Stop crying your heart out

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Dylan

El sol quema mi rostro un par de segundos más antes de que decida despertar. Al parecer me quedé dormido en el piso de la habitación, que es lo último que recuerdo.

Ayer...

Joe

Roni.

Pelea.

Llanto.

Palabras hirientes.

Me levanto con un mal presentimiento en todos los sentidos, la sensación de derrota me inunda incluso antes de comenzar el día, lo que no es muy motivacional.

Mis ojos van hacía la cama que está perfectamente tendida, eso me da a entender que Roni no durmió en el cuarto anoche, era de esperarse, supongo.

Al salir y llegar al comedor veo a Nini junto con Rob desayunando, pero no es hasta que no veo a nadie durmiendo en el sillón que mis preocupaciones comenzaron.

— ¿Y Roni? ¿No durmió en la sala?

Nini me observa confundida arqueando las cejas.

— ¿La sala? Que no se supone que está contigo en la habitación.

Entonces de inmediato lo supe. Ella no durmió en casa anoche y peor aún, no le dijo a nadie a dónde iba.

— Mierda — murmuró para mí mismo antes de ir corriendo a mi habitación y ponerme unos pantalones decentes.

— ¿Qué pasá?

Escucho como Nini trata de que le de explicaciones pero el tiempo se me acaba, si no está donde creo que está, será malo, porque tendré que ir a dónde no quiero y eso solo significará una cosa.

— ¡¿A dónde vas?! — Nini alza la voz ansiosa por mi conducta, pero justo ahora no puedo hacer más que decirle algo rápido.

— Voy a Old Garden, si Roni llega a casa me marcas de inmediato y no la dejes salir de casa.

Nini no hizo más preguntas después, estoy seguro que ella entendió a dónde iba todo esto y así lo hizo, ya que me aseguró que se quedaría en casa por si regresaba.

Tome prestado el auto de Rob para ahorrar más tiempo y llegar al asilo en cuestión de minutos. Llegué a recepción con paso veloz donde la gran Helen seguía tras el mostrador como de costumbre.

— ¿Has visto a Roni? — le pregunto tratando de no perder la calma.

— ¿Alguna vez llegas saludando?

Ruedo lo ojos — Hola... ¿La has visto?

— Hola buenos días — dice con una sonrisa — Estoy bien gracias ¿Que tal tú?

— ¡Helen!

La señora ha sido una de las desafortunadas de lidiar mi mal humor en los momentos menos indicados, así que sabe cuándo arrebasan mi límite.

Después de suspirar como si mi existencia le pesará decide hablar.

— No la he visto, pero tal vez Julie si, está en su habitación.

Le doy las gracias con la mirada para encaminarme al cuarto de Julie.

— ¡Solo no quiero más de tus dramas de adolescentes aquí adentro! — me grita Helen cuando me alejo.

— ¡Tarde!

Recorro el pasillo del ala oeste fijandome en las puertas con números hasta que mi pies llegan justo al 14.

Toco un par de veces moderando mi fuerza y Julie aparece después de unos segundos, su rostro de sorpresa al verme no lo disimula.

— ¿Dylan?

— Julie lamento molestar tan temprano pero... De casualidad ¿Roni durmió aquí anoche?

Cuando sus ojos se abren enormes supe la respuesta antes de que me la dijera en palabras.

— Mierda — digo.

— ¿Por qué no llego a dormir? — se alarma — ¿Qué sucede? ¿Está bien?

Suspiro tan fuerte que las energías se me agotaron de forma inmediata.

— No sé si está bien, ayer tuvimos una discusión y salió de la casa, pero no regresó.

La cara de Julie pierde color pero me apresuro a darle ánimos.

— La encontraré ¿De acuerdo? Estará bien. Si llega a comunicarse contigo o Jacobo me dicen de inmediato y vengo.

Ella asiente no muy segura de la situación pero no se opone a mí, así que me marcho con una idea clara de dónde podría estar.

