Three

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🐰🐰🐰

Caminé entre los árboles, con la mirada fija en el pasto, tras mi espalda colgaba las trampas que había logrado encontrar alrededor del bosque, pero aun sentía que habían más.

-¿Sabes cuánto tardé en poner esas trampas?

Alcé la mirada y sonreí hacia mi hermano quien apareció frente a mi, a unos pocos metros.

-¿Y recuerdas tu que esta prohibido la caza en esta área?-pregunté dejando de caminar.-Nos podrían multar, Jaebum.

No llevábamos más que un mes en Daegu y Jaebum ya había vuelto con sus hábitos que prometió olvidar, de los dos, él era mayor por tres años y acostumbraba cazar todos los días con su padre.

Nunca me gustó aquello, entendía que algunas personas cazaban para sobrevivir, pero mi padre lo hacía para vender las pieles de los animales y luego se deshacía de lo demás, mi hermano aprendió todo eso y no le vio nada de malo.

Las condiciones en las que vivíamos debido a mi padre no fueron las mejores, era un hombre irresponsable, alcohólico e impulsivo, mamá escapó de él en cuanto pudo cuando yo tenía apenas once años y el que mejor se adaptó a la vida que nos ofreció papá fue Jaebum.

Cuando cumplí los dieciocho me mudé a Seúl para estudiar veterinaria, por suerte papá me dejó tener educación desde pequeño y aunque se molestó al saber que me iría, no me retuvo, pero me hizo prometer que si necesitaban algo, ya sea él o Jaebum, debía ayudarlos.

No volví a saber de ellos hasta hace un año, en mi penúltimo año de mi carrera, Jaebum se contactó conmigo para que le ayudara con papá quien había sido diagnosticado con cirrosis, ya que trabajaba en una cafetería, pude internarlo en un hospital donde le dieron tratamiento, pero había sido demasiado tarde, el hígado de papá terminó demasiado dañado ante el alcohol y no se pudo salvar.

No quería dejar solo a Jaebum, así que cuando papá murió lo invité a vivir conmigo en Seúl, las cosas no fueron tan bien al principio, hubieron reclamos de su parte por haberlos abandonado y porque no los visité, no lo hice porque no quise, sino porque no tuve tiempo para hacerlo.

Todavía teníamos alguna que otra discusión, pero convivíamos mejor, una vez me gradué, Jaebum me convenció de mudarnos a Daegu, en este pueblo y aunque ya estaba acostumbrado a la ciudad, acepté por él, conseguí trabajo en la única veterinaria del pueblo mientras que Jaebum trabajaba en una carnicería.

Le hice prometerme que no iría de caza ya que el primer día que llegamos, lo primero que hizo fue adentrarse al bosque con una escopeta y cazar un venado, se nos explicó de antemano que eso estaba prohibido y que podríamos ser sancionados, pero Jaebum no parece importarle.

-No tienen porque enterarse.-dijo Jaebum rodando los ojos.-Necesitamos dinero extra.

-¿Para qué?-pregunté continuando con mi andar, estaba cerca del pueblo y de nuestra casa.-Me pagan bien en la veterinaria y sé que a ti también ¿Para qué quieres más?

-Siempre se necesita más.-respondió caminando tras de mi.-Y ahora por tu culpa tendré que poner de nuevo las trampas.

Hice una mueca y negué.

-No Jabum, me lo prometiste.-dije sin mirarle.

Llegamos hasta la corta valla que separaba el terreno del pueblo con el bosque y subí a ella para atravesarla, subiendo una pierna y luego la otro mientras apoyaba mis brazos en la madera.

No esperé a Jabum, caminé los diez metros de distancia hacia la cabaña en la que vivimos, era pequeña, pero suficiente para dos personas.

Cuando llegué, entré por la puerta trasera y la calidez de la casa me envolvió, fuera hacía demasiado frío, probablemente porque pronto empezaría a nevar.

Dejé las trampas sobre la mesa en la cocina y las observé mientras hacia una mueca, recordé al zorrito que quedó atrapado en una el día anterior, si no hubiera llegado lo más seguro era que hubiera muerto, por el frió o porque Jaebum lo hubiera encontrado y matado.

Jabum llegó hasta mi y quiso tomar las trampas de la mesa, lo tomé de la muñeca de inmediato y alejé su brazo, no pude evitar el mirarle con dureza y eso pareció molestarlo.

-No te metas en mis asuntos, Jungkook.-dijo entre dientes.-Si yo quiero cazar a todos esos animales en el bosque, lo haré.

-Sabes que no esta bien.-murmuré.-Jabum somos la cabaña más cercana al bosque y cuando se den cuenta de la falta de animales vendrán primero aquí, además ¿Por qué eres tan cruel? ¿Qué te hicieron para que actúes así?

-Papá fue mordido por un jodido lobo y por eso murió.-dijo molesto.-Estoy ansioso por encontrar a uno y hacerle pagar.

Suspiré y negué con la cabeza.

-Nuestro padre murió por beber alcohol en exceso, Jaebum, su hígado no pudo más y probablemente ese lobo estaba defendiéndose, a papá siempre le gustó las pieles de ellos.

Jaebum se alejó mientras bufaba.

-Sigue pensando eso.-le dijo antes de desaparecer dando zancadas fuera de la cocina. 

Rodé los ojos y tomé de nuevo las trampas, estarán mejor en mi habitación. No entendía porque Jabum seguía creyendo eso cuando el doctor que atendió a nuestro padre fue claro, el lobo si lo mordió, pero no fue profundo, solo tuvieron que suturar la herida y ya.

Su actitud a mi parecer era demasiado inmadura, a veces pensaba que yo era el mayor y él el menor ya que sus decisiones siempre daban que desear, aunque claro no era que Jaebum fuera tan mayor, tenía tiempo para madurar o eso esperaba, no había tanta diferencia entre los 22 años que tengo con sus 25 años, aun así la actitud de Jaebum no era de alguien acorde a su edad.

O tal vez si, solo que yo nunca me había relacionado con nadie teniendo su personalidad, bueno, tal vez papá, pero admito que en escasas situaciones, su padre actuó con madurez.

-Tendré que mantenerlo vigilado.-murmuré.-No quiero problemas luego.

Ya con las trampas, salí de la cocina las habitaciones estaban justo al lado y lo que tomaba más espacio era sala con sillones de madera y una chimenea frente a ellos, en la zona que vivían, la señal no llegaba correctamente ni a la televisión ni a los celulares, así que lo único que tenían para estar informados era una radio vieja que Jaebum había traído desde Busan, nuestro anterior hogar de pequeños.

Mi cuarto estaba al lado así que entré y me encerré, pensando donde podría poner las trampas, terminé metiéndolas en una caja de cartón y luego la caja la metí en un cajón de mi ropero el cual solía cerrar con llave.

-Mañana después de trabajo volveré a revisar si no ha puesto nuevas.-murmuré sentándome en mi cama.

Solo esperaba no encontrar ni una y si encontraba, que por lo menos no tuvieran de nuevo otro animal.

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