09: El color del amor.

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Penúltimo
(o también conocido como
nuestro verdadero final,
¿Cierto, amor mío?).

IX:
Cuando estás dispuesto a
renunciar a todo, por amor.


Y así, fue como al pequeño ser de color se le encogió el blanquecino corazón.

Su ser amado había abandonado todo la belleza física que lo conformaba en un principio, el bellísimo tono turquesa de su cabello se marchó para dar paso a un triste color blanco. Su colorida piel se había tornado pálida, él cambió. Todo su persona cambió.
Aún así sonreía, y lloraba. Pero su llanto era distinto al que estamos acostumbrados a presenciar, puesto que existía algo peculiar en sus lágrimas: Lloraba color, y no. No estoy utilizando un lenguaje figurado, absolutamente nada de este escrito se encuentra redactado de manera metáforica —Cuando dije que Bonnie tenía la oportunidad de transformarse en una estrella tampoco se trató de una simple metáfora—. Él de verdad se encontraba llorando color, ¿Saben el por qué? Porque sus lágrimas eran el reflejo de su alma. Su espléndida y bellísima alma era tan magestuosa que se asemejaban a los colores, sí, esos colores que Bonnie adoraba y creía indispensables para la felicidad, y quizá era justo por ello que las lágrimas de él seguían siendo transparentes, vacías, simples. ¡Bueno! Por lo menos lloraba, ¿porque saben? Existen quienes ni siquiera lo hacían, ¿Se imaginan lo marchito que debe ser el alma de quienes no lloran? Me compadezco de ellos, pobres almas perdidas que creen que es mejor contenerlas...

Las lágrimas son una de las obras de arte más gloriosas de universo mismo. Porqué son las únicas de aparecen en las expresiones de las personas de manera sincera por diferentes emociones y sentimientos. ¿Has visto las lágrimas desesperadas de una madre cuyo hijo se encuentra en fase terminal? En ese momento llora, y no teme desgarrar su voz con uno que otro grito que acompaña a sus a doloridas lágrimas. ¿Te a tocado la oportunidad de presenciar un reencuentro sumamente esperado? ¿Observaste la infinita sonrisa que invade el rostro de esas personas al estrechar entre sus brazos a aquel ser que añoraban tanto? ¿O el llanto incontenido que delata su gran emoción? Esos momentos valen más que toda la riqueza que alguien pueda poseer, más que las respuestas a preguntas existenciales y más que tratar de hacerte el fuerte y aguantar tus lágrimas cuando lo que en realidad quieres es romper en llanto y llorar como lo haría un niño, sin miedo al que dirán y desde lo más profundo de tu alma.

¡Oh, bello ser! No retengas tus mágicas lágrimas, déjalas salir. Sé que lo que pasas es inexplicable, pero desahogate, llora. Y muestrale al mundo que eres humana. Qué puedes reír y llorar. Y qué eso no te hace más o menos fuerte que nadie.

Por mi parte, he de admitir que adoro ver a las personas llorar, porque es prueba de que son capaces de sentir, amar, extrañar, y un sin fin de cosas más. Soy fanática de las personas que saben expresarse. Por eso estoy encantada mientras observo las incontables lágrimas embellecer el rostro de Bon Smith, al tiempo de que él observa con una sincera sonrisa de agradecimiento y enamorado al chico que lo mira perplejo desde dentro de la casa que comienza a tomar color.
La lluvia inicia una vez más, él se sobresalta al recordar el daño que ahora causan las gotas de agua. Se asusta y trata de gritar para advertirle al ser que se encuentra expuesto a ellas. Pero para su sorpresa, Bon no puede mojarse, posee algo parecido a un campo de fuerza que evita que las gotas lleguen a él.

Aunque confundido, Bonnie se alegra de saber que está a salvo. No sabe ni como debería sentirse en esos momentos, lo consume una sensación de vacío imperturbable, los colores de las lágrimas de aquel ser comienzan a darle mareos. Posee una extraña mezcla de dolor, al saber que arrebató la hermosura del chico, aunque a la vez no puede evitar esbozar una tímida sonrisa al sentirse honrado con el privilegio de tenerlo frente a sus ojos una vez más. A esa curiosa combinación se le añade el desconcierto cuando el joven de lágrimas coloridas lo llama con un movimiento de mano, antes de dar media vuelta y comenzar a adentrarse al bosque.

—¡E-eh! ¡Espera!

