~|Sueño 3|~ [Final]

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Al abrir los ojos, me asustó encontrarme de nuevo en aquel lugar negro y oscuro en el que no era capaz de ver ni mis propias manos. Di varias vueltas sobre mí mismo, intentado hallar a mi hermana, cuando ésta apareció de golpe frente a mí. Iba vestida de la misma forma que la noche anterior, aunque ahora parecía más bien una chica normal que un ser aterrador.

—Hola de nuevo —dijo. Me sorprendió notar que esta vez, su voz había sonado muchísimo menos molesta que la primera vez, aunque aún tenía algo que ocasionaba un leve pitido en mis oídos, pero lo ignoré y observé a Chara con expresión interrogativa.

— ¿Me darás respuestas hoy? —pregunté.

Ella asintió y se sentó en el suelo. Yo, algo indeciso, la imité, y quedamos a pocos centímetros el uno del otro.

— ¿Qué quieres saber? —dijo la chica. Abrí la boca para empezar a preguntar, pero ella me interrumpió— Tenemos poco tiempo si quieres salvar a los monstruos cuanto antes, así que puedes hacerme como máximo cuatro preguntas.

Fruncí el ceño. Quise quejarme, pero realmente quería que Chara se apoderara de mi cuerpo cuanto antes si así podría ayudar a mis únicos amigos. Entendía lo de las cuatro preguntas, y en cierto modo, me parecía bien, aunque debía escoger cuidadosamente cada una si quería enterarme de todo.

— ¿Ya conocías de antes a los monstruos? —dije.

Chara sonrió abiertamente.

—Pues claro. Tú y yo somos iguales Frisk. Los conocí y me pidieron lo mismo que a ti, pero no pude ayudar pues me llevaron a un jodido manicomio, pensando que estaba loca... Desde entonces no los he vuelto a ver.

Fui a preguntar la causa de su muerte, pero me di cuenta de que era un desperdicio de la pequeña cantidad de preguntas que se me permitía hacer, así que opté por decir otra cosa:

— ¿Qué quiso decir Sans con que ellos en verdad están en el Subsuelo y no en la superficie conmigo?

Chara pareció pensar mejor esta respuesta. Se mordió el labio inferior, como molesta, y chascó la lengua.

—Digamos que realmente, los monstruos sí que forman parte de nuestra imaginación —respondió—. Son como... el deseo que tienen los verdaderos de salir en forma "física", buscando a alguien que los ayude... Realmente no estoy del todo segura, pero es como si pudieran estar en dos sitios a la vez, aunque de ello sólo son conscientes los que tú ves.

Procesé la información durante casi medio minuto. La respuesta de Chara no me había convencido demasiado, pero no podía quejarme. Ella tampoco lo sabía todo.

Me decidí por dejar eso para otro momento y continuar con el interrogatorio:

— ¿Qué sabes de la profecía de la que Sans me habló?

La chica esbozó una sonrisa torcida y ladeó la cabeza.

—Ah, sí, la profecía —suspiró—. Un día, un "ángel" llegará de la superficie al subsuelo, y liberará a los monstruos... o terminará el trabajo que sus antepasados comenzaron de matarlos a todos... Ese ángel debía ser yo, ¿sabes? Pero tras mi llegada al manicomio... Así que ahora, debes de ser tú, Frisk.

Lo sabía, ¡lo sabía! Los monstruos me tenían de plan B, quien los iba a rescatar iba a ser desde un principio Chara. Pero al morir ella, fueron a por mí, desesperados...

Bajé la mirada, decepcionado. Entonces, caí en la cuenta de que aún me faltaba una pregunta. Volví a mirar a Chara, y me asusté al ver como sus ojos se habían vuelto más rojos y un halo de luz de este mismo color la envolvía. De repente, me di cuenta de cuál era el mayor misterio que debía resolver, sobre qué debía preguntar:

— ¿Quién eres? —murmuré.

Chara rió, y entonces vi como se acercaba a mí lentamente.

—SOY CHARA, EL DEMONIO QUE VIENE CUANDO LLAMAN SU NOMBRE.

Al instante, se abalanzó sobre mí. Chillé al notarla entrar en mi cuerpo, desgarrando mi piel, mi carne. La vista se me nubló y caí inconsciente en mi propio sueño.

No sé cuánto tiempo más dormí. Al cabo de un rato, abrí los ojos. Me encontraba de pie, y caí al suelo debido a la extraña impresión de de repente sostenerme sobre las piernas. Me encontraba en lo que parecía ser un bosque repleto de frondosos árboles iluminados únicamente por la luz de la luna y las estrellas que brillaban en el oscuro cielo.

—Y llegamos...

Me giré a mi derecha. Ahí estaba Chara, flotando. Iba de brazos cruzados y me miraba seria.

—Será mejor que empieces a caminar. Estamos cerca, venga.

Me levanté y sacudí la cabeza para deshacerme del mareo ocasionado al despertar.

— ¿Dónde estamos? —pregunté.

—En la cima del Monte Ebbot.

Abrí los ojos como platos y pegué un bote.

— ¿Qué? —exclamé— ¡Hay terribles leyendas sobre este lugar!

Chara se encogió de hombros con indiferencia y comenzó a moverse hacia el interior del bosque. Yo, aún asustado, la seguí a paso ligero, fijando mi mirada de terror en todos los lugares.

Estuvimos unos cinco minutos caminando en silencio, cuando los árboles acabaron y nos encontramos con el cielo salpicado de estrellas. Y, bajo él, frente a nosotros, se extendía un enorme agujero que no parecía tener final, por el que se colaba la brisa de la noche. Miré a mi hermana, que sonrió y dijo:

—Cuando quieras.

Tardé unos instantes en entender, y cuando lo hice se me paró el corazón y tragué saliva.

— ¿Quieres que salte? —pregunté en un hilo de voz.

Ella se dio la vuelta, quedando de espaldas al suelo.

—Sep. Tranquilo, no te sucederá nada. Una cama de flores frenará tu caída.

Volví a dirigir mi mirada al enorme hoyo. ¿Esa era la manera de rescatar a mis amigos? Porque si debía saltar por ahí para hacerlo, lo haría sin duda.

Me armé de valor y cerré los ojos.

—Hasta pronto, Chara —dije.

Y salté, adentrándome en lo desconocido.

***

Los conocí, a todos. A Flowey, a Toriel, a Sans, Papyrus, Undyne, Alphys, Mettaton, Asgore... Ellos no me recordaban, pero yo a ellos sí, perfectamente. Era feliz de nuevo, y no volví a ver a mi hermana.

Llegué por fin frente a la barrera, dispuesto a salvarlos a todos con ayuda de mi determinación y de las almas humanas, cuando, de repente, comencé a escuchar voces, ruidos, en mi cabeza.

Al principio, eran casi imperceptibles. Luego, me di cuenta de que se trataban de sirenas aullar y de gente gritar. Miré con espanto a la barrera, que poco a poco fue desapareciendo de mi campo de visión.

Pasó una eternidad antes de volver a despertar. Cuando lo hice, no era capaz de abrir mis ojos, y sólo era capaz de notar como estaba tumbado sobre un blando colchón y tapado por unas suaves sábanas. Una voz femenina se hizo presente junto a mí:

—Doctor, ¿estará bien?

Estaba en un hospital. ¡Me habían llevado a un hospital! ¿Por qué...?

Aún no podía abrir los ojos, y sentía una inmensa melancolía en mi pecho. ¿Qué quería decir todo aquello? ¿Acaso todo había sido un sueño? ¿Acaso la caída me había dejado inconsciente, haciéndome soñar cosas que nunca sucedieron?

No, eso no podía ser. Debía levantarme y volver a intentarlo, encontrarme a Chara. Debía demostrar la verdad, debía hacerlo saber...

¡Ellos eran reales!




FIN.





Sep, acabó :v

Esto viene siendo como lo que pasó antes (según yo) de lo relatado en la historia Manicomio de -Chxra, así que si quieren continuación... pásense por ésta y sean felices (?

¡Espero les haya gustado!


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