Subo al auto para arrancar de nuevo y dirigirme al departamento de Maya, sé que podría marcarle para saber si Roni está con ella, pero también correría el riesgo que se pusiera de su parte y me mintiera sobre dónde está realmente.

Así que la mejor manera es llegar por sorpresa, Roni ya me había dicho muchas veces por dónde viven así que no fue difícil encontrar esos edificios.

Cuando llegue, volví a estar enfrente de una puerta para tocar con la esperanza de tener buenas noticias, pero al parecer... nadie las tenía.

Maya a medio despertar abre la puerta y me ve como si fuera un sueño.

— ¿Sabes la hora que es? — dice gruñona.

Miro mi teléfono — Son las 11 de la mañana tampoco es tan temprano.

— ¡Para una embarazada como yo si lo es!

— ¡Felicidades! pero me importa un bledo ¿Roni durmió aquí anoche?

Maya no contesta, parece que aún está dormida por lo que no procesa bien mis palabras.

— Que si Roni durmió...

— ¡Te escuché! — me grita — Solo que no entiendo... ¿Porque dormiría aquí? ¿Que pasó?

Si bueno. Eso no era lo que quería escuchar. Las opciones de las personas con las que podría estar Roni bajaban de probabilidad para solo dejar a la peor de todas, y esa opción me aterraba.

— Escapó, tuvimos una pelea, yo dije cosas y ella también, lo siguiente que supe fue que se marchó de casa llorando.

Maya tuerce la boca malumorada.

— Idiota.

Bajo la cabeza sintiendo toda la culpa, sé que yo ocasione esto, sé que lo que pasará después también será mi culpa, cualquier cosa que le ocurra a Roni... también va a ser mi responsabilidad.

— Está con Sam ... ¿No es así?

Por más que no quisiera decir su nombre en voz alta, ya no tenía opción. La única persona con la que Roni podría estar en estos momentos, en sus malos momentos, es él.

Pero al juzgar el rostro de Maya diría que tampoco le agrada la idea de que esté con Sam, veo que le comienza a preocupar de la misma manera que a mí.

— En verdad deseo que no sea así — pone una mano sobre mi hombro — Es una tentación andante para Verónica y él haría cualquier cosa por ella que no razonaria al momento de ... ya sabes.

Asiento de inmediato.

"Lo sé"

Ya hubo una vez en la que arrastró a Roni por el mundo de las drogas y evite tanto que no hubiera una segunda vez, que al mismo tiempo también fui el culpable de ponerla en ese mismo camino.

De solo imaginarmelo, el piso se vuelve tan torcido que comienzo a sentir vertigo y unas inmensas ganas de vomitar.

— O tal vez solo fue hablar con él — me anima Maya cuando ve que estoy a nada de devolver el estómago enfrente de su puerta — Tal vez ellos solo ....

El teléfono de ella suena interrumpiendola, se lo lleva a la oreja de inmediato como si tuviera un presentimiento.

— ¿Lui? — contesta — Tenemos un problema......

Después de eso solo hubo un silencio.

Un desesperante.

Asfixiante.

Torturador.

Y horrible silencio.

Maya sé quedó muda al teléfono, no decía nada, tampoco se movía, solo después de lo que parecio una eternidad sus ojos grises se posaron en mí y en ellos ví todo.

"No porfavor"

Lo sentía venir, pero aún así no quería escucharlo, no podía, ¿Cómo se puede seguir respirando después de esto?

— Dylan ... — comenzó a verme de esa manera, esa en las que las noticias son dolorosas y no sabes cómo decirlas.

— No lo digas.

No puedo soportarlo, no otra vez.

— Lui habló alarmado para decirme que vio a Sam y Verónica en su auto... drogados, muy drogados en realidad — dijo lamentándose.

Sentí lo más parecido a un corazón roto.
Lo peor es que ella lo hizo no una, si no dos veces.

No tenía ni puta idea de que hacer ahora.

A dónde ir.

Que decir.

A quien llamar.

Por más nefasta que sea la situación, no podía permitirme ponerme a llorar o a entrar en panico, tenía que estar centrado en encontrarla, ver qué estuviera bien y hacerla entrar en razón.

Así qué rejunte mis piezas rotas, llore internamente y di un paso adelante.










Verónica.



Yo soy el problema.

Yo soy el problema.

Yo soy el problema.

Repetía eso una y otra vez mientras sentía la arena acariciando mis extremidades.

Sinceramente no sé cómo Sam y yo terminamos en la playa, pero aquí estamos. En la arena, con la luna, la olas junto con el olor a sal.

Cuando la marea baja y el efecto de las pastillas también, todo se sintió diferente. Vacío, de alguna forma. No parecía que perteneciera a nada, ni al mundo, la playa o a mí misma. Estaba muy lejos de sentirme satisfecha, eufórica o siquiera feliz, al contrario, casi parece que agrandó mi tristeza.

Sam dijo que era normal, que ya no era "Experta" como antes y que además está droga era conocida por hacerte subir tan arriba de la misma manera en la que también te hace bajar. Él parece recuperarse de manera sencilla, no parece perdido ni nada igual, está viendo el horizonte como cualquier día. En cambio yo, no quiero ni respirar, ya que siento que ni eso hago bien.

Sé que no estoy haciendo nada bien.

Puede que la mayoría de las personas me estén odiando ahora mismo, pero la verdad ..  yo me odio diez veces más.

Creí que por lo menos solo por hoy podía volver a viejos tiempos y olvidar, pero al parecer no pude. No sé si porque la pena era demasiado grande o la dosis muy pequeña, ahora daba igual cuál fuera, lo hecho hecho estaba, no tenía oportunidad de volver atrás aunque quisiera y tampoco quería hacerlo.

Estaba cansada de todo, demasiado cansada.

No quería entrar en discusión, ni dar explicaciones o decir mentiras, ya quería dejar de fingir que me siento como lo hago.

Estoy vuelta un desastre ¿Y?

Ya no soy la niña obediente de mamá y papá, ni la porrista bonita, la inteligente de la clase, la mejor amiga o novia, ya no soy nada de la chica que era antes, por más que me aferre o intente, esos zapatos son imposibles de llenar.

En este momento, no se quién soy.








Dylan.


Dure sentado en la misma posición horas, aunque casi pareció una vida entera. Me hizo recordar esa terrible noche donde tuve que llevar a Roni al hospital y me quede sentado igual que ahora esperando a recibir noticias.

Maldito Dejá Vu.

No me moví. No lo hice para dormir, para comer, ni tampoco cuando escuché la puerta de la entrada abrirse sabiendo que había llegado por fin. Aunque mi primer impulso hubiera sido abrazarla para después gritarle ”¿Qué demonios hiciste?", no lo hice, supongo que estaba cansado, por lo que deje que caminara como siempre lo hace y después se sentara con un suspiro a mi lado en el sillón.

Tampoco la vi, al menos no de inmediato, sabía que si la miraba me rompería y yo quería aferrarme torpemente aún a la idea de tenerla conmigo, pero eso ya estaba demasiado lejos para conseguirlo.

Duramos en un largo silencio, ninguno de los dos dijo ni una sola palabra, yo por miedo y ella quizás porque no sabía por dónde empezar. Cuando tiro de su cabello con desespero fue cuando comenzó la verdadera tortura.

— No has preguntado dónde he estado — comienza ella — Así que supongo que ya lo sabes.

No quería hablar, íbamos a arruinarlo los dos si íbamos por ese camino, pero ya era inevitable porque estaba enfrente de nosotros.

— Debes de tener miles de preguntas.

Al final sí decidir hablar.

— Solo una — cuando mis ojos vieron a su persona fue como un dardo en el corazón, lucia terrible, no en el aspecto físico si no el mental — ¿Porque lo hiciste?

Mi pregunta no le sorprendió, ella venía preparada para esto, sin embargo yo no.

— Hay muchas cosas que podría decirte en este instante, la mayoría son mentiras para justificar lo que hice, pero sé que no mereces esto y yo tampoco — hablaba con calma, como si fuera de lo más normal — Por otra parte no estoy segura que puedas manejar la verdad.

Al escucharla decir eso fue otro pinchazo en el costado ¿No saber manejar la verdad?, era como si ahora me desconociera, como si no supiera quién soy y he sido en toda esta vida que la hemos pasado juntos.

Tampoco quería estallar de rabia, pero Roni lo estaba poniendo difícil.

— He estado sentado esperándote toda la noche a qué llegarás a casa — digo entre dientes apretando mi enojo — Lo único que merezco al menos es saber ¿¡Porque carajos has vuelto a consumir!?

Aunque al final hubiera levantado la voz, parecía no imporarle, seguía tranquila.

— Había tenido un mal día — sus ojos nunca dejan los míos — Me sentía sola... y triste, necesitaba tener mi vida bajo control, aunque fuera por un rato, no tenía opción.

Sin más y menos.... estalle.

— ¡Vete a la mierda Verónica! — le grite mientras me levantaba del sillón — ¡No hables de no tener opciones porque si las tenías! Si no querías venir a mí no lo hubieras hecho, pero si te sentías mal estaba Jacobo, Julie, Nini, Rob, Lui o Maya para ayudarte, una llamada, una maldita llamada y nada de esto estuviera pasando. ¡No tenías que ir con él! ¡No tenías que volver a consumir! — la apunto con un dedo recriminatorio — Tú y solo tú eres la culpable de esto, vas a arrastrarnos de nuevo a la mierda con tus drogas.

En otros tiempos, Roni estuviera llorando, hubiera visto lastima y pena en sus ojos o solamente culpabilidad de sus acciones, pero no, aqui y ahora no había nada que me indicara que se sentía arrepentida de lo que hizo. Entonces me di cuenta que a ella ya no le importaba nada.

— Lo sé, sé que yo soy la culpable de esta decisión, pero... es MI decisión — también se levanta para estar a la par — Siempre he hecho cosas por todos los demás creyendo que eran para mí, más no lo eran, las únicas veces que he pensado y hecho algo por mi misma ha sido hace dos años y ayer.

— No sabes lo que dices... Esa no es una buena decisión.

— Tal vez para ti no, pero para mí si.

— ¿Porque dices eso?

— ¡Porque yo quería hacerlo! ¿De acuerdo? — por fin estalla poniéndose en mi cara para gritarme — ¡Yo soy una Drogadicta!

Esa última palabra nos dejó mudos a ambos después que la pronuncio, yo me moví incómodo al escucharla y eso pareció encender el enojo de Roni al triple.

— Jamás has aceptado esa parte mía, la que comete errores, después de rehabilitación escapamos a Chicago y nunca volvimos hablar de aquello — su voz es tan tensa que las venas de su cuello saltan —Te esforzarte tanto por enterrar el pasado que al mismo tiempo estabas enterrando una parte importante de nosotros.

— ¿Importante? Oh, perdona si quiero olvidar el  peor capitulo de mi vida, ese en el que me mientes, te escapas a drogarte a escondidas, ¡Ese en el que tuviste una sobredosis enfrente de mí y ha sido protagonista de todas mis pesadillas! ¡O cuando casi te matas a ti misma!— mi voz se quebró en el final — ¿Cómo quieres que viva con eso? ¿Cómo respiro sabiendo que muchas veces tu no quisiste hacerlo?

Jamás había hablado de eso en voz alta, ni siquiera en mi mente, no desde que Jacobo me dijo que Roni casi se quita la vida. Creí que si mi mente lo reprimía lo bastante fuerte a tal punto de imaginar que no existió, en verdad podía actuar como si no hubiera pasado. Obviamente me equivoqué.