Bonnie se hace un lío solo cuando intenta salir corriendo tras él, pero recuerda que no puede hacerlo o la lluvia lo dañará, casi cae al suelo intentando mantenerse dentro de casa antes de correr escaleras arriba para ir por el paraguas que al final de todo si necesita usar.
Desordena toda su habitación en busca del objeto, y a penas lo tiene entre sus manos vuelva a prender marcha, se trata de segundos antes de verlo de nuevo de pie en el marco de la puerta tomando aire para intentar calmar sus nervios, abre el paraguas y corre tras la figura blanca que se aleja cada vez más de él a paso lento.

Las huellas en el suelo es a lo que le debe el hecho de haberlo encontrado con facilidad, él solo se limita a correr desesperado por el mismo camino en el cual Bon acaba de pasar, pero a diferencia de Bonnie, él lo hizo caminando, sereno y sin dificultades. Mientras que el ser más bajo lo hizo con pasos desesperados, ansiosos y de difícil ejecución. Él corría con todos sus fuerzas, mientras que Bon andaba con lentitud, y sin mucho esfuerzo de por medio.

Hay ocasiones en las que siempre será así, aunque tú realices hasta lo impensable para cumplir tu objetivo, siempre habrán personas que sin empeñarse mucho lo harán mejor y más rápido.
    Y es sencillo deprimirse por ello, pensar en qué sentido tiene seguir intentando algo cuando ves que, hagas lo que hagas, jamás consigues alcanzar a dicha persona. En otras ocasiones, ese o esa que es mejor que tú, se vuelve tu inspiración, tu ejemplo a seguir, y adoptas la idea de que si ella lo hizo, tú también puedes hacerlo —así como yo, contigo. ¿Lo recuerdas—.
    Pero aún así, existen los casos en los cuales por más motivados que te encuentres y con la mente positiva, tampoco consigues caminar a su lado. No logras siquiera acercarte a esa persona, aún cuando corres y ella camina. Sin embargo, aunque no lo sepas, ese ser práctica su andar cuando nadie lo ve. A veces es por obligación, otras por gusto, y otras más por orgullo. También llegan las personas que voltean su mirada hacía atrás, y te observan tropezar, caer y volver a ponerte de pie antes de correr una vez más. Sonríen en su delantera, y te animan a seguir con palabras motivacionales, en ocasiones son indirectas, palabras que a simple vista parecen de humillación, pero si sabes leerlas, y, aunque no hayan sido emitidas con esa intención, puedes darte cuenta de que más que destruirte, esas palabras pueden ayudarte a proseguir.

El caso de Bonnie fue algo parecido, pero a diferencia, la persona que intentaba alcanzar solo volteó a verlo, con esos ojos que daban entrada a su alma, y le dijo todo sin necesidad de despegar sus labios. Luego, siguió su camino, y en momento, supo que tenía que llegar a él. No importaba qué. Al ser visto y presenciar la hermosa y resplandeciente sonrisa de quien se encontraba frente a él, sacó fuerza de donde no parecía existir, para continuar persiguiendolo como si se le fuese la vida en ello. Y quizá de cierto modo así era, porque nunca fueron dos. Me explico, es verdad que ambos habitaban en cuerpos distintos, poseían mentalidades diferentes y sus valores, deseos y miedos tampoco eran iguales, pero, a pesar de todo eso, ellos eran un solo ser. Fueron creados para estar juntos, y justo por eso podríamos decir que uno no podía existir si el otro no lo hacía.

Aquella sonrisa dedicada le bastó al chico de colores para entender que cueste lo que cueste necesitaba llegar al lado de Bon. Para sentirse pleno.

Llega un momento en el cual los enormes árboles del bosque comienzan a encontrarse más cercanos entre sí, logrando que resulte imposible que él más bajo pueda pasar por ellos en compañía de su colorido paraguas.
    Para en seco por un par de instantes, sin embargo su contrario continua su recorrido.
Traga saliva con pesadez, analizado la situación y pensando en que hará. Si abandona el paraguas, se lastimará sin lugar a dudas. Pero si lo conserva no podrá continuar su persecución.

De un momento a otro se encuentra entre la espada y la pared, sin saber que hacer o como actuar.

Cierra los ojos con fuerza, mientras que se puede apreciar como sus manos que sostienen el objeto protector tiemblan.

¿Qué debería hacer? ¿Dar media vuelta y regresar a casa? Sí realiza esto, se hallará a salvo bajo su, ahora, hogar lleno de color. Se evitará dolor físico, si ejecuta esto estará salvando su integridad. Estaría pensando en él y en su bienestar.
    ¿O debería mandar su bienestar al diablo para ir tras Bon? Con esta, estaría firmando un contrato en el cual se atreve a soportar unos momentos de dolor para, como recompensa, tener a su lado a su único y verdadero amor.

¿Qué harías tú si te encontraras en su situación?

Es realmente triste conocer el increíble gran número de personas que han decidido irse por la primera.

Sin embargo, podemos estar tranquilos, pues Bonnie no es cualquier persona. Él ya a comprendido que en esta y en todas las vidas, nuestra mejor desición siempre será renunciar a cualquier cosa, beneficio o persona para escoger permanecer junto a quien amas.
Pues, apostar por el amor siempre será la mejor inversión de nuestra existencia. De eso no hay que tener ni la menor duda.

Y con esto, no solo hago alusión al amor romántico, sino también al que le manifiestas a un amigo, familiar o pasión.

¿O acaso es que tú visualizas tu futuro siendo infeliz solo por qué la sociedad y tu entorno considera que lo que haces no está bien?
    Aunque suene algo cliché, debes basar tus decisiones de cuerdo a lo que dicta tus sentidos, solo déjate llevar, arriesga sin medirte y atrévete a intentar aquello que llama tu atención. No importa si fallas en el intento o te das cuenta de que no fue la mejor elección, porque ya sabes lo que dicen, en ocasiones debemos de aprender a perder, para luego saber ganar.
    Es algo tan cierto que justo por eso se vuelve cliché, debemos entenderlo, por ello se repite una y otra y otra vez. Es verdad que de tanto escucharlo hasta llegamos a considerarlo fastidioso, pero es que lo oímos sin ponerlo en práctica, por ello se vuelve a repetir, porque tienen la esperanza de que al fin podamos comprender, y aplicarlo en nuestra vida.

Así que él ya no lo piensa más y momentos después podemos ver el paraguas siendo lanzado a otro extremo antes tener el privilegio de apreciar al delgado cuerpo corriendo tras su ser complementario.
Las gotas de agua vuelven a encontrarse con su piel, provocando un inmenso dolor, se le dificulta más la acción de correr teniendo el peso de soportar el ardor de la lluvia penetrando en su cuerpo físico.
Por un momento pasa por su mente regresar por el paraguas, pero tan rápido como lo piensa se deshace de esa ideas negando con la cabeza. Así que decide seguir intentando ir tras BS mientras continúa gimoteando de dolor.

De manera sorprendente, y a pesar de ir visiblemente muchas más lento, consigue acortar más la distancia que se encuentra puesta entre él y su objetivo. Muchísimo más que cuando lo perseguía en compañía de aquel objeto. ¿Por qué crees tú que sucede esto?

Minutos después, la piel de el de orbes magentas se encuentra sumamente maltratada, el color claro que adoptó sus brazos se había marchado para volverse rojizo, y en algunos lugares se le podía notar pequeños hilos de líquido carmesí. Sus cortas piernas se debilitan a cada paso dado, y no se considera capaz de mantenerse de pie por mucho tiempo más.
     Y es ahí cuando Bon Smith detiene su andar y justo en ese momento la lluvia cesa en su totalidad. Sin embargo no voltea, se mantiene ahí, dándole la espalda a quien ama intensamente, él cual se deja caer al suelo, cansado y lastimado en exceso.
Intenta regularizar su respiración, y le parece imposible la idea de lograr volver a ponerse de pie en algunas horas. Se halla arrodillado en el húmedo suelo, con ambas manos en el mismo y la cabeza fijada hacía abajo.

Entonces el ser blanco da media vuelta para caminar hacia él, e instantáneamente postrarse en frente. Bonnie ejecuta un esfuerzo sobrehumano para lograr alzar la mirada y conseguir toparse con el rostro ajeno. Podía jurar haber dejado de oír sus latidos por algunos instantes, en los cuales su alma parece abandonar su cuerpo, sus sentidos no reaccionan y él se siente palidecer. Tenerlo tan cerca parece ser algo tan subrealista que por un momento teme estar sumido en su sueño, sin embargo el dolor punzante que alberga su cuerpo le hace entender que no es así.

Observa como un niño al ver que consiguió llegar a su tan esperada meta. Y se siente volar, deleitado por la fantástica belleza de quién tiene a tan solo centímetros de distancia. No consigue comprender como un ser sin color puede poseer belleza, hasta ahora Bonnie creía imposible algo así.
Pero se da cuenta de que tan equivocado se encontraba, pues Bon no necesita de aquellos para desprender hermosura de cada poro.
Más aún cuando le mira con esa sonrisa que no podría ser más grande y con aquellos ojos soñadores que parecen dar entrada a un nuevo mundo imposible de imaginar. Luce muy feliz, así que no sabe quién de los dos lo está más.

