#22

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

OC-Verse AU

El sol comenzaba a asomarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y dorados. La brisa marina acariciaba suavemente la piel de Dairiki, quien caminaba descalzo sobre la arena tibia, sintiendo cada grano como un abrazo cálido de la tierra. Era una rutina que había adoptado; cada mañana, al amanecer, se dirigía a la costa, donde el sonido de las olas lo llenaba de paz, como un canto de sirenas que lo llamaba a acercarse más al mar. Sin embargo, había algo más que lo atraía a ese sitio: Yami.

Desde que la había visto por primera vez, Dairiki había quedado cautivado por su belleza enigmática. Yami parecía una ilusión, una figura etérea que emergía de las profundidades del agua, como si estuviera destinada a ser parte de aquel paisaje. Su cabello corto y negro caía en suaves ondas, brillando con reflejos plateados bajo la luz del sol naciente. Sus ojos oscuros, profundos como el océano, brillaban como estrellas en la noche, llenos de secretos que Dairiki deseaba descubrir. A menudo, la encontraba sentada en las rocas, su figura esculpida por la naturaleza, con una sonrisa seductora que prometía aventuras ocultas.

Esa mañana, la encontró una vez más en su lugar habitual, rodeada de espuma de mar que salpicaba suavemente las rocas. Yami sonrió de forma pícara, revelando un atisbo de sus dientes blancos, como perlas en un océano de misterio. "¡Hola, Dai-kun!" saludó, su voz suave como el murmullo de las olas que rompían contra la costa. Era un sonido que hacía eco en su corazón, un llamado que lo hacía sentir vivo.

Dairiki le sonrió de vuelta, sintiendo cómo su corazón aceleraba. "Hola," respondió, tratando de mantener la calma, pero sabiendo que sus palabras eran un susurro en comparación con el estruendo de sus emociones. Aunque no sabía su nombre, la intensidad de su mirada y la forma en que se movía lo dejaban sin aliento. Era como si Yami supiera el efecto que causaba en él, como si jugara con sus sentimientos con cada gesto y cada risa.

Yami se deslizó hacia el borde de las rocas, con un movimiento sutil que parecía coreografiado por el mismo viento. Arqueó su espalda con gracia, resaltando sus voluptuosos pechos, su piel capturando la luz del sol. La imagen atrapó a Dairiki, y él sintió cómo su mente se nublaba de pensamientos oscuros y tentadores. Era una visión que desafiaba sus sentidos, una mezcla de deseo y admiración que lo mantenía en vilo.

Yami sonríe con diversión, la luz del sol reflejándose en su piel bronceada. "¿Vas a quedarte ahí parado todo el día?" preguntó, una sonrisa traviesa jugando en sus labios. "O tal vez prefieras acercarte un poco más..." Agregó con tono pícaro, sus ojos brillando con un destello de desafío.

Dairiki sintió cómo su corazón latía con fuerza; había algo en Yami que lo atraía con una fuerza casi magnética, algo peligroso pero irresistible. La brisa marina jugaba con su cabello, y el murmullo de las olas parecía alentar su curiosidad.

Dairiki luchó por mantener la compostura, sabiendo que cada palabra de Yami era un anzuelo que lo invitaba a acercarse. Se acercó un paso más, sintiendo el pulso del mar resonar en su pecho, como si las olas compartieran un secreto que solo él debía descubrir. "Me gusta venir aquí," admitió en voz baja, su tono más reflexivo. "La playa es... tranquila," agregó con calma, aunque la serenidad del lugar se veía alterada por la intensidad de la mirada de Yami.

Yami lo miró con interés, una chispa de diversión iluminando su rostro. "¿Tranquila?" replicó, acercándose aún más, su voz un susurro que parecía mezclarse con el canto de las olas. "¿No sientes la emoción en el aire? Hay tanto por descubrir..." Dijo, su tono juguetón resonando en el espacio entre ellos. Dairiki se sintió atrapado por sus ojos, como si estuviera bajo un hechizo, incapaz de apartar la mirada. Era como si el mundo a su alrededor se desvaneciera, dejando solo a Yami y a él, en un instante suspendido en el tiempo.

Yami alzó una mano, dejando que los rayos del sol jugaran con su piel. Era un espectáculo hipnótico; cada destello dorado parecía realzar su belleza, y Dairiki no pudo evitar acercarse más, atraído por la calidez que emanaba de su ser. "¿Qué... qué hay para descubrir?" preguntó con curiosidad, su voz temblando ligeramente, como si la posibilidad de lo que Yami podría revelar lo llenara de nerviosismo y emoción.

Yami sonrió, un destello travieso en su mirada. Se inclinó hacia adelante, apoyando las manos en las rocas donde estaba sentada, como si compartiera un secreto exclusivo. Su fragancia dulce envolvió a Dairiki, embriagando sus sentidos y haciéndolo sentir más vivo que nunca. "Hay cosas que solo se revelan a aquellos que se atreven a acercarse..." dijo, su tono seductor llenando el aire y creando una atmósfera cargada de tensión. "¿Te atreverías a descubrir qué es?" Le cuestionó con un tono pervertido, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y promesa.

Dairiki asiente, sus ojos fijos en la figura cautivadora de Yami, quien se sienta con gracia sobre la roca, las olas del mar besando sus pies. "Claro... una mujer que siempre está sentada en esa roca en esta playa... ¿Qué podría esperar?" pregunta con ironía, sintiendo la brisa marina agitar sus cabellos. Su tono es sarcástico, pero su mirada delata una curiosidad latente.

Yami, con una sonrisa traviesa en los labios, se mueve de tal manera que el sol resplandece sobre su cola escamosa que brilla a la luz del sol. "Creo que debería decirte mi nombre... es Yami," dice, dejando escapar un tono seductor que hace que Dairiki se estremezca. La forma en que pronuncia su nombre es suave, como uno de sus cantos, envolviendo el aire a su alrededor en un aura de misterio.

Dairiki abre los ojos con sorpresa, la incredulidad pintada en su rostro. "Eres una sirena," dice, asombrado. La revelación lo golpea como una ola en la orilla, llevándose consigo su sentido de la realidad.

Yami, sintiéndose poderosa bajo su atención, coloca sus antebrazos debajo de sus pechos, resaltándolos aún más. "Eres único, Dai-Kun... me atraes," dice en un tono pícaro, su voz como un suave murmullo que invita a la tentación. "Acércate si quieres tocar esto," añade, tocándose los pechos con ambas manos, lanzando un desafío que electriza el aire entre ellos.

Dairiki, atrapado entre la fascinación y la incredulidad, se acerca a Yami. "Eres toda una sirena pervertida, ¿Verdad?" pregunta, su voz cargada de ironía, pero sus ojos traicionan el deseo que siente.

Yami sonríe con picardía, la melodía de su risa resonando en el ambiente. "Claro que sí... ¿No te gusta?" pregunta, su tono melodioso evocando los ecos de los cantos que Dairiki escuchaba casi todos los días, un canto que lo había hipnotizado desde el principio.

La tensión crece, y Dairiki traga saliva, sintiendo cómo su corazón late con fuerza. No puede resistir el encanto de la sirena, la atracción que parece fluir entre ellos como el agua del mar. Sin pensarlo dos veces, se agacha y la toma en brazos, levantándola como a una princesa.

Sus rostros están tan cerca que puede sentir el calor de su cuerpo vibrar contra el suyo. "Te llevaré a casa, Yami-Chan," dice, una sonrisa tensa en sus labios, mientras su mundo se reduce a este momento.

Yami se ríe suavemente, el sonido resuena como música en sus oídos, envolviéndolo en un hechizo. "Oh, Dai-Kun, siempre tan fuerte y decidido. Pero... ¿estás seguro de que quieres llevarme a casa?" pregunta, su tono pervertido añadiendo un toque de provocación que lo deja sin aliento.

Dairiki le sonríe a Yami, sus ojos brillando con una chispa traviesa. "Eres una sirena que no muere fuera del agua, ¿no?" pregunta con diversión, mientras su voz resuena en el aire como una melodía juguetona.

Yami, sintiendo la calidez de su proximidad, apega sus grandes pechos al pecho de Dairiki, una acción que no pasa desapercibida. "Soy una sirena, no una mujer de cristal," responde con ironía, su tono desafiando cualquier atisbo de fragilidad.

La atmósfera se carga de una tensión palpable, mientras Dairiki, con un gesto atrevido, mueve su mano hacia donde sospecha que está el trasero de Yami. "Solo me hace falta saber en dónde está tu conejito," dice con picardía, sus palabras flotando entre risas y insinuaciones.

Yami ríe con diversión, sus ojos brillando con un destello de complicidad. "Me asustaría si supieras en dónde está," responde, su humor desbordando como las olas del mar.

Sin previo aviso, Dairiki inclina su cabeza y besa a Yami en los labios, la pasión de su encuentro llenando el aire. Yami, sorprendida pero encantada, corresponde al beso, dejando que el mundo a su alrededor se disuelva en un instante de pura conexión.

Después de unos segundos, Dairiki se separa, su respiración entrecortada mientras lanza una broma. "No me estás hipnotizando con tus cantos, ¿verdad?" pregunta con humor, su mirada traviesa.

Yami le sonríe, un destello de picardía en sus ojos. "Si te estuviera hipnotizando... no me lo estarías preguntando," dice con ironía, como si jugaran a un juego de palabras. "Ahora llévame a tu casa y hazme tuya," añade con un tono pervertido, su sonrisa divertida desafiando a Dairiki a aceptar la invitación. "O podrías amanecer castrado," concluye, sus ojos brillando con un humor travieso.

Dairiki, sintiéndose audaz, le regala una sonrisa pícara. "¿Me dirás dónde está tu... conejito?" pregunta, su voz llena de picardía. Yami niega con la cabeza, su risa burbujeante llenando el espacio entre ellos. "Nope... encuéntralo tú... y será mejor que seas rápido o mañana amanecerás castrado," dice, su burla resonando en el aire como un eco de promesas lúdicas.

Con una mezcla de desafío y deseo, Dairiki toma la decisión de llevar a Yami a su casa. Aún La sostiene como a una princesa, sus brazos firmes alrededor de ella, mientras caminan en la noche, la luna iluminando su camino. Ambos saben que esta noche es solo el comienzo de algo audaz y emocionante.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro