Habían transcurrido un par de meses y el lobo continuaba bajo las órdenes de la bruja, el lobo en las mañanas seguía a la bruja como un cachorro fiel por todo el bosque y en las noches aguardaba en la guarida hasta que su dueña volviera con unas hermosas flores con pétalos blancos y azules como el hermoso azul de su cabello, quien diría que al pasar tanto tiempo con la bella bruja el lobo se enamoraría de ella, y aun que no conocía el amor, sabía que el sentimiento que crecía en su pecho cada vez que la hermosa criatura se encontraba cerca era llamado por los humanos "amor"

La bruja sonreía dentro de su guarida, ya faltaba poco para que el lobo fuera totalmente de ella, desde su lugar pudiera ver al pobre lobo jugar con un par de golondrinas mientras ella acomodaba sus hermosas daturas felux, amaba esas flores ya que eran su más grandioso secreto.

Una mañana la bruja llevo al lobo a un lago para que pudiera comer algunos peces, ella sentada en la orilla con una de sus preciadas flores en la mano contemplaba al animal cazando a su presa, por momentos veía como el lobo se quedaba mirándola y ella sin apartar la vista de él, el pobre lobo cohibido prefería alejarse o distraerse en algo más, fue ahí cuando la bruja se dio cuenta que ya había llegado la hora.

Dejando a un lado la flor la bruja se adentró al lago con tal delicadeza que parecía una ninfa del agua, incluso las pequeñas ondas del agua le concedían el paso hasta su destino, el lobo.

—mi querido lobo, ¿deseas decirme algo? —cuestiono la bruja fingiendo inocencia.

—n-no mi señora. —tartamudeo el lobo sintiéndose avergonzado de sus pensamientos.

—ya habíamos hablado de eso, puedes llamarme por mi nombre, somos amigos. —la bruja dijo esto último con desgana disfrazada.

—No podría— sentencio el lobo bajando la vista, era mucha presión para él.

— ¿porque no? yo te puse un nombre, y cuando me digas Montserrat yo te llamare Daks—la bruja con una gran sonrisa se acercó más al lobo y tomando su rostro hizo que la mirara. — ¿no somos amigos, acaso?

—Por qué... no, no importa —como pudo aparto la vista de su bruja.

—mi querido lobo, dime que deseas, sabes bien que puedo darte todo

El lobo en ese momento regreso la vista a esos hermosos ojos que desde hace días eran su perdición.

—quiero tus labios. —demando el lobo antes de poder controlar sus labios de humano, la bruja sonrió y en ese momento los nervios invadieron el cuerpo del lobo.

—mi querido lobo, el infierno reside en mis labios, ¿estás seguro de querer probarlo?

—si es junto a ti no me importa arder. —el lobo elimino la distancia de sus cuerpos esperando la respuesta de su bruja para también eliminar la distancia entre sus labios.

—mi lobo, si con fuego quieres jugar yo te voy a enseñar. —sin decir más la bruja acerco los labios a los del lobo.

El lobo en un principio se quedó estático al sentir los labios de su bruja, no era como había imaginado ese momento, sus labios no eran cálidos, eran más bien helados y justo por eso ardían mientras rozaban los de él, la bruja paso sus brazos por los hombros del lobo y el lobo comenzaba a apreciar las mil sensaciones nuevas que su cuerpo jamás había sentido. La bruja por un momento se detuvo y con una sonrisa pícara lo observo fijamente.

—eso que noto contra mi ¿es lo que creo que es? —cuestiono la bruja con un poco de sorna, le encantaba tener a su merced a cualquier criatura, fuera de la forma que fuera.

El lobo entre avergonzado y feliz aun sin comprender su nuevo cuerpo solo se limitó a sonreírle a su amada, no podía hablar, el momento que hace meses deseaba por fin estaba ocurriendo y él era incapaz de reaccionar.

—mi querido lobo, deja de controlarte, has lo que desees conmigo.

Al segundo el lobo sin pensarlo la tomo de la cintura para levantarla, la bruja entrelazo las piernas al trozo del lobo, sus besos eran pasionales y aunque los labios de la bruja estuvieran fríos al lobo le parecían los más dulces del mundo. Los labios de la bruja fueron directo al cuello del lobo logrando que un gemido sonoro saliera de sus labios, la bruja sintió como él ponía la punta dura y mojada de su pene en su zona íntima y esta tras separar los labios de su cuello se abrió para él; la fusión con el lobo era adictiva y sensual. El placer que le proporcionaba era devastador y eso la estremeció, enredo los dedos en el cabello mojado del lobo, se tensó contra él y comenzó a arquearse hacia arriba cada vez que el la embestía.

Al principio el lobo intento dominar el momento con embestidas lentas, pero teniendo en cuenta que era su primera experiencia, tanto en el sexo como en el cuerpo que ocupaba, eso era imposible. El lobo, en la vida había anhelado tanto tomar a una mujer, y al escucharla gemir, por puro instinto animal la empalo haciéndola gritar de pasión. Con una sonrisa desconocida hasta el momento para la bruja, el lobo saco centímetro a centímetro su enorme erección para volver a llenarla y cuando la bruja sintió que iba a desfallecer el lobo la tomo con fuerza y con una serie de fuertes y rápidas embestidas que la volvieron loca llego al clímax.

En ese momento el lobo le puso los labios en el oído y con la voz cargada de erotismo le susurro a la bruja: —Todo... absolutamente todo mi ser es para ti.

Una vez el lobo enamorado dijo aquello con un gesto duro y varonil saco su miembro del interior de la bruja mientras se dejaba llevar por el placer. La bruja al ser consciente de ello se abrazó con más fuerza a él, para sentir sus convulsiones como las suyas.

El plan de la bruja ya estaba concluido, el lobo haría cualquier cosa por ella, incluso daría su propia vida, y la bruja lo sabía bien, no era la primera vez que jugaba con alguien y en ese juego ella siempre ganaba.

El lobo agotado y feliz se hundió en el agua por completo en busca de frescor y la bruja lo imito para continuar con el juego, el juego al que estaba tan entregada que no se percató del par de pies que asesinaban las hojas secas ni del par de ojos que la observaban con deseos de tenerla como una gran presa o trofeo.

Continuara...