19. BASIUM

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Calidez sobre mis labios...

Abrí los ojos para ver a Pierre encima de mí. Sus ojos estaban cerrados, su boca contra la mía. Y me permití disfrutarlo, este tipo de contacto humano, lleno de amor y cariño me hacía tanta falta, había estado tan sola desde que terminamos.

Terminamos... recordé de pronto y puse mis manos sobre su pecho, despegándolo de mí.

—¿Qué haces aquí, Pierre? —Pregunté, mi mente nublada.

—Vine a verte. —Me dio esa sonrisa encantadora que me envolvió la primera vez que lo vi en el café cercano del hotel donde trabajaba.

—Pierre... tú y yo... ya no somos... —Bajé la mirada y noté que ambos teníamos el torso desnudo. ¿Cómo...?

Él acarició mi rostro.

—Te extrañé tanto, Ann —susurró por lo bajo.

Me tensé por completo porque Pierre nunca me había llamado 'Ann'.

—No eres Pierre —dije entre dientes, empujándolo. Pierre hizo un puchero, algo que jamás le vi a hacer en el tiempo que estuvimos juntos—. ¡Quítate!

Lo aparté, sentándose y él comenzó a reírse a carcajadas. Lo observé, asqueada, había una sonrisa sádica en sus labios. Vi con horror cómo sus ojos se convirtieron en un par de ojos rojos.

—¿No es esto lo que quieres? —La voz de Pierre se volvió fría —¿O te gusta más rudo?

—¡Déjame en paz!

—El tiempo corre, Ángeles, sigamos jugando —dijo y su rostro se quebró como si fuera de vidrio, pedazos cayendo a los lados, revelando oscuridad detrás de ellos.

Madness...

Algo me sacudió, despertándome de golpe. Sostuve mi pecho tratando de recuperar mi aliento.

—Fue sólo una pesadilla, fue sólo una pesadilla —Me repetí. Había algo frío sobre mi frente, estaba acostada, la superficie debajo de mí era suave y cómoda: una cama. Sábanas cálidas me envolvían.

Cuando mi cuerpo comenzó a despertar, sentí el ardor intenso en mi brazo. Me senté, mi cabeza palpitando dolorosamente. Ojeé la herida de mi brazo, estaba vendada y luego recordé lo que pasó...

Madness...

Daga...

Dolor...

Gina...

Ojos rojos en la oscuridad...

Estaba sola en la habitación y de inmediato, me sentí insegura. A pesar de que era de día, no había señales del sol. Me quité las sábanas y saqué los pies de la cama. El aire frío rozó mi piel desnuda, pero no me importó. Necesitaba hablar con Adriel, y disculparme con Gina, había cometido un acto horrible en su contra. La culpa invadió cada fibra de mi ser.

Emergí al pasillo, el silencio empeoró mis nervios, ¿dónde estaba Adriel? Algo era muy claro, Madness estaba enojado y quien sabe cuál sería su siguiente plan para lastimarme o lograr que yo lastimara a otra persona como había ocurrido con Gina.

El aroma de café fresco me llevó a una puerta que supuse sería la cocina. Estaba a punto de abrirla cuando escuché la voz de Adriel al otro lado.

—Estaba ardiendo de fiebre, Gina, no lo hizo a propósito —explicó él.

—¡No me importa! —exclamó Gina—. Mira lo que le hizo a mi cara, Adriel, está loca. —La mano que había levantado para abrir la puerta cayó a mi costado.

—Ella estaba alucinando o algo así, te aseguro que no quiso hacerte daño.

—Está loca, y lo mejor que puedes hacer es aceptarlo antes de que termine haciéndote daño —afirmó Gina.

Bajé la mirada, extendiendo mis manos frente a mí. El vendaje blanco en mi brazo estaba ligeramente manchado de sangre.

¿Tenía razón?

¿Estaba loca?

Pero Madness...

—Soy el maldito rey de la locura.

Sus palabras eran claras, este quizás era su objetivo: que me volviera loca, que lo cuestionara todo, que cometiera este tipo de actos. ¿Estaba logrando su objetivo? ¿Era posible que detrás de toda la locura en el mundo estuviera un demonio como él? Necesitaba pensar con la cabeza fría, y calmarme porque lo único que había hecho hasta ahora era perder.

Tomé una respiración profunda, y abrí la puerta de la cocina. Gina ni siquiera me miró. Los ojos de Adriel se encontraron con los míos y se esforzó por sonreírme. Sabía que los había escuchado hablar de mí.

—Buenos días. —Saludé con la mano—. Gina. —Me giré hacia ella—. Siento mucho lo que pasó anoche. No era yo misma, como dijo Adriel, yo estaba ardiendo en fiebre y pensé que eras otra persona. Sé que lo que hice fue terrible, pero quiero que sepas cuánto lo siento.

Gina la observó por un rato como si juzgara la sinceridad de sus palabras. Luego, ella suspiró.

—Ahora mismo estoy procesando todo esto, no puedo mentirte y aceptar tu disculpa, quizás más adelante.

Asentí.

—Lo entiendo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Adriel.

—Estoy bien.

—¿Segura? Deberías volver a la cama.

—Estoy bien —repetí.

No quería decirle que tenía miedo de estar sola. Adriel se quedó viendo por un rato, tragué con dificultad.

Gina nos dio la espalda y continuó preparando algo. Adriel caminó hacia mí lentamente. Llevaba pantalones vaqueros oscuros y una camisa negra. Los primeros botones estaban desabrochados.

—Ann, ¿estás segura de que estás bien?

—¿Cuántas veces debo decirlo?

—De acuerdo, ven conmigo.

Adriel me guio fuera de la cocina y después de pasar por un laberinto de pasillos, llegamos a la sala de estar. Tomé asiento y él hizo la mismo en el sofá frente a mí. La chimenea estaba a mi lado, así que recibí su calidez.

Adriel se frotó la cara.

—Ann, tenemos que hablar.

—De acuerdo. —Puse las manos sobre mi regazo nerviosamente.

—¿Qué pasó anoche?

—¿Qué quieres decir?

Adriel frunció los labios.

—Lo estoy intentando, Ann, estoy tratando de ayudarte, pero tienes que contarme las cosas.

—Lo sé.

—Entonces, dime exactamente lo que pasó anoche —ordenó con frialdad. Sabía que le debía una explicación. Adriel era la única persona en el mundo que me apoyaba en este momento. Mi propia hermana pensó que estaba loca, así que le conté todo, Adriel me escuchó en silencio. Cuanto más hablaba, más loca sonaban las cosas que decía.

El silencio de Adriel me causaba mucha inquietud.

—Por favor, di algo. —Rogué—. Sé que suena muy mal.

—Cálmate, Ann, dije que iba a creerte ¿no? —Asentí—. Entonces deja de preocuparte, no creo que estés loca. Si pensara eso, no estarías aquí conmigo.

—Gracias. No tienes idea de lo agradecida que estoy.

Esa sonrisa torcida de coqueteo emergió en sus labios.

—¿Qué tan agradecida?

—Nunca cambiarás —Sonreí un poco.

—Nunca —admitió y me guiñó un ojo. Sin embargo, su expresión se volvió seria de repente—. Necesitamos hacer algunas cosas para mantenerte a salvo. No vuelvas a salir de la casa sola. Mantendremos crucifijos en todas las habitaciones en las que estés. De hecho... —Se puso de pie y buscó algo por encima de la chimenea. Me ofreció su mano; tenía un pequeño crucifijo en la palma—. Es mejor que lleves esto contigo todo el tiempo.

—No estoy segura de que funcione, Adriel.

—Podemos intentarlo —Agarré el pequeño crucifijo. La marca en mi pecho ardió un poco, hice una —. ¿Estás bien? —No le respondí, le di una mirada cansina, harta de esa pregunta—. Perdón.

Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos a los ojos. Y me volví muy consciente de lo atractivo que se veía de negro, me aclaré la garganta.

Un sonido de zumbido interrumpió el momento, Adriel sacó su teléfono de su bolsillo y arrugó las cejas al revisar la pantalla.

—Es Jess, ha estado llamando sin parar desde que salimos de ese lugar.

—Hablaré con ella. —Ofrecí.

—¿Estás segura? —Asentí y él me entregó el teléfono.

Deslicé mi dedo para aceptar la llamada, tragué mientras presionaba el teléfono a mi oreja.

—Adriel, te juro que si no me dices algo o me dejas hablar con ella voy a—

—Jess.

—¿Ann? ¿Eres tú? —exclamó Jess al otro lado de la línea—. ¿Estás bien? Dios mío, he estado tan preocupada, no he dormido nada, ¿dónde estás? ¿qué ha pasado?

—Estoy bien... Estoy con Adriel. —Lo ojeé.

—¿Dónde diablos estás? ¿En qué estabas pensando? Raven está volviéndose loca.

Ah, la ironía.

—Lo siento, necesitaba salir de ahí.

—¿Dónde estás?

Dudé, pero confiaba en Jess y me dio tristeza darme cuenta de que confiaba más en ella que en mi propia hermana.

—Estoy en el rancho del abuelo de Adriel, le diré que te pasé la dirección.

—De acuerdo, iré de inmediato. —Oí ruidos en el fondo.

—No, Jess, no tienes que venir.

—Claro que sí, Ann. Eres mi mejor amiga, algo te está pasando y no te dejaré cuando más me necesitas. —Mi pecho se apretó, una pizca de apoyo era tan reconfortante en estos momentos. Me hacía sentir menos sola, menos abandonada. En especial, después de las palabras tan crueles que Madness me había dicho la noche anterior.

No eres suficiente...

—Gracias —susurré.

—Voy a llamar a Raven y—

—¡No! —Me asusté—. No puedes decirle nada a Raven.

—¿Por qué no?

—Ella piensa que estoy loca. Sé que intentará hacerme volver a ese lugar.

—Está muy preocupada por ti, Ann.

—Puedes decirle que estoy bien, pero no le digas dónde estoy.

—Muy bien, te veré más tarde. —Y colgó.

Le devolví el teléfono a Adriel.

—¿Puedes pasarle la dirección? —pedí.

—¿Viene para acá?

—Le dije que no tenía que hacerlo, pero... bueno, ya conoces a Jess.

—Sí, puede ser muy testaruda.

Y de nuevo, estábamos en silencio, jugué con mis dedos sobre mi regazo.

—Entonces, ¿qué quieres hacer? —preguntó Adriel, rascándose la parte de atrás de la cabeza.

—No lo sé.

—Olvídate de todo, Ann. Trata de tener un día normal, ¿de acuerdo? Estoy seguro de que te hará sentir mejor.

—Quiero ver una película —dije tímidamente.

Adriel me sonrió.

—Perfecto, una película, entonces, puedes ir escogiendo. —Me dio el control del televisor—. Iré por palomitas. —Se puso de pie y desapareció por el pasillo.

Y me quedé sola nuevamente, pero me animé a soportarlo, era humanamente imposible estar acompañada todo el tiempo. Escaneé mis alrededores nerviosamente, no había nada.

Mientras esperaba, decidí echar un vistazo a todas las fotos en la pared. Me levanté y vi la primera foto: Era de Adriel, lucía más joven de pie junto a un caballo, estaba sonriendo mientras tenía una mano sobre el cuello del caballo. Estaba sin camisa y había barro en sus vaqueros. Se veía tan feliz que no pude evitar sonreír con él. Fui a la siguiente, y había un señor mayor cargando un niño rubio quien supuse era Adriel.

Eché un vistazo más de cerca; sus ojos claros resplandecían bajo la luz del sol. Fui a la siguiente y era un retrato familiar, reconocí al padre de Adriel, el señor Belleporte porque siempre interactuaba con él mientras trabajaba en su hotel, luego estaba la madre de Adriel, era hermosa, sin embargo, su rostro estaba apagado y se veía muy pálida. Y me pareció curioso que Adriel nunca hablara de ella, tampoco la había visto nunca en el hotel. Eso perdió relevancia cuando noté a un chico de cabello negro más pequeño que el rubio. Adriel era hijo único, ¿quién era ese niño? Mientras más lo miraba más...

Un golpe en el vidrio de la ventana me hizo saltar del susto porque estaba muy concentrada en las fotos.

Miré la ventana la ventana y me congelé con miedo. Madness estaba justo al otro lado del cristal. Su figura alta y ondeada en sombras llegaba al arco superior de la ventana. Lo único que nos separaba era un delgado cristal. Sostuve mi pecho sin poder moverme. Sus ojos rojos me miraban fijamente, me sonrió mostrando esos dientes afilados.

Sabía que tenía que moverme, pero estaba paralizada por el miedo. Inclinó la cabeza hacia un lado y luego, se desvaneció n el aire.

Tan pronto como su figura desapareció, vi a una persona a pocos metros de distancia en el jardín frontal de la casa. Jadeé y sostuve mi boca, no era posible.

—Ángeles —susurró desde tan lejos.

¡Mamá, no me dejes!

Lágrimas inundaron mis ojos.

—¿Mamá? —Pregunté con desconcierto.

Sin pensarlo, abrumada por las emociones al ver a la mujer que solo recordaba en sueños, corrí a la puerta principal y tiré para abrirla. Ignoré el aire frío que golpeó mi piel; ignoré la voz en mi cabeza que me decía que era una estúpida.

—¡Mamá! —Fue un llamado mezclado con un sollozo.

Mi vista era borrosa por todas las lágrimas. Corrí hacia ella, quien me sonrío y extendió sus brazos hacia mí, intenté abrazarla, pero en lugar de encontrarme con sus brazos calientes, abracé el aire vacío. Se convirtió en humo blanco y desapareció.

No, no.

Mi pechó subió y bajó con frustración y decepción.

—Eso fue fácil.

Madness estaba a unos pasos de mí. La diversión que emanaba de su aura me revolvió el estómago porque había jugado con algo tan cruel.

—No me esperaba que fueras una niña de mami todavía, Ángeles.

Me limpié las lágrimas con rabia.

—Eres un monstruo —dije entre dientes.

—Ya lo sé, tú eres la que parece olvidarlo muy a menudo.

—¿De qué estás hablando?

—Sigues provocándome, desobedeciendo —Sacudió una garra en el aire—. Chica mala, Ángeles, un monstruo no debería ser provocado, ¿no crees? —Se acercó un paso más a mí y me alejé.

—Aléjate de mí.

—¿Por qué? —Se acercó y no me moví—. ¿No quieres repetir los acontecimientos de anoche?

—Gritaré si no te quitas de mi camino.

Madness se echó a reír, su carcajada diabólica resonaba por todos lados, sus líneas de oscuridad cada vez más cerca de mí.

—Grita. —Dio otro paso más—. Vamos, Ángeles, llena mis oídos con tus débiles gritos de ayuda.

—¿Qué diablos quieres de mí? ¿Quieres matarme? Hazlo y termina con esto. —Estaba cansada, emocionalmente drenada y ver a mi madre había aplastado una parte de mí que ni siquiera sabía que estaba ahí.

—La muerte es un escape fácil, Ángeles, es aburrida. Esto es mucho más entretenido. ¿Tienes idea de cuánto disfruto atormentándote? Estoy destruyendo tu mente, ¿no lo ves?

—¿Por qué me haces esto? No he hecho nada malo.

—¿Estás segura de eso?

Madness me dio una sonrisa retorcida y desapareció. Parpadeé confundida mirando a mi alrededor.

¿Adónde fue?

Traté de dar un paso atrás cuando apareció frente a mí, grité mientras él me envolvía en su oscuridad, sus garras rozaron mi espalda mientras me sostenía. Me estremecí, intentando liberarme. Sus ojos rojos brillaban con diversión, él se inclinó sobre mí.

—Ven conmigo —susurró suavemente.

Su voz era de terciopelo puro. Mis brazos cayeron colgando a mis lados. Sus ojos parecían tragarme, hipnotizarme. ¿Qué me estaba haciendo?

—No —dije en un susurro débil.

—Ven conmigo —repitió con esa voz encantadora—. Siempre he estado para ti, nunca has estado sola gracias a mí, Ángeles.

—Tú... —Mis labios se sentían secos. Sacudí la cabeza tratando de despejar mi mente. El rojo de sus ojos era tan profundo, tan inmenso. Intenté mirar hacia otro lado, pero él me sostuvo la mejilla.

—Para... no sé qué estás... haciendo, pero para.

—¿No lo sientes? —La marca en mi pecho palpitó mientras él me susurraba al oído—. Para mí, siempre has sido suficiente, nunca te abandonaré, nunca estarás sola.

Tomé su rostro entre mis manos y se materializó justo como pasó la noche anterior, las sombras le cubrían hasta la nariz, pude ver sus labios por primera vez, tenía una cicatriz que le cruzaba la esquina izquierda de la boca. Me sentía fuera de mi misma, como si mente tuviera niebla por todas partes.

Madness se inclinó, sus labios a escasos centímetros de los míos.

Un suspiro involuntario dejó mi boca, una sensación de hormigueo me recorrió y volví a mirar sus labios, se veían tan húmedos y acogedores. Envolví mis manos alrededor de su cuello y me puse de puntillas. Madness sonrió triunfal a medida que me acercaba a sus labios. Cerré los ojos lista para besarlo.

—¡Ann! —La voz de Adriel me sacó de mi trance de golpe.

Tropecé hacia atrás desconcertada, parpadeando un par de veces. Estaba sola en el patio delantero. Adriel corría hacia mí.

—¡Ann! ¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que no salieras.

—Yo...— Me sostuve la frente confundida. ¿Qué diablos pasó? Miré a mi alrededor; no había señales de Madness. Mi cuerpo todavía se sentía extraño, mis labios aún hormigueaban. ¿Qué diablos me hizo esta vez?

Casi lo besé.

Casi besé al monstruo que me está volviendo loca, que me había atacado, que me había atacar a otras personas y parecer una loca. Me sentí asqueada conmigo misma. Sin embargo, él había hecho algo... me había hipnotizado de alguna forma. Era otro juego suyo para joderme la cabeza.

Después de todo, era un miserable bastardo engañoso que sólo estaba interesado en lastimarme y en volverme loca.

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NOTA DE LA AUTORA: Buenas, buenas, en esta víspera de Halloween. 

¿Qué tal el capítulo? ¿Teorías nuevas? Hay bastantes pistas en este capítulo. 

Madness no sirve, como juega con la pobre Ángeles. 

Redes: Twitter: Arix05. Tik tok: ariana_godoyc / insta: ari_godoy <3

Muakatela,

Ariana G.

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