Todo parece tan irreal.

Más aún porque ahora no existía un cristal que les impidiera tocarse.

La barrera que los dividía parece haber sido derrumbada, y BS le dice todo, sin necesidad de abrir los labios.

Existen personas que no necesitan las palabras para expresarse, lo dicen todo con una simple mirada. Esas miradas mágicas e hipnotizadoras que te hacen creer que no necesitas nada más en el mundo que observar ese par de ojos para poder respirar.
La mirada de Bon era una de esas, a pesar de estar inundada por el color blanco, en el fondo era más que eso. Puedo decir sin dudas que, aunque suene contradictorio, los ojos de BS poseían todos los colores existentes, y al quedarse cortos, inclusive se atrevían a crear nuevos y sorprendes colores, tan magestuosos que quizá por ello solo él tenía el privilegio de conocerlos, quizá eran tan inexplicables que no eran dignos de ser admirados por los humanos. Él los tenía todos, menos el blanco. A pesar de que a simple vista eran de ese tono. Sus ojos eran como la puerta al universo, un universo creado únicamente para existir en los, alguna vez, orbes esmeraldas de aquel chico.

Él, como tú, tenía estrellas en los ojos.

Sus ojos piden disculpas a gritos, por no haber conseguido evitar que aquel chico se encontrara en tan mal estado. Lo que éste no sabía es que Bonnie no podría estar más feliz, los moretones en su piel pasaron a segundo plano, ahora son tan insignificantes que Bonnie incluso se a olvidado de ellos al encontrarse tan sumido en su felicidad.
    Se dedican a observarse con detenimiento, ninguno habla o se toca y aún así se sienten tan completos. El tiempo se detiene, pero ellos siguen existiendo a pesar de eso. La emoción de alegría es tan intensa que pareciera ser eterna, ninguno se da cuenta de en que momento comenzaron a llorar, antes de soltar una leve risa que parece ser el ingrediente final para expresarse sin hablar.
     Más aún cuando el más alto de los dos toma las coloridas manos de su contrario entre las suyas con suma cautela, como si fueran dos diminutas obras de porcelana. El contrario no logra evitar exclamar un chirrido de dolor. Finalmente lo han hecho, se han tocado. Todo parece lucir diferente aún cuando a simple vista puede notarse igual. Él viento sopla en su total libertad, las estrellas danzan una melodía indescifrable mientras comienzan a alejarse para dar paso a los primeros rayos de sol del día, los cuales parecen sonreír y contagiar a los árboles y flores. Inclusive la tinta de estás páginas parecen echar raíces, buscando darse un lugar entre ellos, y esta hoja, alguna vez árbol, parece soñar, al son del cual una voz se hace presente.

—Gracias...

Musita, y todo parece dar vueltas. Sus párpados tiemblan sin saber bien que debería decir. Pero no es necesario, pues su silencio grita un sin fin de cosas. Deletrean suspiros inexplicables en el momento en el cuál Bon comienza a acercarse cada vez más a él.

Sus alientos se entrelazan conforme sus rostros se empeñan en deshacer la distancia entre ambos. Y, en cuestión de segundos y antes de que ese suceso tan esperado suceda, se sonríen una vez más.

Y, al fin, sus bocas de unen.

Le besa.

Sus labios se conocen un vaivén sutil, en donde el moviendo es casi escaso, sus bocas se nombran de manera honda y sin palabras, y el corazón no sabe si latir más de prisa o dejar de hacerlo. No se oye nada más, ni siquiera el sonido de las hojas volar. Sus mejillas parecen arder, y las metáforas se quedan cortas para describir lo inexplicable.
    Nada puede asemejarse a la gran creación que lograron formar estos labios, al finalmente haber conseguido encontrarse.

Se separan, y el silencio parece rozarles las mejillas. Se sienten como estrellas en medio del universo, pero la verdad es que más bien son universos en medio de algo desconocido.
     Son como un poema leído de corrido, porqué de ese modo nadie jamás podría decifrar el mensaje existente. Son como un pozo sin fondo o un agujero negro.

Nadie sabe y nadie sabrá jamás lo que puede existir en ellos, en sus corazones y mentes.

Aunque... quizá alguien si pueda conocer el mensaje oculto, por lo menos uno de los tantos que esconden estas líneas.

