Final

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Me enamoró con cada palabra, me destrozó con cada acción❞


Sin dudarlo más ella se echó a correr por el bosque de vuelta.

Loki bufó y la siguió rápidamente, no podía dejar que una niñata le arruinara el plan.

Debía deshacerse de ella.

La siguió y vio como ella tomaba un poco de ventaja, ventaja que alcanzó. Casi podía tocarla cuando ella, al notar eso, se echó a gritar.

—¡Alguien que me ayude, por favor! —gritaba desconsolada como si supiese cuál sería la siguiente acción de Loki.

Él pasó un brazo por el torso de ella y la atrajo hacía atrás, deteniéndola. Ella ya no tenía escapatoria.

El cuerpo de Atenea comenzó a temblar, trató nuevamente de lanzar otro grito, quizá algún alma estaría rondando aquella zona, pero no pudo hacerlo.

La otra mano de Loki se posó sobre su boca, haciendo una leve presión en su cuello.

—Traté de ser bueno —empezó a decir. —Tuve misericordia contigo y así es como me pagas maldita enclenque —susurró en su oído.

La mano que la sujetaba se aflojó, pero de todas formas la tenía con la otra sujetada del cuello. Las lágrimas se barrieron nuevamente por sus mejillas, trató se zafarse y comenzó a moverse de un lado a otro.

Loki se mostraba como realmente era.

—Quise tener un poco de bondad contigo, pagarte por haberme sido útil. En cierto modo lo fuiste, pero no lo suficiente —suspiró y sacó un puñal oculto entre sus ropas. —Sólo tenías que estar callada, nada más y podrías ser perfectamente libre de volver a tu triste y penosa vida de sirvienta —siguió hablando.

Ella siguió llorando tratando, lastimosamente de zafarse de un destino del cual no podría escapar.

¿Eso es lo que había conseguido?

Tanta bondad, humildad, ¿para nada?

Sabía que era su fin, sabía lo que estaba a punto de suceder. Pero seguía sin creerlo.

Había creído conocer a Loki, pero el dios del engaño no se conoce ni él mismo. Es una persona fría y calculadora, astuto e impredecible.

A él le gustaba ser así.

Más aún cuando chicas ingenuas, débiles y patéticas caían a sus pies. Eso sólo lo divertía aún más.

Lo bueno, en este caso, es que esa chica le había sido de ayuda para su plan. No salió como él planeaba, tal y como dijo le iba a perdonar la vida.

Ya no tenía otro remedio para hacer lo que haría.

Ella había sido una tonta que cayó derechito a sus pies. Sin resistirse, él había jugado con ella, con su ilusión y sobre todo con el amor que Atenea le tenía a él.

Pero él era así, ahora ella sabía que nunca podría cambiar.

¿Podía culparle?

No, claro que no. Estaba en su genética ser malo. Estaba en su destino terminar esto así.

Ahora podía entender todo lo que aquellas personas decían sobre Loki. Entendía cómo y por qué lo decían.

Atenea soló un último sollozo antes de que Loki clavara el puñal en su abdomen. Ella chilló de dolor antes de que él volviera a hacerlo, una y otra vez.

Su respiración se hizo más lenta, así como el latido de su corazón. La sangre brotaba por sus heridas sin que nadie la detuviera. Ella se llevó una mano ahí sintiendo la sangre espesa y caliente bajar por su abdomen.

Loki no dijo nada más, sólo la dejó tendida en el suelo, comprendía lo que iba a sucederle y en cierto modo disfrutó que ella aún no hubiera muerto.

Limpió el arma en las ropas de ella y se fue. Sin voltear, sin hablar, sólo se fue.

Atenea no trató de hacer o decir nada. También entendía que había perdido la batalla y que era cuestión de minutos o segundos para que ella dejara esta vida.

Le observó irse en silencio.

Entendió si, lo que todos habían estado diciendo de él. También cambió las cosas que ella pensaba, ahora le hizo saber quién era él en realidad.

Quizá sí, quizá las personas si nazcan inocentes, pero él se había transformado en lo que era. Ella nunca podría haber hecho algo para remediarlo. Ya estaba roto cuando lo encontró.

Es como si una copa de cristal se rompiese.

¿Acaso volvería a su estado anterior?

No, nunca podría volver a ser lo que era.

Con Loki había pasado lo mismo, no podría volver a ser nunca inocente.

Al final la respiración de Atenea cesó al igual que los latidos. La sangre seguía saliendo, pero esta ya no le servía de nada.

Ella había muerto y con ella toda esperanza que tenía en las personas. 


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