Capitulo 2 "Revoloteo"

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Si bien vivía con Bonnie, no quitaba que aún necesitaba dinero, por lo que seguía trabajando. Sobre todo ahora que no estaba estudiando nada, aprovechaba que mi horario había cambiado, e iba todos los días de mañana a tarde. Aunque diga estar de vacaciones de invierno, no importaba mucho porque yo seguía trabajando, lo único que cambiaba es que tras varias horas de trabajo, Bonnie estaba en casa. La temporada de vacaciones era además más pesada que la normal, así que yo seguía yendo todos los días a servir mesas.

Meg nunca me había pagado una cantidad exuberante de dinero. De hecho, al principio empecé como asistente mientras buscaba trabajo, con una paga casi mínima. El negocio recién empezaba y Meg necesitaba toda la ayuda posible: En ese momento, incluso Foxy trabajaba en el turno de la mañana, y Joy cubría algunos feriados, cosa que ahora solo hace en vacaciones muy rara vez. Afortunadamente, en un tiempo más corto de lo que esperábamos, el negocio se estabilizó, la zona en la que inicialmente no había ni un solo almacén se empezó a pintar de locales de ropa, inspirados por los bajos precios de compra, y la peliblanca finalmente me pudo dar un salario real, y contribuyó a que dejara de vivir exclusivamente de los dos pesos de los planes de estudiante del estado y mis ahorros. La molestaba con que era una madre con mucho dineral manteniendo a su compañía, como en las telenovelas que mirábamos de chiquitos en la tele.

A veces, pensaba en esos tiempos cuándo éramos chicos, y cuándo la recordaba, no dejaba de verla así, chiquita. Aunque eso fuera totalmente alejado de la realidad.

– ¿De verdad te lo pidió? - preguntó desde la barra

– Si… - Respondí cansado, apoyado en la mesa 19.

– ¿Y…?

– Le dije que No.

– Me imagine. - sopló su mechón teñido que tenía en la cara. – ¿Nunca le hablas?

– No, ni siquiera sé si sigue vivo - Le pasé un trapo a la mesa 20, procurando que quedara limpia. Fede estaba ya en la cocina haciendo las mil docenas de muffins, galletitas y postres para la semana, y de vez en cuando se escuchaba el gran crujido del horno industrial siendo abierto y cerrado.

– A él no, a Bonnie

– ¿Eh? - Solté confundido

– ¿No le dijiste nada de tu padre?

– Obvio que sí, le dije cosas…

– Bon… - dijo sabiendo perfectamente que mentía

– Okey, tal vez no tantas. - paso el trapo, y cuento otra mesa limpia.

– ¡Bon! -En cuanto lo grita, recuerda la presencia de Fede en la cocina, y su ceño fruncido y resoplo bajan dos grados de intensidad.

– No te alborotes- dije y aunque todavía seguía bajo el pretexto de molestia, sabía que esa palabra le causaba gracia.- No sé porque insistis en que es importante.

– ¿Porque es tu novio..?- dice sarcástica, y finalmente continúa con su trabajo, revisando que la cafetera esté limpia.

– No; mi padre.

– ah.- miró la alacena, todas las tazas están limpias, los platos en su lugar.- Tu padre en sí no. Lo que digo es que si Bonnie ni siquiera sabe lo que pasaste cuando vivías con él, entonces me preocupa que lo único que hagan sea besuquearse todo el día y nunca hablen de nada importante.

La miré indignado, y algo avergonzado. Es verdad que pasábamos mucho tiempo simplemente existiendo juntos. ¡Y bueno! No me moría por arruinar ese lindo ambiente con temas como "Mi Papá". No creía que fuera tan importante, pero dejando eso a parte... ¿Por qué mierda me conocía tanto? Se volvía injusto.

– ¿Eras igual con Joy cuando estaba con Fred y yo simplemente no lo sabía?- ese comentario le roba una risa desprevenida

– Lo creas o no, no hizo falta.- se acomodó el flequillo, y continúo. - Sabes que tu relación es mala cuando Joy y Fred hablaban más de problemas serios que tú.- termina largando una sonrisa burlona que esconde con un suspiro.
Por un segundo, me saca una risa. Respiramos, manteniendo el silencio unos momentos, y mi garganta pide soltar un par de palabras más antes de dejar el tema ir.

– No pretendo que entiendas.
Se escucha un crujido. Meg cierra la alacena. Todo está listo para abrir.

– Y yo no pretendo entender… - suspiró. - Solo me preocupa.

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El gran dilema me revoloteó en la cabeza todo el día, pero cuando llegué a casa, se regresó a su crisálida. La larva se perdió entre las hojas de facturas y papeles, y documentos por revisar y pagar. Desde la mudanza, el trabajo más tedioso de pagar las cuentas me había caído a mí naturalmente, simplemente porque yo era mejor no olvidándome de pagar las cosas. Si bien Bonnie hacía las cuentas rapidísimo, siempre se olvidaba de juntar alguna factura y llevarla al rapipago, así que dividir el trabajo era lo más lógico. Él contaba, y yo era el que caminaba 7 cuadras y entregaba el papelito. Fácil y sencillo.

De esa forma, y sin pensar en nada más, armamos las valijas, y nos preparamos para emprender viaje al día siguiente.

-Te llevas maya, ¿No? Porque nosotros tenemos pileta y sino tranquilamente podemos ir…

- Sí, tranquilo, me llevo literal la única maya que tengo - le contesto, interrumpiendolo a mitad de su monólogo.

Eran las 8 de la noche, Bonnie estaba haciendo la comida. Cuándo él cocinaba comíamos más o menos lo mismo, una mezcla de arroz con cosas. Hoy, era con tofu y salsa de soja. No sabía bien por qué siempre iba a lo mismo, pero le quedaba bien, sobre todo cuando lograba no quemar el tofu, y sospechaba que era lo único que sabía cocinar. Pero si había sobrevivido hasta ahora, pidiendo comida afuera y cocinando de vez en cuando, entonces no podía quejarme de esas habilidades de supervivencia.

-Hoy llamó mí mamá - dijo Bonnie repentinamente, y recordé que estaba sentado en la mesa, organizando papeles importantes, y no en un mundo propio.

-aah, ¿Que dijo?- respondí, volviendo a mi tarea de juntar todas las facturas de la luz que ya estaban pagas junto a las otras en la carpeta de solapa verde.

- Estuvimos hablando sobre nuestra visita, me preguntó si tenías alguna alergia - Preguntó y  revolvió el mejunje de arroz y tofu en la sartén, haciendo ruido con la cuchara y el aceite sobre el fuego.

-Ehh, no sé, creo que no

- ¿No te hicieron un test? - pregunto, curioso

-Mmm, no me hizo falta. - dije. La verdad es que si me lo habían hecho, no me acordaba, y dudaba enormemente que mi viejo se hubiera gastado con eso. Capaz Foxy sabía, él tenía una lista con las de Meg. Tenía que preguntarle -¿A vos te lo hicieron?

- Sí, fuimos al alergista después de que me picara una abeja a los 8 y se me hinchara todo el pie

- ¿Sos alérgico a las abejas? - digo con sorpresa

- Sí - Se ríe, y aunque esté dado vuelta, imagino sus ojitos haciéndose chiquitos. - Pero no es tan grave, nomás tengo que tomar corticoides para que no se me infecte la herida. Nomás no soy taan fan de las abejas reales - termina de contarme mientras apaga el fuego. El aceite en la sartén se calma.

- Perdón, no sabía… - respondo, y se ríe levemente. Se acerca, y corre dos carpetas, una verde, una rosa, listas y cerradas. Pone un plato en el espacio vacío.

- ¿Cómo lo ibas a saber si no te dije? - me planta un beso en el cachete, y siento un revoloteo en el estómago- Ayúdame a poner la mesa.

Me paró y buscó los pocos vasos limpios que quedan en la mesada.

-Me parece importante, que se yo. - Los encuentro, los llevo a la mesa. - ¿Que tipo de sangre sos?

- Tipo AB positivo - lleva la sartén y un plato a la mesa, y sirve dos porciones. - si alguna vez me pisa un auto y estoy a punto de morirme le tenés que decir a la enfermera - se ríe otra vez. Hoy estaba con ganas de reírse. - ¿Por qué la pregunta?

- Nada… estaba hablando hoy con Meg y me acordé de algo que me dijo… - agarre dos tenedores que se estaban secando y me senté en la mesa. Bonnie terminó de servir mi plato y se sentó. - ¿Cuándo vamos a ir entonces?

- Me dijo que prefería que fuéramos el viernes en vez de el sábado, así estaríamos más tiempo con ellas - agarra el tenedor, y come un poco. Termina de tragar y sigue - Tendríamos que salir el viernes cuando llegues del trabajo. Si vamos bien, llegaríamos allá a la noche así que cenamos con ellas.

El arroz estaba suave, no se le había pasado, y el tofu no estaba quemado. No le había puesto mucha salsa de soja, así que no estaba muy salado.

¿Entonces qué era esta sensación en mi paladar?

Bonnie deja el tenedor, y me mira, expectante, con esos ojos rojos.

-¿Te parece bien?

Otra vez el molesto revoloteo.

-Sí, sí… ya quiero que sea viernes.

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