Bon sonríe mientras que las lágrimas en su rostro se intensifican, también el agarre de las manos se vuelve menos fuerte, pero no porque comience a hacerlo con menos fuerza, más bien porque él comienza a desaparecer, a pasar de blanco a transparente.

—Te amo—. Revela antes de desaparecer, brindándole así, su último color a Bonnie.

El de su corazón.

De un momento a otro se encuentra solo en medio del bosque, luego de recibir aquella confesión y sin saber que algunas, son como despedida.
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N/A, o también conocida como una de las cobardes que prefirieron proteger su integridad:
¿Esto te resulta familiar, cariño mío? No mientas diciendo que no. Pues sé muy bien que no es así.

Conozco hasta tu más pequeño gesto (puedo ver en mi mente la expresión que pondrás al leer esto), y estoy casi segura de que tú puedes adivinar el gesto que mantengo mientras escribo estas insatas palabras.

Las escribí con bolígrafo negro, que es lo opuesto a lo que tú hubieras hecho.

Cada que me quedaba inconforme, rayaba sobre las palabras, e iniciaba de nuevo a un costado. Seguro me odiarias por eso, y quizá es justo por ello que lo hice. Todo habría sido mejor si el único sentimiento que me profesaras fuese odio.

Pero sé que no es así, y aquí me encuentro. Escribiendo letras húmedas en medio de una virgen hoja de papel a mitad de una noche indescifrable en la que debería estar sonriendo para brindarle color a las letras, más no es así, porque estoy llorando sobre el roce tembloroso de la ingrata tinta escasa de vida.

Lo adivinaste, ¿No es así, Diana?

Oh, perdón. Olvidé que mis pecadores labios tienen prohibido pronunciar tu nombre.

Ella suele repetirme que eres afortunada de tener mi amor. Yo solo río en compañía de la falsedad, esa que me vi obligada a crear para ayudarte sonreír.

Y con un silencio traído del viento, suelo preguntarme, ¿Cómo te sentirías si leyeras esto y luego descubrieras que es para ti?

Por ello, le pregunto a medio mundo que opinan de este escrito. Para saber si ellos lo consideran digno de algo o alguien.

Pero no consigo calmar mis gritos internos. No hasta que llegue el final de ficción.

Veo el paquete de hojas que se encuentran en el escritorio, y me pregunto si se encontrarán llorando en silencio por no poder elegir el contenido que abarcará su cuerpo. O quizá porque han adivinado que la mayoría de ellas terminarán arrugadas en el cesto de basura para posteriormente ser quemadas una por una.

Luego, me observo a mi, con las manos repletas de lo único que queda de ellas.

Seguramente esas insulsas cenizas guardaban el recuerdo de aquellas letras tachadas.

Y eso es algo que no puedo permitir.

Jamás tengo en claro quién soy mientras escribo, las ideas brotan como aquellos lirios que juntas sembramos cuando aún eramos reales, las palabras parecen nacer de la fría noche, mientras que pareciera que otra persona es la encargada de mover mi mano sobre la hoja vacía.

Y quizá eres tú.

Ellos no lo saben, él no está enterado de nada: Se traga tus palabras, no te conoce, y aún así dice amarte. No sabe descifrar tus silencios y aún así lo consideras él más cercano a ti.
Pronto dará media noche, veo por la ventana, y puedo escuchar ruidos de personas aún despiertas. Así que me apresuro escribir nuestra historia letra por letra antes de que el papel me desconozca, y dé paso a una cruel fecha más.

Me apresuro a describir sobre la madera de mi escritorio nuestro final, porque aquí llega el punto final de lo nuestro. Con esa fusión devastadora que marcó el comienzo de una nueva etapa, pero para nuestra desgracia, no una mejor.

Sí, este es nuestro final.

Más no él de ellos, a pesar de que nos representan.

A ellos si planeo darles el final feliz que tanto anhelé y que nunca pude conseguir.
Ellos si serán felices, ellos si decidirán elegir el amor.

Porque, al fin y al cabo, ambas sabemos lo arrepentidas que estamos. Aunque intentes ocultarlo bajo esos rizos infernales y la sonrisa cubierta de labial. Tú y yo sabemos que esa no eres tú.

Veremos quién explota primero, cariño mío.

Mientras tanto duerme y mienteles a todos.

Porque aunque todos te crean, sabes que la función de este teatro finalizará en tragedia si el director no decide cambiar el guión.

Y más allá de la noche, descenderá el silencio.

Ahora solo duerme, doncella perdida. Mientras yo me encargo de escribir un final, que no nos haga llorar.

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