08: Luz de deseo.

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VIII:
O cuando las cosas se vuelven inexplicables.


El mundo de Bonnie se había trasformado por completo. Aunque para bien o para mal, no sería por mucho.

Solo diré que no existía descripción alguna para definir la infinita emoción que albergaba a Bonnie de pies a cabeza, ser testigo del nacimiento de un nuevo mundo era algo sumamente majestuoso, era algo tan libre que lo último que deseaba era quedarse atrapado entre una simple definición. Las letras no eran dignas de tratar de explicar tal acontecimiento, pues no existían palabras en todos los universos —y eso considerando que nunca sabremos todo lo que hay en ellos— que consiguieran siquiera acercarse a explicar todo lo que sentía el joven. Por ello, me atrevo a decir que la más cercana es «inexplicable», y de hecho, hasta esa se queda corta.

Las letras son mágicas, no hay nada que no puedan hacer, pero, cuando se trata de explicar las emociones y sentimientos humanos, simple y sencillamente se vuelven inservibles. Tú puedes decir "te amo" con total honestidad, —aunque a mi parecer no hay palabras más fuertes que esas.— pero no conseguirás expresar en su totalidad lo que sientes.

¿Te has tomado la molestia de buscar en algún diccionario la palabra «amor»? Si no lo has hecho, ¡no lo hagas! En toda mi existencia no he visto algo tan inservible como eso. ¿A quien en su sano juicio se le ocurre tratar de explicar algo tan mágico como lo es el amor? El amor supera fronteras, es libre, es... Inexplicable.

Así que, por favor, la próxima vez que quieras expresar un sentimiento con palabras, limitate y solo di que es inexplicable.

Como lo que siento por ti, que es tan real y grande que se vuelve inexplicable.

Y justo así era como se sentía el de cabellos morados, mientras sentía el tacto de las gotas de lluvia caer en su piel antes de rebotar y crear magia.
Sin embargo, algo ocurre, y es que ese maravilloso suceso del cual se enamoró desde que lo presenció por primera vez comienza a dañarlo, los hermosos cristales ahora lastiman al hacer contacto con su piel, él no comprende el motivo, le duelen, le duelen mucho. Y le es inevitable desear por un momento que se detenga, que ojalá jamás haya hecho acto de presencia. Se olvida de todo y de todos, olvida la belleza que se está creando. Sí, lo olvida y solo piensa en correr a casa para refugiarse de la dañina lluvia. Y así lo hace.

Corre a su hogar con la mente apagada, dejando atrás al libro ahora blanco llamado BS.

Porque sí, por un momento lo olvida.

Pero un instante es una eternidad. Y olvidar aquí, es no amar.

Y no amar, es no vivir.

Él de ojos magentas llega a casa con el corazón a mil, se deja caer en el suelo y observa su piel teñida de rojo, por haber llegado a ser penetrada por la lluvia. Se toca con dolor, piensa en porqué algo tan bueno se habrá transformado para volverse mala y cruel. Piensa, y lo recuerda.
    Se sobresalta al hacerlo, su corazón vuelve a latir con una infinita intensidad antes de obligarlo a levantarse y asomarse a la puerta solo para comprobar que, en efecto, había dejado a lo lejos al libro. Se asusta y claro, ahora se siente culpable. No puede salir por él, pues se lastimaría aún más. Y entra en pánico por no saber que hacer.

Hasta que se le ilumina la mente al pasar por esta el recuerdo del paraguas que Bon le había obsequiado con anterioridad en compañía de aquella definición «sirve para protegerte de la lluvia», por aquel entonces, el joven no comprendía el porque alguien querría resguardarse de un suceso tan maravilloso como lo era aquel, pero hoy finalmente creía tener la respuesta. Pues quizás la lluvia no eran tan buena como figuraba en un principio, quizá era mala, pues traía sufrimiento consigo.

Sonríe, planea ir por él protegiéndose con el paraguas. Pero justo en esos instantes las gotas cesan, el paisaje finalmente está completo. Tal parece que no habrá necesidad de utilizar el obsequio, lo cual es bueno, pues Bonnie siempre ha imaginado que el día en que lo utilice por primera vez será para dar un paseo acompañado de Bon.
    Ahora, se propone salir de casa con dos propósitos: el primero, ir por su libro. Y el segundo: explorar el mundo colorido que se creó a su alrededor.
Le es imposible no emocionarse al respecto, pues con lo poco que ha podido observar, ha quedado fascinado.

Y estando a milímetros de la salida (o de la felicidad), la puerta se cierra en sus narices, impidiéndole el paso.

Considero que es un castigo, por no amar. Pues aquí, lo más importante es el amor.

Considero que es un castigo, por haber pensado solo en él mismo. Sí, es un castigo, pues está alterado y desconcertado mientras intenta inútilmente abrir la puerta que por más esfuerzo aplicado no parece querer ceder. Ni siquiera las pequeñas lágrimas en sus hermosos ojos parecen convencerla para abrirse.
Bonnie finalmente deja de intentar hacer algo aparentemente imposible, pero va a su opción dos: la ventana. Para su desgracia, esta tampoco cede. Ni la de al lado, tampoco la puerta trasera. Está encerrado en aquella rutinaria casa y es consiente de como cambian las cosas en un abrir y cerrar de ojos. Pues momentos atrás deseaba poder entrar para estar a salvo. Y ahora, lo único que anhela es poder salir, para ser feliz.

¿Entienden la ironía de la vida? Te coloca en situaciones que llegas a odiar y desear que desaparezcan, pero a veces cuando al fin lo hacen, lo único que quieres es tenerlos de vuelta.

Bien dicen que debes tener cuidado con lo que deseas, porque podría cumplirse.

En otro lugar, tan lejano pero al mismo tiempo tan cercano, alguien llora en silencio, ¿podrías tú decirme quien es? ¿Podrías decirme porque su llanto hace que me duela el pecho? ¿Acaso podrías decirme porque ahora yo también estoy llorando?

[...]

Cuanto lo siento, he tenido que abandonar mi narración para no seguir derramando lágrimas sobre el papel, no quiero que se dañe, porque si lo hace, su estancia en la tierra será breve, y  eso significaría que menos personas la conocerían, y eso sería triste.
     ¿Sabes? A veces me pregunto en que circunstancias habrás encontrado esta historia, pues me apena decir que con, el paso del tiempo, los humanos se han interesado cada vez menos en las historias de las estrellas. Hace un tiempo me vi en la necesidad de ir a averiguar el motivo, y por lo visto se encuentran demasiado ocupados desperdiciando su vida con adicciones y aparatos raros, es bueno saber que existen sus excepciones.

¿Puedo darte un consejo como agradecimiento? La próxima vez que ingreses a una biblioteca, elige un libro poco conocido, ya sabes, esos que se encuentran en una esquina casi abandonada y repleta de polvo. Comunmente, esos suelen ser los mejores, porque la mayoría de las joyas se encuentran perdidas, ocultas tras un sin fin de rocas que cualquiera puede ver. ¡Y quien sabe! Con un poco de suerte tal vez consigas hayar la historia de como te convertiste en una estrella en tu vida pasada. Porque todos fueron una estrella antes de llegar a la tierra, o como lo conocen aquí, a tu tercer vida.

Si, estás viviendo tu tercer vida. Lo cual significa que ya haz triunfado en dos. Ahora dime, ¿por qué ahora tendría que ser distinto? Haz las cosas bien para que logres avanzar —al final del camino— a tu cuarto viaje, ya que, aquí entre nos, dicen que es mucho más maravilloso.

Oh, veo que me he desviado mucho, lamento eso.

Como decía, cuando de mis ojos dejaron de brotar lágrimas, volví a retomar la escritura, y por lo visto me tomó horas reponerme, porque el firmamento estrellado de Bonnie ya había hecho su aparición cuando lo hice.
     Arrinconado en una esquina se encontraba él. Su cuerpo temblaba, se sentía molesto y desprotegido. Dirigía su mirada magenta hacía una ventana, generaba una expresión de desdicha y volvía a esconder la cabeza entre las piernas. No sé si veía el paisaje que no se le había  permitido explorar, o el libro que no podía estar a su lado.
     Así que supuse que no me había perdido de nada. Lo más probable era que haya permanecido en esa posición todo el tiempo, suspiré con tristeza al ver que el Bonnie de el inicio del relato había vuelvo. Una vez más, ¡Oh, que desdicha!

Por primera vez, no se animó a admirar las estrellas en el tejado como solía hacerlo todas las noches. Esperen, ¡El tejado! ¡Esa era su solución, pensó! Solo tenía que subir para después bajar por el mismo, y de ese modo, conseguir salir de casa. Así que, luego de limpiar su empapado rostro, lo hizo así.
     Cuando vine a percartarme, él ya se encontraba arriba, con la respiración agitada y una reluciente sonrisa. Pero esta última desapareció cuando se acercó al borde y miró con desilusión la gran altura que estaba de por medio —que ahora era mayor a causa del castigo que había recibido—. Quiero creer que si BS se encontrase ahí, sí se hubiese animado a lanzarse, pues él le brindaba valentía. Ambos se complementaban, porque después de todo, por algo el destino decidió hacerlos él uno para él otro.

Se sentó en el borde, ya resignado. Pues sabía que no saldría ileso de la caída. Vaya, y pensar que parecía buena idea...

Fue entonces cuando algo dentro de él lo impulsó a voltear la mirada a un costado, encontrándose así con un frasco cerrado que contenía al rededor de cinco luciérnagas en su interior. Y, a un lado, un papel con una pequeña frase escrita con la caligrafía de Bon.
    Increíble, al final él sigue dispuesto a dar todo para ver feliz a Bonnie, aunque sepa que de ese modo la sonrisa solo sea momentánea. Supongo que en el fondo aún tiene la esperanza de que el amor llegue a ser mutuo. Aunque quizá ya lo sea.

La felicidad temporal de Bonnie se hace presente una vez más antes de disponerse a tomar la hoja de papel entre sus pequeñas y coloridas manos.

Una luciérnaga por deseo.
Cuidado con lo que hagas,
confío en ti.

Su luz es capaz de concederte cualquier cosa, ¿Sabes?

Y por favor, jamás me olvides,
ni tampoco lo mucho
que te amo y te amaré en todas las oportunidades que tengamos
de reencontrarnos.

Una vez más me he equivocado, él no tenía esperanza, todo rastro de ella había desaparecido al escribir esa nota. Por ello el papel se encuentra húmedo y las letras temblorosas.
    Se oye un luto en el universo, las estrellas suspiran, a lo lejos un hombre llora, y la vez, alguien sonríe mientras destapa un maldito frasco que tiene grabado, de manera metafórica, las palabras «hasta luego». Aunque sabe que esas palabras son falsas, que si Bonnie no hace bien las cosas, se convertirán en un «hasta nunca».

Todos miramos expectantes, deseando que en lugar de eso, sea un «también te amo». La pregunta aquí es, ¿Es eso cierto?

Por favor, Bonnie. No seas solo un espacio más en el universo...

Me asusto mientras él toma la primera luciérnaga, el resto continua en el frasco a pesar de ya estar abierto. Encierra entre sus palmas a la primera, la lleva a su rostro y cierra los ojos. En su mente, el primer deseo se está realizando. Y una vez finalizado, abre sus manos para liberar la luz del deseo.
    La luciérnaga vuela, y se aleja hasta perderse entre los grandes pinos del bosque. La observa irse y sonríe con un ligero sonrojo entre sus mejillas.

Y como respuesta a su petición, se oye a la puerta abriéndose.

Mis lágrimas aparecen de nuevo, pero a diferencia, esta vez son de alegría, de orgullo. Bonnie ha echo su primer deseo, así que el resto de las luciérnagas desaparecen. Todos suspiramos con alivio. ¿Por qué? Porque él a dedicado su anhelo a Bon Smith, cuando hasta él creía que estaría pidiendo sus colores. El llanto a lo lejos se intensifica, y se oye un susurro, diciendo gracias.
     Por su parte, Bonnie se emociona ante el sonido de la puerta y baja con rapidez para poder ir con BS. Olvidándose de las luciérnagas que ni siquiera vio desaparecer.

Una vez abajo, ve que en efecto, la salida de la inmensa casa se encuentra abierta. Observa al libro a lo lejos, y vaya...

Este comienza a soltar destellos blancos, los cuales transforman al objeto. Pues al desaparecer, Bonnie tiene la dicha de presenciar una vez más la forma humana de Bon Smith. Ahí está, una vez más.

¡Corre, pequeño! Ve en busca de tu felicidad. De tus sueños. Mientras tanto yo espero pacientemente la llegada de sus metamorfosis.
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N/A:
Quizá en el fondo aún creo solemnemente que continuas leyendo mis escritos. Qué aún te emocionas con noticias mías, qué el amor sigue intacto.

¿Sabes? Conservo aquella fotografía en la que sonríes, ¿La recuerdas? La guardo entre los matices de aquel libro de poesía, para de ese modo, jamás quitarme el hábito de leer.

Odias el espacio en blanco, y me hiciste comprenderlo a mi.

Tú eres color. Y yo un blanco, un blanco que no logra comprender que también es un color.

¿Puedes escuchar cuando hablo con las estrellas? Todas las noches las veo, y les pido por ti. Para que vuelvas a ser tú misma. Para que vuelvas a ser la hermosa flor de jardín de la cual me enamoré.

Y qué para cuándo tú vuelvas a hacerlo, dejes la cobardía de nos inundó, y te sumerjas en el romance. Qué te animes a luchar por amor. Qué ya no sea como nos pasó a nosotras.

No quiero que tú historia tenga un final triste, aunque para ello tenga que sacrificar el mío.

¿Aún me lees?

¿Aún puedes verme?

Dime entonces, ¿Por qué estoy llorando? Cuando te se feliz, falsa, pero al fin y al cabo feliz.

Merezco convertirme en un agujero negro, ¿No te parece?

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