 "Caminata nocturna"

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Eran las 11 cuando Bonnie ya estaba dormido. Salí de la cama, sin poder dormirme, volviendo a esas noches de insomnio que tanto conocía. Los viejos hábitos parecían volver, inesperadamente, pero pensaba que tal vez no se había ido, sino que había tomado una pausa.

Eso necesitaba: una pausa. De forma practicada, me puse un saco color azul marino guardado en una silla cerca de mi mesita de luz, con la intención de salir al balcón. Normalmente, no usaba el saco porque estaba lleno de agujeros chiquitos de polilla en el borde, no sabía cuándo se le habían hecho pero suponía que en algún momento después de que me fuera de casa y quedara perpetuamente guardado en mi placard como recuerdo de una época distinta. El saco me lo había comprado en mis primeros años de secundaria tras ahorrar bastante, como un auto-regalo de cumpleaños. No sabía arreglarlo, y me negaba a tirarlo, así que su destino, por mucho tiempo, fue quedar guardado en un placard. Eso era hasta que mi hábito de no dormir de noche volviera, y por despecho (y frío en el pecho) lo tomara del baúl de recuerdos metafórico (mi armario).

Necesitaba tomar aire, relajarme, estar un tiempo pensando en mis cosas en paz. Al principio, el balcón pareció una perfecta opción, sin embargo, me empezaba a cansar. Quedarme en casa traía demasiadas distracciones. La vista desde el balcón a la que había sido mi ventana, oscura, apagada, sin ningún inquilino ocupando el departamento o mis cortinas decorandolas, resultaba demasiado nostálgica para la contemplación.

Quería algo menos inspirador.
Inspirador, pero no tanto. Era difícil encontrar un balance.

Decidí que el saco podía volver a salir afuera, como en los viejos tiempos, y salí a caminar un poco. Quería dar una vuelta por el barrio, evitando la plaza en la esquina que siempre se llenaba de gente en la noche por razones que no quería averiguar. Pensé que los genios que habían inventado la meditación seguro que no tenían un barrio lindo como el mío, o no eran resistentes al frío viento de una noche primaveral que se colaba de vez en cuando por los agujeritos del saco azul marino (que seguramente también tenían guardado). Puse mi mano en el bolsillo, como supongo que ellos no habrían sabido hacer, para batallar ese frío, y con suerte salir victorioso.
Me hacía pensar en las tardes que volvía del colegio en otoño, cuando salía con Joy, Meg y a veces Foxy y Spring, y caminábamos 20 cuadras hasta el riachuelo, poniendo piedras que encontrábamos en el camino en los bolsillos de este saco, para después tirarlas y hacer competencia de sapito*,en vez de ir a nuestros respectivos "hogares"
De repente tembló mi mano en el bolsillo. Mi celular estaba en silencio por la noche, pero puedo sentir cómo me llegó esa llamada, y mi mente se vió obligada a volver a funcionar correctamente. Me puse a caminar, pasando por la parada del colectivo, ya estaba terminando la vuelta por el barrio, y oficialmente volviendo a casa.

Saqué el celular del bolsillo cuándo se negó a dejar de temblar y vi que no había nadie cerca. Mire el número y finalmente atendí.

-¿Por qué llamas tan tarde? - pregunté confundido, al ver quién era él que me llamaba.

- ¿Y eso? Ya nadie tiene modales... Hola Foxy, me alegro mucho de que llamaras, hace mucho no llamas - se burla - Por esto no te llamo sabandija. Encima que te presto mi bellísima van, me tratas así.

-Hola Foxy… me encanta que me llames... ¿Contento? Son como las… 12:47 - digo tras fijarme la hora en el celular - ¿Pasó algo?

- Meg me dijo hace un rato que te ibas mañana a lo de tu suegra después de trabajar, y que te llevabas MI van - respondió, y escuché los sonidos del bar de fondo. Claro, pensé, a esta hora seguía de turno como bartender en el restobar.- Sorry por despertarting, como dicen en inglish.

- No, no me despertaste, -respondo y largo un suspiro - Y la van no es tuya, es de spring, por eso se la pedí a él. Vos solo la pintaste de rojo y te la adueñaste.

- ¡Pero podrías haberme avisado! ¡Y será NUESTRA en todo caso! ¡Yo pagué por esa pintura! - dijo fingiendo molestia, hábito que me recordaba a Meg en cierta parte - Si no fuese por Bonnie, no te la daba, papanatas - se ríe un segundo, y yo le sigo la corriente.

Resulta que Foxy ya conocía a Bonnie antes de saber quién era. Lo había cruzado al ir a visitar a cierta chica rubia pelicorta que no quiere mencionar en su escuela de música, y se hicieron buenos amigos. Todo esto a solo una semana de que nos hiciéramos novios de verdad, antes de que lo pueda presentar al grupo del restaurante. Parecen tener un sentido del humor similar, y me alegra que Bonnie se haya hecho amigo de alguien que me conoce desde hace tanto tiempo, como Foxy.  Aunque con él no sea tan cercano como lo soy con Meg y Joy, sigue conociéndome bien, como por ejemplo, para saber que debería estar dormido

- ¿Andas despierto por eso? ¿Nervioso? - me pregunta la voz en el teléfono.

- No realmente, Teresa y la mamá parecen simpáticas, ya hablé con ellas y me caen bien…

-¿Entonces?

- No sé… Creo que me hace pensar en mi relación con mi familia.

- Aaah, jodido.

- Sí, jodido.

Pasaron unos segundos, y pensé en cortar la conversación, pero Foxy continuó.

- Mira, yo sé que tan mierda fue nuestro pasado… Tu familia no es ese señor, no tienes porqué quedarte en el pasado, puedes seguir adelante. Solo… cuidado con no lastimar tu relación con Bonnie. Cuídalo.

Pauso por un momento. La calle está iluminada por los faroles de sodio que deben de tener 49 años de antigüedad. No hay ninguna luz en las ventanas y el cielo tiene un tono más azul que negro, pintado por pocas estrellas el día de hoy.

- Gracias Foxy

- De nada…- dice, pausado por un momento antes de continuar - ¿Y recuerdas el traje que le presté a Bonnie? ¿El blanco y negro? Si no vas a estar este finde… tráelo mañana y déjalo con Meg.

- ¡Cierto! Me olvidé que lo tenía ¿Lo necesitas para mañana? - respondí con sinceridad.

Foxy le había prestado un traje negro con detalles blancos muy lindo para una muestra de arte formal que había hecho Bonnie sobre la lucha de clase, que si bien era enorme porque él media como dos meteos y mi novio medía como la mitad de eso, según Bonnie era perfecto para ponerselo solo para el día de la entrega. Según él, iba a favor de su punto sobre la incomodidad de querer encajar en la clase alta aunque no sea verdad. Tuvo muy buena nota en esa muestra así que seguro que valió la pena.

-Técnicamente para el domingo, pero si no vas a estar, dámelo mañana.

- lo que digas, lo que digas, ¿Qué hay el domingo?

Silencio un segundo

-¿Y qué te importa? A dormir renacuajito.

Sospechoso.

- ¿Tenés una cita con esa chica rubia del otro día?

Silencio otra vez.

-¡Lo sabía!

- ¡A dormir y punto!

Un sonido agudo, fin de la llamada, y de vuelta al silencio.

La cuadra seguía vacía. Ya estaba a una cuadra de mi casa, la vuelta casi completa, el círculo cerrándose. Mi saco azul marino, como el cielo, seguía siendo bastante abrigado, a pesar de los agujeros, me puse a pensar.
Pero lo importante no era eso, sino la llamada perdida en mi celular, y mis viejos hábitos, como el insomnio, que parecían querer volver. O tal vez no se habían ido, se habían tomado una pequeña pausa.

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*Sapito: también conocido como patito o saltito, consiste en tirar una piedra chata en el agua con el objetivo de que "rebote" la mayor cantidad de veces posible.

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Lamentablemente, las pausas no duraban para siempre. Era eso; una pausa. Si no continuara eventualmente, sería un final, no una pausa.
Al llegar al departamento, una hora después de haberlo dejado, lo comprobé cuando la luz del living estaba extrañamente prendida.

-¿Dónde estabas?

- ¿Bonnie? ¿Estás despierto?

- ¿Por qué estás vos despierto? ¿Por qué te fuiste? ¿Pasó algo? - pregunto Bonnie, con un tono preocupado. Sus ojos rojos, cansados, me miraban fijamente. - Me desperté y no estabas en la cama, ni la cocina, ni el balcón…

-Bonnie… - Intenté calmarlo, pero él siguió con lo que quería decir.

- Pasó un rato y no volviste ¡Te llame y me mandó al contestador automáticamente! ¡Pensé que te había pasado algo!

- No, no… salí a caminar un poco porque no podía dormir, perdón…

- ¿Y no me dijiste nada? Estaba preocupado, una cosa es salir a tomar aire y otra es… Irte como una hora en medio de la noche, ¡Y no decirme nada! - su tono no deja de sonar cansado, pero ahora toma más fuerza, su evidente preocupación impulsandolo. No sabía decir si estaba triste, enojado, o una mezcla de los dos, pero al fin y al cabo era la 1 de la madrugada, y yo no había dormido nada desde las 8 de la mañana, así que no me encontraba muy perceptivo

- Estabas dormido, no quería despertarte, y pensé que tenías que estar descansado para manejar en el viaje…

- ¡Pero no contestabas! Bon, te fuiste afuera, sin avisar en medio de la noche. ¿Entendés lo que estoy diciendo?

-Eeeh… - No. No entendía por qué se preocupaba tanto por una pequeña salida nocturna, pero mis pensamientos se vuelven a esos hábitos viejos, y pienso en aquel incidente con los mensajes de texto e inmediatamente se vuelve más razonable. - Te juro que no era mi intención preocuparte, No fuí a hacer nada raro, solo fui a caminar solo porque no podía dormir, te lo juro

- Bon, no es el hecho de que te hayas ido, es que… Tendrías que haberme avisado. - dice, aún sonando cansado y herido. Sus ojos rojos siguen pareciendo preocupados, y no puedo evitar abrazarlo, pensando que tal vez eso sea suficiente para calmarlo. Murmullo un perdón una y otra vez, esperando que consuele sus lágrimas.
Pongo mis brazos sobre su cintura y él, que es más bajito que yo, pasa sus manos por mis hombros, apoyando su cabeza en mi pecho, y con fuerza parece fortalecer el abrazo, volviéndolo más intenso, más emotivo, más acogedor. El living toma el silencio de la noche, y la sensación totalitaria de paz que la caminata me trajo se vuelve diminuta ante la tranquilidad y alivio que la casa emanaba nuevamente.

-Me di cuenta de que estás nervioso por lo de mañana, llevas varias noches sin dormir - dice, rompiendo el silencio, pero no la calidez del abrazo. - Perdón por… reaccionar así. Creo que yo también estoy un poco nervioso de que conozcas en persona a mi mamá.

- Yo también estoy preocupado. - dije, y la verdad estaba en algún lado de mi oración. - Perdón, no quería preocuparte. - Y eso era toda la verdad.

- ¿Podemos ir a dormir? Mañana manejamos, la pasamos bien y nos olvidamos - me mira, desarmando el abrazo un poco, y dándome un beso rápido en los labios.

- sí. - respondí - Te amo.

Y con un beso ahora suyo, caí en la comodidad de la almohada, y la seda de mis sábanas, volviendo al capullo de tus brazos.

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