Aunque me esforzara no podía mentirle a mi corazón, si bien me asustaba que Roni cayera otra vez en drogas, no era nada comparado con que ella quisera quitarse la vida otra vez.

Decircelo en la cara me duele tanto como a ella.

— No puedo estar aquí Roni, no puedo vivir en este vil recordatorio de todas nuestras cosas malas y tú tampoco, mira lo que has hecho, tu no eres así....

— ¿En verdad no soy así?

— ¡No!

— Entonces porque he deseado esto desde que salí de rehabilitación ¿Eh?

Me tomó tan desprevenido que ya no supe que decir.

— Sam me dijo una vez que "eres esclavo de las drogas toda la vida" y yo no le creí, pero no fue hasta que salí de rehabilitación que en verdad sentí el infierno, las ansias han estado conmigo desde entonces y no sabes lo difícil que han sido algunos días para mí cuando pensaba en recaer y aún más difícil cuando lo tenía que tener a escondidas de ti, porque tú simplemente decidiste olvidarlo, pero ya no quiero esconderme, o mentirte sobre lo mucho que lo siento cuando no es así, o hacerte una falsa promesa diciendo que nunca volveré a consumir, cuando lo único que tengo en mente ahora es que después de esta discusión vaya al baño a inhalar algo.

Me trago las lágrimas que sus palabras le hacen a mi pecho.

— Tu no eres así... — vuelvo a repetir.

— No, tu no aceptas que sea así Dylan, solo ignoras mis defectos como si fueran una maldición, un problema.

Ella también retiene sus lágrimas, está tan cerca de mí que es fácil apreciar el azul intenso de sus ojos, sus manos van despacio a mi cabeza tomándome el cabello con una mezcla de desespero y dolor.

— Te amo — me dice pero no suena con dulzura como todas las otras veces, sino más como reproche — Lo he hecho toda la vida, he aprendido a amar cada cosa de ti, hasta las partes más rotas, me enamore de cada rasguño, golpe y cicatriz, nunca te juzgue o quise cambiarte, yo te acepté, te escuché, hice todo por estar contigo y ahora me duele darme cuenta que no has hecho lo mismo por mi.

Me separé de ella sin entender lo que decía, aleje sus manos de mi rostro enojado.

— ¿De que estás hablando?

— No me amas por completo — dice con verdadero dolor — Y es injusto que yo ame tus partes rotas pero tú no ames las mías.

— ¿Tu etapa de drogadicta es la que debo de amar?

— Tal vez sí, está carga es lo que debo de llevar para siempre y está bien porque yo lo decidí así, no necesito a alguien que se olvide de quien soy porque también me hará olvidarlo, quiero que estés aquí conmigo y aceptes que no soy perfecta porque también hago idioteces como está.

Una parte de mí sabía que podía tener razón, pero la otra no dejaba de verla inconsciente en la banqueta de esa horrible noche o con un vidrio roto en su mano preparándose para lo peor.

No podía dejar que cayera de nuevo, no podía permitir que se fuera de nuevo a la mierda y me arrastrará junto con ella porque no lo soportaría, no podía añadir otro momento a mi lista de pesadillas. Me dolía ella, me dolía por completo lo que decía y sentía, pero una vez de pequeños le hice una promesa que pienso cumplir sin importar que.

— Si amarte significa aceptar todo lo demás — la miro y el corazón se me desbarta — Entonces creo que no te amo.

Roni se echa a llorar, justo lo que necesitaba para también romper en llanto. Ambos nos veíamos entre lágrimas de nuestros ojos y nos dolía ver al otro sufrir por nuestra culpa.

— No regresaré a Chicago Dylan, no pertenezco ahí, puede que antes no quisieras admitirlo pero ahora ya no puedes mentir.

— Pertenecemos a dónde está el otro — le digo mientras limpio las lágrimas de mi mejilla

— Al parecer ya no.












XOXO.....

💔





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro